Bitácora
16/12/2007
He de confesar que me han asaltado las dudas al escribir el título de este comentario. La cuestión reside en la palabra nuevo, hasta el punto de que quizás debiera de haberla escrito entre comillas. Porque cuando se consultan ciertos observatorios laborales y se leen determinados estudios que se ocupan de estas tendencias, reparamos en que la mayor parte de las que se refieren a las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y sus consecuencias –entre ellas, el teletrabajo- se repara en que se remontan a hace al menos un par de decenas de años y que las hemos venido anunciando.
¿O es quizás nuevo señalar que “Los trabajadores del conocimiento representan ya 8 de cada 10 nuevos empleos”, según OCDE, o que “La navegación por el ciberespacio no sólo será una materia obligatoria en las escuelas, sino también una de las fuentes de trabajo más expansivas de las próximas décadas”, o que ”Los telecomunicólogos dominarán la telemática, entendida como la interconexión masiva de ordenadores y sistemas electrónicos a través de redes de telecomunicaciones”, o que…? Las afirmaciones anteriores, con las que estamos en completo acuerdo, pertenecen al por otra parte excelente Observatorio laboral mexicano.
¿Qué queremos decir con ello? Que las tendencias se confirman, pero que estos hechos sólo constituyen la base sobre la que edificar una actividad productiva en el campo de las aplicaciones (la principal de las cuales es para nosotros, de nuevo, el teletrabajo). Esa edificación ha de basarse en el estudio detenido de la actividad a emprender, la realización de un mínimo plan de negocio, la búsqueda de la productividad, que no se consigue sólo con capacitación, sino con una sólida mentalización, disciplina y una seria organización. Hay que estar atentos a los yacimientos de ocupación, tanto a nivel nacional como internacional. Y hay que tener capacidad para la colaboración en red.
Abundando más en las mencionadas tendencias, ciertos estudios airean que no se confirma en los Estados Unidos el crecimiento pronosticado de que los trabajadores autónomos superen al de los contratados en empresas. Pero es precisamente porque más que trabajadores autónomos, lo que surgen son creadores de empresas, que ocupan después a otros trabajadores. Lo que viene a confirmar la importancia del emprendimiento, sobre lo que venimos insistiendo en comentarios anteriores.
En definitiva, la lucha por los mercados no se aborda tanto desde el punto de vista del trabajador (teletrabajador, en nuestro caso) aislado, sino desde el de la agrupación de esfuerzos, la colaboración y el trabajo en red.
Bitácora
30/11/2007
Las redes sociales alcanzan cada vez más pujanza. Su valor crece en todos los campos.
Todo ello tiene un gran bagaje teórico detrás, como las teorías sobre el mundo pequeño, de Duncan J. Watts y Steve Strogatz, propiedad de aquellas redes en las que, “a pesar de existir un numero de nodos, es posible encontrar sendas cortas que conecten dos nodos cualesquiera”, o la de los seis grados de separación, del escritor húngaro Frigyes Karinthy, “la teoría de que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona en el planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios”.
Hoy, lo que se llama la nueva generación de las redes sociales es un fenómeno mundial en auge. Su popularización llega al punto en que se ha llegado a decir que, por lo mismo, son cada vez menos redes y menos sociales. Pero el hecho es que pueden acabar en la aparición de algún tipo de estructura social. De hecho, el papel de la red social pasa a un segundo plano y es solo una característica muy relevante de determinados servicios. Algunos de estos servicios tienen como foco principal precisamente la creación y mantenimiento de una estructura social.
Informática social
Al mismo tiempo, la web 2.0 reinventa la manera en que la información circula por la red, dando lugar a la que se denomina informática social. Un cerebro social compartido que permite poner en común conocimientos y negocios. Internet se transforma cada vez más de ser un archivo de datos a cumplir la función real de red para la que fue creada, lo que potencia enormemente su uso creativo. Entre sus atributos están la instantaneidad y la coordinación sin jerarquización. Se empieza a hacer realidad lo que nosotros llamamos sociedad multifocal en los años 80 y 90*.
El teletrabajador tiene que aprender a moverse en este nuevo contexto social, porque estas redes potencian extraordinariamente el papel de toda la información. Es más, si hay una actividad que más pueda aprovecharse de las redes sociales es la del teletrabajo. En particular la del teletrabajo emprendedor, la del telemprendedor.
Pero el concepto que pretendemos resaltar aquí es el de la telempresa, y sobre todo, el de la telempresa transnacional, donde cada nodo, repartido entre distintas naciones, puede captar, o compartir, una parte del mercado en un sector, una industria, un idioma o cualquier otro rubro relevante. Hablamos de una telempresa en forma matricial en la que los distintos nodos pueden repartirse las tareas y, todos juntos, constituir un potencial que no sería posible por separado. Un nodo lleva las cuestiones económicas: precios, facturación, contabilidad, cobros. Otro núcleo puede coordinar las cuestiones de marketing.
Otro, las jurídicas: contratos de todo tipo, con clientes, proveedores, teletrabajadores, sin olvidar que estamos hablando de prácticas a nivel multinacional, con lo que ello implica de derecho comparado. O bien, pueden darse todas estas funciones en varios nodos, o en todos, siempre que exista la adecuada coordinación y se pueda mostrar a los clientes una unidad de actuaciones, normas, criterios y comportamientos.
Los requisitos fundamentales son la creatividad, el perfecto conocimiento de las materias de que se ocupa cada nodo, y cada especialista dentro de él, los conocimientos técnicos para considerar a la red como el medio propio de cada uno y, quizás el más importante, la fiabilidad para poder actuar todas las cosas en común. No hay otro modo mejor de que la telempresa aproveche toda la experiencia de la organización de los grupos sociales a través de Internet, aportada por los nuevos conceptos y la tecnología.
Bitácora
16/11/2007
El paciente lector de estas humildes consideraciones y comentarios sobre el teletrabajo habrá reparado en que, de un tiempo a esta parte, como diría un clásico, la continuidad de los mismos ha sufrido avatares que no pueden deberse más que a los experimentados por quien los escribe.
Es de todos conocido el famoso aserto de nuestro filósofo Ortega y Gasset: “yo soy yo y mis circunstancias”, pilar fundamental en lo más preciso de su obra. Y, como todo hasta aquí viene girando en torno al teletrabajo y los teletrabajadores, no es posible dejar de plantear la cuestión de si el teletrabajador puede permitirse andar a cuestas con sus “circunstancias”.
Claro que no hay un teletrabajador de especie única. Los hay que están en nómina en una empresa, los que, sin estar en nómina, trabajan para una empresa fija, los que están asignados a un proyecto, los que pasan de unos a otros, los que trabajan con la máxima independencia y son perfectos dueños de su tiempo, etc. Cada uno tiene sus “circunstancias”… pero unos se las pueden permitir y otros no. Sencillamente.
Nadie dijo que el teletrabajo fuera un paraíso laboral ni el teletrabajador un habitante de ese paraíso. Las ventajas del teletrabajo, que las hay, y muchas, no llegan a tanto. Todo ello no sirve más que para reparar en que, primero, el teletrabajo es trabajo y, como tal, tiene unas exigencias de contenido, calidad y calendario.
Y, en segundo lugar, que las exigencias de los distintos tipos de teletrabajo son muy distintas. Las mayores son las que recaen sobre el teletrabajador plenamente autónomo, porque no le permiten contar entre sus “circunstancias” con aquellas que le impidan distraer ni uno solo de los esfuerzos obligados. Pero esto es consustancial con todo autónomo, teletrabaje o no.
El corolario de todo ello es que no debemos mitificar el teletrabajo, en el sentido de considerarlo una categoría laboral aparte. El teletrabajador es un trabajador más y, como tal, participa de ventajas e inconvenientes. Y que, entre las cualidades para decidir si alguien puede teletrabajar, o no, hay que indagar cuidadosamente todas las “circunstancias” del mismo: personalidad, capacidad de adaptación y emprendimiento autónomo, situación familiar… El teletrabajador es, en definitiva, un trabajador y “sus circunstancias”.
Bitácora
06/10/2007
En el artículo anterior nos ocupamos del Seminario sobre Telecentros e Inclusión social celebrado en Santiago de Chile, el 10 y 11 de septiembre de este año. Una vez examinadas sus exposiciones y debates podemos concluir:
El fenómeno de los telecentros ha adquirido mucha pujanza en Ibaroamérica desde hace unos diez años. Sus impulsores son, fundamentalmente, los gobiernos, que los han considerado como una iniciativa importante dentro de las políticas de agenda digital que vienen adoptando. Las ONGs son también muy activas en la promoción de telecentros y han puesto en marcha una cantidad muy considerable de ellos. También las empresas, como Telefónica, han promovido y promueven telecentros en la región.
Esta proliferación ha tenido unos efectos muy importantes en el campo de la alfabetización digital, aunque a niveles muy incipientes. Es decir, se ha “enseñado” a muchas personas lo que es una computadora y parte de las potencialidades que ofrece su utilización, pero la escasa duración de la mayor parte de los cursos y la falta de continuidad restan notablemente productividad a estos esfuerzos de alfabetización.
Esto ejerce más influencia por cuanto que ha proyectado una imagen distorsionada de los telecentros. El telecentro no puede limitarse a alfabetizar, pues eso le convierte en una instancia más de enseñanza, aunque sea especializada. Esta confusión de objetivos es un hecho importante en la región.
Como otra consecuencia más, la actividad única de afabetización que ejercen una parte muy considerable de los telecentros de la región les lleva a equiparar el origen de sus fuentes de financiación con el resto de las actividades de enseñanza de los estados, lo que, por una parte, les convierte en competidores incómodos de los centros educativos consolidados y, de otra, les hace olvidarse de fuentes de financiación alternativas, lo que hace que la vida de muchísimos de estos telecentros sea muy precaria.
Financiación y autofinanciación
En el Seminario se expresaron multitud de preocupaciones sobre las fuentes de financiación pero, desafortunadamente, no se expresó prácticamente ni una sola idea sobre la autofinanciación a través del emprendimiento. Sin embargo, consideramos que el auténtico telecentro es el que surge como un emprendimiento que pretende servir a una comunidad mediante la rentabilidad de sus actividades. Puede necesitar alguna subvención al comienzo y ello justifica, además, que devuelva parte de esa contribución en forma de formación de la población de su entorno. Pero la sostenibilidad no puede depender perennemente de las subvenciones. Y esa idea, repetimos, no se manifestó ni una sola vez.
Esta es la causa de que se esté constatando, según los asistentes, un descenso notable de los fondos dedicados a la creación y mantenimiento de telecentros, tanto por parte de los gobiernos como por la de los organismos multilaterales. El representante del Banco Interamericano de Desarrollo expresó concretamente que la institución se había replanteado esta línea de trabajo porque los telecentros no habían satisfecho las expectativas con que se financiaron.
Otro problema es la falta de preparación de los promotores y personas a cargo de los telecentros, lo que viene motivado también porque la escasez de recursos no permite la contratación de buenos profesionales, y suelen estar en manos de voluntarios que realizan una labor tan meritoria como escasamente productiva.
La falta de conectividad, sus deficiencias o su coste ocuparon también un lugar destacado en los debates, con manifestaciones tremendamente críticas, en ocasiones. Fue interesante observar cómo, para los representantes de los telecentros, las culpables son siempre las operadoras, sin que nadie se plantease que muchos gobiernos disponen de fondos cuantiosos debidos al sector y que no se invierten en reparar estas deficiencias..
En resumen, los telecentros en Iberoamérica parecen estar en un punto de inflexión: Las subvenciones públicas o semipúblicas decaen y no se vislumbra que exista cultura, mentalidad, preparación ni disposición a adoptar posturas de emprendimiento y riesgo que permita a los telecentros funcionar como lo hacen los de Europa y Asia.
Hay mucho entusiasmo, trabajo y en ocasiones casi hasta heroísmo, pero es absolutamente necesario encauzarlos hacia la búsqueda de la rentabilidad.
Bitácora
28/09/2007
Como comentamos en anteriores artículos, este mes de septiembre se han desarrollado en Iberoamérica diversas actividades relacionadas con el teletrabajo, en las que tuvimos la oportunidad de participar por amable invitación de sus organizadores.
En primer lugar, días 9 y 10, se celebró en Santiago de Chile, en la sede de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), organismo de la ONU, el evento “Telecentros e inclusión social. Encuentro latinoamericano 2007”. La convocatoria fue un éxito, puesto que asistieron 250 personas, 150 de ellas en representación de otros tantos telecentros.
El Encuentro pretendía la puesta en común de las experiencias de los promotores de telecentros en toda la región, analizando los factores críticos para el éxito, los modelos de sostenibilidad, los problemas a los que se enfrentan, y otros. Se consideró la incidencia de los servicios de segunda generación y trató de avistarse cuales serían los nuevos desarrollos y alcances. Se realizaron también cuatro talleres sobre los factores críticos para el éxito, que contaron con una participación nutrida y motivada por parte de quienes viven el día a día de los telecentros en la región.
Todas las disertaciones y debates serán reunidos en un libro que se publicará dentro de la colección de Fundación Telefónica. En un próximo artículo expondremos nuestras reflexiones sobre el evento.
Segundo congreso
El posterior acontecimiento fue el “Segundo Congreso Iberoamericano de Teletrabajo: Yacimiento global de trabajo sin fronteras”, y se celebró en la sede del Ministerio de Trabajo de Argentina, en Buenos Aires. Estuvo organizado por USUARIA (Asociación Argentina de Usuarios de la Informáticas y las Comunicaciones), la Comisión de Teletrabajo, TIC-USUARIA y la Asociación Argentina de Teletrabajo..
El Congreso contó con paneles de distintas temáticas que se relacionan con el teletrabajo, como su situación actual en la región, las nuevas tecnologías que pueden aplicarse, distintas experiencias por parte de teletrabajadores, presentación de proyectos y un panorama sobre las posibles acciones que puede realizar el gobierno para promoverlo.
La apertura estuvo a cargo del ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad social de Argentina, quien señaló "Siempre nos propusimos que el Ministerio de Trabajo fuese un ámbito para el debate, y un lugar abierto donde pudiéramos discutir los temas que hoy nos angustian, pero también los temas del futuro".
A continuación tuve el honor de dirigirme a los congresistas para hablar de “Las redes de teletrabajo en América Latina”. Tras comentar la situación de Latinoamérica en el campo de la sociedad de la información, abogué por la construcción de una Red de teleemprendedores de toda la Región que, aprovechando las ventajas de un idioma y una cultura común, puedan acceder al enorme mercado de trabajo transfronterizo que existe a escala mundial. Esa red de teletrabajadores, unida a otras redes constituidas por otros tipos de profesionales, deben ser el germen de integración, de abajo hacia arriba, que tanto necesita la Región.
Editado por
Francisco Ortiz Chaparro
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