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Del 31 de marzo al 1 de abril de 2016 ha tenido lugar en Washington la IV Cumbre Mundial sobre Seguridad Nuclear.
El punto de partida de esta Cumbre fue el discurso que pronunció el Presidente Obama en Praga en 2009, al comienzo de su primer mandato, en el cual sostuvo que “el terrorismo nuclear es la más urgente y extraordinaria amenaza a la seguridad mundial”.
La primera cumbre de seguridad nuclear, celebrada en abril de 2010 en Washington (EE.UU.), solo se ocupó de la security pero, a partir de la segunda, convocada en Seúl (Corea del Sur) en 2012, el tratamiento ha sido sobre seguridad integral (security + safety).
A esta IV Cumbre en Washington han sido invitados 52 Jefes de Estado y de Gobierno, el Secretario General de las Naciones Unidas, los Directores Generales del Organismo Internacional de la Energía Atómica y de INTERPOL, así como el Presidente y la Alta Representante de la UE.
Los integrantes de esta cumbre han sido países del mundo seleccionados por su desarrollo nuclear. De América, además de los EE.UU. y Canadá, han participado cuatro países latinoamericanos: Brasil, México, Argentina y Chile. El primero y el tercero justifican su pertenencia a la Cumbre por ser los dos países de la zona con mayor desarrollo nuclear; México fue invitado por su importancia regional, pues es el segundo país por PBI, territorio y población; y Chile fue probablemente invitado por su buena relación política con EE.UU.
Si bien el objetivo principal con el que se viene trabajando desde hace años es combatir el contrabando y el mercado negro de material nuclear con fines militares, el de esta IV Cumbre gira en torno a la urgencia de evitar que los grupos terroristas puedan acceder al material nuclear, y especialmente con la mira puesta en la amenaza creciente del Estado Islámico (EI).
Por ello, esta convocatoria ha tenido especial relevancia para la seguridad internacional por su finalidad preventiva frente a riesgos de terrorismo contra instalaciones nucleares, y por el peligro del más que potencial uso de materiales nucleares y radiactivos procedentes de centros hospitalarios, industriales o de investigación en todo el mundo.
Esta IV Cumbre ha tenido lugar meses después de entrar en vigor el acuerdo negociado entre Irán y las potencias del G6 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania) y ha tenido como consecuencia el levantamiento de las sanciones que la ONU había impuesto al país.
Además, en este delicado contexto, Barack Obama ha tomado la iniciativa de una reunión a tres bandas con la presidenta surcoreana Park Geun-Hye y el primer ministro japonés Shinzo Abe. Los tres aliados han hablado del despliegue en la península coreana del Escudo Antimisiles conocido como THAAD. “Los tres dirigentes han mostrado unidad en su determinación de defenderse contra una agresión de Corea del Norte”, subraya Dan Kritenbrink, consejero de la Casa Blanca.
Por otro lado, y de alguna forma, esta cumbre de Washington ha asumido la renuncia al objetivo fallido del desarme, al poner su punto de mira en el control del arsenal actual, lo que parece más necesario que nunca pues toneladas de material nuclear y radiactivo se encuentran aún en instalaciones civiles consideradas poco seguras (centros de investigación, hospitales, centrales energéticas), con grandes posibilidades y probabilidades de que puedan acabar en manos de grupos terroristas, traficantes, mercado negro, etc.
En cualquier caso, la IV Cumbre ha conseguido dar una mayor relevancia al apartado relativo a la amenaza del terrorismo nuclear, aunque, por el momento, no se han estudiado fórmulas concretas.
Para España, ha sido un evento de especial interés, puesto que se trata de un entorno no exento de riesgos para la seguridad global y, por tanto, también para nuestra seguridad nacional. Su reflejo en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2013 es prueba de ello.
Nueva amenaza
La Agencia Internacional de la Energía Atómica advirtió recientemente de que el mundo debería estar preparado ante el riesgo de “terrorismo nuclear” y la posibilidad de que un atentado de ese tipo tenga lugar.
En este sentido, la amenaza atómica lanzada recientemente por Corea del Norte ha estado presente en esta IV Cumbre sobre Seguridad Nuclear en Washington: “Es una amenaza nueva y emergente”, admitió recientemente en Londres el ministro británico de Defensa, Michael Fallon.
No obstante, aunque según Matthew Bunn, experto en terrorismo nuclear y profesor de la Universidad de Harvard, “el riesgo es auténtico, no deberíamos entrar en pánico”, según dijo en la BBC Mundo. Según Bunn, no hay evidencia directa de que el Estado Islámico lo tenga entre sus planes. Tampoco el gobierno de Estados Unidos cree que haya pruebas, “pero sí hay indicadores preocupantes” y es en este sentido en el que Obama aconseja que “tengamos especial cuidado con las centrales nucleares”, pues pone el acento en la posibilidad de atentados en las centrales nucleares, más allá del peligro que tiene el hecho de que los terroristas se apoderen de armas nucleares.
Por otro lado, los servicios de inteligencia occidentales han detectado que el Estado Islámico ha desarrollado una estructura de 51 sociedades domiciliadas en distintos países con las cuales está comprando en 20 países elementos para construir una “bomba sucia” de contaminación radioactiva y que haría estallar en Europa.
En cualquier caso, y aunque pocos expertos creen que la organización terrorista pueda dotarse de tales armas, es fácil que tenga acceso a uranio o plutonio para producir un artefacto contaminante y destructor, a fin de atentar de manera indiscriminada.
En definitiva, aunque hemos de estar atentos a esta amenaza de potencial ataque a una central nuclear como objetivo terrorista, no está claro quién está en condiciones de realizar un ataque de este tipo. No ya por lo que esté de protegida, sino por quién tiene realmente el potencial para atentar en una central nuclear.
Aunque está latente el riesgo de terrorismo nuclear, pues está probado que Al-Qaeda ha buscado obtener materiales atómicos, el Estado Islámico ya ha conseguido armas químicas en Siria e Irak, y organizaciones como la ONU y Médicos sin Fronteras (MSF) han comprobado su uso.
Así pues, el peligro de que un grupo terrorista tenga acceso a materiales radiactivos constituye una de las más grandes amenazas a la seguridad mundial.
Por otro lado, los últimos atentados cometidos en Bruselas han provocado que el ministro del Interior belga, Jan Jambon, haya advertido recientemente que las centrales nucleares “son un objetivo interesante para los terroristas”, al tiempo que ha subrayado la necesidad de reforzar la seguridad en este tipo de instalaciones.
Es lógica la preocupación del ministro belga si se tiene en cuenta que en el año 2012, dos empleados de la central de Doel (una de las dos centrales nucleares en Bélgica), dejaron sus puestos de trabajo y se unieron a los yihadistas del EI en Siria, y que en agosto de 2014, según la BBC, alguien con acceso a la central drenó el lubricante de la turbina del reactor, lo que causó un sobrecalentamiento.
“Con sólo una pequeña cantidad de plutonio, del tamaño de una manzana, se podría matar o herir a cientos de miles de personas inocentes”, alertó Obama ante representantes de más de 50 países, incluidos 22 jefes de Estado o de gobierno, que asistieron en Washington a la IV Cumbre de Seguridad Nuclear.
A este respecto recordó también que los terroristas implicados en los atentados recientes en París y Bruselas habían filmado instalaciones nucleares. Varios medios belgas e internacionales informaron que la célula islamista de los atentados tenía previsto fabricar un arma nuclear. Por otro lado, la canciller australiana ha dicho recientemente que esta organización terrorista está reclutando científicos y técnicos para este tipo de proyectos.
“Hemos reducido el riesgo hasta cierto grado”, ha dicho Obama, pero “el riesgo del terrorismo nuclear persiste y sigue evolucionando” en lo que podríamos definir como cuatro caras:
- Robo de un arma nuclear de una instalación militar.
- Robo o compra de material fisible para fabricar un artefacto nuclear.
- Adquisición de materiales radiactivos para fabricar una “bomba sucia”.
- Ataque o sabotaje de instalaciones nucleares.
Sin olvidar otra nueva posibilidad, como la utilización de drones no identificados, captados ya sobrevolando las centrales nucleares francesas en los últimos tiempos.
Terrorismo de gran impacto
También el posible escenario catastrófico, el terrorismo de gran impacto social por un atentado con posible arma nuclear en manos de los yihadistas del Estado Islámico, ha sido uno de los temas sobre los que han discutido los más de 50 países, reunidos durante los dos días de la IV Cumbre en la capital estadounidense.
“Un ataque terrorista con un artefacto nuclear improvisado crearía caos político, económico, social y ambiental en todo el mundo, sin importar dónde ocurra”, según el Gobierno de EE.UU.
Aeropuertos, estaciones, trenes, estadios de fútbol son objetivos que se encuentran entre los principales ataques del autodenominado Estado Islámico buscando causar el mayor impacto posible. Por ello, las fuerzas de seguridad y los gobiernos occidentales mantienen la alerta de algo aún peor: un ataque del grupo radical con material nuclear.
Nucleares y sus riesgos
En el ámbito mundial, un acuerdo más sólido sobre seguridad nuclear finalmente está listo para entrar en vigor, a fin de ampliar las protecciones para los materiales nucleares que estén en uso, almacenados o en transporte, al tiempo que se implementen nuevas respuestas judiciales y penales en caso de que sean robados. Aunque estos cambios fueron aprobados en el año 2005, han permanecido en estado latente a la espera de ser ratificados por un amplio grupo de países, algo que se alcanzó recientemente. Un paso importante es la entrada en vigor de la enmienda de 2005 a la Convención sobre la Protección Física de Material Nuclear para proteger las instalaciones nucleares y asegurar materiales nucleares en uso doméstico y su almacenamiento y transporte.
No obstante, aunque exista el riesgo de un ataque directo en una de las cerca de 1.000 instalaciones nucleares que hay en todo el mundo, hay que tener muy en cuenta que el otro riesgo, el robo de materiales radiactivos, presenta mayor posibilidad y probabilidad por las grandes vulnerabilidades y dificultades que presenta su protección.
Dichos materiales se pueden hallar en pequeñas cantidades en lugares tan asequibles como universidades u hospitales del mundo entero, que en general no cuentan con la vigilancia y control que hay en las instalaciones nucleares, donde la mayor preocupación no se limita al almacenamiento del material sensible, sino que afecta también a sus condiciones de transporte, soluciones que requieren de un refuerzo de los controles fronterizos y de la cooperación entre policías y servicios de información.
Así, la Iniciativa de la Amenaza Nuclear, con sede en Estados Unidos, publicó recientemente un informe en el que asegura que muchas fuentes radiactivas “están mal aseguradas y son susceptibles de ser robadas”. Entre 1993 y 2011, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) detectó 2.164 casos de pérdida, robo o desaparición de materiales nucleares que podrían ser empleados para fabricar “bombas sucias”.
El potencial de este tipo de artefactos para generar pánico en grandes ciudades es muy elevado. Las consecuencias psicológicas, económicas y políticas serían enormes. Según la CIA, en los últimos 20 años se han registrado 2.800 incidentes con materiales nucleares.
Seguridad. Prevención + Protección
El idioma español solo tiene una palabra (seguridad) para expresar los conceptos a los que el inglés dedica dos (safety y security). En la industria nuclear, safety es la seguridad ante el riesgo de accidentes, y security, la protección ante agresiones, robos, ataques deliberados o sabotajes.
Reforzar las medidas de seguridad para evitar acciones terroristas con armas nucleares es la misión que el presidente Obama se ha impuesto en la Cumbre, aunque haya sido convocada por la UE y las agencias especializadas de las Naciones Unidas.
Así, para evitar que materiales, susceptibles de ser utilizados en la fabricación de bombas nucleares o de bombas sucias, caigan en manos de organizaciones terroristas, la reciente Cumbre ha recomendado retirarlos de forma inmediata de instalaciones en desuso y guardarlos en almacenes centralizados.
Igualmente, tras recordarse que ya hay países que han desplegado militares para proteger las instalaciones nucleares, también se ha solicitado a los responsables de las centrales nucleares que vigilen si hay personas radicalizadas trabajando en sus instalaciones y que se aumente la vigilancia en los hospitales con material nuclear.
En este sentido, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sus 168 estados miembros, tiene el alcance global y la experiencia técnica para servir como una eficaz plataforma de seguridad nuclear mundial. Así, desde el año 2010, ha formado a más de 10.000 personas en materia de seguridad nuclear, incluida la policía y los guardias fronterizos; ha dado a los países más de 3.000 instrumentos para la detección de materiales radiactivos nucleares y ha llevado a cabo alrededor de 60 misiones de asesoramiento para ayudar a los Estados a mejorar sus regímenes nacionales de seguridad nuclear.
Inteligencia y Seguridad. Planes y acciones
“Todos estamos de acuerdo en que derrotar a grupos terroristas como el EI requiere que compartamos más información. Todos entienden eso después de lo que ha ocurrido en Bruselas, en Turquía, Pakistán y tantos otros países”, ha dicho el presidente Obama, añadiendo “Hoy he invitado a las naciones representadas en esta Cumbre a unirse a una conversación más amplia entre nuestras agencias de inteligencia y seguridad sobre cómo podemos mejorar la forma en que compartimos información dentro de nuestros Gobiernos y entre nuestras naciones”.
El principal anuncio de esta IV Cumbre fue la creación de un nuevo grupo de trabajo internacional sobre seguridad nuclear que se reunirá anualmente para impulsar el debate sobre ese tema, y tiene como objetivo principal sentar las bases de una arquitectura global de seguridad nuclear, con el fin de adoptar medidas para prevenir el uso de materiales nucleares y radiactivos con fines terroristas. Participarán 39 países, entre ellos España.
No obstante, las dudas de muchos Gobiernos continúan tras los fallos de los sistemas de seguridad, policiales y de inteligencia que ha mostrado recientemente Bélgica.
Por otro lado, en un reciente informe que elaboró para la revista Technology Review, el analista estadounidense de seguridad nacional especializado en armas nucleares Graham Allison, indicaba que “si los Gobiernos no hacen más de lo que están haciendo actualmente, las posibilidades de que ocurra un ataque terrorista con armas nucleares contra una de las grandes ciudades occidentales, en el plazo de una década, son de más del 50 por ciento”.
El problema migratorio es actualmente uno de los más importantes del mundo global y, sobre todo, del futuro próximo. La situación refleja no solo las consecuencias de los conflictos armados que vivimos, sino también de las condiciones precarias que sufren en origen los refugiados, así como las exclusiones religiosas, culturales y políticas, además de las crisis, crecientemente preocupantes, derivadas del cambio climático. Todo ello presenta una vertiente de intervención a doble foco (seguridad humana vs seguridad global) y demanda un nuevo paradigma, inclusivo y exclusivo, para el tratamiento de un problema plural y delicado.
Sin duda, estamos viviendo una crisis migratoria de dimensiones crecientes, cuyas víctimas, especialmente refugiados que huyen de los conflictos armados en sus países de origen y, sobre todo, de la guerra Siria, no tienen ningún temor en arriesgar sus propias vidas –que en muchos casos es lo único que tienen- viajando en precario, en embarcaciones inseguras y sin garantías de llegar a ese espejismo de “mundo salvador” que sienten que es Europa.
Una crisis migratoria que está golpeando el orden internacional europeo hasta el punto de generar la necesidad de arbitrajes sobre la seguridad global, nacional e internacional, cuya amenaza refleja la debilidad y complejidad de las grandes contradicciones de la Unión Europea en cuanto a la seguridad se refiere.
La desesperación generada por conflictos como el de Siria, con cientos de miles de desplazados en flujo constante (y que no presenta unas expectativas de cambio a corto plazo), así como la llegada del invierno y la falta de una política europea clara y común de cara al asilo y a las ayudas e intervenciones en origen, explican la trágica situación actual que viven los millones de refugiados detenidos o ubicados de manera precaria en los países del entorno y los cientos de miles que están en camino desde el otro lado del Mediterráneo.
La realidad es que el foco más grave, la guerra Siria (aunque también hay flujo de personas de Pakistán y Afganistán), ha entrado en su quinto año, y hablar de violencia en Siria es hablar de un país donde aún los homosexuales son arrojados al vacío, las mujeres públicamente maltratadas y los extranjeros decapitados. Un conflicto político-religioso donde más de cuatro millones de sirios han huido de la guerra y malviven como refugiados en Líbano, Egipto, Jordania o Turquía, países que ya están saturados y han comenzado a imponer restricciones a las nuevas acogidas. Países también desde donde emprenden una segunda huída jugándose la vida para llegar a Europa.
Todos ellos enfrentan con valor una odisea que puede durar meses o incluso años y huyen del sinvivir en el que les han sumido las guerras y conflictos que han destruido sus familias, sus hogares, y hasta sus medios de vida y subsistencia. Suman al miedo el dolor por la pérdida de los familiares y amigos que han sucumbido en los propios conflictos, en el camino o en las frías aguas del Mediterráneo, que, en vez de transportarlos hacia la esperanza, les acoge en su útero salino en una especie de maternidad eterna.
Sin embargo, a los que esperan, ese trágico fin parece darles menos miedo que la cruel realidad que enfrentan en sus países, y el conocimiento de los peligros de esa iniciativa no disuade a otros, que no han salido todavía porque no tienen siquiera la fuerza, la salud o el dinero suficiente para movilizarse.
Las múltiples imágenes de desesperación de los refugiados circulan en los medios de comunicación de forma masiva, pero están sacudiendo la conciencia y la solidaridad de los europeos de manera muy irregular. Unos europeos que no podemos dar la espalda a quienes huyen en busca de la paz y la libertad, y que precisan de una especial ayuda y apoyo internacional para mantener sus vulnerados derechos humanos.
Lo cierto es que ahora estamos hablando de cientos de miles de refugiados huyendo hacia Europa pero, en breve plazo, estaremos hablando de millones, y esto no tiene fin, según ha advertido ACNUR, que calcula que ya han entrado más de 700.000 emigrantes o refugiados.
Además de estos refugiados sirios, de triste actualidad, están entrando jóvenes de menos de treinta años procedentes de diversos países africanos que llaman a nuestras puertas principalmente por causa de conflictos armados que masacran a sus poblaciones y destruyen un patrimonio milenario del que todos nos sentimos orgullosos, y al que tampoco estamos protegiendo especialmente.
Pero hay tres desafíos que enfrentar y saber encauzar porque, una cosa es atender inicialmente prestando ayuda humanitaria a todo el que llega, y otra muy diferente solucionar sus necesidades de ubicación, subsistencia y provisión de medios para una vida digna, que van a ser muchas y continuas, además de combatir las amenazas y los peligros políticos que ya están en el ambiente por la interesada confusión diferencial de algunos, camuflados entre migrantes y refugiados y cuyo descontrol ya ha permitido su participación en los primeros ataques terroristas como el de París y Ankara.
Unión Europea. Descoordinación e inseguridad
Como estamos viendo y sufriendo, los refugiados están poniendo a prueba los cimientos de la Unión Europea y no sólo por la crisis humanitaria, sino porque los intentos de acuerdo para su resolución hacen aflorar otras crisis políticas y de valores que permanecían larvadas en nuestra desunida Unión.
Así, la falta de una política común de asilo y de sus canales legales para dar cobertura a los refugiados por vías ordinarias, impide la entrada ordenada y controlada y produce exageradas llegadas en avalancha, como las que se registran actualmente.
A esta falta de orden y control se suma la falta de un sistema coordinado para absorber a los refugiados, pues la Europa de los 28, con sus malos modos de acogida, ni siquiera ha sido capaz de repartirlos por cuotas por países, además de dejarlos sufrir el mercadeo de viajar ilegalmente, controlado por mafias y explotadores.
En este sentido, la UE no debe afrontar tan solo la situación con medidas contra las mafias, sino haciendo frente a las causas profundas del movimiento que impulsa a los refugiados a tan brutal cambio de vida, no volviendo la cabeza frente a las circunstancias que les acompañan y garantizando el acceso a los procedimientos legales que les faciliten un registro y control en su viaje y acogida en Europa.
En este orden de cosas, recientemente la UE ha acordado poner a disposición de Turquía 3.000 millones de euros para que controle los flujos migratorios y mejore la calidad de vida de los más de 2 millones de refugiados sirios que están en el país, además de comprometerse a la liberalización de los visados para los ciudadanos turcos y la apertura de nuevos capítulos para favorecer la adhesión a la UE.
Por otro lado, también la UE ha comprometido 9.000 millones de euros para Siria en su ayuda humanitaria para los ciudadanos. Llama especialmente la atención que los árabes de los países ricos ni participan ni acogen a sus “hermanos” musulmanes.
Todo ello está muy bien para paliar las consecuencias de la situación de los refugiados pero, hay que atacar el problema de raíz y acabar con la guerra y con las causas profundas de la guerra y, en este sentido, recientemente se han sumado Reino Unido y Francia a la coalición que lidera Estados Unidos para bombardear los objetivos del Estado Islámico (ISIS o DAESH) en Siria.
Lo cierto es que la guerra y la descoordinación europea alientan al movimiento de refugiados y provoca mayor incremento en el descontrol.
Seguridad e Inteligencia. Control y seguimiento
Obviamente, en esta crisis de refugiados y caos que vivimos, peligran principios elementales de la UE, como la libre circulación de personas. Así, hay que recordar que, desde principios de 2015, después de una crisis menor que la actual, el Consejo Europeo aprobó la posibilidad de suspender temporalmente el Tratado de Schengen, ante circunstancias excepcionales, como una crisis migratoria.
El descontrol o falta de procedimientos comunes, permite que islamistas radicales y yihadistas pasen camuflados entre ellos. Así ha sido, en el caso del último atentado suicida en Ankara: Salih Necar entró como refugiado sirio en Turquía en julio de 2015 con un pasaporte legal con datos falsos. La investigación lo relaciona con el movimiento kurdo, caso que tiene coincidencias importantes con dos de los suicidas de noviembre de 2015 en París, en el atentado suicida a las afueras del campo de fútbol.
La realidad es que, según grupos antiunión y xenófobos, esto es una invasión en toda regla y esto nos recuerda lo dicho por Huari Bumedian, ex Presidente de Argelia, en un famoso discurso pronunciado en 1974 ante la Asamblea de la ONU:
“Un día, millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria. Al igual que los bárbaros acabaron con el Imperio Romano desde dentro, así los hijos del Islam, utilizando el vientre de sus mujeres, colonizarán y someterán a toda Europa”.
Discursos aparte, la realidad hoy es que hay que atajar la crisis y emergencia diaria de cada jornada pero pensando en el medio plazo y garantizando la sostenibilidad de los procedimientos de acogida y no en el cierre, aunque sea temporal, de las fronteras.
Hay que atajar la crisis de los refugiados con firmeza pero con profundidad democrática y solidaridad, garantizando siempre la implementación de las seguridades oportunas para evitar seguir teniendo más fracasos como el del control de fronteras, la política de cuotas y acogidas, etc.
Necesitamos un cambio de paradigmas en la seguridad, hemos de pensar en global y actuar en local y aunque la respuesta inmediata podría ser cerrar fronteras, los líderes europeos están convencidos de que solo la cooperación con Turquía puede contener los flujos migratorios. Así lo indica un reciente texto que menciona que este es el principal incentivo que quiere emplear Europa para seducir a sus vecinos turcos. Se trata de un nuevo mecanismo de acogida -voluntario, al contrario que el reparto de los refugiados- para trasladar un número por definir de demandantes de asilo desde Turquía a países europeos.
Los riesgos que más asustan en el Foro de Davos
No obstante, al mundo global ya le preocupa más -y especialmente- la falta de respuestas eficaces al cambio climático que las armas de destrucción masiva. Esta es la principal conclusión del Informe de Riesgos Globales 2016 que ha elaborado el World Economic Forum y que ha sido uno de los asuntos de la reciente cita en Davos, que se ha celebrado el pasado mes de enero.
En este sentido, algunos de los principales 29 riesgos globales, clasificados por categorías, son los siguientes: Sociales, Migraciones involuntarias a gran escala; Crisis alimentarias; Profunda inestabilidad social. Geopolíticos, Conflictos entre estados con consecuencias regionales; Fracaso de gobiernos nacionales; Ataques terroristas a gran escala; Colapso de Estados o graves crisis internas; Armas de destrucción masiva. Económicos, Fallos o escasez en infraestructuras críticas. Tecnológicos, Ataques cibernéticos a gran escala; Fraude masivo de datos; Colapso o fallo grave de una infraestructura o red de información crítica; Medioambientales, Episodios meteorológicos severos; Fallo en la mitigación o adaptación al cambio climático.
A la constatación de la creciente amenaza de carácter medioambiental se unen en la edición de este año los riesgos derivados de los movimientos migratorios masivos y de la inestabilidad social. «Los riesgos globales se materializan de formas nuevas e inesperadas y están siendo más inminentes en su afección a personas, instituciones y economías», ha asegurado Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro de Davos, en el prefacio del informe.
En resumen, la mayoría de los riesgos globales y, en especial, el tema de la actual crisis de los refugiados, requiere de un nuevo planteamiento de seguridad global, basado en la libertad, solidaridad y sostenibilidad ante un amplio catálogo de amenazas en desarrollo permanente.
Antes de hablar de la seguridad y las infraestructuras críticas, sus sectores estratégicos y su situación de presente y futuro en España, debemos recordar que la Ley de Protección de Infraestructuras Críticas (LPIC 08/2011) diferencia entre Infraestructuras Estratégicas, que son aquellas… “sobre las que descansa el funcionamiento de los servicios esenciales” e Infraestructuras Críticas que son aquellas que… “su funcionamiento es indispensable y no permite soluciones alternativas”.
En este sentido, las Infraestructuras Estratégicas y Críticas relacionadas con servicios públicos esenciales están clasificadas en los doce apartados
siguientes:
Sector Energético: Eléctrico, hidrocarburos, gas.
Sector Tecnologías Información: Telefonía, radio, televisión.
Sector Transportes: Aeropuertos, puertos, ferrocarril y carreteras.
Sector Hídrico: Depósitos, embalses, tratamiento, y distribución.
Sector Salud: Biológico, asistencia hospitalaria, vacunas y laboratorios.
Sector Alimentación: Centros de almacenamiento y distribución.
Sector Finanzas: Mercados regulados, pago y compensación.
Sector Nuclear: Producción y almacenamiento radiológico.
Sector Químico: Sustancias químicas, armas y explosivos.
Sector de Investigación: Laboratorios y almacenamientos.
Sector Espacio: Centros de control y telecomunicaciones.
Sector Administración: Altas Instituciones del Estado, Defensa, Interior, Partidos Políticos, Servicios de Emergencia.
Todo ello, bajo unos rigurosos principios de la protección de las infraestructuras donde no todo su funcionamiento es crítico y cada sector es diferente. Su desarrollo normativo parte de la Directiva EC 114/2008 sobre identificación y designación de Infraestructuras Críticas Europeas y la evaluación de la necesidad de mejorar su protección a partir de la que se aprueba la Ley 8/2011 y el Real Decreto 704/2011 sobre Protección de Infraestructuras Críticas.
El desarrollo Normativo está bajo control y responsabilidad del Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas CNPIC del Ministerio del Interior.
COLABORACIÓN ADMINISTRACIÓN – OPERADORES
El esquema normativo y legislativo se desarrolla en dos aproximaciones posibles: la Reglamentación y el Diálogo y Cooperación en asociación Público-Privada para compartir información, capacidad de interlocución y reacción, análisis de interdependencias, guías, estándares y buenas prácticas, así como para realizar ejercicios y simulacros sectoriales.Esquema donde cabe igualmente destacar:
Los Planes Estratégicos Sectoriales (PES), que son los instrumentos de estudio y planificación con alcance en todo el territorio nacional, que permitirán conocer, en cada uno de los sectores contemplados en el anexo de la Ley 8/2011 cuáles son los servicios esenciales proporcionados a la sociedad, el funcionamiento general de éstos, las vulnerabilidades del sistema, las consecuencias potenciales de su inactividad y las medidas estratégicas necesarias para su mantenimiento.
Los Planes de Seguridad de los Operadores (PSO), que son los documentos estratégicos que definen las políticas generales de los operadores críticos para garantizar la seguridad del conjunto de instalaciones o sistemas de su gestión.
Han de ser elaborados por el propio operador crítico en el plazo de seis meses a partir de la notificación de la resolución de su designación y debe presentarlo al CNPIC, que lo evaluará y lo informará para su aprobación por el Secretario de Estado de Seguridad.
Los Planes de Protección Específicos (PPE), que son los documentos operativos donde se deben definir las medidas concretas ya adoptadas y las que se vayan a adoptar por los operadores críticos para garantizar la seguridad integral (física y lógica) de sus infraestructuras determinadas como críticas y cuya elaboración corresponderá a cada operador crítico a partir de la aprobación del Plan de Seguridad del Operador que deberá elaborar un Plan de Protección Específico por cada una de sus infraestructuras críticas así consideradas por la Secretaría de Estado de Seguridad y presentarlo al CNPIC en el plazo de cuatro meses.
Los Planes de Apoyo Operativo (PAO), que son los documentos operativos donde se deben plasmar las medidas concretas a poner en marcha por las Administraciones Públicas en apoyo de los operadores críticos, para la mejor protección de las designadas como infraestructuras críticas y que su elaboración corresponde al Cuerpo de Policial estatal, o en su caso autonómico, con competencia en la demarcación territorial de que se trate, para cada una de las infraestructuras críticas dotadas de un Plan de Protección Específico y sobre la base a los datos contenidos en éste.
Enmarcados todos ellos desde un enfoque de Seguridad Integral (física y lógica o cibernética) donde la misión fundamental es coordinar las actividades de los agentes implicados en la protección de IC, tanto en el sector público como el privado.
En este sentido, y hasta el momento actual han sido designados operadores críticos, por el Centro Nacional para la Protección de las Infraestructuras Críticas (CNPIC), más de 150 infraestructuras consideradas como “críticas”, dentro de los 12 sectores que aseguran la prestación de servicios esenciales.
Así, la Comisión Nacional para la Protección de las Infraestructuras Críticas en el año 2013 aprobó los primeros Planes Estratégicos Sectoriales (electricidad, gas, petróleo, nuclear y financiero) y designó 39 operadores críticos y se inició el proceso de implantación de la normativa de Protección de Infraestructuras Críticas, de la Ley 8/2011 y el Real Decreto 704/2011.
Seguidamente, en el año 2015, se han aprobado cinco nuevos planes de los sectores del Transporte (aeropuertos, puertos, carreteras y ferrocarril) y del Agua y se han designado de 54 nuevos operadores críticos.
En resumen, el desarrollo normativo y legislativo permiten identificar los servicios esenciales prestados a la sociedad por los determinados como sectores estratégicos y críticos, su funcionamiento, las principales amenazas y sus principales vulnerabilidades bajo un enfoque integral de la seguridades (física y lógica o cibernética) de las infraestructuras frente a cualquier tipo de amenaza, en especial las de carácter terrorista.
Artículo publicado en el Boletín nº 56 de AES (Asociación Española de Empresas de Seguridad)
Aunque el año 2015 será recordado como el año de las tragedias migratorias, donde millones de refugiados están en movimiento y más de cinco mil personas han perdido la vida en su intento por obtener refugio o una mejor calidad para su subsistencia, quince años después del cambio de siglo, también constatamos que nuestras seguridades presentan mayores vulnerabilidades y nuestra resiliencia precisa aumentar.
Si bien la globalización económica ha conducido a un aumento de la riqueza mundial sin precedentes, al tiempo, está profundizando las desigualdades y la marginación, no sólo entre las personas, sino también entre países. En este sentido, el “circulo vicioso” de pobreza, desigualdad, frustración, criminalidad, exclusión, inseguridad y más pobreza, en el que parecen estar inmersos muchos países, está lejos de variarse.
No obstante, para hablar de la incidencia de la inseguridad derivada de la globalización, antes debemos de definir el concepto de “seguridad” en su ámbito común de actividad de los diferentes actores y sectores, así como, repensar los de bienestar, desarrollo y democracia, desde el ángulo de la sostenibilidad, pues demandan ser tratados como tarea vital, pese a seguir siendo todavía una asignatura pendiente.
También, en general, hay que tener en cuenta que, el término seguridad se arboriza, ganando definición en términos, como “seguridad privada”, “seguridad pública”, o “seguridad ciudadana”, y también nos obliga a ocuparnos de otros más abarcantes y recientes como “seguridad sostenible” o “seguridad humana”.
En cualquier caso, hay que partir de una clasificación general para el análisis, como es: Seguridad objetiva y seguridad subjetiva. La seguridad objetiva que es aquella que puede medirse cualitativa y cuantitativamente y es resultante de las acciones proactivas y reactivas programadas por el Estado y las Fuerzas de Seguridad Pública. Una seguridad objetiva que, según los datos y su forma de transmitirlos, puede llegar a causar alarma social. Por otra parte, la seguridad subjetiva es aquella que es percibida por el ciudadano en su propia vivencia y estado de ánimo, y, de cara a su calidad de vida, es más importante si cabe que la seguridad resultante de las cifras estadísticas y los estudios comparativos.
Esta percepción de inseguridad, es la interpretación como inseguras de ciertas situaciones que él hace, en base a su experiencia y sentido común, y es el resultado de un complejo proceso subjetivo de definiciones y atribuciones de valor personal y social de la realidad.
La seguridad es, ante todo, un estado de ánimo y como tal, una cualidad intangible, cambiante, mejorable o empeorable por cuestiones puramente derivadas de la afectividad, la sensibilidad, el estado personal y, sobre todo, por la percepción diferente de la información que, en cada momento y circunstancia recibimos y procesamos o emitimos.
Por otro lado, la seguridad ciudadana es, sin duda, un valor y responsabilidad ineludible del Estado, enmarcada en el cumplimiento de los derechos humanos garantizados constitucionalmente junto con el ordenamiento internacional.
Los ciudadanos, cuando oyen hablar de inseguridad ciudadana, piensan en múltiples y muy diversos problemas o situaciones que pueden tener que ver con su entorno, desde el terrorismo, a la venta de droga en la calle, atracos con armas, violaciones o abusos sexuales, agresiones físicas, robos en domicilios, locales, vehículos, carteras y tirones de bolsos, amenazas, actos de gamberrismo, fraudes, estafas, etc., e incluso, recientemente, han incorporado la corrupción a su imaginario de amenazas.
Así, la inseguridad ciudadana se ha convertido hace ya tiempo en un desafío crucial para la gobernabilidad democrática y el desarrollo humano.
Con todo, a pesar de que en el núcleo de origen de esta inseguridad se halle en la amenaza de violencia derivada de conflictos y desigualdades producidos desde el ámbito social, lo lamentable es que las políticas de seguridad ciudadana siguen estando más orientadas a contener o reducir los efectos extremos de estos conflictos (preferentemente la actividad delictiva dirigida contra los bienes privados) que a minimizar las causas, como lo son la exclusión social, la marginalidad y la desigualdad económica, y, en última instancia, el riesgo de ruptura social en el que cada vez estamos más inmersos.
En resumen, son pues, tiempos de miedo e inseguridad, en los que el discurso público se revela recurrente y es preciso apostar en conjunto y con rigor por un desarrollo humano, global y sostenible, que contemple medidas a corto, medio y largo plazo, imprescindibles para poner la “aldea global” en orden, y con capacidad generadora de una seguridad objetiva y subjetiva.
Habrá que salvar el obstáculo de que la delincuencia organizada y la criminalidad puedan alcanzar en ocasiones a deteriorar las relaciones sociales y humanas, distorsionando la vida cotidiana y afectando incluso a conceptos como la solidaridad ante las inseguridades, pero eso es un acicate más frente al desafío de seguir profundizando en un enfoque holístico de la Seguridad Humana, que permita abordar factores multidimensionales.
Combatir la resignación
Hemos de reaccionar frente a un sentimiento de resignación, que no es la fortaleza estratégica de la resiliencia sino impotencia destructiva, y dar un cambio decisivo e irreversible hacia un enfoque integral de la seguridad que suponga una continuidad en la reestructuración y modernización de los sistemas policiales y de la justicia para la plena y efectiva coordinación transfronteriza en el combate contra la delincuencia organizada, teniendo especialmente en cuenta que la seguridad es, según las encuestas, uno de los aspectos prioritarios para los ciudadanos.
Muestra de ello es que la percepción de inseguridad se ha incrementado en los últimos años como consecuencia de la ignorancia por parte de las autoridades, además de la manipulación mediática o difusión de informaciones poco rigurosas.
Es un hecho que, cuando se le da más tiempo de cobertura mediática a la delincuencia hay un efecto negativo por parte de los medios de comunicación que influye en la percepción del público. Los resultados indican que existe una relación entre el tratamiento informativo de la delincuencia por parte de los medios y la sensación de inseguridad.
Reducir las vulnerabilidades
La mayoría de las infraestructuras, personas y sociedades, sin importar el nivel de desarrollo cultural, social o económico, son vulnerables en muchos sentidos ante circunstancias y acontecimientos adversos, muchos de los cuales no se pueden predecir ni prever.
Somos vulnerables ante las crisis económicas, crisis sanitarias, las amenazas terroristas, los desastres naturales, el cambio climático, los peligros de las actividades industriales, los conflictos o disturbios sociales, las actividades de organizaciones criminales, etc.
Y somos proporcionalmente vulnerables según las capacidades o limitaciones económicas y políticas, ubicación geográfica, niveles de la sociedad, falta de cohesión social o grandes desigualdades, instituciones poco efectivas, gobernanza deficiente, etc.
No obstante, la globalización no sólo se manifiesta en la mayor difusión del mal sino que, como efecto positivo, también la mayoría de los países, en las últimas décadas, están mejorado en cuanto a desarrollo humano, y a miles de millones de personas les está yendo mucho mejor, aunque queda mucho por hacer.
Así, el Informe sobre Desarrollo Humano 2013 reveló que más de 40 países en desarrollo (lo que incluye a la mayoría de la población mundial) consiguieron mayores incrementos de lo previsto desde el año 1990.
Aumentar la resiliencia
No obstante, para mejorar nuestras vulnerabilidades, hay que moverse y no sucumbir al miedo ni a la autocomplacencia para aumentar nuestra resiliencia.
Y para aumentar la resiliencia hay que analizar las cuestiones, tendencias y políticas más importantes en materia de desarrollo y seguridad de manera independiente y con base en las evidencias empíricas.
Para reducir las vulnerabilidades y evitar su intensificación, las autoridades y entidades deben implantar soluciones y establecer mecanismos de respuesta adecuados a través de directivas y reglamentaciones para minimizar los riesgos y garantizar que los sistemas respalden el bien común.
Además, en esta globalización de las soluciones, para reducir la vulnerabilidad a amenazas transnacionales, se han de adaptar las estructuras de colaboración internacional para minimizar las crisis, pensando en global para mejor actuar en local, mediante la cooperación entre los Estados y el fortalecimiento de las organizaciones internacionales.
Por contra, la falta de coordinación, cooperación y liderazgo internacional frena el progreso hacia la solución de los problemas globales de seguridad y la reducción de las vulnerabilidades que amenazan el desarrollo humano y, por tanto, requieren de manera sistemática, la transformación y armonización de las normas sociales y políticas para un progreso equitativo y sostenible de las libertades y seguridades.
El impacto que causa una vulnerabilidad crítica es más que importante y, por ello, también hay que aumentar la resiliencia, es decir, la resistencia y gestión inteligente de la amenaza, manejando información coherente frente al desafío, y, para ello, se requiere algo más que reducir las vulnerabilidades.
Eliminar las restricciones a las que se enfrentan los directivos a la hora de actuar con mayor libertad y flexibilidad ante las incidencias es capítulo fundamental a la hora de implementar un nuevo y eficiente paquete de soluciones.
A lo largo del 2016, la identificación y el análisis de vulnerabilidades será una pieza importante dentro de los objetivos de la seguridad de instituciones y empresas y, especialmente, en lo referente a las infraestructuras estratégicas y críticas, que presentan un mayor riesgo.
La definición de las adecuadas políticas de seguridad, la implementación de soluciones globales y la adopción de mecanismos que permitan detectar de forma precoz la posible materialización de los riesgos o amenazas ha de ser un objetivo primordial para combatir estas más que potenciales incidencias.
Por todo ello, serán importantes las políticas para reducir las vulnerabilidades y aumentar la resiliencia como: la prevención de las crisis, la promoción e incremento de las capacidades, la cohesión y protección social, los acuerdos sobre el cambio climático, la prevención y reducción de los riesgos de desastres naturales, el control de las bandas organizadas y grupos de acción terrorista, etc.
Predicciones de amenazas y tendencias en 2016
Sin grandes dudas, y sobre la base del actual catálogo de riesgos, amenazas y vulnerabilidades, son las infraestructuras críticas y estratégicas las que presentan mayores posibilidades de ataque o incidencias. Los ataques contra este tipo de instalaciones se han incrementado en los últimos años y es esperable que esta tendencia continúe.
Así, hoy, múltiples aparatos inteligentes están en situación de riesgo notable. El Internet de las cosas seguirá evolucionando y las entidades y empresas necesitarán proteger de nuevas formas sus dispositivos inteligentes, en evolución permanente, siempre acompañada de los riesgos y amenazas que crecen en paralelo.
Como capítulo aparte dentro del análisis de las amenaza y tendencias, cabe destacar aspectos como la migración, el terrorismo, la inseguridad ciudadana y las consecuencias del fenómeno de la corrupción, todo ello en un marco de acción y convivencia global.
Migración. De acuerdo con la ONU, la migración internacional se ha disparado en los últimos años. Hace 25 años se registraban 153 millones de migrantes o refugiados en el mundo, en tanto que, en la actualidad hay 244 millones, un 60 por ciento más “Y millones han sido convertidos en los chivos expiatorios y en los blancos de políticas xenófobas y de una retórica alarmista”, según recientes declaraciones del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.
Asimismo, los conflictos y la inestabilidad política han abonado esta migración en forma de refugiados que huyen de las zonas en conflicto. Así, en la actualidad, tan sólo por el conflicto derivado de la guerra en Siria, que dura ya cuatro años, hay más de 4 millones de refugiados y más de 7 millones de desplazados.
“Debemos recordar que aquellos que cometen actos de terrorismo quieren que estemos asustados. Si caemos en esta trampa, ellos habrán triunfado”, son, igualmente, las recientes palabras de Ban Ki-Moon quien aseguró que precisamos nuevos esfuerzos con urgencia e instó a crear un nuevo pacto global sobre la movilidad humana basado en una mejor cooperación entre los países de origen de tránsito y de destino.
Es por tanto urgente la inclusión de los nuevos excluidos en el escenario de análisis actual, tanto por protección como por justicia, y, egoístamente, porque, con ello, aumenta la inseguridad global y local de los países implicados o afectados.
Terrorismo. Aún cuando los conflictos y las guerras asimétricas no acabarán nunca, lejos de su pronta resolución estamos, si cabe, en uno de los más graves momentos de riesgo y amenaza a la seguridad global, además de la propia catástrofe experimentada en aquellas áreas de conflicto.
Salvo excepciones, los conflictos simplemente se están trasladando de un lugar a otro. Un flujo de siniestros intereses políticos y económicos parece estar en el ambiente. Lo sucedido, especialmente destacado en Nueva York, Madrid, Londres, Bruselas y este último año en París, ha puesto en evidencia que vivíamos en un orden social sustentado en la confianza y la autocomplacencia y que, el hecho consumado de los actos terroristas, ha roto la percepción de seguridad en base al impacto social que genera.
Los conflictos armados y guerras asimétricas que se inician con la intervención en Irak -incomprensible aventura de la historia moderna justificada tras los atentados de Nueva York y Washington-, el gobierno estadounidense, con el apoyo de una amplia mayoría de la comunidad internacional, decidió bombardear Afganistán, refugio de Bin Laden y que, como se ha dicho hasta la saciedad, no colmaba su sed de venganza, como así continúa.
Llegados a este punto, es necesario no perder el referente de que los costes de estas guerras asimétricas siguen aumentando de manera espectacular y sus “beneficios directos” se han ido reduciendo, por lo que, actualmente, solo tenemos conflictos allí donde la riqueza material es objetivo de botín a repartir, como son las materias primas y los combustibles fósiles.
Con el inicio en una guerra no querida, la de Irak; un conflicto soportado, el de Siria; y unos ataques importados, los de los países europeos, la historia continúa con cada vez mayor amenaza y sufrimiento por parte del terrorismo yihadista.
Inseguridad ciudadana y corrupción. Aunque es cierto que, en general, los países de la Unión Europea tienen indicadores de criminalidad estables, distintos países, principalmente latinoamericanos, presentan cifras de homicidios superiores a las de las naciones en conflicto armado.
Estas cifras han llevado a la Organización Mundial de la Salud a calificar los homicidios en Latinoamérica como una “epidemia” –más de 10 asesinatos por 100.000 habitantes- y tendencia en la región a convertirse en la más insegura del mundo, de acuerdo a datos del Banco Mundial. Y lo que es más grave es que, más allá del trauma y sufrimiento, el crimen y la violencia no sólo conlleva costes sociales económicos desorbitados que van desde el 3% del PIB en Chile y Uruguay, hasta más del 10% del PIB en Honduras, sino que organizaciones criminales ya actúan de manera transfronteriza, incluso situándose en países europeos.
Pero, también la corrupción está generando inseguridad, pues vivimos momentos de especial impacto, tanto en la realidad como en la percepción ciudadana sobre la inseguridad que están provocando los elevados niveles de corrupción. Esta lacra se pueda entender como un fenómeno nocivo, vasto, diverso y global cuyos protagonistas pertenecen tanto al sector público como al ámbito privado, y está llevando a momentos de indignación y protesta cercanos al movimiento ciudadano, pues no se refiere al simple saqueo de recursos del Estado –al fin y al cabo de todos- sino que incluye el ofrecimiento y la recepción de sobornos; la malversación y la negligente asignación de fondos y gastos públicos; la manipulación de precios; los escándalos políticos o financieros; el tráfico de influencias e información privilegiada; la financiación ilegal de partidos políticos; la parcialidad o dudosas decisiones judiciales; el amiguismo o sueldos exagerados de amistades, a pesar de su incapacidad; los concursos amañados sobre obras o servicios o la indebida calificación de las mismas; la compra de equipamiento de mala calidad o encarecidos, etc.
Todo ello genera consecuencias significativas pues la corrupción reduce la eficiencia del gasto público y distorsiona la estructura del aparato productivo, pues su incidencia está basada en las decisiones administrativas sobre recalificaciones, permisos, etc.
La corrupción desalienta al contribuyente pues la eficacia del sistema recaudatorio se asienta sobre un conjunto de condiciones, incluida la conciencia social, que consigue que los ciudadanos acepten como un deber contribuir al esfuerzo común. La comprobación de la impunidad de quienes desafían a la norma desalienta su sentimiento de protección, pues la corrupción deteriora la confianza en los organismos de control, y ello genera también una percepción básica de inseguridad al ciudadano.
Con este panorama, y a modo de conclusiones, podemos decir que, en relación con la seguridad, tanto global como local, la actual sociedad requiere de un punto de vista nuevo y discriminador, además de una determinada manera de entender el tiempo, que es más corto, y el espacio afectado, que es más grande pero próximo.
Tenemos una especial responsabilidad en seguir avanzando en el cambio de paradigmas de seguridad, imprescindibles para acometer los nuevos retos y modernas exigencias de la sociedad en que vivimos. Hemos de analizar y actuar sobre aspectos de seguridad con una visión holística, pues el mundo no está formado por piezas separadas y aisladas, sino conjuntos que guardan una relación compleja y sinérgica entre sí. Y hemos de seguir avanzando en global para mejor actuar en nuestra dimensión local y ciudadana.
En ese trayecto, el ciudadano habrá de entender la ciencia de la paciencia y la visión objetiva, que nos llevará a una resiliencia y un equilibrio ponderado que no desmesure la percepción de inseguridad y nos permita aguardar las soluciones y gestionar las que estén en nuestra mano de manera inteligente.
Antes de hablar de protección de instalaciones estratégicas y seguridad corporativa, hemos de tratar con especial definición y rigor los riesgos e inseguridades, institucionales y empresariales, y todo ello, dentro del marco actual de inseguridad globalizada.
- El contrabando de armas por el crimen organizado, como grave amenaza para la paz y seguridad, con amplias dificultades de verificación y control.
- El trasiego de droga por carteles latinoamericanos en México, país de producción y trasvase de drogas.
- El espionaje y sus nuevos escenarios de las TICs, con un planteamiento ciertamente agresivo y con gran impacto.
- Las emergencias y catástrofes derivadas en muchos casos del cambio climático.
- Las vulnerabilidades en infraestructuras estratégicas y críticas, con graves amenazas y actividades ilícitas, como el “ordeño” de gasoductos de Pemex.
Ambas se encuentran entre los principales objetivos y presentan un catálogo de riesgos y amenazas múltiples, principalmente, aquellas instalaciones que por definición son indispensables y sin alternativas inmediatas para la función de que se ocupan.
Para todo ello, hemos de definir e implementar un especial Modelo de Gestión de Riesgos constituido por un:
Marco SITUACIONAL con el Análisis de Vulnerabilidades y Amenazas y un esquema de Gestión Integral del Riesgo.
Marco ESTRATÉGICO, que integre los ejes de acción, alineación y la propia arquitectura de la seguridad.
Marco OPERATIVO, constituido por la Gestión de Riesgos y Amenazas, Planificación y Evaluación de la Gestión.
Alineación con la Seguridad Corporativa
La protección de instalaciones estratégicas requiere en sí misma un planteamiento y alineación con la seguridad corporativa o institucional desde la base, o lo que es lo mismo, desde la identificación, análisis y evaluación de los riesgos, amenazas y vulnerabilidades vistos desde un enfoque global y tratados de forma integral e integrada en el propio funcionamiento personalizado en cada caso y circunstancia.
Así, comenzaremos por la configuración de un catálogo y mapa de los riesgos corporativos o de la organización, donde tendremos en cuenta:
- Los Riesgos de la Actividad, aquellos que debemos asumir como explícitos.
- Los Riesgos Financieros, como son los riesgos de mercado.
- Los Riesgos de Liquidez.
- Los Riesgos de Crédito, etc. que debemos gestionar y
- Los Riesgos Operativos o de la propia organización, que debemos minimizar.
- Una específica Política de Seguridad.
- Un Análisis de Riesgos y Amenazas.
- Un Sistema de Requerimientos propio.
- Un Diseño de la Arquitectura de Seguridad.
- Un Desarrollo de Procedimientos y su implementación y
- Un Control y Auditorias periódicas.
Gestión Integral del Riesgo Corporativo
Nuestra base de desarrollo y objetivo irreversible debe ser el planteamiento de una Seguridad Integral e integrada (física y lógica), a través de la aplicación de un método objetivo, una valoración equilibrada y un programa de decisiones de cobertura con una Organización de Seguridad en base a recursos humanos, internos y externos, permanentes y temporales.
Asimismo, contaremos con un proyecto de estudio y desarrollo de los Medios Técnicos de Seguridad, constituidos por los sistemas de protección contra la intrusión y agresión, los sistemas de videovigilancia y control, los elementos de seguridad pasiva y arquitectónica, los sistemas de control de acceso, las instalaciones de protección de las comunicaciones, información e informática.
Finalmente, todo ello requerirá de un programa de Medidas Organizativas con los correspondientes Manuales de Procedimiento y Auditorias, Planes de Emergencia y Contingencias, completado con unos Programas de Formación y Capacitación adecuados a la actividad y organización.
Todo ello, a la búsqueda del grado de seguridad adecuado, en equilibrio entre previsiones, costes y eficacias.
En este sentido, la protección de instalaciones estratégicas y seguridad corporativa requiere igualmente su incorporación al Programa de Seguridad Ciudadana, con una verdadera cooperación e integración entre la Seguridad Pública y la Seguridad Privada, cuyas bases de relación han de estar fundamentadas en la confianza, colaboración, transparencia y profesionalización.
Inteligencia y Seguridad Institucional
Como parte integrante de su Plan Director de Seguridad, toda actividad y organización corporativa o institucional estratégica requiere del desarrollo de un adecuado Plan de Inteligencia, basado y desarrollado a partir del esquema mínimo del Ciclo de Inteligencia, con una Dirección y Planificación de los objetivos, un Plan de Obtención de la Información, un Programa de Procesamiento y Análisis, así como su Plan de Difusión de la información elaborada para la correspondiente toma de decisiones.
Gestión de Crisis. Nuevos Paradigmas
La gestión de crisis requiere de nuevos paradigmas pero, sin perder el referente de que vivimos en una sociedad global, con los principales valores de la sociedad en cambio permanente, con incidencias importante por los avances tecnológicos constantes, con un desarrollo espectacular de las redes globales (en pleno desarrollo de nuevos mercados y actividades online) y una ruptura de fronteras en el ciberespacio (nuevos eventos de gran impacto global).
Como consecuencia, necesitamos pensar diferente pues la actual sociedad y sus inseguridades requieren de un punto de vista nuevo y diferenciador. Hemos de caminar hacia un pensamiento cuántico, que ha de ser creativo, intuitivo e inclusivo, y servir para romper nuestros hábitos, modelos mentales y paradigmas ya obsoletos.
Tenemos que contar con nuevos conceptos para su aplicación como la resiliencia del funcionamiento, tecnologías, recursos humanos, etc. siempre bajo unas nuevas dotaciones especiales de confianza e incremento de los controles para la mitigación de los riesgos y amenazas, teniendo especialmente en cuenta a los verdaderos actores de la crisis y su tipología derivada de su naturaleza u origen, su dinámica y tiempo de reacción, su amplitud, gravedad e impacto.
Para todo ello, precisamos definir nuestro Ciclo de Gestión de Crisis poniendo atención y medios en una preparación específica, planificación, diseño e implantación de la estructura de gestión, así como formación, capacitación, simulaciones, etc.
Es imprescindible un Plan de Prevención, análisis y gestión de riesgos, que desemboque en el establecimiento de los sistemas y protocolos de vigilancia y alerta temprana, como respuesta ante emergencias y contingencias, pero no se dará un estricto reconocimiento de la crisis y sus correspondientes sistemas de activación y respuesta, si no se tiene especialmente en cuenta la resiliencia, es decir, los procesos y tiempos de recuperación y resolución de impactos, su evaluación y revisión.
Plan Director de Seguridad
Con una visión holística e integral, hemos de configurar el Plan Director de Seguridad dentro del marco legal correspondiente junto a la adopción de la normativa técnica armonizada donde los nuevos conceptos, las tecnologías y el “cloud” nos presentan especiales oportunidades.
Plan Director que requiere igualmente una jerarquización dentro del marco institucional.
A modo de conclusiones
La protección de instalaciones estratégicas y seguridad corporativa hace preciso, por tanto, una rigurosa identificación de los riesgos e inseguridades, su alineación con la propia seguridad corporativa o institucional, la aplicación de un programa de inteligencia y seguridad, la colaboración e integración de la seguridad pública y privada, el desarrollo de un plan de gestión de crisis y la elaboración e implantación de un Plan Director de Seguridad.
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Resumen del ciclo de conferencias dictado en el Instituto Latinoamericano de Seguridad Estratégica en México (noviembre de 2015)
Dedicado por más de 30 años a la Consultoría e Ingeniería de Seguridad y Defensa por más de 20 países como asesor para asuntos aeroportuarios, puertos, cárceles hospitales, entidades bancarias, museos, transporte ferroviario, servicios de Correos y puertos.
Es socio fundador y presidente para Europa de la Federación Mundial de Seguridad (WSF), Director para Europa de la Secretaría Iberoamericana de Seguridad, Asesor gubernamental en materia de integración operativa de seguridad pública y privada en diversos países latinoamericanos.
Como experiencia académica es profesor de postgrado en ICADE (Universidad Pontificia Comillas de Madrid) desde 1986, codirector de postgrado en la Facultad de Psicología (Universidad Complutense de Madrid) y director del Curso de Seguridad en Infraestructuras Críticas del Instituto General Gutierrez Mellado de la UNED, así como conferenciante habitual y profesor en más de 20 países sobre Seguridad y Defensa.
Su representación institucional es principalmente como Miembro Experto de la Comisión Mixta de Seguridad del Ministerio del Interior, Director para Europa de la Federación Panamericana de Seguridad (FEPASEP), representante “ad honores” de la Federación de Empresas de Seguridad del MERCOSUR (FESESUR), asesor del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para asuntos de Seguridad Ciudadana y Observatorio de Delincuencia en Panamá, socio fundador y de honor del Observatorio de Seguridad Integral en Hospitales (OSICH), socio fundador y vicepresidente de la Asociación para la Protección de Infraestructuras Críticas (APIC)
Autor y director de la BIBLIOTECA DE SEGURIDAD, editorial de Manuales de Proyectos, Organización y Gestión de Seguridad
Actualmente es presidente y director del Grupo de Estudios Técnicos (GET), socio-senior partner de TEMI GROUP Consultoría Internacional y socio-director de CIRCULO de INTELIGENCIA consultora especializada.
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850