NotasHoy escribe Antonio Piñero I 1 Cor 6,1-11 1 Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? 2 ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y ¡cómo no las cosas de esta vida! 4 Y cuando tenéis pleitos de este género ¡tomáis como jueces a los que la Iglesia tiene en nada! 5 Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos? 6 Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles! 7 De todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? 8 ¡Al contrario! ¡Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás! ¡Y esto, a hermanos! 9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. 11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. Como dijimos, el capítulo 6 trata de cosas, en este caso desórdenes sociales, que Pablo ha oído sobre los corintios. La desconfianza judía de Pablo respecto a los cánones de conducta del mundo pagano se refleja en su insistencia en que los pleitos se resuelvan ante cristianos que actúen como jueces en vez de acudir a tribunales paganos (6,1-8), y en la lista de los vicios en los que sucumbían anteriormente los cristianos de Corinto (6,9-11). Esto indica ya que la comunidad corintia no estaba compuesta sólo de pobres. Ni mucho menos. Ello me lleva a hacer una larga cita de Rodney Stark en su obra “La Expansión del cristianismo” (versión española. Editorial Trotta 2009), que comenté hace poco en estas páginas: "Durante casi todo el siglo XX historiadores y sociólogos sostuvieron que el cristianismo, en su etapa de formación, fue un movimiento de desposeídos, un refugio para los esclavos de Roma y las masas empobrecidas. "Friedrich Engels fue uno de los primeros en proponerlo, al afirmar que “el cristianismo fue originalmente un movimiento de gente oprimida: apareció como la religión de los esclavos y libertos, de gente pobre despojada de sus derechos, de personas subyugadas o dispersas por Roma” (Marx y Engels 1967, 316). Esta perspectiva parece que tuvo gran ascendencia en primer lugar entre los eruditos alemanes. Así, los estudiosos del Nuevo Testamento afirman que esta perspectiva está atestiguada ya en Adolf Deissmann (1908), mientras que los sociólogos apelan a Ernst Troeltsch ([1911] 1931), quien afirmaba que, de hecho, todos los movimientos religiosos son producto de los “estratos bajos” de la población. "Los marxistas también dirigen su vista hacia Alemania durante el mismo período a causa de la elaborada ampliación de las perspectivas de Engels efectuada por K. Kautsky (1908), convertidas en un ortodoxo análisis del cristianismo como movimiento proletario, el cual –afirmaba Kautsky- llegó a ser incluso durante un breve lapso de tiempo un movimiento legítimamente comunista. Más aún, muchos estudiosos atribuyeron confiadamente esta concepción de los orígenes del cristianismo a Pablo, basados en su Primera carta a los corintios, en la cual recalcaba que la mayoría de los sabios, poderosos o nobles no eran llamados a la fe. Durante la década de 1930 esta perspectiva de los orígenes cristianos era mayoritariamente aceptada. "El renombrado historiador de Yale Erwin R. Goodenough escribió lo siguiente, en un libro de texto que tuvo amplia repercusión: “Una indicación aún más obvia de lo indeseable que era el cristianismo ante los ojos de Roma era el hecho de que sus conversos procedían en una abrumadora mayoría de los estratos más bajos de la sociedad. Tanto entonces como ahora, las clases gobernantes se mostraron muy desconfiadas ante un movimiento que promovía una organización secreta, estricta y bien estructurada de los siervos y esclavos de la sociedad” (1931, 37). "En décadas recientes, sin embargo, los historiadores que se ocupan de la época del Nuevo Testamento han comenzado a rechazar esta concepción de la base social del movimiento cristiano primitivo. E. A. Judge fue tal vez el primer estudioso importante de la generación actual en mostrar su vigoroso rechazo a esta idea. Comenzó por estimar como irrelevante la falta de nobles entre los cristianos: "Si la afirmación común de que los grupos cristianos estaban constituidos por los estratos más bajos de la sociedad implica que no reclutaron sus fieles entre los estratos más elevados del sistema social romano, la observación es correcta pero irrelevante. En el Mediterráneo occidental era evidente que los miembros de la aristocracia romana no se adherían a una asociación de culto local… [Además], los nobles eran una fracción infinitamente pequeña del total de la población (1960, ). "Después de un cuidadoso análisis del rango y de las ocupaciones de las personas mencionadas en las fuentes, Judge concluyó: 'Lejos de ser un grupo socialmente deprimido, ... los cristianos estaban dominados por una fracción con pretensiones sociales de entre la población de las grandes ciudades. Además atrajeron al parecer a un amplio espectro de gentes, que probablemente representaba a los miembros dependientes –siervos o esclavos- de las familias de los dirigentes de la sociedad… 'Ahora bien, los miembros dependientes de las principales casas de la ciudad estaban lejos de ser la fracción más degradada de la sociedad. Aunque carecían de libertad, tenían seguridad y una moderada prosperidad. El campesinado y los siervos de la gleba, las personas sujetas a la tierra, constituían las clases más degradadas de la sociedad. El cristianismo estuvo largo tiempo sin acercarse a esos estratos (The Social Pattern of Christian Groups in the First Century, Tyndale, Londres, 1960, p. 60). "Judge notó además con gran perspicacia que el “texto probatorio” de 1 Cor 1, 26-28 había sido mal interpretado: Pablo no dice que entre sus seguidores no había ningún sabio, poderoso noble; simplemente dice que “no había muchos”, lo que significa que había algunos. De hecho, basándose en una inscripción encontrada en Corinto en 1929 y en referencias de Romanos 16, 23 y 2 Timoteo 4, 20, muchos estudiosos están de acuerdo hoy día en que entre los miembros de la iglesia en Corinto se contaba Erasto, el “tesorero de la ciudad” (Furnish 1988, 20). Los historiadores aceptan también que Pomponia Graecina, una mujer de la clase senatorial de quien Tácito afirma que fue acusada de practicar “supersticiones extranjeras” en el año 57 (Anales XIII, 32) era cristiana (Marta Sordi 1986). Tampoco era Pomponia un caso aislado, según esta investigadora: "Sabemos por fuentes fidedignas que había cristianos entre la aristocracia [en Roma] en la segunda mitad del siglo I (Acilio Glabrio y los Flavios cristianos), y parece bastante probable que pueda decirse lo mismo para la primera mitad del mismo siglo, antes de la arribada de Pablo a Roma (1986, The Christians and the Roman Empire, Universidad. of Oklahoma Press, Norman, p. 28). "Desde que Judge puso en jaque por vez primera la idea de una iglesia primitiva proletaria, se ha desarrollado un consenso entre los historiadores del Nuevo Testamento que afirma que el cristianismo se basó en las clases medias y altas (Scroggs 1980). Así, Jean Daniélou y Henri I. Marrou (1964) sostuvieron el papel prominente de los “benefactores ricos” en los asuntos de la iglesia primitiva. "Robert M. Grant (1977) negó también que el cristianismo primitivo fuera “un movimiento proletario de masas”, argumentando que era “un conjunto relativamente pequeño de grupos más o menos densos, en su mayoría compuesto por miembros de la clase media”. Abraham J. Malherbe (1977) analizó el lenguaje y el estilo de los primeros escritores de la Iglesia, y concluyó que se dirigían a unos lectores cultos y educados. "En su detallado estudio de la iglesia de Corinto en el siglo I, Gerd Theissen (1982) identificó a cristianos ricos, incluidos algunos miembros de “las clases altas”. Robin Lane Fox (1987) escribió acerca de la presencia de “mujeres de alto estatus”. Efectivamente, muy poco después de que apareciera el libro de Judge, el historiador marxista Heinz Kreissig (1967) rechazó la tesis proletaria. Kreissig señalaba que los primeros cristianos procedían de “círculos urbanos de artesanos bien situados, mercaderes y miembros de profesiones liberales”. Hasta aquí Rodney Stark (pp. 37-40 del libro citado) que es quien verdaderamente ha escrito la nota de hoy. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………… En el otro blog de Religióndigital, “El blog de Antonio Piñero” el tema es: “¿Qué significa el descubrimiento de las 'tendencias' de los evangelistas? (I-III)”. De nuevo saludos
Lunes, 9 de Noviembre 2009
Comentarios
NotasHoy escriben Florentino García Martínez y Antonio Piñero Tema: Decíamos en la postal anterior, del domingo pasado, que para concluir nuestro largo comentario a la publicación del tomo VI, dedicado a la “Apocalíptica”, de la serie “Apócrifos del Antiguo Testamento” trataríamos de 1) El mal en el mundo; 2)La escatologización de las palabras de los profetas; 3) El presente como el final de los tiempos. Hoy nos toca el segundo tema. Entendemos por “escatologización” la comprensión de las palabras de los profetas como referida principalmente a lo que va a acontecer en el “éschaton” (griego, lo “último”), en los últimos días del mundo. Uno de los elementos esenciales de la tradición apocalíptica es la reinterpretación de la Escritura, la aplicación de los textos del pasado al presente, o la indagación de su verdadero significado, procesos a los que se llega por revelación directa de la divinidad al “apocalíptico”. De la reinterpretación del profeta Jeremías que Gabriel da a Daniel a la reinterpretación de Daniel que Uriel ofrece a Esdras, pasando por la reinterpretación de la Torá –la ley de Moisés- de Ezequiel que encontramos en los pasajes de este profeta sobre la Nueva Jerusalén, podemos afirmar que esta reinterpretación es una de las constantes de la tradición apocalíptica. El mejor ejemplo de este tipo de reinterpretación lo encontramos dentro de la comunidad qumránica, donde todo el texto de los Profetas es reinterpretado escatológicamente en virtud de la revelación recibida y aplicado directamente a la realidad presente de la comunidad, que es vista como la realidad de los “últimos tiempos”. (Sobre este tema puede verse el trabajo básico de Florentino García Martínez, “Escatologización de los escritos proféticos en Qumrán”, Estudios Bíblicos 44 (1986) 101-116). Es lo que nos enseñan los pesharim (“interpretaciones”) qumránicos y todas las demás citas de los profetas que aparecen interpretadas en los escritos sectarios de Qumrán, recogida en los Manuscritos del mar Muerto. Esta reinterpretación llega hasta el punto de afirmar que el verdadero sentido del texto no ha sido realmente entendido por el profeta origi¬nal, y que su significado profundo sólo puede ser comprendido a la luz de la revelación recibida en el interior de la comunidad, normalmente a través de su jefe carismático: “Y Dios dijo a Habacuc que escribiese lo que había de suceder a la generación última, pero el final de la época no se lo dio a conocer. Y lo que dice: ‘Para que corra el que lo lea’, su predicción se refiere al Maestro de Justicia, a quien Dios ha manifestado todos los secretos de sus siervos los Profetas” (lQpHab VII, 1-5). El pasaje es muy claro y no requiere comentario. Esta misma escatologización del texto profético se halla presente en la reinterpretación que Jesús ofrece de su Biblia. Así, en su primer discurso en Nazaret, termina la lectura de Isaías 61 con la constatación: “Hoy se ha cumplido esta escritura ante este auditorio” (Lc 4,18-21). Lo que equivale a decir: el verdadero significado del texto de Isaías no se refiere a la circunstancia histórica de la que trata el profeta, sino que se refiere al presente que yo represento. La misma interpretación se encuentra en la respuesta que Jesús da al enviado del Bautista: “Los ciegos recobran la vista, los cojos andan... “ (Mt 11,2-6; Lc 7,18-23), con la que muestra Jesús que el anuncio de los profetas se considera ya realizado en su propia vida. Isaías, en verdad, contemplaba la propia vida de Jesús. Estos y otros ejemplos que podrían multiplicarse nos muestran que el Nazareno, al igual que la tradición apocalíptica, se aplica a sí mismo y a su presente, comprendido como “el final de los tiempos”, las palabras de los profetas bíblicos. El próximo día concluiremos esta serie. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com ……………. • Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata de mismo tema • Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009) Para obtener más información: http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp Saludos de nuevo.
Domingo, 8 de Noviembre 2009
NotasHoy escribe Antonio Piñero Recordemos que ofrecemos un texto reconstruido por la crítica, y que no hay ningún manuscrito o papiro conservado que nos ofrezca esta carta tal cual. Recordamos también que los textos son: 1 Cor 6,1-11 + 1 Cor 10,1-22 + 1 Cor 11,2-34 + 1 Cor 15,1-58 + 1 Cor 16,13-18 • 1 Cor 6,1-11: 1 Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? 2 ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y ¡cómo no las cosas de esta vida! 4 Y cuando tenéis pleitos de este género ¡tomáis como jueces a los que la Iglesia tiene en nada! 5 Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos? 6 Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles! 7 De todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? 8 ¡Al contrario! ¡Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás! ¡Y esto, a hermanos! 9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. 11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. • 1 Cor 10,1-22: El bautismo y la eucaristía 1 No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar; 2 y todos fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar; 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual; 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo. 5 Pero la mayoría de ellos no fueron del agrado de Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. 6 Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos lo malo como ellos lo codiciaron. La necesidad de huir de la murmuración 7 No os hagáis idólatras al igual de algunos de ellos, como dice la Escritura: «Sentóse el pueblo a comer y a beber y se levantó a divertirse.» No nos creamos perfectos 8 Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron y cayeron muertos 23.000 en un solo día. 9 Ni tentemos al Señor como algunos de ellos le tentaron y perecieron víctimas de las serpientes. 10 Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron bajo el Exterminador. 11 Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos. 12 Así pues, el que crea estar en pie, mire no caiga. 13 No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito. 14 Por eso, queridos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo. La Cena del Señor 16 La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? 17 Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan. 18 Fijaos en el Israel según la carne. Los que comen de las víctimas ¿no están acaso en comunión con el altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? 20 Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios. 21 No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?”. • 1 Cor 11,2-34. De nuevo la Cena del Señor La posición de la mujer respecto al varón en la creación A) “2 Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido. 3 Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios. 4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. 5 Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. 6 Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra! 7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre. 8 En efecto, no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre. 9 Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre. 10 He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles. 11 Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor. 12 Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios. 13 Juzgad por vosotros mismos. ¿Está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera, 15 mientras es una gloria para la mujer la cabellera? En efecto, la cabellera le ha sido dada a modo de velo. 16 De todos modos, si alguien quiere discutir, no es ésa nuestra costumbre ni la de las Iglesias de Dios. Comportamiento que debe corregirse en la cena común que precede a la rememoración de la Cena del Señor B) 17 Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien. 18 Pues, ante todo, oigo que, al reuniros en la asamblea, hay entre vosotros divisiones, y lo creo en parte. 19 Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros. 20 Cuando os reunís, pues, en común, eso ya no es comer la Cena del Señor; 21 porque cada uno come primero su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. 22 ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabaros? ¡En eso no los alabo! Cómo fue la institución de la eucaristía C) 23 Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» 26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. 27 Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. 28 Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. 29 Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. 30 Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. 31 Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados. 32 Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. 33 Así pues, hermanos míos, cuando os reunáis para la Cena, esperaos los unos a los otros. 34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, a fin de que no os reunáis para castigo vuestro. Lo demás lo dispondré cuando vaya ”. •1 Cor 15,1-58: la resurrección de Jesús y la de los cristianos A) El hecho de la resurrección de los muertos “1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, 2 por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano! 3 Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce; 6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. 7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. 8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. 9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. 11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído. B) La resurrección de Jesús y la de los muertos 12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? 13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. 15 Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. 18 Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! 20 ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. 21 Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. 22 Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. 23 Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de Cristo en su Venida. 24 Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad. 25 Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. 26 El último enemigo en ser destruido será la Muerte. 27 Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando diga que «todo está sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas. 28 Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo. C) Confirmación por la experiencia 29 De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos? 30 Y nosotros mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? 31 Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte. 32 Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. 33 No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» 34 Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo. D) El modo de la resurrección de los muertos. El cuerpo de los resucitados 35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? 36 ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. 37 Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta. 38 Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar. 39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. 41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor. 42 Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; 43 se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; 44 se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual. 45 En efecto, así es como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural; luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene del cielo. 48 Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celeste, así serán los celestes. 49 Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste. E) La transformación final 50 Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción. 51 ¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos seremos transformados. 52 En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. 53 En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad. 54 Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? 56 El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. 57 Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! 1 Cor 15,58 + 1 Cor 16,1 + 1 Cor 16,13-18 = Conclusión de la Carta primera a los corintios Cor A 58 Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano el Señor.” 1 Corintios 16,1: “Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes. 14 Haced todo con amor. 15 Os hago una recomendación, hermanos. Sabéis que la familia de Estéfanas son las primicias de Acaya y se han puesto al servicio de los santos. 16 También vosotros mostraos sumisos a ellos y a todo aquel que con ellos trabaja y se afana. 17 Estoy lleno de alegría por la visita de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, que han suplido vuestra ausencia. 18 Ellos han tranquilizado mi espíritu y el vuestro. Sabed apreciar a estos hombres. En las notas que seguirán haremos un breve comentario a esta carta primera = Cor A Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………. En el otro blog de Religión digital el tema es: “Los apóstoles en la literatura apócrifa”. De nuevo saludos
Viernes, 6 de Noviembre 2009
Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Niveles diferentes en el uso de la Biblia 5. Denominaciones Aunque las denominaciones podrían incluirse dentro de la categoría de las fórmulas fijas, dedicamos un apartado distinto a esta clase de referencias porque tienen un carácter especial. De hecho, las denominaciones son formas de designar objetos o personas; representan una categoría muy significativa ya que la denominación es la expresión habitual, institucionalizada, de un concepto o un contenido. Las denominaciones están frecuentemente compuestas de nombre con un genitivo determinativo. Si tenemos en cuenta que ese sintagma se deriva de una fórmula hebrea en el llamado estado “constructo” de los nombres, en el que es obligada la omisión del artículo, comprenderemos por qué en el griego del Nuevo Testamento es frecuente la omisión del artículo en casos en los que sería de uso corriente. “Palabra de Dios” (Debar Adonay) es una fórmula compuesta del sustantivo dabar (palabra), en estado constructo debar (palabra de). El estado constructo no puede llevar artículo, lo que explica por qué razón encontramos fórmulas como lógos Kyríou y similares sin artículo. Vamos a ver algunos ejemplos que aclaran lo que pretendemos designar bajo el epígrafe de “denominaciones”. a) En los HchAnd (Pap. Utrecht 15,22) se habla de Dios como del “Rey inmortal de los siglos” (Hechos Apócrifos, vol. I 155), que es la expresión utilizada en la doxología de la 1 Tim 1,17. Igualmente habla Andrés (HchAnd 4,2) de la necesidad de convertirse del error a la “fe en Dios” (pístis toû theoû), con variantes (fe en Cristo Jesús, fe en el Señor) formas usadas en Rom 3,22; Gál 2,20; Sant 2,1. El demonio se encara con Andrés llamándole “hombre siervo de Dios”, que era la denominación corriente de apóstoles y profetas, pero también de simples cristianos: Hch 16,17; Tit 1,1; Sant 1,1; 1 Pe 2,16. b) Los HchJn 37,1 hablan con natural espontaneidad de las grandezas de Dios (megaleía toû theoû) de la misma manera que los Hechos canónicos de Lucas 2,11. En HchJn 106,2 se menciona el “misterio de la economía”, que recuerda la “economía del misterio” de Ef 3,9. En la historia de Drusiana, iba Juan con Andrónico al sepulcro para “partir el pan”. La fórmula ordinaria para designar la celebración eucarística era la conocida ya en numerosos pasajes del NT: Hch 2,46; 20,7.11; 27,35; 1 Cor 10,18. c) Los HchPe 17,11 dicen de Dios que es iudex uiuorum et mortuorum, título que Pedro atribuye a Jesús en el sermón que pronunció en casa del centurión Cornelio (Hch 10,42). El autor de HchPe (17,17) conoce la denominación de “ángel de Satanás”, conocida por 2 Cor 12,7 (ángelos satanâ). Para Pablo, se trata de las pesadumbres que sufre el hombre por las insidias del diablo. En HchPe el ángel de Satanas es Simón Mago, enemigo endémico de los apóstoles y de su ministerio. d) Los HchPlTe 17,1 se refieren a Dios como al “Dios de las venganzas”, expresión muy conocida desde el AT y usada ya en diferentes contextos del Éxodo y de los Salmos, v. gr., Sal 94, 1. En el mismo lugar se habla de Dios celoso. El mismo Pablo repite la noticia de que “Dios envió a su propio Hijo”, lo que ya afirmaba en Gal 4,4. Y Tecla invoca a Dios Padre como “hacedor del cielo y la tierra” (HchPlTe 24,2). Pablo, por su parte, invoca a Dios como “escrutador de los corazones”, lo mismo que lo proclaman los Hechos de Lucas: Hch 1,24 y 15,8. e) Los HchTom 133,1 conocen y usan la expresión “pan de vida”, porque los que lo comen permanecen para siempre incorruptos, lo mismo que los que comen el pan vivo que ha bajado del cielo según Jn 6,35.48.50s. 58. Es lo que decía Jesús en el sermón que pronunció en la sinagoga de Cafarnaún (v. 35). Sabido es que Tomás bautizaba “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, como en HchTom 27,2; 49,2: etc. Un detalle típico de los HchTom es el detalle de que recoge en cuatro ocasiones la confesión que siguió a sus dudas sobre la resurrección: “Señor mío y Dios mío” (HchTom 10,1; 81,1; 144,2; 167,2; Jn 20,28). De todos estos ejemplos tendremos ocasión de mencionar numerosos casos cuando lleguemos al análisis de los textos bíblicos. Recordamos, por ejemplo, que los HchTom recogen el texto de la oración del Padrenuestro prácticamente completo (144,19). El texto recoge también logia atribuidos a Jesús, como el conocido: “Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá” (Mt 7,7; HchTom 53, 2). Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 5 de Noviembre 2009
NotasHoy escribe Antonio Piñero Después de los análisis realizados siguiendo los indicios que 1 Corintios nos ha proporcionado, la Primera carta conservada de Pablo a los corintios ha resultado estar mezclada con la segunda. (= Cor B) Las dos forman la actual 1 Cor por voluntad del primer editor de las cartas paulinas, que creemos actuó a finales del siglo I. En esta primera carta –que denominamos “Cor A”- Pablo parece responder a informaciones orales llegadas a él (está en Éfeso) por medio de Estéfanas, Fortunato y Acacio, de visita a la ciudad. Probablemente estamos o bien en el año 52 (cronología de Senén Vidal) o en el 54 (cronología de Raymond E. Brown). Es posible también que los informantes, de vuelta a Corinto, fueran los portadores de esta carta. “Cor A” estaría compuesta de los siguientes fragmentos (en la siguiente nota los ofreceremos seguidos): 1 Cor 6,1-11 + 1 Cor 10,1-22 + 1 Cor 11,2-34 + 1 Cor 15,1-58 + 1 Cor 16,13-18. El editor prescindió, pues, • De la fórmula introductoria, con sus tres elementos básicos: remitente, destinatario y saludos. • De la acción de gracias a Dios por tener la ocasión de poderse comunicar con los corintios y por saber que en líneas generales la comunidad estaba bien, a pesar de los problemas concretos. • De un final completo, con los últimos saludos, recomendaciones personales y buenos deseos de que Dios haga que todo vaya bien El editor elimino de Cor A estos tres elementos porque pensó que bastaban los correspondientes de la segunda carta (Cor B: en donde había insertado la primera), y que no era preciso ni conveniente repetirlos. Esta primera carta (Cor A) es de advertencia a los corintios: deben resolver los problemas comunitarios que se derivan seguramente de que ellos, los cristianos, proceden de una mentalidad pagana, helenística, que en algunos casos conviene retocar para acomodarla a lo que Pablo cree que es el cristianismo. Se cree que esta carta primera debía de ser más larga que lo conservado de ella. Probablemente, el editor tomó sólo los problemas más generales a resolver que podían servir de ejemplo para la iglesia universal, y dejó otros que estimó menos importantes. Otra razón para que el editor no la conservara –probablemente- completa fue que introdujo en el marco de la segunda carta –Cor B- sólo aquello que él pensaba que podía encajar bien. Los críticos han considerado que a lo largo de la edición de esta Cor A se introdujeron en el texto algunas glosas o añadiduras. Éstas pueden ser: • 11,2: “Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido”. • 11,19: “Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros”. • 15,9-10: “Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.” • 15, 39-41: “39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. 41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor.” • 15, 56: “El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley”. ¿Por qué se estima que son añadiduras? Porque rompen el hilo del discurso –eliminadas, el hilo de la argumentación discurre mejor-, parecen amplificaciones que no vienen a cuento, o porque tratan de un tema totalmente diferente de lo que aborda el pasaje en el que está insertadas. ¿Quién insertó estas añadiduras? No se sabe. Es posible que sea el editor, que pudo tomar –a veces- fragmentos de otras cartas paulinas para completar, a su criterio, lo que él creía que el Apóstol no había dejado demasiado claro. Es posible, por tanto, que ciertas añadiduras sean paulinas, pero descolocadas de sitio. O es posible también que sean añadidos de algún copista “listillo”, que pensó que podía enmendar la plana al manuscrito que tenía delante. Si la presunta añadidura aparece en todos, o en la mayor parte de los manuscritos de las cartas de Pablo, es señal de que la glosa es muy antigua. Técnicamente: la glosa estaba en el manuscrito “arquetipo” del que proceden todas las copias. El próximo día –aunque la nota sea larga- ofreceremos seguido el texto completo de esta Cor A. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………. En el otro blog de Religión digital el tema es: “¿Dónde y para qué lectores se compuso el Evangelio de Marcos?”. De nuevo saludos
Miércoles, 4 de Noviembre 2009
NotasHoy escribe Antonio Piñero Normalmente, aunque no siempre, el comentario de libros de este blog suele ser de volúmenes “recientes”, ya sea así en su versión original española, o porque –aunque el libro sea ya “añejo”- ha aparecido recientemente su versión castellana. En el caso presente deseo comentar uno de los volúmenes de la gran trilogía de Hans Küng (Judaísmo – Cristianismo - Islam), por “necesidades del guión” especialmente, ya que algunos de los amables comentaristas de este blog –a los que sinceramente agradezco sus aportaciones, pues me hacen caer en la cuenta de lo a veces deficiente de mi argumentación, o de la falta de nitidez necesaria- me incitan, con sus apostillas y comentarios, a que lea y aprenda de este autor suizo. He aquí su ficha: Hans Küng, El judaísmo. Pasado, presente, futuro. Editorial Trotta, Madrid, sexta edición 2007 (original de 1993), Trad. de Víctor A. Martínez de la Pera y Gilberto Canal Marcos, ISBN: 978-84-8164-883-6. A decir verdad ya había leído la serie, y sé bastante bien lo que dice (algunos de los lectores recordarán quizá que uno de los primeros comentarios de libros fue mi reseña al volumen sobre “El Islam” de Küng, hace ya tiempo y que fue publicado en "Religiondigital", "El blog de Antonio Piñero"). Los libros de Küng de esta trilogía son muy ricos en comentarios históricos, pero se interesan sobre todo por la teología, tema en el que no soy competente, a pesar de haber leído suficiente sobre ella. Éste es el motivo por el que a veces no los cito, ya que este blog pretende mantenerse en el ámbito de la historia. Ocurre, además, que Küng, por el planteamiento mismo de sus libros –cuyo tema es amplísimo- debe resumir en una o dos frases los resultados de una investigación histórica larga. Por ello no puede más que ofrecer al lector un aserto, una “sentencia”, una opinión, sin tener tiempo ni oportunidad de demostrarla con un análisis prolijo de textos. En ocasiones, a nosotros, en este blog, nos pasa lo contrario: presentamos y analizamos textos y textos simplemente para hacer plausible una hipótesis o una tesis. En su libro sobre el judaísmo presenta Küng en la primera parte el origen de esta religión, el núcleo o centro de su teología y su historia, y en la segunda parte, la controversia entre judíos y cristianos, donde entra la figura de Jesús enmarcada en el judaísmo de su tiempo. Abarca, pues, muchos temas que son de notable interés para este blog. Por ello, y por las indicaciones de los lectores, creo que está justificado el tratamiento aquí de un libro que ya tiene sus años. Los lectores saben, además, que el paso de los años, o de los siglos, no invalidan los argumentos, y que conviene que éstos sean repetidos, pues o bien se ofrecen nuevas perspectivas al considerarlos de nuevo, o bien nunca han sido respondidos convenientemente. En el presente comentario nos ceñimos a la primera parte del libro de Küng sobre el judaísmo, su teología e historia. El tema “Jesús” (segunda parte) lo trataremos de modo especial. De la lectura de este libro de Küng se deducen puntos de vista sobre la visión histórica que tiene un teólogo de profesión y que me parece oportuno destacar. Küng acepta que la base histórica de las narraciones sobre Abrahán lo presentan como un hombre poco honorable, que ofrece, por ejemplo, a su esposa como concubina al faraón, que chantajea con regalos a los hijos de sus concubinas y los expulsa de casa (p. 26). Sin embargo su figura pasa luego a ser, en el judaísmo y el cristianismo, encarnación y modelo de virtudes, como la modestia, la compasión, la hospitalidad; en suma, como modelo supremo de todas las virtudes. Creo que hubiese sido conveniente en este libro una reflexión sobre la heroización y exaltación –hasta cambiar por completo su figura- constante de los personajes de la Biblia. Es típico de todos los pueblos, pero en especial de la literatura judía. ¿No puede hacer ocurrido lo mismo con los judeocristianos cuando transmiten las noticias sobre Jesús una vez que éste ya ha muerto? Otro punto interesante es la cuestión siguiente, básica: ¿cómo proceder con las fuentes bíblicas que narran los inicios del pueblo hebreo? Küng acepta, incluso dice que es una obligación, “interpretar desde una postura histórico-crítica los textos sagrados e incluso la Biblia” (p. 39). Sin embargo, una vez que el análisis crítico ha desmontado como no histórico casi todos los presupuestos bíblicos de la primera historia del pueblo de Israel –desde sus orígenes antes y en Egipto, hasta la entrada a la tierra prometida y su constitución como pueblo- Küng se encuentra con un panorama desolador: lo pretendidamente histórico no lo es. Entonces añade que los métodos históricos, sociológicos y literarios han de completarse con el método teológico. La conjunción de ellos aporta al lector la verdad total de la Biblia. De este modo, puede afirmar simultáneamente Küng que toda la “historia de Israel” en sus orígenes están envueltas en sagas y leyendas (p. 41), incluida la idea del pretendido monoteísmo primigenio israelita (es decir, que desde los mismos orígenes Israel no tuvo más que un Dios, Yahvé, pero el pueblo se dejó arrastrar hacia otros dioses), pero que de ella se deducen verdades que gobiernan nuestras vidas como creyentes. Esta imagen es falsa, pero a pesar de ello hay que sostener que hemos de aceptar como válidas –constituyen la revelación divina- las premisas teológicas que de esa estructura legendaria se deducen: • Una determinada imagen de Dios como Dios único, que actúa en la historia, de modo que el judaísmo nos lega como bien adquirido que no hay ninguna divinidad adicional. • Que no hay ninguna divinidad mala concurrente o pugnante con la buena. • Que no hay diosa consorte de Yahvé, nociones que están muy bien (a ellas había llegado ya la filosofía griega por mero raciocinio), pero que necesariamente es muy oscuro como pueden deducirse de la verdadera historia primigenia israelita, de la que Küng sostiene que consta prácticamente de leyendas. • Que la Biblia hebrea presenta una religión que es universalista en esencia. • Que todo hombre es imagen y semejanza de Dios • Que hubo en verdad una alianza de Dios con Noé previa a la del Sinaí, donde se esbozó claramente una ética para toda la humanidad. • Que la revelación de un “Dios único regala a la humanidad una gran libertad porque relativiza todas las demás potencias y poderes del mundo que tan fácilmente esclavizan al hombre” (pp. 44-48). A la verdad, veo que deducir estas ideas de los textos bíblicos es un mero ejercicio voluntarista y de pura teología. Otro caso: Küng relativiza la figura histórica de Moisés, aunque vuelve a aceptar de nuevo que de las sagas se deduce que fue una en realidad “figura carismática compleja”, un caudillo militar y un profeta, receptor de revelaciones. Afirma Küng con seguridad que no fue un sabio ilustrado, ni un místico, pero si “un hombre típicamente profético en el espíritu de una religiosidad de fe y de esperanza semita y medio-oriental (pp. 61-62), que luego fue idealizado tremendamente tanto por el judaísmo helenístico como por el Nuevo Testamento. “La figura de Moisés es tan poderosa para la comunidad neotestamentaria, que ésta llegará a ver a la luz de la figura profética de Moisés diversos elementos de la vida y obra de Jesús”. Y lo que sigue deja en mal lugar la noción de que los evangelistas se limitan a transmitir tradiciones primitivas sobre Jesús. H. Küng afirma: “Más aún, en ocasiones (el Nuevo Testamento) perseguirá conscientemente la imitación (de Moisés para plasmar la biografía de Jesús). Es bastante posible que la historia de Moisés estuviera en el transfondo del evangelio de la infancia según Mateo: advertencia al rey, asesinato de niños inocentes, huida al exilio hasta la muerte del rey… Pero también el ayuno de cuarenta días en el desierto y la alimentación de cinco mil personas responden a la tipología mosaica. Aquí Moisés aparece en diversas ocasiones como el tipo de Jesucristo, del profeta del fin de los tiempos. En el Evangelio de Juan se alude expresamente a la comida del maná en el desierto. También la ascensión de Jesús a los cielos –que se encuentra sólo en Lucas, al final de su evangelio y al principio de los Hechos de los apóstoles- se asemeja a la de Moisés. Más aún: según Lucas, hay que entender a ‘Moisés y los profetas’ en su conjunto como profecía del evento de Jesús” (p. 63). Espero que nadie me acuse de “arrimar el ascua a mi sardina” cuando afirmo que Hans Küng está totalmente de mi lado al afirmar que el Nuevo Testamento no transmite directamente a Jesús, que no se transmiten tradiciones simples sobre él, sino que ya en los primeros evangelios la figura de Jesús se reinterpreta cuando se entregan a los lectores sus dichos y hechos basándose no sólo en la realidad de lo que ocurrió, sino en ésta más una reinterpretación a base de modelos religiosos previos, en concreto del Antiguo Testamento (Elías y Moisés). Y Küng afirma claramente que este último modelo es claramente mítico y legendario. Por último, como este volumen que comentamos es en origen de 1993, el autor no pudo aún tener la posibilidad de leer el impresionante libro de los arqueólogos judíos I. Finkelstein y N. A. Silberman, La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados, Editorial Siglo XXI, Madrid 2003. Por ello todo lo que cuenta Küng de David y Salomón debe tratarse con cautela. Sólo sería válida su “historia” -para quien acepte ese mezcla extraña de “método teológico e histórico-crítico” a la vez- como indicación de los presupuestos religiosos que de tal narración -profundamente reelaborada y mitificada- de la vida y obras de esos dos reyes de Israel pueden obtenerse para la construcción teológica de una “historia de la salvación”. En síntesis, tengo los libros de Hans Küng en gran aprecio, siempre a la mano, como libros que me informan densa y sucintamente de la teología, e indirectamente de las tendencias históricas en el estudio de la Biblia, y de cómo la teología sabe darle la vuelta a los argumentos históricos para seguir fundamentando en una suerte de “historia” lo que es a mi parecer pura especulación teológica. La teología del siglo XXI debería hacerse aceptando más de plano y totalmente que sus fundamentos históricos son cuanto menos dudosos, y cuanto más –lo más probable- una mera reunión de “sagas y leyendas”, como sostiene el mismo Küng. Saludos cordiales de Antonio Piñero www.antoniopinero.com ………….…………… • En el otro blog, “El Blog de Antonio Piñero”, el tema de hoy es el mismo
Martes, 3 de Noviembre 2009
NotasHoy escribe Antonio Piñero El cuarto gran tema de esta posible 1 Cor es también grandioso: realidad de la resurrección de Jesús, base de la fe cristiana y cómo debe entenderse la resurrección de cada fiel cristiano. El texto de este fragmento corresponde al capítulo 15 de 1 Corintios tal cual se ha transmitido, al que sigue una exhortación a que los cristianos se comporten de acuerdo con esta fe (que aparece en el capítulo 16). Los indicios para aislar este cuarto fragmento son los siguientes: El inicio del capítulo 16 (16,1-12) no encaja en absoluto con el tema de la resurrección, pues empieza a así: “Respecto a la ofrenda para los santos (la colecta por la iglesia de Jerusalén)…”. Sin embargo, sí parece que 16,13 sí encaja, pues dice: “13 Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes. 14 Haced todo con amor”. Por ello se ha propuesto que el último gran fragmento de 1 Corintios está propuesto de 1 Cor 15,1-58 + 1 Cor 16,1. 13-18 (final de la carta). Quedaría así (lo reproduzco, aunque es un poco largo): A) El hecho de la resurrección de los muertos “1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, 2 por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano! 3 Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce; 6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. 7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. 8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. 9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. 11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído. B) La resurrección de Jesús y la de los muertos 12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? 13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. 15 Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. 18 Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! 20 ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. 21 Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. 22 Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. 23 Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de Cristo en su Venida. 24 Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad. 25 Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. 26 El último enemigo en ser destruido será la Muerte. 27 Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando diga que «todo está sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas. 28 Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo. C) Confirmación por la experiencia 29 De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos? 30 Y nosotros mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? 31 Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte. 32 Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. 33 No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» 34 Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo. D) El modo de la resurrección de los muertos. El cuerpo de los resucitados 35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? 36 ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. 37 Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta. 38 Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar. 39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. 41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor. 42 Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; 43 se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; 44 se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual. 45 En efecto, así es como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural; luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene del cielo. 48 Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celeste, así serán los celestes. 49 Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste. E) La transformación final 50 Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción. 51 ¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos seremos transformados. 52 En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. 53 En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad. 54 Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? 56 El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. 57 Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Conclusión de la Carta primera a los corintios (= Cor A) 58 Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano el Señor.” 1 Corintios 16,1: “Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes. 14 Haced todo con amor. 15 Os hago una recomendación, hermanos. Sabéis que la familia de Estéfanas son las primicias de Acaya y se han puesto al servicio de los santos. 16 También vosotros mostraos sumisos a ellos y a todo aquel que con ellos trabaja y se afana. 17 Estoy lleno de alegría por la visita de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, que han suplido vuestra ausencia. 18 Ellos han tranquilizado mi espíritu y el vuestro. Sabed apreciar a estos hombres. Esta Primera carta a los corintios -que denominamos Cor A- no se ha conservado completa, porque está insertada en la siguiente, (la segunda) que trataremos a continuación). El editor, probablemente, sólo conservó aquellos fragmentos que de alguna manera –creía él- estaban en consonancia con los temas que se habían tratado en la segunda Carta. Por eso falta el saludo y la acción de gracias, que son típicas de las cartas paulinas. De todos modos, el que el editor de finales del siglo II uniera dos cartas, el que las considerara de algún modo comunes, nos va ayudar –cuando llegue el momento- a explicar el posible tema común que subyace a estos dos grandes bloques unidos en una sola carta. Quizá las dos puedan recibir una explicación común: lo veremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………. En el otro blog de Religión digital el tema es: “¿Dónde y para qué lectores se compuso el Evangelio de Marcos?” De nuevo saludos
Lunes, 2 de Noviembre 2009
NotasHoy escriben Florentino García Martínez y Antonio Piñero Tema: comentario de amplio espectro a la publicación del tomo Vi "Apocalíptica" de los "Apócrifos del Antiguo Testamento", de Editorial Cristiandad, Madrid, julio 2009. Dejando de lado conceptos centrales de la predicación de Jesús cuyas raíces en la apocalíptica judía son indiscutidos, como las nociones de • “Reino de Dios”, • “Hijo del Hombre”, • “Día del juicio”, conceptos que sin adentrarse en el mundo de los círculos apocalípticos del siglo I de nuestra era son incomprensibles (pero cuyo tratamiento ahora supondría decenas de páginas), hemos escogido el centrarnos en tres nociones a las que generalmente no se presta tanta atención como a los tres anteriores, para que nos sirvan de ejemplos que nos muestren hasta qué punto la predicación de Jesús se hallaba influida por el pensamiento apocalíptico, y su “teología”, por la “teología” de la tradición apocalíptica. Estos conceptos son: 1) El mal en el mundo 2) La escatologización de las palabras de los profetas 3) El presente como el final de los tiempos. Hoy trataremos del primero: el mal en el mundo Una de las ideas más antiguas de la tradición apocalíptica es la atribución de la existencia del mal en el mundo a la acción de un agente exterior a la historia y al hombre. Este agente suele ser el “Diablo y sus huestes” (como bloque), que aparece en el Antiguo Testamento desde muy antiguo en la forma de múltiples demonios, con variadas clases y funciones, y con múltiples jefes que llevan nombres diversos. Esa complejidad del mundo demoníaco se va reduciendo poco a poco a lo largo de los siglos de composición del Antiguo Testamento hasta llegar a la noción, más sencilla, de un solo jefe con diversos nombres, Satán, Satanás, Diablo, Belial, y de una sola clase de demonios o diablos a las órdenes de este jefe. Solamente en una fase final de la apocalíptica judía, y como reacción sin duda al peligro de dualismo que esta explicación conllevaba, el origen del mal se situará en el cor malignum, el yetzer ra'a (hebreo = la “mala inclinación” del ser humano) que aparece ya con toda claridad en el Libro IV Esdras (finales del siglo I d.C.). Según la teología judía de la época de Jesús, después del pecado de Adán (no se explica cómo) el hombre nace con dos inclinaciones bien fijadas “en su corazón”, la inclinación al bien y la inclinación al mal. Propiamente esto no significa ninguna doctrina del “pecado original”, que sólo se formará en el cristianismo y mucho más tarde, sino sólo algo parecido…, que no llega a dar el paso a formular la doctrina de la culpa original. Hasta hoy día el judaísmo no ha dado este paso (ni lo dará); pero el cristianismo, sí desde san Pablo (Romanos 5) y, sobre todo, con su desarrollo teológico desde san Agustín en su famosa disputa con el (luego) hereje Pelagio. De la unión de los ángeles caídos con las hijas de los hombres en el Libro de los Vigilantes (recogido en el Libro I de Henoc: impreso en la colección “Apócrifos del Antiguo Testamento” de Editorial Cristiandad) hasta el “Príncipe Mastema” del Libro de los Jubileos (de la misma colección de apócrifos) o a los “ángeles de las tinieblas” y a Melki-resha de Qumrán, a Belial o al Satán de los evangelios, el origen de la existencia del mal y su presencia y dominio sobre el hombre está ligado a estas figuras sobrehumanas y a su pésima acción e influencia negativa sobre los mortales. Dentro de la tradición apocalíptica, este tema está también íntimamente unido –para alivio de los creyentes- con el de la futura destrucción del mal, con el triunfo final de Dios y el castigo definitivo de los causantes del mal, los demonios malos junto con Satanás, su jefe, y también de los hombres que se dejan influir por ellos y eligen la maldad. Ahora bien, el mismo esquema, la misma mentalidad, aparece en la predicación de Jesús. Como para la tradición apocalíptica, para Jesús el mal en el mundo es ante todo una personificación de las fuerzas demoníacas; como para la tradición apocalíptica, también para Jesús el resultado final de la batalla contra el mal está asegurado de antemano y se concluirá con el triunfo de Dios (la instauración del reino/reinado de Dios). La diferencia más notable es que, para Jesús, esta destrucción ha comenzado ya en cierta manera con su propia actividad, de ahí que sus curaciones y expulsiones de demonios son vistas como un comienzo de este triunfo sobre el mal, encarnado en Satanás. Cuando Jesús dice: • Lc 11, 20 Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios • Lc 10,18: “Yo estaba viendo al adversario, que caía del cielo como el rayo”, • o cuando el autor del Cuarto Evangelio cree interpretar correctamente el pensamiento de Jesús y le atribuye las siguiente palabras: “Ahora es la condena de este mundo; ahora el jefe de este mundo va a ser expulsado afuera” (Jn 12,31), Jesús nos dice que Dios ha quebrado ya la fuerza del mal y ha comenzado su marcha victoriosa en este mundo. Sin embargo, como nos indica la última petición del Padrenuestro: “Pero líbranos del mal” (Mt 6,13), la victoria definitiva se ve aún en una perspectiva lejana y la vida de los discípulos se sigue comprendiendo como una lucha sin cuartel contra este mal. Concluiremos pronto. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com ……….. • Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del mismo tema. en días anteriores el tema fue: "¿Dónde y para qué lectores se compuso el Evangelio de Marcos?" • Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009) Para obtener más información: http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp Saludos de nuevo.
Domingo, 1 de Noviembre 2009
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
El tercer gran tema de esta posible "1 Corintios" reconstruida a partir del análisis de la actual Primera Corintios, es grandioso: la institución de la eucaristía por parte de Jesús, según Pablo. Esta cuestión se aborda ampliamente en 11,23-34. Pero este asunto está imbricado en el capítulo 11 actual con otros dos temas: 1. La posición de la mujer respecto al varón según el punto de vista de la la creación por parte de Dios, tema tratado a propósito del comportamiento de las mujeres en las asambleas cristianas 1 Cor 11,2-16 2. Cuando se reúnen los cristianos a celebrar la Cena del Señor es después de una cena normal de fraternidad. Debería ser así, pero tal fraternidad brilla por su ausencia: no hay tal cena común, sino banquetes por grupos: los ricos con los ricos cenando espléndidamente; los miembros pobres con los pobres cenando de modo miserable. Este comportamiento anómal debe corregirse Así pues, el texto del actual capítulo 11, con los tres temas conexos por tratarse de cuestiones en torno a la celebración comunitaria semanal que incluye la rememoración de la Cena del Señor, quedaría así: A) Sobre la naturaleza de la mujer, su posición secundaria respecto al varón y cómo debe comportarse en las asambleas litúrgicas “2 Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido. 3 Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios. 4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. 5 Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. 6 Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra! 7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre. 8 En efecto, no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre. 9 Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre. 10 He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles. 11 Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor. 12 Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios. 13 Juzgad por vosotros mismos. ¿Está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera, 15 mientras es una gloria para la mujer la cabellera? En efecto, la cabellera le ha sido dada a modo de velo. 16 De todos modos, si alguien quiere discutir, no es ésa nuestra costumbre ni la de las Iglesias de Dios. B) Anomalías en los actos conexos con la "Cena del Señor" 17 Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien. 18 Pues, ante todo, oigo que, al reuniros en la asamblea, hay entre vosotros divisiones, y lo creo en parte. 19 Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros. 20 Cuando os reunís, pues, en común, eso ya no es comer la Cena del Señor; 21 porque cada uno come primero su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. 22 ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabaros? ¡En eso no los alabo! C) Pablo revela como ha recibido directamente en una visión del Señor la institución de la Eucaristía 23 Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» 26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. 27 Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. 28 Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. 29 Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. 30 Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. 31 Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados. 32 Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. 33 Así pues, hermanos míos, cuando os reunáis para la Cena, esperaos los unos a los otros. 34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, a fin de que no os reunáis para castigo vuestro. Lo demás lo dispondré cuando vaya ”. Obsérvese lo que dice el final de este tercer bloque: “Lo demás lo dispondré cuando vaya”. El sintagma “lo demás” hace referencia a lo que ocurre también en torno a la Cena del Señor, probablemente después. Conviene saber que la ceremonia en la iba incluida la rememoración de la Cena del Señor constaba de vatias partes: una cena corriente, pero en común; al final la conmeoración del cena del Señor (fracción del pan y reparto de vino), asamblea litúrgica compuesta de himnos, cánticos espirituales, sermones y "profecías" u otros actos extáticos, por ejemplo "hablar en lenguas" realizados por los participantes. Ese "lo demás" lo va a tratar oralmente Pablo en su próxima visita a los corintios. Ahora bien, nótese que este tema se aborda inmediatamente después, en los capítulos 12 y 13 (sobre los carismas espirituales que se hacen visibles en las reuniones comunitarias) de la carta actual. Esto quiere decir que el editor ha unido dos partes distintas -de dos cartas distintas- por deseo de completar o abordar totalmente la cuestión: 1) la “Cena del Señor” y 2) la reunión que hay después (cuyas particularidades corregibles –repito- serían tratadas oralmente por Pablo en su visita personal a los corintios). Por tanto, entre 11,23-34 y 12-14 hubo una visita del Apóstol a su comunidad. Lo que Pablo aborda en 12-14 es una precisión de lo que debió de tratar en la visita, y que ahora repite porque el tema era peliagudo y porque no fue totalmente comprendido. Por consiguiente, al parecer los capítulos 12-14 pertenecen a otra carta distinta que se redactó después de la visita a Corinto. Pero están unidos en la presente carta, la normalmente denominada Primera a los corintios, porque el editor unió los divesos tratamientos, cronológicamente sucesivos, del mismo tema. Concluiremos el próximo día con el último gran tema de esta presunta/posible Primera Carta a los corintios, el de la resurrección de Jesús. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………. En el otro blog de Religión digital el tema es: “¿Se compuso el Evangelio de Marcos después del 70?”. De nuevo saludos
Viernes, 30 de Octubre 2009
Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Niveles diferentes en el uso de la Biblia 4. Situaciones paralelas A veces lo que se registra en los Hechos Apócrifos es una situación similar o paralela a momentos y ocasiones de pasajes de la Sagrada Escritura. Como tendremos ocasión de comprobar más adelante, los resultados literarios de los Apócrifos recuerdan contextos bíblicos tanto en palabras como en ideas. a) HchJn 72,1-2. Juan iba con Andrónico, hombre principal de Éfeso y esposo de Drusiana, a la tumba de la mujer que había fallecido tres días antes. Se dirigían al sepulcro con la intención de celebrar la fracción del pan. A mitad del camino advirtieron que no llevaban las llaves del monumento. No era ningún problema. Juan anunció a Andrónico que “las puertas se abrirían solas (automátōs)”. Y así ocurrió en efecto, a una orden de Juan, se abrieron las puertas de la tumba donde Drusiana estaba a punto de sufrir en su cadáver una vergonzosa violación por parte del joven Calímaco, su enamorado. En los Hechos Apócrifos son abundantes las muestras del poder de Dios a la hora de vencer cualquier dificultad que se oponga al cumplimiento de los proyectos de los apóstoles. Uno de los recursos es el de las puertas que se abren solas, como ocurrió en el caso de Pedro cuando fue liberado de la cárcel por medio de un ángel del Señor. La escena está narrada con todo detalle en los Hechos canónicos de Lucas. Pedro dormía entre los soldados, pero bajó un ángel que lo despertó y le intimó para que saliera de la prisión. “Atravesaron la primera y la segunda guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se les abrió por sí sola (automátē)” (Hch 12,10), como antes se le habían caído las cadenas de las manos. b) El Papiro Copto de Berlín 8502 de los HchPe habla en su página 128 de una reunión que los cristianos celebraban en el primer día de la semana. Llevaban a Pedro multitud de enfermos para que los curara. La escena recuerda el gesto de los fieles que sacaban a los enfermos a la calle para que al paso de Pedro recobraran la salud (Hch 5,15). Pero el autor del texto del Papiro sigue contando cómo “los ciegos ven, los sordos oyen, los lisiados caminan…“ Esta situación, creada por el poder taumatúrgico de Pedro recuerda en forma y en contenido el ambiente reflejado en la respuesta de Juan Bautista a la embajada de Jesús según Mt 11.5. Eran los signos que indicaban que habían llegado los tiempos del Reino. Ya no era necesario esperar a otro. c) Los HchPlTe 28,1 cuentan de la comitiva que llevaba a Tecla hacia el suplicio. Una leona lamía los pies de la condenada, cuya sentencia figuraba sobre ella con palabras que recuerdan la inscripción de la cruz de Jesús. El texto del Apócrifo expresa en efecto la sentencia o motivo de la condena: aitía tēs epigraphês. La fórmula recuerda textualmente el texto del evangelio de Marcos cuando habla de la epigraphê tês aitías de Jesús (Mc 15,26). d) HchAnd Papiro de Utrecht, p. 14 (Piñero-Del Cerro, Hechos Apócrifos, vol. I 154). El Apócrifo recuerda la actitud exigida a las vírgenes según la escena de la parábola de las vírgenes prudentes (Mt 25,1-13), que deben mantener sus lámparas encendidas hasta que suene la voz: “Levantaos, salid al encuentro del esposo” A continuación refiere la expulsión de un demonio del cuerpo de un joven. Ante la orden del apóstol Andrés, el demonio sale del joven sin causarle ningún daño. La escena es similar a otras narradas en los evangelios, como es la de Mc 1,25; 5,1-20; 9,14-29. En esta última concretamente, se repiten varios detalles parecidos a los del relato de HchAnd: Orden de salir dada por Jesús, el endemoniado es un joven, el demonio sale sin causar daño, etc. e) En HchTom 140,1-2, se refiere el interrogatorio del rey al Apóstol Tomás en una situación paralela al proceso de Jesús ante Pilato. Pero el rey increpa a Tomás con las mismas palabras que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos dirigían a Jesús: “¿Con qué poder realizas estas cosas?” (Mt 21,23). Tomás responde al rey en su proceso con las mismas palabras que Jesús dijo al procurador: “No tienes sobre mí el poder como crees”. Jesús dice claramente: “No tendrías poder sobre mí”. En ambos casos, en HchTom y en Mt, se trata de un interrogatorio judicial, se usa el verbo “tener” (ékhō), el término “poder” (exousía) y la expresión kat’emoũ. Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 29 de Octubre 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850 |