NEGOCIACIÓN: Blas Lara

Pese a Epicuro, las estrategias de la cooperación en la interacción entre animales, no aparecen por vez primera con la especie Homo sapiens sapiens, como veremos inmediatamente. Lo que sucede es que en la especie humana se manifiesta de forma más patente. En nuestra especie se da la involución más completa del cerebro sobre sí mismo y sobre sus propios eventos cerebrales, que dan lugar a algo absolutamente nuevo en la evolución, la aparición de la consciencia refleja. Paralelamente, toman forma modos de interacción individual más desarrollados, característicos de los grupos humanos, en particular la cooperación en tanto que resolución compartida de las situaciones de conflicto.


Epicuro:
“La justicia natural es un compromiso de beneficio recíproco, para evitar que un hombre haga daño a otro o sea dañado por otro. No se puede decir que sean justos o injustos los animales que son incapaces de comprometerse entre ellos mediante acuerdos de no infligir ni sufrir daños”. (Máximas Principales)

LA PERSPECTIVA BIOLOGICA

¿Se puede explicar el altruismo sin sentido moral? Dawkins
El altruismo aparece de manera más o menos intensa en toda interacción cooperativa. Rompe el encerramiento egoísta y exclusivo del individuo en sus propios y particulares intereses.
Pero en los animales se da ya el altruismo, contrariamente a la afirmación del extraordinario filósofo que fue Epicuro. Dawkins en su tantas veces citado libro The Selfish Game lo descubre ya en los insectos sociales.
El comportamiento de estos insectos se debe a un repertorio comportamiental que probablemente está constituido en su integridad por respuestas de origen genético. Una abeja obrera trabaja con ardor por el interés exclusivo del enjambre, no por el propio. Más todavía, llega a cometer suicidio cuando pica al extraño que amenaza la miel de la comunidad.
¿Se puede explicar el altruismo sin sentido moral? Si creemos la teoría de Dawkins, la respuesta es afirmativa. Sólo que los verdaderos "jugadores" del juego cooperativo son los genes que la abeja vehicula y no la propia abeja como individuo. Y son estos genes los que buscan la sobrevivencia. Las abejas obreras son estériles y, por consiguiente, no pueden propagar sus genes. En su lugar, la programación genética tiende a proteger la superevivencia del capital genético de la comunidad, capital del que ellas participan como sus abejas hermanas sexualmente fecundas.
Dawkins añade otro ejemplo particularmente ilustrativo. En la familia de los himenópteros, a la que pertenecen las abejas, se produce el curioso fenómeno genético que hace que dos hermanas posean más similitud genética entre ellas que la que poseen una abeja madre e hija. Por eso, curiosamente, una abeja obrera (hembra) defiende más eficazmente la supervivencia de los genes protegiendo a una hermana que protegiendo a su propia hija. (En caso de que la tuviera, si fuese ella fecunda, lo que no sucede con las abejas obreras). A causa de ello -nota Dawkins- quizás baste con la existencia de obreras estériles para explicar el mucho mayor grado de socialización que han alcanzado las abejas en relación con otras formas de vida animal incluyendo las propias termitas.

Estos y otros muchos ejemplos de animales sociales nos permiten formular una pregunta fundamental:.
¿No sería por un sentido de solidaridad genética por lo que el hombre depredador es capaz hasta de ayudar generosamente a un vecino aún cuando no parece evidente su ventaja inmediata?

PARTICULARIDADES DE LA NEGOCIACION COOPERATIVA

Una aparente particularidad de la sociedad humana es que los individuos están ligados por fuertes relaciones de interdependencia, y cada vez más ligados a medida que las agrupaciones humanas devienen más y más complejas socialmente. Pero también sucede así con las abejas. En estos tipos de sociedades conviene establecer lazos de interindividuales que economicen el esfuerzo de cada uno y optimicen los resultados del grupo. La economía de energía y los mejores resultados justifican las organizaciones grupales.

El hombre supera la actitud estrictamente competitiva para evitar el desgaste que supone la actitud permanente de estar en guardia ante sus congéneres. Nadie establece una tal relación con un individuo que tiene la reputación de no respetar sus compromisos. El historial de fiabilidad y lealtad de un individuo ofrece esas garantías necesarias para el juego repetitivo que implica la vida diaria de relaciones frecuentes con las mismas personas.
No se puede negar que la evolución de las sociedades humanas ha impuesto una verdadera programación social al individuo, Quie explica, al menos en parte, el factor moral que mantiene el edificio social.

Especificidades de la respuesta humana
La cooperación resulta de una actitud general (una meta-estrategia) que conduce a obtener lo que se desea, y a que no se desee más de lo que se debe obtener. Admite variantes de intensidad tales como la negociación cautelosa, la negociación "por principios", como la llaman Fisher y Udry en el conocido Harvard Project, y hasta la negociación amistosa o la “Resolución Conjunta de Problema”. (Joint Problem Solving, en la literatura).

Una de las particularidades más notorias de la negociación cooperativa en su forma ideal, es que las dos partes salen ganando.

La cooperación consiste en conducir un proceso con el mayor respeto de las normas de la moralidad antes de comenzar el proceso en el momento en que el negociador se fija y asignar los objetivos de la negociación. Como igualmente en la conclusión, en el momento de atribuir a cada parte las ganancias. Pero la decencia ética también se extiende a la manera como se procede durante la negociación, es decir a las modalidades de los intercambios de comunicación verbal y no verbal entre las partes. (A título de contraejemplo de comportamiento que no es ni ético ni inteligente, citaré la bronca permanente en los intercambios entre partidos políticos en las cámaras y en el diálogo público, cuando deberían resolver conjuntamente los problemas de la nación en función de intereses generales muy superiores a los del partido).

Pero cooperación no quiere decir negociación blanda
No hay que confundir cooperación con negociación blanda, puesto que si bien la negociación cooperativa no es cerradamente egoísta, será sin embargo firme, y hasta dura si hace falta, en el momento que la otra parte viole los principios y normas implícita o explícitamente acordados.
La negociación dura trata a los otros como adversarios; busca la victoria, desconfía, amenaza, presiona. La blanda trata al Otro como amigo o hermano, concede, confía, ofrece, cede.
La cooperación no se confunde ni con la una ni con la otra. Idealmente busca a descontaminar el problema de toda personalización egoísta. Constituye un ideal de racionalidad, no imposible, pero frecuentemente difícil.

Las razones de la cooperación humana
No hay duda de que muchos comportamientos humanos del cada día no pueden ser explicados sin recurrir a un cierto sentido de la moralidad cooperativa. Hay mucha gente que dice la verdad, que son fieles a la palabra dada a los extraños, que respetan la propiedad ajena, etc., por honradez y sin que haya necesidad de la más mínima referencia a principios religiosos.
¿Cómo se explica el que pueda proceder así un animal como el humano que es originariamente depredador?

Una doble respuesta
En primer lugar por "sentimientos" éticos. Ello supone la existencia de una entidad que se llama la "conciencia" en el sentido moral del término. (Que es en alguna manera compatible tanto con el sentido freudiano del Id como del Superego). En todo caso, cuando nos apartamos del comportamiento ético con respecto a los demás, experimentamos dentro de nosotros mismos un sentimiento de culpabilidad. Aunque esta llamada "voz de la conciencia" pueda atribuirse con mucha verosimilitud a la programación social del individuo humano que llevan a cabo los padres, educadores, las ideologías dominantes, etc.
Otra segunda justificación del comportamiento cooperativo de las personas se basa últimamente en una apreciación racional más amplia del propio interés que el del individualismo cerrado.
¿Cómo puede ser racional el ceder de mis intereses? Sí, lo es. Pensemos, por ejemplo, que la reputación de generosidad y de bondad es un valor comercializable en nuestra sociedad puesto que a la larga produce dividendos. La cesión puede ser rentable a la larga.
Por otra parte, una sociedad no es estable si no existe entre sus miembros un cierto grado de solidaridad, una forma de contrato colectivo.
Muchos pensadores han defendido la idea del contrato social a lo largo de la historia. Platón y Epicuro en la antigüedad griega. Existe una bien arraigada tradición filosófica de defensa del contrato social en sus diversas modalidades. Los autores clásicos son en el siglo XVI el Padre Suárez, Grotius, Hobbes, Locke en el XVII, Rousseau, Hume, Kant en el XVIII.

Concluimos: la cooperación encuentra fundamentos en el sentimiento ético y en la racionalidad de la inteligencia social.

Más allá del contrato social, las bases de la moralidad
Sobre la base instintiva (límbica) común con los animales emerge en el hombre la consciencia y con ella el sentido del bien y del mal. Algo que tiene raíces aún más profundas que el contrato social. La comunicación entre individuos de la especie humana y muy especialmente la cultura transgeneracional, asientan las bases para que el hombre llegue, si lo quiere, a poder liberarse en su comportamiento de las cadenas de las emociones y los instintos que atan a los animales.
La percepción de la auto-causalidad de sus propios actos, reside muy cerca de la esencia misma de lo humano. Sobre la base común con los animales de un sistema límbico sede de sentimientos e instintos deterministas, emerge el Yo de la persona humana. El Yo que se auto-crea mediante decisiones y actos preparados en las zonas neo-corticales. Es decir, el Yo que se construye constantemente, escogiéndose ser así y no de otra manera. Y a pesar de ser el único animal dotado de racionalidad y consciencia plenas, el hombre arrastra irremediablemente tras sí el bagaje irracional, que es el sistema límbico, del que no se puede despegar.
Kant quiso ver en el imperativo categórico, fundamento según él de la moralidad, una huella de la mano de Dios en el alma humana.
Entramos en uno de esos abismos sin fondo que nos abre a veces el cuestionamiento filosófico para el que no hay respuestas científicas. Porque la ciencia, y en particular las neurociencias, a pesar du su clara progresión actual, no llegan, ni llegarán nunca a ofrecernos una respuesta total a la sucesión de preguntas que nos abren sus explicaciones incompletas, sobre mente, consciencia, libertad. Esa es mi opinión. O hablando más precisamente, esa es mi opción personal.



Blas Lara Sábado, 4 de Diciembre 2010 - 16:05



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Blas Lara
Blas Lara
Actividades profesionales ejercidas: Catedrático de la universidad de Lausanne, Jefe del departamento de Informática, Investigación Operativa y Estadística de Nestlé (Vevey). Libros principales: The boundaries of Machine Intelligence; La decisión, un problema contemporáneo; Negociar y gestionar conflictos.

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