El enorme esfuerzo de traducción que significó trasvasar la literatura hebrea a la lengua griega es una empresa difícil de medir. Sólo quien conozca ambas lenguas podrá calibrar correctamente este empeño. Quienes sólo conocemos relativamente la de destino, nos quedamos sorprendidos cuando estudiamos la religión y la arqueología de Israel y Judá. Una manera de calibrar esta tarea enorme es comprobar cómo un término griego que aparentemente nunca debería haber aparecido en esa traducción, lo hace. Bosque sagrado resulta de antemano una idea ajena a la religión de Yahvé. Quizá lo sea, pero que el vocablo griego fuera elegido para traducir un concepto hebreo es chocante.
Como indiqué en el último post, Flavio Josefo se sirvió de la palabra alsos para referirse al piadoso comportamiento del rey Josías, que habría purificado el país de Judá de cultos ajenos a Yahvé. Asimismo, los LXX usaron esa palabra al hablar de otros actos piadosos, pero, como es lógico, también al hablar de la impiedad correspondiente. El libro de Deuteronomio, fechado en época de Josías (finales del siglo VII), indica claramente que la palabra griega se empleaba en lugar de un original hebreo אֲשֵׁרָה, asherah / asera, que resulta ser un nombre especialmente oscuro. La traducción del texto de LXX dice en ese versículo (Dt 16, 21):
No plantarás bosque sagrado para ti, ni cualquier otro poste, junto al altar del Señor tu dios que vayas a construir para ti.
Unos cuarenta pasajes indican esta misma equivalencia entre alsos y Asherah. Pero esta equivalencia no carece de problemas. En la traducción de Éx 34, 13 encontramos un bonito ejemplo de la dificultad del término, en esta ocasión en plural (asherim).
Para Asherah hay varias traducciones al español, por ejemplo para en la edición directamente del hebreo de Nácar-Colunga se traduce el versículo: “destruid sus altares, romped sus cipos y destrozad sus aseras”. En la traducción de la Biblia de Jerusalén, igualmente del hebreo, se dice: “Destruid sus altares, destrozad sus estelas y romped sus cipos”.
Para empezar, el conjunto sagrado es muy interesante, pues incluye un altar, unas piedras sagradas o cipos y la controvertida asera. De hecho, si asera /asherah es un bosque sagrado, es curiosamente similar a lo que ya hemos comprobado en el mundo griego, una pareja altar y elemento vegetal, completada en Israel con unas estelas.
Pero lo difícil es saber qué podemos concluir cuando leemos la traducción griega a este versículo. La versión española de Natalio Fernández Marcos y María Victoria Spottorno Díaz es como sigue: “sino que sus aras destruirás y sus estatuas desmenuzarás y sus selvas cortarás”. En este caso se ha recogido fielmente el significado de “bosque sagrado”. De hecho, la versión Latina Vulgata tradujo en su momento alsos por lucos (sed aras eorum destrue confringe statuas lucosque succide), que es el término latino para “bosque sagrado”.
Es decir, asherah se traduce al español, bien del hebreo, bien del griego, como “asera”, “cipo”, “selva”. Es una palabra difícil, evidentemente.
Arqueológicamente es arduo aportar luz, ya que en algunos lugares de Canaán del sur se han encontrado conjuntos sagrados que incluyen altar y estelas o cipos, como en Tel Hazor, pero no es posible identificar un bosque sagrado hasta la fecha.
Lo curioso es que esta idea de bosque sagrado, altar y estelas o cipos se mantuvo desde la época cananea, cuyos ejemplos arqueológicos datan de los siglos XIV-XIII, hasta la redacción de Deuteronomio fechado en el siglo VII.
Y también llama la atención que el término asera /asherah sea, realmente, el nombre de una divinidad cananea, la Athirat en Ugarit, esposa de El. Es posible que en algunas ocasiones el término hebreo se refiera a un poste colocado como imagen de la diosa, lo cual tampoco es extraño en el mundo griego, pues troncos más o menos ataviados y más o menos semejantes a rostros aparecen como deidades en cultos muy antiguos. Se trata del llamado xóanon, en plural xóana.
En hebreo bíblico se creó el sustantivo asherim, que actualmente se entiende como “palos”, “varas”, tal como ejemplifica, a propósito de un lugar sagrado impío, Jr 17, 2: “en los cuernos de sus altares, en sus aseras, en los árboles verdes, en las colinas elevadas” (Trad. de Nácar-Colunga); Cantera-Iglesias traducen: “así, recordarán sus hijos sus aras y sus cipos cabe los árboles frondosos, sobre los oteros altos”. Ninguno traduce como postes o varas. De hecho, traducir cipos es erróneo pues no se trata de un objeto pétreo sino vegetal (se puede quemar según 2 Re 23, 15).
La realidad del texto bíblico es demasiado complicada, pero hay indicios de que una diosa, o su símbolo arbóreo (bien sea bosque, bien un tronco) se trasluce en él.
Saludos cordiales.