NEGOCIACIÓN: Blas Lara

Uno de los dogmas que el individualismo admite desde hace casi dos siglos es la fiabilidad indefectible de la Razón. Sin embargo el cerebro del hombre no es una fortaleza medieval inexpugnable. En realidad, son varias las brechas por donde se puede penetrar subrepticiamente, y con bastante facilidad, en la mente del Otro para adueñarse de su voluntad.



Hoy nos toca hablar de una de esas brechas, las brechas cognitivas; las grandes fisuras por donde entran en nuestros cerebros falsas representaciones del mundo, de las cosas, de las situaciones, de las personas. Representaciones que pudieran ser totalmente erróneas. (Lo grave es que esto sucede no ocasional sino constantemente).

No es exagerado decir que la humanidad vive errante y somnolienta por las encrucijadas del mundo, porque en la vida ordinaria la complejidad de los cuestiones sobrepasa nuestras capacidades. Pero hay que vivir. Para poder vivir necesitamos representaciones incuestionables del mundo físico y de las realidades sociales sobre las que basarnos. Una cierta estabilidad para actuar nos es indispensable.

Un ejemplo.Confrontados con las realidades del mundo físico en el que vivimos sumergidos, se nos plantean desde la infancia problemas de mecánica física que hay que resolver. La gente, niños y mayores, se roza constantemente con realidades que apenas entiende o muy superficialmente. ¿Qué han sabido durante siglos, y qué saben hoy, las gentes de realidades tan inmediatas, tan condicionantes y tan próximas como la gravedad, el átomo, la electricidad, las ondas electromagnéticas, etc. que forman parte esencial de nuestra vida? Eso significa simplemente que vivimos como sonámbulos por el mundo. (Por no hablar de las realidades de nuestro propio cuerpo que sólo se conocen, y muy a medias, en Medicina).

¿Y qué sabemos realmente de las realidades políticas y económicas de nuestro momento que nos rodean y nos interpelan?

No tengo la intención de embarcar al lector en una serie de especulaciones teóricas. No. Se trata de una cuestión muy práctica. De las más prácticas que se pudieran imaginar porque son las que más condicionan nuestras orientaciones en la vida, nuestras decisiones y de ahí nuestros fracasos y nuestra felicidad o desdicha.
b[¡Cuánta mentira y cuánta trampa se nos vende, partiendo de nuestra oceánica ignorancia sobre los entornos en que vivimos!]b

I. ALGO DE NEUROPSICOLOGIA

¿Son los órganos sensoriales los que nos engañan?

No son los órganos sensoriales, los principales inductores de error como había creído la Filosofía de otros tiempos, la que combatía encarnizadamente el escepticismo, el solipsismo como si fueran los grandes problemas. ¡Qué aberración y qué desenfoque cultural! Filósofos hubo que hasta cuestionaron la existencia del mundo exterior al Yo. Mucho más sentido tiene cuestionar la realidad de nuestras interpretaciones del mundo, en nombre del relativismo gnoseológico, científicamente fundado. Así veríamos que vivimos condicionados por creencias en que casi todo es improvisado, falso, postizo.

Pero comencemos afirmando que las señales sensoriales no son ni verdaderas ni falsas. Son básicamente incompletas e insuficientes. Son impulsos nerviosos y nada más. La subjetividad y el error vienen más tarde en curso del proceso cognitivo, en el largo camino neurofisiológico que va desde los datos sensoriales hasta la formación de opiniones y decisiones en nuestra mente.

En lo que toca a las informaciones visuales, contrariamente a la creencia común, nuestro cerebro no fabrica una fotografía de los objetos que están delante de nosotros. En realidad los fotones que nos llegan, originan una multitud de señales bioeléctricas en las neuronas receptoras.
Las asambleas de neuronas que registran las señales sensoriales son grupos de neuronas que han sido excitadas simultáneamente. El electroencefalograma muestra su estado de excitación.
Al ver un objeto, o al recibir un mensaje verbal, se producen innumerables trenes de impulsos que corren a lo largo de los axones y dendritas de columna en columna de neuronas, transmitiendo el potencial de acción a miles de neuronas vecinas con las que existen conexiones sinápticas y que aún no han sido despolarizadas. La cinética de la excitación es como un reguero de pólvora en ignición. A los grupos de neuronas así excitados vamos a llamarles “categorías”

Asociaciones de categorías

Los datos primarios que aportan los sentidos necesitan ser completados y encuadrados. Con esa finalidad son convocadas nuevas asambleas de neuronas a las que se transmite la excitación por propagación de señales.

Las percepciones
Esta multiplicidad de señales visuales, auditivas, etc. de muy distintas proveniencias corticales, constituyen conjuntos caóticos según W. Freeman, que se integran e incorporan en la corteza cerebral, interconectándose en formas primeras de Gestalt.

Pero las sensaciones que recibimos no son aún percepciones.
Para que la percepción se constituya, será necesario que en intervalos de milisegundos comiencen a activarse en distintas regiones cerebrales, multitud de asociaciones con memorias almacenadas ya en experiencias anteriores. Las asociaciones de redes, es decir de memorias, son absolutamente necesarias para la percepción.
Estos grupos o categorías son:
•Memorias episódicas relativas a situaciones ya vividas, más o menos análogas a la presente.
•Memorias declarativas, conteniendo informaciones provenientes de diversas fuentes.
•Memorias emocionales suscitadas directa o indirectamente por los datos situacionales.
•Memorias semánticas que aportan los conceptos requeridos para la interpretación, contextualización y categorización de la multitud de memorias invocadas.

Múltiples categorías o subredes, entran en actividad mediante mecanismos hebbianos de reforzamiento sináptico. A las asambleas originarias primitivas, se les van a asociar millones de neuronas y probablemente muchos miles de redes o configuraciones de redes. Como son muchas las redes candidatas para asociarse, en función de los almacenamientos realizados durante la vida precedente de ese cerebro, sólo algunas de ellas pueden ser retenidas para constituir algo que es la “unidad” de la percepción. La drástica selección que se opera tiene mucho de aleatorio. El interés, la proximidad cronológica y la facilidad, favorecen también asociaciones de dudosa pertinencia. No explicitaremos aquí los mecanismos que gobiernan la selección. Pero subrayemos que las compensaciones emocionales o afectivas desempeñan un papel importantísimo en el momento de la selección de categorías asociadas.

b[En el trayecto “sensaciones- asociaciones- percepciones- representaciones”, el peligro, la confusión y el error van in crescendo.]b

La interpretación
El estadio final del proceso cognitivo es un etiquetado.
Ejemplos simples y familiares: Etiquetamos las situaciones de nuestra vida diaria. Etiquetamos de una cierta manera a tal o cual personaje público aunque no lo conozcamos personalmente. Tal periódico es así o de otra manera. Con estas simplificaciones nos movemos.
Los titulares mismos de los periódicos al describir sucesos, que en alguna ocasión quizás nosotros mismos hayamos presenciado, son un ejemplo de cómo se fabrican a veces etiquetados abusivos, rápidos, exagerados, interesados, malintencionados o simplemente orientados a adular al lector partidista.

Las interpretaciones de lo social

En nuestro tiempo, y desde mucho tiempo atrás, las ideologías políticas y religiosas son vendidas por mercaderes de sueños, como decía el filósofo francés Alain; fabricantes de creencias prestas para todo uso, “prèt-à- porter” disponible para los que no son capaces de pensar si no es por sistemas preconcebidos.

Los grandes sistemas de pensamiento, ciertas formas culturales, los grandes timos de las religiones, han tenido a lo largo de la historia nefastas consecuencias que se han visto traducidas en sangre y en dolor humanos.
Pero no hay manera de escapar a los esquemas interpretativos de los fenómenos sociales. Necesitamos esos esquemas. Sólo nos queda como solución desempañar de vez en cuando los vidrios a través de los que vemos situaciones, personas, objetos.
Lo hemos dicho ya: para decidir y para posicionarnos aún en lo cotidiano, necesitamos las certezas que nos proporcionan las representaciones del mundo y de las situaciones.

Esas son las tremendas brechas cognitivas
De la increíble vulnerabilidad de nuestro sistema cognitivo se aprovechan los manipuladores de la opinión pública, políticos, vendedores de viento, publicitarios, etc.
¿Dónde queda, pues, la dimensión ética en la publicidad y en la política, actividades que no tienen otra finalidad que la de obtener rendimiento y ganancia?
Los mitos nos gobiernan. Es una de las grandes, monumentales verdades, claves para la comprensión del mundo y para entender cómo se fabrican las grandes fortunas y los grandes éxitos.
Avisados estamos los seres humanos. Que podemos seguir durmiendo.

Deducimos provisionalmente
Que en la interacción humana hay vías abiertas por donde pueden introducirse versiones espurias, engañosas o en todo caso no fundadas, o sólo parcialmente fundadas. Falsas imágenes de la supuesta realidad.

II. TACTICAS DE PENETRACION POR LAS BRECHAS COGNITIVAS

En la interacción individual de persona a persona, en la negociación, hay quienes saben aprovechar estas brechas cognitivas para vender interpretaciones de la realidad que les son favorables.

En multitud de ocasiones, en las lidias del amor, de la compra, en la política, alguien captura nuestra voluntad, induciéndonos representaciones sesgadas de las realidades circunstantes. De esa manera influencian nuestros posicionamientos y nuestras decisiones.

Las tácticas son bastante evidentes.
• Al nivel más elemental, el de las sensaciones, nos influencian positivamente una buena apariencia, una voz agradable, imágenes, sonidos y olores placenteros porque tienen una clara fuerza de seducción. Ejemplos claros son el empleo de perfumes, la manera de vestir y presentarse los vendedores, las luces y decoración del lugar físico en el que la interacción se produce.
• El ladrón de voluntades puede transformar nuestras percepciones de diferentes maneras, por ejemplo, movilizando directa o indirectamente memorias placenteras de experiencias pasadas alojadas en nuestro cerebro. Si conoce nuestra biografía, o la ha investigado previamente, puede suscitar las memorias asociativas. mediante evocaciones, citas, etc. que vengan al caso y que den en el blanco.
• Frente a situaciones complejas nos es difícil hacernos una idea clara de lo que está pasando. Sabiendo lo complicado que es el etiquetar definitivamente a las situaciones y a las personas, el astuto negociador no tiene más que dárnoslo todo hecho. Nuestro cerebro ahorrará así energía. Porque hay que recordar que el hombre es perezoso por naturaleza.
• Consecuentemente, somos especialmente vulnerables frente a las personas que avanzan afirmaciones perentorias, categóricas, sobre todo cuando a nosotros nos faltan la información objetiva y completa para formarnos un juicio definitivo. Lo que sucede casi siempre.
• Una brecha importante queda abierta para el que sabe servirse de los dogmas, hoy dicen los mantras, pertenecientes a sistemas de pensamiento que circulan en el ambiente. Los sistemas cerrados de pensamiento presentan la enorme ventaja de liberarnos de la fastidiosa tarea de formarnos una opinión propia. Estos sistemas tienen respuesta para todas las situaciones, como los dogmatismos religiosos o políticos. Las “doxas” sociológicas nos adormecen, limitando al mismo tiempo el uso de la lógica y rebajando nuestra capacidad crítica. La interpretaciones de lo real falsas, interesadas, sesgadas, nos son vendidas por los “aprovechados mercaderes” al socaire de que así es como hay que pensar, eso es lo que se piensa comúnmente, lo que se lleva, etc.
.


b[
Blas Lara Martes, 5 de Julio 2011 - 23:19


Planteamiento

Yo puedo ganar una negociación ya sea aportando razones y argumentos, ya sea captando o forzando la voluntad del Otro. A determinadas personas, quizás no muchas, se las puede convencer mediante argumentos. Pero en muchos casos recurrimos, inconscientemente o a sabiendas, a algún artificio para doblegar, captar, o condicionar la voluntad del Otro.
¿Existen técnicas para dominar la voluntad de otra persona? Sin duda existen. La historia reciente nos recuerda Goebbels, el ministro de Hitler, que fue un gran conocedor de las técnicas de manipulación de masas. (En nuestro tiempo no es difícil identificar ciertos personajes políticos que son auténticos creadores de opinión y astutos manipuladores de masas).
Por consiguiente no hay que perder tiempo en demostrar la proposición inicial: “Es posible condicionar la voluntad del Otro”. Basta con constatarlo. Pero hasta dónde y cómo. Ese es el problema.

Tres cuestiones
(De ellas nos ocuparemos en sucesivos artículos)

Primera. La primera cuestión que se nos plantea es hasta qué punto se puede condicionar al Otro. Da miedo pensar que el cerebro humano sea maleable y manipulable. ¿En qué se funda esa maleabilidad? ¿Es realmente tan frágil?
Segunda. Si es tan frágil e influenciable, ¿llegará un día en que las técnicas de manipulación habrán avanzado de tal manera que quien las domine tenga asegurada de antemano la victoria en la negociación? ¿Hasta dónde pueden llegar las técnicas de dominio de la voluntad del Otro?
La tercera pregunta es de un orden totalmente diferente: ¿Es decente, es ético, adueñarse de la voluntad del Otro? ¿No es una forma de violación?

b[Anticipo mis posicionamientos]b

1) Respecto a la fragilidad.

Hay razones neuropsicológicas que demuestran la extraordinaria vulnerabilidad de la mente humana, y lo delicada que es la conquista de la autonomía y libertad personal. (1)
Aunque en primer análisis parezca paradójico, se puede afirmar que las masas son mucho más vulnerables y manipulables que el individuo particular y concreto. (Ya lo dice la Biblia dice: El número de tontos, - traduzcan la estupidez de las masas-, es infinito. Por más que hayamos oído a algunos políticos lisonjeros emplear aquello de que: el pueblo español es inteligente y sabe lo que quiere).

2) Avance de las técnicas de negociación

¿Vamos a ser capaces de resolver cualquier problema de negociación y conflicto que se nos plantee, gracias a nuevas metodologías? Ciertamente que podremos resolver muchos problemas, pero no cualquier problema. Hay situaciones que son insolubles por naturaleza. Por eso no se puede garantizar el éxito seguro a ninguna técnica de negociación e interacción humana.
Pero además, y eso es muy importante, las personas son muy diferentes las unas de las otras. No hay técnicas con validez universal. La robustez de los cerebros de las personas con las que hemos de enfrentarnos es muy desigual, como lo son las convicciones, la tenacidad y empeño de nuestros posibles oponentes. Sin olvidar el factor moral, es decir, la honradez intelectual, y su contrario, la doblez, el egoísmo y la malicia de algunas personas.

3) La valoración de los comportamientos de captación

Para ser concretos, imaginemos algunas situaciones de la vida ordinaria: situaciones de venta, entrevista de empleo, flirt, presentación a un público, etc., en las que se utilizan, quizás sin saberlo, las técnicas genéricamente llamadas de captación.

Observemos antes de enjuiciar su valoración.
• Hay tres planos de legitimidad, (y es muy actual y muy importante saber distinguir entre estos tres niveles de análisis de nuestros comportamientos).
a) Está primero el plano jurídico - el más preciso -, que la ley determina y refuerza. Pero es difícil que la ley pueda prohibir ciertos comportamientos de captación de la voluntad del Otro, moralmente dudosos, en la venta, en el flirt, etc. , salvo en caso de claros abusos.
b) Más profundo y de exigencias menos definidas es el análisis de los comportamientos sobre el plano ético. No se podrán llevar esos casos a los tribunales, pero ¿es lícito empujar al comprador con tácticas dudosas, arguyendo que la competición es la regla absoluta del juego en el comercio?
c) Más profundo, más alto, pero más ambiguo es el plano estético. ¿Son elegantes determinadas actitudes egoístas, que no son atacables jurídicamente y que son dudosas según la ética de cada uno?
• Las situaciones se analizan de manera más alta desde la perspectiva estética.
• En todo caso en la gradación entre planos hay un problema de excelencia. Pero nadie está obligado a la santidad, ni a la excelencia.
• Otra cuestión es saber si sería éticamente reprobable familiarizarse con estas técnicas de captación. Pienso que no es de ninguna manera reprensible. Al contrario, siempre nos será útil y hasta necesario conocer esas técnicas para defendernos, para descubrirlas en el Otro y para no dejarnos sorprender.

El fondo del problema: Un combate de cerebros

En una negociación en la que dos voluntades se confrontan y oponen, tiene lugar, metafóricamente hablando, un duelo entre dos cerebros, el de A y el de B. A ver quien se sale con la suya. (No siempre es un duelo abierto. Pero aún cuando B, la persona de enfrente, esté desmotivada o en actitud pasiva, se tratará siempre para A de una conquista de la voluntad del Otro).
¿Por qué estadios emocionales hace pasar A a B para ganar en una negociación? ¿Qué sucede en el cerebro de B, por qué estados o transiciones de fase mentales atraviesa? ¿Cómo se le conduce desde un “no” inicial, o un “ya veremos”, hasta un “sí” final?
Nuestra aproximación a todas estas cuestiones parte de las neurociencias
A lo largo de nuestras reflexiones nos vamos a apoyar sistemáticamente en datos de las neurociencias. No porque éstas nos ofrezcan una respuesta a todas las cuestiones antropológicas fundamentales, y por tanto eternas, como es si existe, o no, la libertad; o si la ética es, o no, un producto de la evolución de las sociedades.
La perspectiva de las neurociencias representa una gran ventaja a la hora de abordar las cuestiones arriba planteadas. Las neurociencias añaden plausibilidad a los razonamientos, y nos impiden cerrarnos en la falta de audacia de un pensamiento estéril obediente a la filosofía tradicional.
Nunca nos dan las neurociencias, ni creo que puedan darnos, respuestas completas. Pero sí que ayudan a consolidar nuestro caminar, de frágiles cerebros que somos, en la búsqueda, si no de la verdad absoluta siempre inaccesible, al menos de la coherencia de nuestras ideas, y quizás últimamente de la armonía, la excelencia estética, de la elegancia de nuestros comportamientos y de nuestro pensar.

Plan de artículos siguientes
I. Planteamiento (artículo presente)
II. Los mecanismos neuropsicológicos del proceso de decisión
III. Técnicas de captación que utilizan los disfuncionamientos de ese proceso
IV. Consideraciones éticas

El artículo siguiente versará sobre Los mecanismos neuropsicológicos del proceso de la decisión. La negociación que se cierra, acaba con la cesión de uno o con concesiones de los dos agentes participantes. Ceder y conceder son el resultado de una decisión, o en todo caso una respuesta a la situación planteada.

Nota (1). Para más detalles ver mi artículo “El cerebro es una máquina imperfecta” en este mismo sitio web.

Blas Lara Lunes, 18 de Abril 2011 - 13:10

Jerry Iglowitz, Virtual Reality : Consciousness Really Explained, tercera edición. (Ver Nota).


Desde sus primeros esbozos- que han ido apareciendo sucesivamente en internet- esta importante publicación ha llamado favorablemente la atención de expertos internacionales y ha suscitado elogiosas críticas por parte de editores científicos americanos.
Para este blog de la Negociación la antropología de Virtual Reality presenta gran interés.
Un inmenso mérito que hay que reconocer a Jerry Iglowitz es su gigantesco esfuerzo, y su audacia epistemológica, para tender puentes entre la biología contemporánea, en particular las neurociencias, la matemática moderna, la teoría de la computación y la filosofía, entre otras disciplinas. Todas estas disciplinas han sido convocadas para intentar dar una respuesta a la eterna cuestión “el cerebro fisiológico y la mente”. ¿Constituyen una única realidad? Para pronunciarse le ha sido necesario formular unas tesis que pretenden ofrecer las claves del funcionamiento cerebral en los procesos cognitivos.

La multidisciplinaridad de Iglowitz, su significación y alcance
Dejando aparte los monismos o dualismos espiritualistas, la respuesta más simple al problema Cerebro y Mente es la del estricto reduccionismo monista, de factura materialista. Una posición filosófica (?) hoy día muy frecuente entre especialistas de las neurociencias. (No ha sido sencillo para Iglowitz, acometer la empresa de superar el reduccionismo estricto, a partir de unas bases estrictamente materialistas).
Dados los espectaculares avances de la Física ya desde los primeros decenios del XIX, no es de extrañar que la tendencia materialista reduccionista se impusiera en la cultura y el pensamiento occidental. La Física empezó entonces a reinar sobre las otras disciplinas.
Paralelamente, en los primeros decenios del XX, cristaliza una importante corriente filosófica de unificación de la ciencia, la de los lógicoempiricistas del Círculo de Viena y la posterior filosofía analítica, esencialmente americana. . (Mach, Wittgenstein, Neurath, Carnap, y algo después el modelo deductivo nomológico de Hempel y el modelo de reducción de Nagel). Jerry Iglowitz ha encontrado en la ideología del Círculo de Viena una de sus fuentes de inspiración.
El reduccionismo materialista pretendía poder ofrecer una respuesta universal a todos los problemas. (Lo mismo que se había atrevido a hacer anteriormente la Filosofía tradicional).
Para que la integración máxima del saber sea posible es necesario que haya unidad - o una especie de continuidad- entre los fenómenos de diferentes niveles: microscópico y macroscópico, desde el nivel subnuclear, atómico, orgánico,…, hasta el hombre, el cerebro, y los sistemas sociales. Lo que exige que los hombres de ciencia comprendan tanto las complejas estructuras y topologías que se construyen a partir de las entidades elementales, como las complejísimas dinámicas funcionales de esas estructuras.
Un tal sistema integrado, compuesto de entidades jerárquicamente anidadas, exhibe propiedades en cada determinado nivel. A su vez cada nivel está compuesto de entidades en niveles inferiores que presentan propiedades específicas y que engloban a su vez niveles más bajos. La causalidad y determinación exigen que cualquier cambio que intervenga en un nivel dado sea explicable en función de cambios que se produzcan en niveles más bajos. (La noción de supervenience). Un tan vastísimo programa resulta irrealizable y las pretensiones de la unidad de la ciencia inconmensurables.
Pero lo más significativo fue que los problemas que entraña la unicidad de la ciencia empezaron a aparecer en el propio dominio de la Física. Pronto se pusieron de manifiesto las incompatibilidades entre diversos modelos y teorías, que dificultan, por no decir imposibilitan, la síntesis que requeriría ese título de ciencia ideal, universal y unificante que se le había dado a la Física y en el que soñó el XIX. Son difícilmente conciliables, por dar sólo un ejemplo muy conocido, la relatividad especial y la general con la Física cuántica, o ésta última con la mecánica clásica. La bella arquitectura de la Física aparece hoy fracturada en compartimientos autónomos.
Como dice Dupré, el paradigma de base sobre el que parte el ideal de la unicidad de la ciencia es mecanista, determinista y esencialista. El paradigma partió de la Física y propagó hacia otras disciplinas sus opciones implícitas de orden metafísico, al mismo tiempo que sus métodos de creación de ciencia. Y eso ha sido filosóficamente calamitoso y socialmente dañino. Peligrosa e ilusoria unidad del saber como dice Cartwright.
Y por esa razón no hay esperanza de unidad en la ciencia, ni hay cabida para las pretensiones de dominación de una Física, de la que algunos pensaron que acabaría con la Metafísica. (Resulta ridícula la pretenciosa Theory of Everything). Hoy los argumentos se acumulan para hablar más bien de pluralismo y compartimentación de los saberes. Estamos muy lejos de la soñada derivabilidad de una región del saber con respecto a otra. Se acabó el reinado absolutista de la ciencia Física. Y al mismo tiempo se acabó el fisicalismo, de que hablan los anglosajones.
La ciencia es y debe ser una confederación armoniosa de saberes autónomos. Porque es evidente que deben ser compatibles entre ellos y que han de existir puentes que permitan la fertilización cruzada.
Tender puentes es precisamente lo que Iglowitz persigue con su trabajo. Una tarea ardua y peligrosa. Esa es la significación precisa y el gran valor de su trabajo. Obrar por la integrabilidad de saberes dispares, con estilos epistemológicos diferentes, manejando una serie de conceptos de semántica variable según que el concepto sea empleado en uno u otro compartimento del saber.

El problema Cerebro-Mente
Iglowitz presenta una teoría del conocimiento que comporta muchos rasgos originales.
Sería pretencioso querer resumir en unas líneas las más de 600 páginas, espesas y densas páginas, del libro Virtual Reality. Me limitaré por consiguiente a esbozar algunas de sus ideas centrales.
En este libro encontrará el lector una exposición original de los fundamentos del relativismo gnoseológico que hoy constituye el presupuesto indispensable en Teoría e Historia de la Ciencia.
Es demasiado elemental, y filosófica y epistemológicamente simplista, el reduccionismo que afirma que lo mental no es más que un conjunto de elaboraciones complejas de la información a partir de un origen extracerebral, vía los órganos sensoriales.
Después de las fases sensoriales, el modo de organización del tratamiento cortical de la información, es absolutamente intrínseco y no obedece a la información periférica.
Todo el mundo admite hoy ese rol activo del cerebro en los fenómenos cognitivos. Que en el cerebro se encuentre la explicación del espacio y el tiempo, ya lo sabíamos desde Kant. En ese sentido Virtual Reality es reminiscente de los conceptos kantianos de trascendentales y aprioris. Pero Iglowitz revitaliza estas ideas a partir de conocimientos actuales y las presenta en términos también actuales.
Subraya insistentemente que el cerebro no fabrica representaciones del mundo exterior, sino que está organizado para producir respuestas eficientes en su relación con el entorno exterior. Ese es el extraordinario resultado del despliegue de la evolución que culmina en la complejidad del cerebro humano.
La coordinación de millones de neuronas, estructuradas en configuraciones de redes jerarquizadas, no busca representar realidades externas. Busca satisfacer objetivos intencionales.
Y lo hace mediante estrategias y cálculos que son eficientes y que garantizan la conexión real del cerebro con el mundo.

A las puertas de la Filosofía
A pesar de que el punto de partida de Iglowitz es declaradamente materialista, una lectura atenta de los últimos capítulos revela una apertura clarísima a la metafísica, más aún al espiritualismo, en el sentido de d’Espagnat. (En una nota final Iglowitz llega incluso a justificar el altruismo ético, lo que es una performance para el que parte de un materialismo raso).
La relación del cerebro con el mundo exterior está garantizada por lo que Maturana llama “structural coupling”. O en las formas simbólicas de Cassirer. La inmanencia queda así rota.
No es su contribución más innovadora para el pensamiento filosófico el hecho de que demuestre la existencia de un mundo real, contra el “todo es mental” de Berkeley. El solipsismo quedó superado hace ya mucho tiempo.
La novedad que aporta Iglowitz es que la mente “es“ el proceso mismo.
Pero lo más sorprendente quizás sea que la clave última del proceso cognitivo es matemática.
Virtual Reality sostiene en sus últimos capítulos que percibimos lo real por medio de una interfaz que es un “ideal matemático” para todas nuestras formas de conocimiento. Para Iglowitz estos ideales matemáticos son realidades que tienen una peculiar forma de subsistencia propia. Iglowitz hace uso constante del concepto matemático de “definición implícita” de Hilbert, hablando de “axiomas de funcionamiento”.
Recordemos las palabras de Quine: Las razones para creer en la existencia del número no difieren en principio de las que hay para creer en el electrón. Es ésta una modalidad contemporánea de pitagoricismo o platonismo.
Esta perspectiva tan abstracta recuerda ciertas corrientes de pensamiento entre físicos que descubren que la vida y la consciencia están replegadas profundamente en el orden generativo que se manifiesta en los diferentes grados de despliegue de la materia, ya desde las entidades supuestamente inanimadas como el electrón y los plasmas. Hay una protointeligencia en la materia, como dice Michael Talbot en su libro The Holograph Universe, comentando el pensamiento de Bohm, en el que halla connotaciones místicas. Como en la Física de John Hagelin. (Ver Google). A pesar de que Iglowitz niega cualquier parentesco.
En un cierto sentido, como algunos físicos contemporáneos, Iglowitz redescubre al final de su recorrido intelectual una forma de espiritualidad totalmente nueva. Yo quisiera ver en ella un entroncamiento spinoziano que probablemente Iglowitz también rehusará.
En resumen, un libro provocador y de lectura no fácil pero muy fecunda.

Nota: Encontrará el libro en:

The correct link is listed below:

http://www.lulu.com/product/ebook/virtual-reality-consciousness-really-explained-third-edition/12475660

Blas Lara Miércoles, 30 de Marzo 2011 - 20:30

Artículos



Ayer estuve repasando las impresionantes, majestuosas fotografías de galaxias obtenidas con el telescopio Hubble. Un documento que un amigo me ha enviado por internet. Mi primera reacción: Ante tales magnitudes los hombres somos menos que unas minúsculas hormiguitas.
Alguien gobierna la cosmogénesis, la expansión del universo, la materia oscura, etc. etc. Hace reír la grotesca idea de que el hombre tenga algo que decir sobre el desarrollo del universo. Es asunto de Alguien. Ese de quien nada sabemos.

De nada serviría que con nuestras patitas de hormiga nos agitásemos intentando variar la trayectoria de la también minúscula bola sobre la que navegamos a través de inimaginables espacios siderales.
Insignificante la Tierra, insignificante el Sol, insignificante la Via Láctea. ¡Y qué insignificante la historia de cualquier individuo humano en particular!
Llego a casi la misma conclusión cuando reflexiono en la otra dirección, es decir, zambulléndome en lo inmensamente pequeño, en el universo intra-atómico, en las cuestiones de espacio-tiempo.

Pequeñísimos somos, y a nuestro nivel de observación quedamos aplastados entre esos dos cuasi infinitos, hacia el universo por arriba y hacia el átomo en profundidad. Ya lo decía Pascal. Es pura sinrazón que los pobres humanos nos atrevamos a estipular y dictaminar a propósito de lo que de una forma tan desmedida nos sobrepasa. (Sí. No me juzguen precipitadamente. Yo creo en la ciencia. Y además considero un grandísimo privilegio personal, el vivir tan intensamente en mi cada día la muy modesta aventura de ir comprendiendo algo más mundo, de irlo descifrando (Jaspers). Por más que sepa de antemano que mi búsqueda no es sino un acercamiento asintótico a la Verdad, sin esperanza ninguna del alcanzarla, ni de llegar a su total desvelamiento. Pero ¡cuántas alegrías me depara cada día esta aventura! Yo aconsejaría a todo el que pueda y quiera, que vuelva a sus viejos libros de ciencia y de pensamiento que ya utilizó antes en sus estudios y lecturas. O que explore con internet para estar más al día).

Añadiré otra cosa más: Es que el hombre ni siquiera es dueño del devenir de la Historia que se desarrolla en la propia Tierra. También de la Historia se encarga El. Ese de quien nada sabemos. (1)
Continúo con nuestras reflexiones. Si nos situamos correctamente ante el mundo físico, y nos colocamos en nuestra justa medida, evitaremos la tentación de una ridiculísima soberbia intelectual, o, yo diría, una soberbia metafísica. La vieja tentación prometeica tan presente en la tragedia griega.
De manera similar, es pretencioso que queramos cambiar la fisionomía de las corrientes sociales y de sus trayectorias. Lo uno y lo otro me traen a la mente la metáfora de la hormiguita pataleando para cambiar el rumbo del planeta.
Tengo un vago recuerdo de una cita de un autor francés de los años 50. Decía este escritor que por primera vez en la historia le había sido dado al hombre la posibilidad de escoger y crear su propio futuro en el que vivir. Esta afirmación tiene algo, pero muy poco de verdad. Construir un entorno de habitación, modificar el hábitat físico, mecanizarlo, sí. (Y destruirlo idiotamente, también). Pero de ninguna manera le es dado alterar las grandes variables que configuran en profundidad nuestro futuro.
Una prueba. Las grandes utopías sociales del XIX y del XX, han hecho incomparablemente más mal que bien. Desencadenaron en cada caso torrentes de sangre casi siempre inocente. Tragedias históricas largamente injustificadas Y no creo que hayan conseguido enderezar demasiado las llamadas “tendencias pesadas” de la Historia (F. Braudel).
Se dice que la utopía es motor de la Historia. Pero, ¿no se movería la Historia más bien por ananké (necesidad histórica), y según las trayectorias de creodas (caminos necesarios en la evolución)?
Dicho de otra manera. ¿Ha habido hombres realmente grandes que hayan modelado la Historia con sus potentes personalidades, o no eran ni más ni menos que actores sustituibles? Si Colón no hubiera descubierto América, o Karl Marx no hubiera escrito El Capital, ni Einstein hubiera descubierto la relatividad, seguro que algún García, algún Dupont o algún Smith, lo hubiera hecho en su lugar, porque esos cambios estaban en el aire, en el “espíritu del tiempo” (Zeitgeist). (A pesar de todo, no me atrevo a negar de plano que haya habido personalidades que han inducido inflexiones determinantes el curso de la Historia. Habrá que matizar más este asunto, si se presenta otra ocasión).

Deseo terminar mis reflexiones, bajando ya al nivel de las personas concretas. Es cierto y seguro que las grandes metas, las utopías, los sueños, son un motor en la psicología de muchos adolescentes y gente joven. Constituyen un ingrediente innegable de creatividad.
Sí. Pero, ¿qué pensar entonces de las personas de nuestra generación, los que de jóvenes hemos soñado cambiar el mundo movidos por intensos ideales religiosos o políticos? Algunos de nosotros quisimos consagrar nuestras vidas a esos ideales.
Con el paso del tiempo hay que decir simplemente que fuimos jóvenes cándidos e ilusos. (Una ingenuidad, de la se aprovecharon y se siguen aprovechando políticos sin escrúpulos y otros varios personajes).

Ahora que ya somos menos jóvenes y que nuestros sueños se han ido desmoronando, nos confrontamos con la menos risueña realidad de nuestros menguadísimos límites. Una constatación terriblemente decepcionante.
Hay que conseguir que eso no sea motivo de derrumbamiento moral, o de amargo cinismo.
Las cosas son como son, y nosotros somos como somos. Finalmente hemos aterrizado en la realidad, aunque tarde. Hagámoslo sin lágrimas. Vivir ha sido y sigue siendo fabricar y quemar bellos sueños. (Deberíamos conservar el poder de fabricarlos).

La hormiga que soy no ha podido desviar la trayectoria del planeta, ni mejorar sensiblemente el destino de la sociedad, como ingenuamente soñé de joven.
Ahora estoy aprendiendo la gran lección de la humildad metafísica.
Ahora acepto sin amargura que lo que he podido hacer por mejorar el mundo, ha sido realmente muy poca cosa. (Esperando también no haber hecho demasiado mal sin pretenderlo).
Hoy en día me contento con poder ser útil y positivo para las contadas hormiguitas de al lado. Son ya ambiciones a mi medida real.

¡Que le importan a Dios nuestros insanos grandes designios de salvadores del mundo! De todo eso, de la Historia con mayúscula, se ocupa El y a su modo y manera. Lo nuestro es sembrar bienestar y afecto a nuestro alrededor.
¡Cómo se trasformaría el mundo si decidiésemos todos cambiar la vida, no con grandes proyectos, sino en lo pequeño e inmediato, inyectando empatía, amor, simpatía en cada ocasión!
Cambiaría el mundo y se iluminaría nuestra propia vida.(2)

NOTAS

(1)Coincido en esta idea con la doctrina de fundamentalistas islámicos tales como Al-Mawdudi. El cristianismo tiene muchas cosas que aprender del Islam.
Abul Ala al Mawdudi, pensador y político pakistaní, muerto en 1979 y uno de los principales ideólogos del fundamentalismo islámico. En su libro Jiyad in Islam, Lahore, 1976, escribe:
“Nadie puede reclamar soberanía ni un ser humano, ni la raza humana en su conjunto. Solo Dios es soberano”.

(2)Dostoiewski. Los hermanos Karamazof. Palabras del hermano del starets Zósimo:
“La vida es un paraíso en el que todos estamos pero no queremos saberlo”.
“Basta al hombre con un solo día para conocer la felicidad”.
“Mis queridos, ¿para qué querellarnos? Salgamos más bien al jardín, paséemosnos, y bendeciremos la vida”.
“La gloria de Dios me rodea, los pájaros, los árboles, las praderas, el cielo. Sólo yo vivía en la ignorancia, deshonrando la creación no dándome cuenta ni de su belleza ni de su gloria”.


Blas Lara Lunes, 31 de Enero 2011 - 20:52

Pese a Epicuro, las estrategias de la cooperación en la interacción entre animales, no aparecen por vez primera con la especie Homo sapiens sapiens, como veremos inmediatamente. Lo que sucede es que en la especie humana se manifiesta de forma más patente. En nuestra especie se da la involución más completa del cerebro sobre sí mismo y sobre sus propios eventos cerebrales, que dan lugar a algo absolutamente nuevo en la evolución, la aparición de la consciencia refleja. Paralelamente, toman forma modos de interacción individual más desarrollados, característicos de los grupos humanos, en particular la cooperación en tanto que resolución compartida de las situaciones de conflicto.


Epicuro:
“La justicia natural es un compromiso de beneficio recíproco, para evitar que un hombre haga daño a otro o sea dañado por otro. No se puede decir que sean justos o injustos los animales que son incapaces de comprometerse entre ellos mediante acuerdos de no infligir ni sufrir daños”. (Máximas Principales)

LA PERSPECTIVA BIOLOGICA

¿Se puede explicar el altruismo sin sentido moral? Dawkins
El altruismo aparece de manera más o menos intensa en toda interacción cooperativa. Rompe el encerramiento egoísta y exclusivo del individuo en sus propios y particulares intereses.
Pero en los animales se da ya el altruismo, contrariamente a la afirmación del extraordinario filósofo que fue Epicuro. Dawkins en su tantas veces citado libro The Selfish Game lo descubre ya en los insectos sociales.
El comportamiento de estos insectos se debe a un repertorio comportamiental que probablemente está constituido en su integridad por respuestas de origen genético. Una abeja obrera trabaja con ardor por el interés exclusivo del enjambre, no por el propio. Más todavía, llega a cometer suicidio cuando pica al extraño que amenaza la miel de la comunidad.
¿Se puede explicar el altruismo sin sentido moral? Si creemos la teoría de Dawkins, la respuesta es afirmativa. Sólo que los verdaderos "jugadores" del juego cooperativo son los genes que la abeja vehicula y no la propia abeja como individuo. Y son estos genes los que buscan la sobrevivencia. Las abejas obreras son estériles y, por consiguiente, no pueden propagar sus genes. En su lugar, la programación genética tiende a proteger la superevivencia del capital genético de la comunidad, capital del que ellas participan como sus abejas hermanas sexualmente fecundas.
Dawkins añade otro ejemplo particularmente ilustrativo. En la familia de los himenópteros, a la que pertenecen las abejas, se produce el curioso fenómeno genético que hace que dos hermanas posean más similitud genética entre ellas que la que poseen una abeja madre e hija. Por eso, curiosamente, una abeja obrera (hembra) defiende más eficazmente la supervivencia de los genes protegiendo a una hermana que protegiendo a su propia hija. (En caso de que la tuviera, si fuese ella fecunda, lo que no sucede con las abejas obreras). A causa de ello -nota Dawkins- quizás baste con la existencia de obreras estériles para explicar el mucho mayor grado de socialización que han alcanzado las abejas en relación con otras formas de vida animal incluyendo las propias termitas.

Estos y otros muchos ejemplos de animales sociales nos permiten formular una pregunta fundamental:.
¿No sería por un sentido de solidaridad genética por lo que el hombre depredador es capaz hasta de ayudar generosamente a un vecino aún cuando no parece evidente su ventaja inmediata?

PARTICULARIDADES DE LA NEGOCIACION COOPERATIVA

Una aparente particularidad de la sociedad humana es que los individuos están ligados por fuertes relaciones de interdependencia, y cada vez más ligados a medida que las agrupaciones humanas devienen más y más complejas socialmente. Pero también sucede así con las abejas. En estos tipos de sociedades conviene establecer lazos de interindividuales que economicen el esfuerzo de cada uno y optimicen los resultados del grupo. La economía de energía y los mejores resultados justifican las organizaciones grupales.

El hombre supera la actitud estrictamente competitiva para evitar el desgaste que supone la actitud permanente de estar en guardia ante sus congéneres. Nadie establece una tal relación con un individuo que tiene la reputación de no respetar sus compromisos. El historial de fiabilidad y lealtad de un individuo ofrece esas garantías necesarias para el juego repetitivo que implica la vida diaria de relaciones frecuentes con las mismas personas.
No se puede negar que la evolución de las sociedades humanas ha impuesto una verdadera programación social al individuo, Quie explica, al menos en parte, el factor moral que mantiene el edificio social.

Especificidades de la respuesta humana
La cooperación resulta de una actitud general (una meta-estrategia) que conduce a obtener lo que se desea, y a que no se desee más de lo que se debe obtener. Admite variantes de intensidad tales como la negociación cautelosa, la negociación "por principios", como la llaman Fisher y Udry en el conocido Harvard Project, y hasta la negociación amistosa o la “Resolución Conjunta de Problema”. (Joint Problem Solving, en la literatura).

Una de las particularidades más notorias de la negociación cooperativa en su forma ideal, es que las dos partes salen ganando.

La cooperación consiste en conducir un proceso con el mayor respeto de las normas de la moralidad antes de comenzar el proceso en el momento en que el negociador se fija y asignar los objetivos de la negociación. Como igualmente en la conclusión, en el momento de atribuir a cada parte las ganancias. Pero la decencia ética también se extiende a la manera como se procede durante la negociación, es decir a las modalidades de los intercambios de comunicación verbal y no verbal entre las partes. (A título de contraejemplo de comportamiento que no es ni ético ni inteligente, citaré la bronca permanente en los intercambios entre partidos políticos en las cámaras y en el diálogo público, cuando deberían resolver conjuntamente los problemas de la nación en función de intereses generales muy superiores a los del partido).

Pero cooperación no quiere decir negociación blanda
No hay que confundir cooperación con negociación blanda, puesto que si bien la negociación cooperativa no es cerradamente egoísta, será sin embargo firme, y hasta dura si hace falta, en el momento que la otra parte viole los principios y normas implícita o explícitamente acordados.
La negociación dura trata a los otros como adversarios; busca la victoria, desconfía, amenaza, presiona. La blanda trata al Otro como amigo o hermano, concede, confía, ofrece, cede.
La cooperación no se confunde ni con la una ni con la otra. Idealmente busca a descontaminar el problema de toda personalización egoísta. Constituye un ideal de racionalidad, no imposible, pero frecuentemente difícil.

Las razones de la cooperación humana
No hay duda de que muchos comportamientos humanos del cada día no pueden ser explicados sin recurrir a un cierto sentido de la moralidad cooperativa. Hay mucha gente que dice la verdad, que son fieles a la palabra dada a los extraños, que respetan la propiedad ajena, etc., por honradez y sin que haya necesidad de la más mínima referencia a principios religiosos.
¿Cómo se explica el que pueda proceder así un animal como el humano que es originariamente depredador?

Una doble respuesta
En primer lugar por "sentimientos" éticos. Ello supone la existencia de una entidad que se llama la "conciencia" en el sentido moral del término. (Que es en alguna manera compatible tanto con el sentido freudiano del Id como del Superego). En todo caso, cuando nos apartamos del comportamiento ético con respecto a los demás, experimentamos dentro de nosotros mismos un sentimiento de culpabilidad. Aunque esta llamada "voz de la conciencia" pueda atribuirse con mucha verosimilitud a la programación social del individuo humano que llevan a cabo los padres, educadores, las ideologías dominantes, etc.
Otra segunda justificación del comportamiento cooperativo de las personas se basa últimamente en una apreciación racional más amplia del propio interés que el del individualismo cerrado.
¿Cómo puede ser racional el ceder de mis intereses? Sí, lo es. Pensemos, por ejemplo, que la reputación de generosidad y de bondad es un valor comercializable en nuestra sociedad puesto que a la larga produce dividendos. La cesión puede ser rentable a la larga.
Por otra parte, una sociedad no es estable si no existe entre sus miembros un cierto grado de solidaridad, una forma de contrato colectivo.
Muchos pensadores han defendido la idea del contrato social a lo largo de la historia. Platón y Epicuro en la antigüedad griega. Existe una bien arraigada tradición filosófica de defensa del contrato social en sus diversas modalidades. Los autores clásicos son en el siglo XVI el Padre Suárez, Grotius, Hobbes, Locke en el XVII, Rousseau, Hume, Kant en el XVIII.

Concluimos: la cooperación encuentra fundamentos en el sentimiento ético y en la racionalidad de la inteligencia social.

Más allá del contrato social, las bases de la moralidad
Sobre la base instintiva (límbica) común con los animales emerge en el hombre la consciencia y con ella el sentido del bien y del mal. Algo que tiene raíces aún más profundas que el contrato social. La comunicación entre individuos de la especie humana y muy especialmente la cultura transgeneracional, asientan las bases para que el hombre llegue, si lo quiere, a poder liberarse en su comportamiento de las cadenas de las emociones y los instintos que atan a los animales.
La percepción de la auto-causalidad de sus propios actos, reside muy cerca de la esencia misma de lo humano. Sobre la base común con los animales de un sistema límbico sede de sentimientos e instintos deterministas, emerge el Yo de la persona humana. El Yo que se auto-crea mediante decisiones y actos preparados en las zonas neo-corticales. Es decir, el Yo que se construye constantemente, escogiéndose ser así y no de otra manera. Y a pesar de ser el único animal dotado de racionalidad y consciencia plenas, el hombre arrastra irremediablemente tras sí el bagaje irracional, que es el sistema límbico, del que no se puede despegar.
Kant quiso ver en el imperativo categórico, fundamento según él de la moralidad, una huella de la mano de Dios en el alma humana.
Entramos en uno de esos abismos sin fondo que nos abre a veces el cuestionamiento filosófico para el que no hay respuestas científicas. Porque la ciencia, y en particular las neurociencias, a pesar du su clara progresión actual, no llegan, ni llegarán nunca a ofrecernos una respuesta total a la sucesión de preguntas que nos abren sus explicaciones incompletas, sobre mente, consciencia, libertad. Esa es mi opinión. O hablando más precisamente, esa es mi opción personal.


Blas Lara Sábado, 4 de Diciembre 2010 - 16:05

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Blas Lara
Blas Lara
Actividades profesionales ejercidas: Catedrático de la universidad de Lausanne, Jefe del departamento de Informática, Investigación Operativa y Estadística de Nestlé (Vevey). Libros principales: The boundaries of Machine Intelligence; La decisión, un problema contemporáneo; Negociar y gestionar conflictos.

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