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En Genea damos una importancia especial a los procesos de participación ciudadana. Nos gustan por lo que aportan como herramienta para trabajar a nivel social. Pero los procesos no solo son una herramienta en sí misma. Desde el enfoque que le damos, están vinculados de alguna manera al liderazgo, forman parte de algo más grande y profundo. Por eso, en este post nos gustaría aclarar la relación que existe entre ambos y contextualizar la manera como se desarrollan e interactúan liderazgo y participación.
Empecemos por la base.
Sabemos que la Sostenibilidad es una realidad compleja y que para abordar la complejidad no basta solo la propia verdad, no basta con mirar desde el propio punto de vista. Necesitamos conocer y comprender la mirada de los demás, abrir espacios de diálogo y alcanzar un nuevo punto de vista juntos, colaborando. La herramienta que permite lograrlo son los procesos participativos.
Por lo que has leído hasta ahora en este Planeta Humano, sabes que para nosotros un proceso participativo implica mucho más que reunir a la sociedad, plantearles en un cuestionario qué opinan de tal o cual actuación en su entorno, recogerlo en un papel y extraer datos estadísticos.
Pensamos que un proceso es una oportunidad para lograr una solución mejor entre todas y todos, priorizando el bien común como eje de su desarrollo. Rescatamos la definición que dimos de los procesos participativos en un artículo anterior : «la esencia de un proceso participativo es construir nuevas realidades colectivas a partir de las visiones personales».
Cómo conectamos procesos y liderazgo
Para abordar esta complejidad, nos referiremos a ella desde tres niveles de trabajo: superficial, intermedio y profundo. Lo que da consistencia a un proceso participativo, que estaría en la capa más superficial de una actuación, es el liderazgo, que estaría en el nivel profundo. Nos explicamos.
Imagina un edificio. No uno cualquiera. Piensa en un hospital. Esa construcción, como otras, tiene cimientos, paredes interiores y fachada. El propósito de esa edificación es servir como centro de consulta, atención, cura, alivio… Su planteamiento sería bastante diferente si la construcción se hubiera planteado con el objetivo de ser un cine. Tendría cimientos igualmente, pero la distribución de las paredes, la forma del edificio en sí e incluso la fachada serían completamente diferentes porque tendría en cuenta un propósito bien distinto.
Ahora que tienes esta imagen en mente, vamos a relacionarla con los procesos y el liderazgo.
Nuestra forma de trabajar en Genea tiene 3 estadios, igual que los edificios. Usando esta metáfora arquitectónica, los procesos serían la fachada del edificio, el liderazgo se correspondería con los cimientos y las paredes interiores, con un elemento intermedio que hasta ahora no hemos mencionado: la estrategia.
Lo que no es un proceso participativo
Pero para eliminar la confusión que pueda surgir con esta metáfora, un proceso de participación para nosotros no es una mera fachada porque no se sostendría sin cimientos, es decir, sin propósito ni liderazgo, y sin paredes, es decir, sin una estrategia. De ser así, sería un decorado de cartón-piedra.
Lo que sí es un proceso participativo
¿Si el proceso no es una mera fachada? ¿Qué es?
Desde el enfoque con el que lo trabajamos en Genea, los procesos son impulsados por el propósito de una entidad, forman parte de una estrategia de esa organización e involucra a la sociedad.
Por eso, suponen:
- apertura a la diversidad
- colaboración para alcanzar nuevas realidades
- escucha sincera y comprometida
- creación de relaciones de confianza
- compromiso
La palabra que lo cambia todo: compromiso
Hemos hablado de que hay una capa intermedia entre el liderazgo y los procesos, que es la estrategia. Esta es la pauta que nos guía para desplegar el liderazgo desde cada organización. Pero más que el “qué hacer” nos indica el desde dónde hacerlo. Es decir, la estrategia nos habla de cómo aportar valor a un proceso para que las personas se conecten con él y, conectándose, se comprometan.
Y esta es la palabra más importante a la que queríamos llegar: compromiso. Tenemos comprobado que solo desde el compromiso se puede avanzar en el proceso y liberar el potencial de las personas, que es la misión fundamental con la que trabajamos en Genea el liderazgo para la Sostenibilidad.
Cuando una persona está comprometida con el proceso, su nivel de creatividad aumenta. Ahí es donde empieza a dar lo mejor de sí misma y a «producir» resultados sorprendentes. Porque la productividad sin compromiso no existe, es mera producción o un hacer desconectado del ser.
La verdadera capacidad de ejercer el liderazgo por medio de un proceso participativo consiste en generar ese compromiso, conectar a las personas con un propósito significativo para ellas y sumar voces y visiones diversas a partir de las que alumbrar una nueva realidad integradora y orientada al bien común.
Aunque la punta del iceberg es el proceso, en Genea siempre trabajamos por anclarlo a lo más profundo del hielo, por crear un edificio consistente donde las fachadas se correspondan con los cimientos y sean un despliegue de ellos.
Ahora bien, no solo consiste en tener un propósito sino en ser capaces de sacar todo el potencial a la herramienta de participación que es el proceso. Y eso ya es misión del liderazgo, por lo que le dedicaremos el próximo post.
Hasta entonces, te emplazamos a leer y releer los artículos que hemos ido publicando porque cada vez te resultará más fácil seguir el hilo de este relato que compartimos contigo para realizar juntos el viaje colectivo a la Sostenibilidad.
Como ocurre en los procesos, si tienes otra mirada sobre el tema, compártela en los comentarios. Te escuchamos.
Terminamos el año 2018 contando un caso práctico de cómo culmina un proceso participativo. Ya que es enero y estamos comenzando nuevos proyectos, nuestra naturaleza nos pide que nos detengamos a explicar cómo trabajamos el inicio de un proyecto. Nuestro propósito es doble: atender lo que la persona que nos contrata nos demanda, pero también intentar descubrir en profundidad lo que necesita. En este artículo abordamos cómo la escucha activa nos ayuda a ser más capaces y a generar respuestas más poderosas.
Comienza el año y se abre un nuevo ciclo en el que muchos de nosotros arrancamos proyectos. Iniciar un proyecto siempre es ilusionante. Que una persona nos llame para hacer algo juntos siempre nos despierta alegría, es una oportunidad de ayudar a que las cosas avancen.
Siempre procuramos no quedarnos en solucionar el problema por el que contactan con nosotros, sino también mirar un poco más allá e intentar asegurarnos que entendemos en profundidad la necesidad que se nos plantea. Escarbar un poco más para enraizar mejor.
Con un ejemplo concreto se puede entender con más claridad.
Una persona, por ejemplo que forma parte de una entidad, contacta con nosotros porque tiene que implantar una solución técnica que afectará a una determinada población. Su petición va orientada a desarrollar un proceso participativo para conocer la opinión de la población, tomar el pulso de su sentir y así poder anticiparse al posible conflicto social.
Sin embargo, cuando escuchamos esta demanda explícita y ahondamos en el contexto, descubrimos que la problemática de fondo no es de una situación particular, sino algo más generalizado. Bajo nuestra perspectiva entendemos que lo que en realidad le hace falta es más profundo y quizás menos evidente: el problema no es solo testar la opinión y tenerla en cuenta sino fortalecer el nivel de confianza en las relaciones con esa comunidad para poder desbloquear esa situación o avanzar de forma más rápida.
Ya lo hemos comentado en otras ocasiones: la confianza es fundamental para avanzar.
De la demanda explícita a la necesidad implícita
Este enfoque hacia lo profundo es muy consciente y deliberado, porque también es una herramienta de liderazgo, tal y como lo entendemos en Genea.
No nos quedamos en lo inmediato y superficial sino que ampliamos la visión y tratamos de conectar lo inmediato con el propósito, con lo profundo. Nuestra misión es realizar un trabajo estratégico, con una visión a largo plazo, porque es esa visión la que nos hace llegar más lejos, ser más capaces y entonces, más poderosos.
Para conseguirlo es más eficaz descender hacia el interior porque es ahí donde se esconde lo verdadero.
Para ello, aplicamos la técnica más apropiada que, para nosotros, es la escucha activa.
En estos casos desarrollamos una doble escucha activa.
En primer lugar, escuchamos a la persona o las personas que promueven el proceso participativo para descubrir su motivación, su propósito, lo que es realmente importante para ella dentro de esa iniciativa.
Esto nos da una base más sólida a la que anclar el desarrollo del proyecto. Cuando hay un porqué, hay fuerza para llevarlo adelante a pesar de las adversidades.
Por otro lado, escuchamos a la población. Mediante la escucha activa, honesta y profunda, se genera un cambio de predisposición por parte de las personas escuchadas. Poder verbalizar y expresar sus necesidades sin ser juzgadas transforma su actitud hacia la cuestión que es objeto del proceso.
De la escucha al empoderamiento
¿Hacia dónde nos lleva la escucha?
Según la enfocamos nosotros, a hacer el camino del empoderamiento.
Porque lo que da auténtico poder y capacidad de conseguir los objetivos es escuchar.
Escuchar a los demás no solo nos da información más certera desde la que actuar, sino que, si lo hacemos desde la honestidad y la búsqueda de soluciones mejores para la otra parte, desde el ganar-ganar, es una poderosa herramienta de generar confianza e influencia en los demás para avanzar hacia donde pensamos que es necesario.
Y escuchar a las otras partes también los empodera si, como decíamos, buscamos integrar y generar soluciones y respuestas que beneficien a todas las partes, porque desde esa comprensión profunda de las otras partes podremos realmente dar respuestas a sus necesidades y, de esta forma, hacer que participen del ejercicio del poder, ahora más colectivo.
Ahora bien, no confundamos empoderarnos con ejercer el poder per se. Nosotros creemos en una forma positiva de ejercer el poder, aquella que busca influir de forma positiva y honestamente integradora en el entorno.
Por tanto, desde esta escucha, nuestra aportación se dirige a las dos partes y conseguimos un múltiple empoderamiento.
Se empodera a la persona o personas que promueven el proyecto, que fortalece su liderazgo, y también la población que participa. A los primeros, porque se hacen más conscientes de su verdad, de lo importante, y son capaces de entender el contexto sobre el que van a actuar, de construir soluciones mejores para todas las partes y de capitalizar confianza y mejorar su influencia. A la segunda porque le damos voz y su voz gana capacidad de ser tenida en cuenta.
Del empoderamiento a la creación
Como hablábamos arriba, consiguiendo este doble empoderamiento y conectando con lo verdadero de cada una de las personas, generamos relaciones de confianza auténticas, más poderosas porque están enraizadas en lo profundo, en la verdad de cada parte.
Así, cuando ambas partes confían y apuestan por la relación, dan fe (eso es con-fiar) de que pueden construir algo mejor entre todas. Y cuando ambas partes lo creen, es cuando se genera esa posibilidad. Por eso se dice que «lo que creemos es lo que creamos».
Y esto es lo verdaderamente empoderante, lo que da capacidad.
Después de esto, cualquiera que sea el rumbo que tome el proyecto, se haga buscando el beneficio mutuo.
¿A ti también te pasa, que piensas que necesitas una cosa y si profundizas descubres que estás queriendo otra o algo más importante? ¿Sueles escuchar tu verdad escondida?
Cuéntanoslo en los comentarios.
Como cierre del año en Planeta Humano queremos representar con un caso práctico las ideas que venimos desarrollando en esta bitácora. Los artículos anteriores pueden resultar algo teóricos, aunque todos ellos son reflexiones extraídas a partir de casos reales. Haciendo un esfuerzo por ser menos abstractos traemos el caso de “La Carta por la Sostenibilidad para el avistamiento de cetáceos” en Tenerife, que se alcanzó tras un proceso participativo.
Fue entonces cuando se planteó la necesidad de desarrollar un nuevo documento a través de un proceso participativo con todas las partes implicadas.
El resultado se recoge en «La Carta por la Sostenibilidad para el avistamiento de cetáceos» (puedes leerla aquí), un documento más extenso y ambicioso. Su objetivo: conformar un compromiso no solo con la excelencia del producto turístico sino con impulsar la actividad del sector y su compromiso con la Sostenibilidad. El matiz es leve pero importante, porque marca un nuevo punto de partida.
El contexto de esta actividad turística
El contexto en el que se desarrolla esta actividad es, por decirlo de alguna forma, muy poco sostenible. El avistamiento de cetáceos en esta zona convive con otro tipo de actividades turísticas que están lejos de tener algo que ver con la Sostenibilidad.
La costa del sur de Tenerife es un lugar muy especial, hay una vida en el mar increíble, con decenas de especies de ballenas y delfines y aves marinas singulares. Un paraíso en el que casi todos los días puedes salir al mar y ver criaturas maravillosas.
Paralelamente es una de las zonas con mayor desarrollo de la actividad turística, con un modelo de explotación muy intensivo de sol y playa que recibe millones de visitantes cada año. Parte de ese modelo incluye infinidad de actividades en el mar, muchas de ellas muy poco respetuosas con la naturaleza que las rodea y en la mayoría de ocasiones centradas en maximizar las oportunidades económicas que brinda un destino tan visitado.
En ese clima, las empresas que ofrecen la actividad de avistamiento de cetáceos y que están comprometidas con cuidar esta naturaleza de la que viven, se sienten solas y desprotegidas tratando de remar a contracorriente, por decirlo de algún modo.
Sin embargo, después de unos meses de trabajo se ha conseguido renovar ese compromiso por desarrollar una actividad respetuosa con la vida marina e impulsar la motivación y el sentimiento de pertenencia a una comunidad que no solo quiere mejorar su relación con la naturaleza que le rodea, sino también transmitir amor por ella y ser un modelo para otras zonas turísticas del mundo.
¿Quieres saber cómo trabajamos para conseguir este resultado?
Cómo se desarrolló el proceso
El proceso de participación lo abrimos más allá del propio sector empresarial, e incluyó conversaciones con investigadores especializados, el Gobierno, expertos en educación ambiental y municipios turísticos de la zona. Necesitábamos tener visiones diversas y escuchar a cada parte para conocer su enfoque y la problemática global de la actividad.
Junto con estas entrevistas pusimos el foco en otras claves. Por ejemplo, nos fijamos en el perfil que tendrá el turista en un futuro próximo y, así, plantear una visión a largo plazo que permita trazar un horizonte menos inmediato y que sea más robusto para el sector.
También analizamos buenas prácticas que se dan en otros países que también ofrecen el avistamiento de ballenas y delfines y, por último, realizamos talleres en los que los diferentes actores, incluidas las empresas del sector, interactuaron y expusieron sus propios puntos de vista.
Detectamos problemas internos que frenaban el hecho de avanzar de forma alineada hacia el objetivo común, tales como la competencia que existía entre empresas del mismo sector.
Y buceamos con las personas participantes hasta llegar a los valores que desencadenan el comportamiento humano.
El resultado y los aprendizajes
El resultado del proceso fue la Carta por la Sostenibilidad, un nuevo enfoque planteado desde el cambio de una preposición: pasó de ser una carta «de» a una carta «por».
Sin embargo, tan importante como el resultado creemos que fue la suma de los procesos que compartimos:
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Definimos un propósito significativo y motivador para los miembros de la Carta. Construimos un relato a partir del cual trabajar alineados desde la escucha activa de las partes. (De esto ya hablamos en este post).
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Encaramos la competición entre las empresas prestadoras del servicio, invitándoles a crear una nueva realidad basada en la colaboración para fortalecer el sector. En lugar de defender la verdad individual y batallar por la escasez, les propusimos una mirada de abundancia. (De esto ya hablamos en este post).
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Situamos el cambio en un marco de pensamiento alineado con valores que favorecen la sostenibilidad y mueven a actuar hacia el bien común. (De esto ya hablamos en este post).
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Abrimos la comunidad de personas que trabajan por la Sostenibilidad del sector, creando el rol de las entidades colaboradoras de la Carta, que ya cuenta con sus primeras adhesiones.
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Fortalecimos la integridad y el compromiso del grupo con un sistema de trabajo que incluye herramientas de evaluación y mejora con el que las empresas se comprometen de forma voluntaria.
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Generamos un horizonte inspirador: hoy Tenerife busca convertirse de aquí a 2025 en un referente para otras zonas de avistamiento de cetáceos, ejerciendo un liderazgo en el sentido de influir positivamente sobre ellas. (De esto ya hablamos en este post).
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Sacamos brillo a los impactos positivos que el compromiso por la sostenibilidad ha de generar a nivel local, cuidando a la población, favoreciendo a todos los municipios turísticos de la zona y reforzando la marca de Turismo Sostenible adoptada por la isla.
Como conclusión y para resumir la transformación que propusimos a los participantes en el proceso, este proyecto podría considerarse un Viaje del héroe.
Este concepto se refiere a un marco narrativo muy utilizado en películas y novelas de todos los tiempos en el que el protagonista pasa de ser víctima a héroe de su propia historia. Esa metáfora muestra la capacidad que tenemos los seres humanos para conectar con nuestro propósito y convertirnos en creadores conscientes de nuestra existencia.
En este viaje del héroe los seres humanos podemos sacar aprendizajes significativos:
- descubrimos que no estamos solos
- descubrimos el valor de comprometemos con nuestro propósito y armarnos para conseguirlo
- emprendemos el viaje colectivo hacia la sostenibilidad
Y con este relato práctico esperamos haber aterrizado todas esas ideas y reflexiones que hemos ido compartiendo en esta plataforma de comunicación. Cerramos el año satisfechos de nuestros aprendizajes y dispuestos a compartirlos con todas las personas que quieran emprender el camino hacia la Sostenibilidad.
¿Te animas a hacer tu propio viaje del héroe?
El éxito de un proceso participativo es fruto de varios ingredientes. Uno de los básicos es la confianza, de la que tanto hemos hablado en artículos anteriores. La otra clave es la capacidad de escucha activa. Además de una técnica para mejorar la comunicación entre las personas, creemos que es la puerta de entrada para conectar con la verdadera naturaleza de las personas.
¿Qué tal si te contamos cómo se desarrollan nuestros procesos de participación para que entiendas la dimensión que damos a la escucha activa?
El proceso del proceso
La esencia de un proceso participativo es construir nuevas realidades colectivas a partir de las visiones personales. No se trata de imponer una postura en detrimento de otra —ya dijimos que ganar no es el objetivo — ni de hacer una amalgama de visiones, sino de generar una nueva realidad.
Esas nuevas realidades las creamos usando como punto de referencia un relato compartido, un discurso que alinee lo que tienen en común las distintas posturas.
Por dar una pincelada que ilustre esto de lo que estamos hablando, el relato común de un proceso participativo podría ser «el reto de vivir de la naturaleza apoyándola al mismo tiempo». Este sería el gran tema de fondo que compartirían los participantes del proceso. Las posturas individuales serían tan diversas como crear más servicios de ocio en espacios naturales, sacar más provecho de la madera del monte o regular el acceso a las zonas recreativas.
Con todo esto, nuestra misión es llegar a una nueva realidad que integre todas las necesidades y cada parte satisfaga la suya sin dañar el bien común.
El momento de la escucha
¿Cómo llegamos a crear ese relato común?
Antes de llegar aquí, existen visiones particulares del problema que descubrimos en entrevistas individuales donde nos abrimos a la diferencia, nos fascinamos con cada posición, sin juzgar y sin dar nada por sentado.
Es aquí donde empieza nuestra escucha activa y la observación de la diversidad. Nuestra labor como facilitadores del proceso es escuchar con cariño y asombro a cada parte y comprender sus porqués.
El verdadero ejercicio por ambas partes, por el entrevistado y por nosotros, consiste en deshacernos del disfraz, del personaje que interpretamos en este teatro del mundo —como lo llamó Calderón de la Barca—, y llegar a la grandeza humana que hay en cada persona.
Todos actuamos según un rol preestablecido y nos comportamos de acuerdo a lo que se espera de él. Sin embargo, la escucha activa deja fuera toda presión por mantener la postura que corresponde a cada rol para llegar a la esencia de las personas.
En la escucha, los participantes en el proceso dejan de ser vecino, político o empleado público para sentirse simplemente personas a las que cada una a su manera les duele esta problemática que les ha unido.
Esa actitud de escucha activa nos ayuda a crear una conexión genuina y una empatía que permite ponernos en su lugar y comprender su postura.
Pensamos que es aquí donde conectamos con la verdadera naturaleza de las personas, donde se encuentra su potencial, como dice nuestro eslogan. Y desde esa profundidad, comprobamos que en el fondo somos bastante iguales.
El cambio de energía y el feliz desenlace
¿Qué es entonces para nosotros la escucha activa?
Desde esta manera de trabajar, la persona que escucha tiene un interés genuino en la persona que habla, disfruta conociendo su realidad, indaga y pregunta hasta comprender sus motivaciones finales, saborea cada descubrimiento.
Este elemento clave supone un cambio en las fuerzas que conducen el proceso.
Se trata de abandonar la parte directiva e impositiva, más asociada a la energía masculina, para dar cabida y acoger la llegada de la nueva realidad, asociada a la energía femenina.
Como una madre que gesta una nueva vida en su útero, así tratamos de facilitar la creación del nuevo relato compartido. Dejamos que el proceso se desarrolle sin imposiciones, aceptando lo que tenga que ser, lo que tenga que venir.
El resultado de todo este trabajo a veces nos sorprende y nos reconforta porque hemos llegado a ver cómo personas que estaban enfrentadas públicamente, que declaraban abiertamente su oposición a la otra parte, tras un proceso participativo han terminado por cambiar de actitud y reconocer la postura «contraria».
Esta es la magia que se produce cuando se genera una confianza real que permite a las personas hablar en un clima de respeto. Es cuando hablamos desde un lugar diferente al rol, desde la humildad y la autenticidad, cuando desaparecen las trincheras y aceptamos que no todo es perfecto, que todos estamos aprendiendo y que los procesos participativos son un intento más por hacer las cosas mejor.
¿Tú también estás intentando hacer las cosas mejor? ¿Has probado alguna vez a quitarte la máscara y buscar soluciones desde tu naturaleza como persona y no desde el rol que interpretas?
¡Esperamos tus comentarios!
No hace falta echar mano de la Wikipedia para definir la idea que más circula en la sociedad. Líder es la persona que encabeza un grupo y acapara el protagonismo. Da igual si ese grupo es una organización, un movimiento o una empresa. ¿Estás de acuerdo en que es así? Nosotros discrepamos.
En Genea tenemos otra visión de lo que es ser líder y trabajamos el liderazgo apoyándonos en otros parámetros. En este post queremos limpiar un poco la imagen que en general tenemos de los y las líderes porque pensamos, y de hecho trabajamos, por otra modalidad.
Redefiniendo el liderazgo
La palabra líder proviene del inglés leader, en cuyo origen significa guiar o conducir.
Cuando pensamos en ella vienen a nuestra mente personas que son líderes de partidos políticos, organizaciones religiosas o de una competición deportiva. Digamos que en esta versión, ser líder es ser número 1, la persona sobre la cual gira todo el grupo. Y en general, puede ser la imagen que predomina sobre esta figura.
Ahora bien, no es la única.
De la misma manera que hemos hablado en otros artículos sobre la manera de ejercer el poder para beneficiar el bien común, el tipo de liderazgo que promovemos en Genea sigue esta línea.
Según nuestro concepto de liderazgo, ser líder es ejercer influencia positiva en las personas para potenciar el valor que aportan tanto a los objetivos comunes como a sí mismas.
Trabajar bajo un nuevo concepto de liderazgo
En nuestro trabajo diario vemos que uno de los mayores escollos para lograr metas en un equipo son cuestiones que no tienen que ver con la parte técnica.
Los procesos suelen atascarse por cuestiones colaterales, pero no menos importantes. Los intereses particulares, las malas relaciones personales, la falta de coordinación o de un objetivo común son puntos que bloquean el trabajo por la Sostenibilidad. En definitiva, la falta de liderazgo tal y como lo entendemos nosotros.
El liderazgo, desde esta perspectiva, es una herramienta que nos ayuda a materializar un propósito: trabajar hacia la Sostenibilidad a través de relaciones sinérgicas.
Cualidades para ser líder
El tipo de liderazgo sobre el que nos enfocamos se inspira en unos principios y en unos valores concretos.
Para ser capaz de ejercer una influencia positiva y desinteresada, la persona líder debe reunir una serie de cualidades que parten de sí misma y se extienden al grupo.
Entre las más valoradas destacan:
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Creer en el potencial y capacidad de las personas con las que se trabaja y ser capaz de identificar y transmitir ese potencial hasta que esas personas sean capaces de verlo por sí mismas.
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La confianza en sí misma, para poder irradiar a su vez confianza en los demás.
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Integridad y coherencia para mantenerse fiel a sus valores, que son básicos para generar confianza en el grupo.
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Conectarse con el propósito que comparte el grupo y permanecer fuertemente comprometida al servicio de ese propósito.
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Comunicar con eficacia para transmitir el propósito, los valores y contagiar pasión al equipo.
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Humildad para guiar al grupo hasta conseguir el propósito sintiéndose parte de él pero no única protagonista y reconociendo, cuando sea necesario, los errores cometidos.
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Capacidad para mantener al equipo alineado hacia el propósito, generando resultados que permitan avanzar hacia el mismo día a día.
¿Qué se consigue con estas cualidades?
Establecer un contexto que favorece que las personas den lo mejor de sí mismas para la consecución de los objetivos comunes.
Para ello, también es muy importante lograr que todas las partes ganen avanzando hacia el fin común. Es un arte conseguirlo y esperamos ahondar sobre ello en nuevas entradas de este blog.
El menos pintado también puede liderar
Nuestro concepto de liderazgo, además, no va acompañado de la ostentación del poder o de la máxima responsabilidad. Siempre es más fácil liderar cuando se ostenta la capacidad de mando. Pero no es una condición necesaria. También se puede ejercer liderazgo siendo la persona que ostenta la menor de las responsabilidades en el grupo.
De facto, es tarea de la persona líder favorecer que el liderazgo sea distribuido, porque siempre hay un tiempo en el que otra persona puede que sea la más adecuada para establecer lo que hay que hacer.
Imagina a alguien de tu equipo que, sin ser «la persona que manda» adopta día a día las cualidades que definimos en el punto anterior: ayuda a los demás a identificar sus fortalezas, es íntegra, transmite confianza, mantiene su compromiso con el propósito del grupo... ¿Qué crees que sucedería? ¿Crees que tendría capacidad para influir en ti?
Valores para este tipo de liderazgo
No solo las cualidades son importantes, sino que los valores también juegan un papel esencial en este tipo de liderazgo. Solo dando vida como líderes a los valores adecuados, podemos contagiar con ellos a las demás personas:
«Si pudiéramos cambiar nosotros mismos, las tendencias en el mundo también cambiarían. Como un hombre cambia su propia naturaleza, también lo hace la actitud del cambio mundial hacia él. Este es el misterio supremo y divino. Es una cosa maravillosa y la fuente de nuestra felicidad. No necesitamos esperar para ver lo que otros hacen». Gandhi
Para ello el tipo de liderazgo que defendemos se asienta sobre unos valores sólidos e inspiradores. Si sigues el blog ya sabes que en nuestro último artículo hablamos de los distintos tipos de valores que mueven nuestras acciones.
Lo dijimos entonces y lo repetimos: la Sostenibilidad no se puede construir desde un sistema de valores que prime el individualismo o el interés particular.
Por ello, el liderazgo que trabaja por la Sostenibilidad debe asentarse sobre valores intrínsecos que favorezcan comportamientos que beneficien al medioambiente y a la sociedad; frente a los extrínsecos, que conducen a las personas a interesarse más por el bien particular que por el común.
Desde Genea nos esforzamos por desplegar este modelo de liderazgo que logre potenciar las capacidades de las personas para que lleguen a dar lo mejor de sí mismas.
Para conseguirlo, es importante bajarlo a lo práctico, y lo desarrollamos de varias maneras:
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Ayudando a clarificar el propósito compartido, articulándolo en un relato o visión que sea inspiradora y que se ancle en los valores adecuados.
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Co-creando estrategias de trabajo que alineen las tareas del día a día con el propósito compartido.
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Mejorando los sistemas para asegurar que los procesos de trabajo quedan al servicio de los resultados buscados.
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Participando en la dirección de los proyectos, bien liderándolos directamente, bien trabajando codo con codo con la persona líder, aportándole herramientas para el día a día.
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Ilustrando con lo que hacemos y decimos cómo podemos incrementar los niveles de confianza con las personas que nos rodean.
Cuando se dan estas condiciones, el ambiente del equipo de trabajo se transforma.
Necesitamos liderazgo para la Sostenibilidad
Bajo esta mirada sobre el liderazgo creemos que, sobre todo, necesitamos mucho liderazgo para avanzar con firmeza hacia la Sostenibilidad.
Quienes trabajamos por la Sostenibilidad necesitamos multiplicar exponencialmente nuestra influencia en nuestro entorno para realmente contagiar a toda la sociedad del cambio que necesitamos materializar.
Tenemos el conocimiento y tenemos las propuestas, pero necesitamos conquistar el corazón y las mentes de un gran número de personas, una a una, si queremos ponerlas en funcionamiento.
Es una tarea ingente, pero también somos muchas personas trabajando por este objetivo. ¿Nos alineamos?
¿Compartes con nosotros esta idea de liderazgo? ¿Crees que es difícil cambiar de paradigma?
¡Esperamos tus comentarios :-)!
Compartimos, queramos o no, seamos conscientes o no, el viaje de la vida en este planeta Tierra. Somos un equipo de expertos de diferentes ámbitos que nos hemos unido para hablar de sostenibilidad, comprometidos con aportar nuestras experiencias y hallazgos para que consigamos una relación más saludable con la naturaleza y con nosotras mismas.
Yeray Martínez Montesdeoca (editor) es director de Genea Consultores, ingeniero de montes, emprendedor, experto en liderazgo y restauración de paisajes. Le acompañan en la co-creación de esta bitácora Ana Mayor Terrel (periodista y copywriter), Gema Cruz Cañadas (pedagoga forestal), Káhina Santana Miranda (experta en procesos participativos transformadores) y Pepe Martín (tecnologías de educación, marketing digital, creatividad, diseño y artes escénicas y visuales).
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850