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Blog de Tendencias21 sobre las implicaciones sociales del avance científico, tecnológico y biomédico.
Los estudios provenientes de las ciencias sociales son fundamentales para los médicos y los enfermeros. Este hecho no es bien comprendido y hace que el ideal de interdisciplinaridad no sea real en buena parte de las investigaciones biomédicas. Por ello considero que es fundamental la transformación de los procesos de investigación.
Los beneficios que reporta el conocimiento social para el ámbito de las ciencias de la salud y del cuidado son indudables. Ahora bien, no todos los científicos biomédicos lo tienen claro o lo ven con esta claridad. El contexto social de los pacientes es un factor determinante que parece no ser tenido en cuenta salvo en lo relativo a aspectos psicológicos y económicos.
Las investigaciones biomédicas permiten traer consigo mejoras constantes en las personas y en toda la sociedad. De ahí que sean numerosos los trabajos sobre los beneficios sociales de la tecnociencia. Así mismo, la producción de artefactos biomédicos parecen ser beneficiosos per se, pero no todo es tan sencillo. Las ciencias sociales nos muestran que el tejido social esta conformado por una policontextura (en palabras de Juan Luis Pintos) repleta de elementos que se inter-relacionan entre sí. Por ello, el conocimiento biomédico necesita ser comprendido dentro del contexto social donde éste se genere y se aplique. Del mismo modo que las ciencias sociales deberían comprender mejor los determinantes biomédicos. Pongamos algún ejemplo.
La medicina ha sido implementada en un entorno social androcéntrico, lo que ha supuesto que algunas patologías no hayan sido entendidas adecuadamente. En este sentido las demencias neurológicas tipo Alzheimer tienen mucha mayor incidencia en mujeres y hombres, algo que también ocurre con algunos tipos de esclerosis. De hecho, diversos estudios han puesto de manifiesto que existen diferencias fisiopatológicas en la manifestación de la enfermedad como en la respuesta a los tratamientos médicos entre las mujeres y los varones.
Otro ejemplo lo encontramos en los efectos sociales de las enfermedades raras. Es una intuición personal, pero la información que manejamos en la Unidad de Investigación Social en Salud y Enfermedades Raras (Universidad de Valladolid) nos conduce a sospechas que existen diferencias en el impacto social de las mismas en función del género.
Un tercer ejemplo lo encontramos en la manera en la que el conocimiento de las transformaciones genéticas y epigenéticas permite comprender mejor los cambios individuales y sociales.
Estos y otros ejemplos sería importante que estuviesen presentes en los científicos biomédicos o sociales. Ambos deberían hablar ya que unos y otros se pueden ayudar mutuamente en el desarrollo de sus investigaciones. La impresión que tengo, en cambio, es negativa sobre este posible diálogo.
Las investigaciones biomédicas permiten traer consigo mejoras constantes en las personas y en toda la sociedad. De ahí que sean numerosos los trabajos sobre los beneficios sociales de la tecnociencia. Así mismo, la producción de artefactos biomédicos parecen ser beneficiosos per se, pero no todo es tan sencillo. Las ciencias sociales nos muestran que el tejido social esta conformado por una policontextura (en palabras de Juan Luis Pintos) repleta de elementos que se inter-relacionan entre sí. Por ello, el conocimiento biomédico necesita ser comprendido dentro del contexto social donde éste se genere y se aplique. Del mismo modo que las ciencias sociales deberían comprender mejor los determinantes biomédicos. Pongamos algún ejemplo.
La medicina ha sido implementada en un entorno social androcéntrico, lo que ha supuesto que algunas patologías no hayan sido entendidas adecuadamente. En este sentido las demencias neurológicas tipo Alzheimer tienen mucha mayor incidencia en mujeres y hombres, algo que también ocurre con algunos tipos de esclerosis. De hecho, diversos estudios han puesto de manifiesto que existen diferencias fisiopatológicas en la manifestación de la enfermedad como en la respuesta a los tratamientos médicos entre las mujeres y los varones.
Otro ejemplo lo encontramos en los efectos sociales de las enfermedades raras. Es una intuición personal, pero la información que manejamos en la Unidad de Investigación Social en Salud y Enfermedades Raras (Universidad de Valladolid) nos conduce a sospechas que existen diferencias en el impacto social de las mismas en función del género.
Un tercer ejemplo lo encontramos en la manera en la que el conocimiento de las transformaciones genéticas y epigenéticas permite comprender mejor los cambios individuales y sociales.
Estos y otros ejemplos sería importante que estuviesen presentes en los científicos biomédicos o sociales. Ambos deberían hablar ya que unos y otros se pueden ayudar mutuamente en el desarrollo de sus investigaciones. La impresión que tengo, en cambio, es negativa sobre este posible diálogo.
Domingo, 13 de Enero 2019
Perfil
Juan R. Coca
JUAN R. COCA Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (España). Actualmente es director de la Unidad de Investigación Social y Enfermedades Raras de la Universidad de Valladolid.
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