Reseñas
Hasta el final del tiempo. Mente, materia y nuestra búsqueda de significado en un universo en evolución
Juan Antonio Martínez de la Fe , 20/03/2021
Ficha Técnica
Título: Hasta el fin del tiempo. Mente, materia y nuestra búsqueda de significado en un universo en evolución
Autor: Brian Greene
Edita: Editorial Crítica, Barcelona, 2020
Traducción: Joan Lluís Riera Rey
Encuadernación: Tapa dura, con sobrecubierta
Número de páginas: 508
ISBN: 978-84-9199-246-2
Precio: 24,90 euros; eBook (Epub 2) 12,99 euros
Con este sugerente título, Brian Greene nos ofrece un importante compendio de la historia del tiempo y una proyección de cuál podría ser el final del universo conocido. Y lo hace de manera muy didáctica y comprensible, al menos para un lector medio, con un lenguaje muy cercano, echando mano a ejemplos obtenidos de la vida diaria y de su propia experiencia. Pero no renuncia a ofrecer, para los más entendidos y por vía de notas, las ecuaciones en que apoya sus propuestas explicativas; da así apoyo a su postura ante cuestiones sometidas aún hoy día a debate.
No deja de lado, tampoco, las preguntas que van más allá de lo estrictamente científico y se adentran en arenas más filosóficas. Sobre todo, es muy sincero. Se reconoce reduccionista y fisicalista por convicción fundamentada; pero, como corresponde a un científico no cientificista, expone y respeta planteamientos que divergen del suyo. De estos hay abundante bibliografía. Sirva como ejemplo el estupendo artículo de Leandro Sequeiros “Saber más para comprender mejor. La ciencia no tiene que estar reñida con la religión”, en el blog Krisis, en https://batalloso.com, en el que reseña esta publicación de Brian Greene de manera elogiosa, aunque exponiendo tesis, en algunos puntos, contrarias a las de este autor.
Desde el Prefacio de la obra nos apunta aspectos que sustentan su desarrollo. Su intento original de dedicarse a intentar vislumbrar algo trascendente, su singular conciencia de que somos de todo menos intemporales y que nuestras vidas no son eternas, algo que no ofrece una explicación última de todo lo que hace, hasta llegar a la conclusión de que “estamos moldeados por leyes que no parecen responder a razón alguna y, sin embargo, no cejamos en la búsqueda de propósito y significado”.
Eternidad que seduce, entropía y evolución
Su primer capítulo lo denomina La seducción de la eternidad. Principios, finales y más allá. Constata cómo la humanidad ha buscado, y busca, estrategias para enfrentarse al conocimiento de su impermanencia, siendo consciente de que “de los planetas a las estrellas, de los sistemas solares a las galaxias, de los agujeros negros a las nebulosas espirales, nada perdura para siempre”.
Entropía y evolución darwiniana son como las estrellas que guían el recorrido que nos propone, sin evitar ese faro que se enfoca a la vida interior, donde destaca ese interés tan propio de nosotros, por dejar huella, ya que ser borrados del todo se acerca mucho a destruir el sentido de la propia vida. Será este el planteamiento que acompañe al lector a través de todo el recorrido por las páginas de la obra.
Sentada esta premisa, se adentra Greene en los aspectos más científicos: El lenguaje del tiempo. Pasado, futuro y cambio. Aquí entra de lleno en hacernos comprender la entropía y su relación con las leyes de la termodinámica. Asistimos, gracias a las vívidas descripciones de Greene, al Big Bang, relacionándolo con los las leyes físicas y la entropía, tema que amplía en el capítulo tercero de la obra, Orígenes y entropía. De la creación a la estructura.
No deja de reconocer que, pese a las teorías que tratan de explicar el fenómeno, aún quedan muchas preguntas por responder, como qué o quién creo la firme guía de las matemáticas, que tantas puertas ha abierto en nuestra comprensión del universo, y qué o quién es responsable de que exista algo en vez de nada; preguntas que, probablemente, van más allá de lo que ciencia permite abarcar y que deja puertas abiertas a planteamientos más propios de la metafísica, de los que el autor, reduccionista y fisicalista confeso, se encuentra bastante alejado; pero, pese a estas cuestiones pendientes, es mucho lo que hemos conseguido comprender sobre la evolución del cosmos.
Información, energía, vida
Capítulo de apasionante lectura es el que dedica a la Información y vitalidad. De la estructura a la vida. Es fascinante asistir a la perplejidad que produce el que un conjunto de partículas iguales se organicen para producir un animal o una roca. “Si pudiéramos identificar qué es lo que dota de vida a un conjunto de partículas, qué magia molecular enciende el fuego de la vida, daríamos un gran paso para comprender el origen de esta y su ubicuidad (o no) en el cosmos”.
Como ocurre en prácticamente toda la obra, la entropía ocupa lugar preeminente: la vida es una manera más que tiene el universo de liberar la entropía potencial encerrada en la materia. Palabras que parecen respirar el aroma de textos de Teilhard de Chardin.
Greene se detiene aquí, también, en el origen del sistema solar, la aparición de nuestro joven planeta y la relación entre vida, física cuántica y agua. De forma especial, se detiene en la información, porque el ciego azar no conseguiría crear las proteínas específicas que requiere la vida y esas instrucciones, esa información, existen dentro de cada célula codificada en el ADN, la molécula de la vida. “Toda molécula de ADN, sea de Sófocles o sea de un sargazo, codifica del mismo modo la información necesaria para fabricar las proteínas. Esa es la unidad de la información en la vida”.
Y junto a la información, la energía, que constituye el segundo pilar instalado en el principio de la vida. Todos los seres vivos resuelven del mismo modo el problema de la extracción y distribución de la energía. Pero aún sigue el pie la pregunta sobre cómo el proceso de extracción de energía se convirtió en el mecanismo elegido por la vida. Para la cuestión de por qué todos los seres vivos obtienen energía de la misma manera, la respuesta reside en que toda vida desciende de un antepasado común, una especie unicelular que existió, según apuntan los científicos, hace cuatro mil millones de años. Y surge la tentación de pensar en una mente inteligente que dirige todo el proceso, tesis a la que no se adhiere el autor y que razona.
No son estas las únicas cuestiones que aborda Greene. Nos habla del ARN, componente esencial de todos los seres vivos; y también del ADN y su fundamental información; de la termodinámica y la vida; a lo que añade el planteamiento actual sobre la teoría general de la vida.
Un salto prodigioso: de la vida a la mente
Partículas y conciencia. De la vida a la mente. De esto trata el quinto capítulo, en el que el autor nos ofrece su razonada visión sobre la aparición de la conciencia en el ser humano; asunto de especial interés ya que, como afirma, “la mente es no solo el hilo que nos sujeta a la realidad, sino también, quizá, el que nos sujeta a la eternidad”.
Todavía está por construir una explicación científica robusta de la experiencia consciente; ¿cómo puede una colección de partículas sin mente ni pensamientos ni emociones organizarse y producir sensaciones interiores de color o sonido, de júbilo o asombro, de confusión o sorpresa?; es este el problema difícil de la conciencia; sin embargo, en tiempos recientes, se ha hallado maneras de acceder a características observables y mensurables de la actividad cerebral que, como mínimo, acceden a procesos que siempre acompañan a la experiencia consciente. Todas las cuestiones asociadas a la conciencia encuentran cabida en estas páginas, desde las teorías del todo que tratan de abarcarla hasta su relación con la física cuántica.
Especial interés, por sus claras consecuencias, es el apartado que Greene dedica al libre albedrío, una cuestión que ha suscitado vivas polémicas a lo largo de los siglos, con especial énfasis en los debates entre Pelagio y San Agustín y que ocupó espacio importante en el pensamiento de autores como Dostoyevski, en el discurso del Gran Inquisidor. El autor concluye que nuestra libertad no es respecto a las inexcusables leyes físicas, sino en vernos liberados de un abanico restringido de comportamientos, en la capacidad de exhibir comportamientos que no tienen a su disposición otros conjuntos de partículas: “la libertad humana no está relacionada con la elección libre”.
Mente e imaginación, creencias y religión
El paso siguiente es pasar De la mente a la imaginación, Lenguaje y narración. Para el autor, con el lenguaje nos embarcamos en la escritura de una narración colectiva, una superposición de la historia que dé sentido a la experiencia. Las primeras palabras, por qué empezamos a hablar, la relación entre narración e intuición, los relatos míticos, son otros tantos aspectos abordados en este capítulo, el sexto de la obra.
¿Y qué decir de las creencias? No elude Greene este importante aspecto del ser humano. Lo aborda en el capítulo séptimo, Cerebro y creencias. De la imaginación a lo sagrado. Porque cuando se ha dado respuesta a las preguntas sobre el cómo, enseguida surgen las del por qué. Sobrevivir nos lleva a indagar por qué importa sobrevivir.
Son varios los aspectos abordados en este apartado. Especial relieve cobra el papel de la religión, de la que estudia sus raíces evolutivas. Analiza las diversas teorías que tratan de explicar fenómeno tan extendido. Entre ellas, la que parece negar que la religión tenga un valor adaptativo en nuestra evolución, pero viene en un paquete con otras varias cualidades del cerebro que sí fueron seleccionadas a causa de su función adaptativa. Se habla de su capacidad para crear vínculos dentro de una sociedad que comparte las mismas creencias lo que ayuda, lógicamente, a la supervivencia del grupo.
Es evidente que aún no se ha alcanzado un consenso sobre el origen de la religión y su tenaz persistencia. Para Greene, su relevancia, la de la religión, viene dada por nuestro singular reconocimiento de una vida finita y cita a Gould: “toda religión comenzó con la conciencia de la muerte”. Para fundamentar su hipótesis, trata de conceptos tales como creencia, confianza y valor y concluye con una muestra más de su amplitud de miras y su humildad como científico: “Lo más que yo me acerco a ese literalismo [el paso de una concepción poética y metafórica a un literalismo] es en reconocer que pueda existir algún dios. Reconozco que es una posibilidad que no se puede descartar”.
Instinto y creatividad. Lo sublime y el pensamiento final
Y de lo sagrado a lo sublime solo hay un corto trecho. El que aborda Greene en el capítulo que dedica a Instinto y creatividad. Desde luego, experimentar una obra que alimenta el alma o nos emociona hasta las lágrimas equivale a traspasar los límites de lo cotidiano. Encara aquí cómo la belleza que forma parte del atractivo sexual, es una forma de selección evolutiva, aunque no deja de reconocer que “la selección sexual como motor evolutivo de la actividad artística de los humanos es interesante, pero ha generado más controversias que consensos”. Pese a ello, aunque nos guste lo que nos hacen sentir las artes, el crearlas o experimentarlas, no nos vuelve más aptos para la supervivencia. Si triunfamos como especie, ciertamente, es porque somos habilidosos y creativos, pero, por encima de todo, porque somos excepcionalmente sociales.
El tiempo se va
De lo sublime, ahora, al pensamiento final: Duración e impermanencia. Greene aborda en este capítulo otros temas del mayor interés, como la relación entre evolución, entropía y futuro, el imperio del tiempo, el sol negro, el gran desgarro que se produce en el universo, los precipicios del espacio, el crepúsculo del orden astronómico, las ondas gravitatorias, el destino de la materia compleja, el futuro del pensamiento, … Nuestra existencia es testimonio de la estabilidad de los protones, al menos a escalas de tiempo congruentes con la duración desde el Big Bang; ahora bien, ¿qué pasará a escalas de tiempo más prolongadas? ¿Se desintegrarían los protones? Todo un atractivo desarrollo del tema del tiempo, que el autor desgrana con suma precisión.
Un tiempo que tiende a su ocaso. Cuantos, probabilidad y eternidad son otros asuntos que trata Greene. Comienza así este apartado: “Mucho después de que concluya el pensamiento, cuando ya no quede entidad alguna que cavile, las leyes de la física seguirán haciendo lo que siempre han hecho: dictar el despliegue de la realidad”; en el fondo, la mecánica cuántica y la eternidad conforman una poderosa unión. Es este un capítulo en el que el autor examina unos cuantos procesos cosmológicos raros que aguardan su momento para entrar en el escenario de la realidad.
Así, encara la desintegración de los agujeros negros y de los agujeros negros extremos, el fin del tiempo, la desintegración del vacío, los cerebros de Boltzmann, se pregunta si está cerca el fin, la relación entre pensamiento y multiverso. Todos los aspectos abordados por el autor a lo largo de la obra, abren una serie de posibilidades y preguntas que aquí son analizadas. Es cierto que para que ocurran muchas de estas opciones se habla de escalas de tiempo inimaginables, pero lo cierto es que existe la probabilidad de que se produzcan ahora mismo. Es posible, pero totalmente improbable.
Lo extraordinario de ser
La nobleza de ser. Mente, materia y significados es el título del último capítulo del libro. En unas páginas, Greene nos resume, de manera magistral, cuanto ha venido desarrollando a lo largo de los capítulos de la obra. Y expresa sus conclusiones respecto a varios de los contenidos. Por ejemplo: “no me cuento entre quienes creen que los juicios morales y las atribuciones de significado trascienden la mente humana. Somos nosotros quienes inventamos esas cualidades”; “adquirir una perspectiva temporal implica percatarse de que la vivaz actividad que anima nuestra propia mente un día cesará”; “somos efímeros. Somos evanescentes. Pero nuestro momento es insólito y extraordinario y reconocerlo nos permite hacer de la impermanencia de la vida y de la escasez de la conciencia autorreflexiva el cimiento de la significación y el fundamento de la gratitud”; “existimos porque nuestra particular ordenación de partículas le ganó la batalla a un fenomenal surtido de otras ordenaciones, todas compitiendo por realizarse”: “mientras toda la vida, en sí misma milagrosa, está atada a lo inmediato, nosotros podemos escapar al tiempo. Podemos pensar en el pasado, imaginar el futuro”; y su postura reduccionista y fisicalista: “debemos aceptar que no hay un gran diseño. Las partículas no están dotadas de propósito. No hay ninguna respuesta final que aguarde en las profundidades del espacio a que la descubramos”.
Un canto a la vida, al simple hecho de existir, admirando la cadena de extraordinarios acontecimientos que nos han traído al ser y que se perpetuarán en el tiempo. Sentimientos que podemos encontrar en autores, tanto científicos, como el caso de Arsuaga y sus libros sobre la vida, como otros que, por otra vía más íntima y personal han llegado a idéntica conclusión, como, por ejemplo, Marion Muller-Colard.
Concluyendo
Nos encontramos ante un libro de muy recomendable lectura. La estructura de su desarrollo es muy didáctica y nos lleva, paso a paso, hasta las conclusiones finales. En sus páginas asistimos a los primeros momentos del Big Bang, al despliegue del cosmos, a la aparición de la vida; y cómo esta vida evoluciona hasta alcanzar la conciencia; y qué perspectivas de futuro se nos plantean en un mundo que avanza inexorablemente hacia un final que solo podemos imaginar pero, que de ningún modo, resta valor al simple hecho de existir.
El estilo es cuasi profesoral; Greene nos conduce, con lenguaje coloquial, como si asistiéramos a una de sus clases y que él desarrolla de forma muy cercana, incidiendo en los aspectos más importantes e hilvanando todo un discurso que evoluciona y se desarrolla en sus enseñanzas de forma magistral.
Índice
Prefacio
1. La seducción de la eternidad
2. El lenguaje del tiempo
3. Orígenes y entropía
4. Información y vitalidad
5. Partículas y conciencia
6. Lenguaje y narración
7. Cerebro y creencias
8. Instinto y creatividad
9. Duración e impermanencia
10. El ocaso del tiempo
11. La nobleza de ser
Agradecimientos
Notas
Bibliografía
Índice analítico
Título: Hasta el fin del tiempo. Mente, materia y nuestra búsqueda de significado en un universo en evolución
Autor: Brian Greene
Edita: Editorial Crítica, Barcelona, 2020
Traducción: Joan Lluís Riera Rey
Encuadernación: Tapa dura, con sobrecubierta
Número de páginas: 508
ISBN: 978-84-9199-246-2
Precio: 24,90 euros; eBook (Epub 2) 12,99 euros
Con este sugerente título, Brian Greene nos ofrece un importante compendio de la historia del tiempo y una proyección de cuál podría ser el final del universo conocido. Y lo hace de manera muy didáctica y comprensible, al menos para un lector medio, con un lenguaje muy cercano, echando mano a ejemplos obtenidos de la vida diaria y de su propia experiencia. Pero no renuncia a ofrecer, para los más entendidos y por vía de notas, las ecuaciones en que apoya sus propuestas explicativas; da así apoyo a su postura ante cuestiones sometidas aún hoy día a debate.
No deja de lado, tampoco, las preguntas que van más allá de lo estrictamente científico y se adentran en arenas más filosóficas. Sobre todo, es muy sincero. Se reconoce reduccionista y fisicalista por convicción fundamentada; pero, como corresponde a un científico no cientificista, expone y respeta planteamientos que divergen del suyo. De estos hay abundante bibliografía. Sirva como ejemplo el estupendo artículo de Leandro Sequeiros “Saber más para comprender mejor. La ciencia no tiene que estar reñida con la religión”, en el blog Krisis, en https://batalloso.com, en el que reseña esta publicación de Brian Greene de manera elogiosa, aunque exponiendo tesis, en algunos puntos, contrarias a las de este autor.
Desde el Prefacio de la obra nos apunta aspectos que sustentan su desarrollo. Su intento original de dedicarse a intentar vislumbrar algo trascendente, su singular conciencia de que somos de todo menos intemporales y que nuestras vidas no son eternas, algo que no ofrece una explicación última de todo lo que hace, hasta llegar a la conclusión de que “estamos moldeados por leyes que no parecen responder a razón alguna y, sin embargo, no cejamos en la búsqueda de propósito y significado”.
Eternidad que seduce, entropía y evolución
Su primer capítulo lo denomina La seducción de la eternidad. Principios, finales y más allá. Constata cómo la humanidad ha buscado, y busca, estrategias para enfrentarse al conocimiento de su impermanencia, siendo consciente de que “de los planetas a las estrellas, de los sistemas solares a las galaxias, de los agujeros negros a las nebulosas espirales, nada perdura para siempre”.
Entropía y evolución darwiniana son como las estrellas que guían el recorrido que nos propone, sin evitar ese faro que se enfoca a la vida interior, donde destaca ese interés tan propio de nosotros, por dejar huella, ya que ser borrados del todo se acerca mucho a destruir el sentido de la propia vida. Será este el planteamiento que acompañe al lector a través de todo el recorrido por las páginas de la obra.
Sentada esta premisa, se adentra Greene en los aspectos más científicos: El lenguaje del tiempo. Pasado, futuro y cambio. Aquí entra de lleno en hacernos comprender la entropía y su relación con las leyes de la termodinámica. Asistimos, gracias a las vívidas descripciones de Greene, al Big Bang, relacionándolo con los las leyes físicas y la entropía, tema que amplía en el capítulo tercero de la obra, Orígenes y entropía. De la creación a la estructura.
No deja de reconocer que, pese a las teorías que tratan de explicar el fenómeno, aún quedan muchas preguntas por responder, como qué o quién creo la firme guía de las matemáticas, que tantas puertas ha abierto en nuestra comprensión del universo, y qué o quién es responsable de que exista algo en vez de nada; preguntas que, probablemente, van más allá de lo que ciencia permite abarcar y que deja puertas abiertas a planteamientos más propios de la metafísica, de los que el autor, reduccionista y fisicalista confeso, se encuentra bastante alejado; pero, pese a estas cuestiones pendientes, es mucho lo que hemos conseguido comprender sobre la evolución del cosmos.
Información, energía, vida
Capítulo de apasionante lectura es el que dedica a la Información y vitalidad. De la estructura a la vida. Es fascinante asistir a la perplejidad que produce el que un conjunto de partículas iguales se organicen para producir un animal o una roca. “Si pudiéramos identificar qué es lo que dota de vida a un conjunto de partículas, qué magia molecular enciende el fuego de la vida, daríamos un gran paso para comprender el origen de esta y su ubicuidad (o no) en el cosmos”.
Como ocurre en prácticamente toda la obra, la entropía ocupa lugar preeminente: la vida es una manera más que tiene el universo de liberar la entropía potencial encerrada en la materia. Palabras que parecen respirar el aroma de textos de Teilhard de Chardin.
Greene se detiene aquí, también, en el origen del sistema solar, la aparición de nuestro joven planeta y la relación entre vida, física cuántica y agua. De forma especial, se detiene en la información, porque el ciego azar no conseguiría crear las proteínas específicas que requiere la vida y esas instrucciones, esa información, existen dentro de cada célula codificada en el ADN, la molécula de la vida. “Toda molécula de ADN, sea de Sófocles o sea de un sargazo, codifica del mismo modo la información necesaria para fabricar las proteínas. Esa es la unidad de la información en la vida”.
Y junto a la información, la energía, que constituye el segundo pilar instalado en el principio de la vida. Todos los seres vivos resuelven del mismo modo el problema de la extracción y distribución de la energía. Pero aún sigue el pie la pregunta sobre cómo el proceso de extracción de energía se convirtió en el mecanismo elegido por la vida. Para la cuestión de por qué todos los seres vivos obtienen energía de la misma manera, la respuesta reside en que toda vida desciende de un antepasado común, una especie unicelular que existió, según apuntan los científicos, hace cuatro mil millones de años. Y surge la tentación de pensar en una mente inteligente que dirige todo el proceso, tesis a la que no se adhiere el autor y que razona.
No son estas las únicas cuestiones que aborda Greene. Nos habla del ARN, componente esencial de todos los seres vivos; y también del ADN y su fundamental información; de la termodinámica y la vida; a lo que añade el planteamiento actual sobre la teoría general de la vida.
Un salto prodigioso: de la vida a la mente
Partículas y conciencia. De la vida a la mente. De esto trata el quinto capítulo, en el que el autor nos ofrece su razonada visión sobre la aparición de la conciencia en el ser humano; asunto de especial interés ya que, como afirma, “la mente es no solo el hilo que nos sujeta a la realidad, sino también, quizá, el que nos sujeta a la eternidad”.
Todavía está por construir una explicación científica robusta de la experiencia consciente; ¿cómo puede una colección de partículas sin mente ni pensamientos ni emociones organizarse y producir sensaciones interiores de color o sonido, de júbilo o asombro, de confusión o sorpresa?; es este el problema difícil de la conciencia; sin embargo, en tiempos recientes, se ha hallado maneras de acceder a características observables y mensurables de la actividad cerebral que, como mínimo, acceden a procesos que siempre acompañan a la experiencia consciente. Todas las cuestiones asociadas a la conciencia encuentran cabida en estas páginas, desde las teorías del todo que tratan de abarcarla hasta su relación con la física cuántica.
Especial interés, por sus claras consecuencias, es el apartado que Greene dedica al libre albedrío, una cuestión que ha suscitado vivas polémicas a lo largo de los siglos, con especial énfasis en los debates entre Pelagio y San Agustín y que ocupó espacio importante en el pensamiento de autores como Dostoyevski, en el discurso del Gran Inquisidor. El autor concluye que nuestra libertad no es respecto a las inexcusables leyes físicas, sino en vernos liberados de un abanico restringido de comportamientos, en la capacidad de exhibir comportamientos que no tienen a su disposición otros conjuntos de partículas: “la libertad humana no está relacionada con la elección libre”.
Mente e imaginación, creencias y religión
El paso siguiente es pasar De la mente a la imaginación, Lenguaje y narración. Para el autor, con el lenguaje nos embarcamos en la escritura de una narración colectiva, una superposición de la historia que dé sentido a la experiencia. Las primeras palabras, por qué empezamos a hablar, la relación entre narración e intuición, los relatos míticos, son otros tantos aspectos abordados en este capítulo, el sexto de la obra.
¿Y qué decir de las creencias? No elude Greene este importante aspecto del ser humano. Lo aborda en el capítulo séptimo, Cerebro y creencias. De la imaginación a lo sagrado. Porque cuando se ha dado respuesta a las preguntas sobre el cómo, enseguida surgen las del por qué. Sobrevivir nos lleva a indagar por qué importa sobrevivir.
Son varios los aspectos abordados en este apartado. Especial relieve cobra el papel de la religión, de la que estudia sus raíces evolutivas. Analiza las diversas teorías que tratan de explicar fenómeno tan extendido. Entre ellas, la que parece negar que la religión tenga un valor adaptativo en nuestra evolución, pero viene en un paquete con otras varias cualidades del cerebro que sí fueron seleccionadas a causa de su función adaptativa. Se habla de su capacidad para crear vínculos dentro de una sociedad que comparte las mismas creencias lo que ayuda, lógicamente, a la supervivencia del grupo.
Es evidente que aún no se ha alcanzado un consenso sobre el origen de la religión y su tenaz persistencia. Para Greene, su relevancia, la de la religión, viene dada por nuestro singular reconocimiento de una vida finita y cita a Gould: “toda religión comenzó con la conciencia de la muerte”. Para fundamentar su hipótesis, trata de conceptos tales como creencia, confianza y valor y concluye con una muestra más de su amplitud de miras y su humildad como científico: “Lo más que yo me acerco a ese literalismo [el paso de una concepción poética y metafórica a un literalismo] es en reconocer que pueda existir algún dios. Reconozco que es una posibilidad que no se puede descartar”.
Instinto y creatividad. Lo sublime y el pensamiento final
Y de lo sagrado a lo sublime solo hay un corto trecho. El que aborda Greene en el capítulo que dedica a Instinto y creatividad. Desde luego, experimentar una obra que alimenta el alma o nos emociona hasta las lágrimas equivale a traspasar los límites de lo cotidiano. Encara aquí cómo la belleza que forma parte del atractivo sexual, es una forma de selección evolutiva, aunque no deja de reconocer que “la selección sexual como motor evolutivo de la actividad artística de los humanos es interesante, pero ha generado más controversias que consensos”. Pese a ello, aunque nos guste lo que nos hacen sentir las artes, el crearlas o experimentarlas, no nos vuelve más aptos para la supervivencia. Si triunfamos como especie, ciertamente, es porque somos habilidosos y creativos, pero, por encima de todo, porque somos excepcionalmente sociales.
El tiempo se va
De lo sublime, ahora, al pensamiento final: Duración e impermanencia. Greene aborda en este capítulo otros temas del mayor interés, como la relación entre evolución, entropía y futuro, el imperio del tiempo, el sol negro, el gran desgarro que se produce en el universo, los precipicios del espacio, el crepúsculo del orden astronómico, las ondas gravitatorias, el destino de la materia compleja, el futuro del pensamiento, … Nuestra existencia es testimonio de la estabilidad de los protones, al menos a escalas de tiempo congruentes con la duración desde el Big Bang; ahora bien, ¿qué pasará a escalas de tiempo más prolongadas? ¿Se desintegrarían los protones? Todo un atractivo desarrollo del tema del tiempo, que el autor desgrana con suma precisión.
Un tiempo que tiende a su ocaso. Cuantos, probabilidad y eternidad son otros asuntos que trata Greene. Comienza así este apartado: “Mucho después de que concluya el pensamiento, cuando ya no quede entidad alguna que cavile, las leyes de la física seguirán haciendo lo que siempre han hecho: dictar el despliegue de la realidad”; en el fondo, la mecánica cuántica y la eternidad conforman una poderosa unión. Es este un capítulo en el que el autor examina unos cuantos procesos cosmológicos raros que aguardan su momento para entrar en el escenario de la realidad.
Así, encara la desintegración de los agujeros negros y de los agujeros negros extremos, el fin del tiempo, la desintegración del vacío, los cerebros de Boltzmann, se pregunta si está cerca el fin, la relación entre pensamiento y multiverso. Todos los aspectos abordados por el autor a lo largo de la obra, abren una serie de posibilidades y preguntas que aquí son analizadas. Es cierto que para que ocurran muchas de estas opciones se habla de escalas de tiempo inimaginables, pero lo cierto es que existe la probabilidad de que se produzcan ahora mismo. Es posible, pero totalmente improbable.
Lo extraordinario de ser
La nobleza de ser. Mente, materia y significados es el título del último capítulo del libro. En unas páginas, Greene nos resume, de manera magistral, cuanto ha venido desarrollando a lo largo de los capítulos de la obra. Y expresa sus conclusiones respecto a varios de los contenidos. Por ejemplo: “no me cuento entre quienes creen que los juicios morales y las atribuciones de significado trascienden la mente humana. Somos nosotros quienes inventamos esas cualidades”; “adquirir una perspectiva temporal implica percatarse de que la vivaz actividad que anima nuestra propia mente un día cesará”; “somos efímeros. Somos evanescentes. Pero nuestro momento es insólito y extraordinario y reconocerlo nos permite hacer de la impermanencia de la vida y de la escasez de la conciencia autorreflexiva el cimiento de la significación y el fundamento de la gratitud”; “existimos porque nuestra particular ordenación de partículas le ganó la batalla a un fenomenal surtido de otras ordenaciones, todas compitiendo por realizarse”: “mientras toda la vida, en sí misma milagrosa, está atada a lo inmediato, nosotros podemos escapar al tiempo. Podemos pensar en el pasado, imaginar el futuro”; y su postura reduccionista y fisicalista: “debemos aceptar que no hay un gran diseño. Las partículas no están dotadas de propósito. No hay ninguna respuesta final que aguarde en las profundidades del espacio a que la descubramos”.
Un canto a la vida, al simple hecho de existir, admirando la cadena de extraordinarios acontecimientos que nos han traído al ser y que se perpetuarán en el tiempo. Sentimientos que podemos encontrar en autores, tanto científicos, como el caso de Arsuaga y sus libros sobre la vida, como otros que, por otra vía más íntima y personal han llegado a idéntica conclusión, como, por ejemplo, Marion Muller-Colard.
Concluyendo
Nos encontramos ante un libro de muy recomendable lectura. La estructura de su desarrollo es muy didáctica y nos lleva, paso a paso, hasta las conclusiones finales. En sus páginas asistimos a los primeros momentos del Big Bang, al despliegue del cosmos, a la aparición de la vida; y cómo esta vida evoluciona hasta alcanzar la conciencia; y qué perspectivas de futuro se nos plantean en un mundo que avanza inexorablemente hacia un final que solo podemos imaginar pero, que de ningún modo, resta valor al simple hecho de existir.
El estilo es cuasi profesoral; Greene nos conduce, con lenguaje coloquial, como si asistiéramos a una de sus clases y que él desarrolla de forma muy cercana, incidiendo en los aspectos más importantes e hilvanando todo un discurso que evoluciona y se desarrolla en sus enseñanzas de forma magistral.
Índice
Prefacio
1. La seducción de la eternidad
2. El lenguaje del tiempo
3. Orígenes y entropía
4. Información y vitalidad
5. Partículas y conciencia
6. Lenguaje y narración
7. Cerebro y creencias
8. Instinto y creatividad
9. Duración e impermanencia
10. El ocaso del tiempo
11. La nobleza de ser
Agradecimientos
Notas
Bibliografía
Índice analítico
Notas sobre el autor
Brian Greene, Nueva York, Estados Unidos, 9 de febrero de 1963, doctor por la Universidad de Oxford, es en la actualidad profesor de Física y de Matemáticas en la Universidad de Columbia. Ampliamente reconocido por su serie de descubrimientos sobre la teoría de supercuerdas, ha colaborado como investigador en más de una veintena de países y ha editado, junto con S. T. Yau, Mirror Symetry II (1996) y, con Costas Efthimiou, Fields, Strings and Duality (1997). También ha publicado en Crítica El universo elegante. Supercuerdas, dimensiones ocultas y la búsqueda de una teoría final (2001), El tejido del Cosmos. Espacio, tiempo y la textura de la realidad (2006) y La realidad oculta: universos paralelos y las profundas leyes del Cosmos (2011).
Brian Greene, Nueva York, Estados Unidos, 9 de febrero de 1963, doctor por la Universidad de Oxford, es en la actualidad profesor de Física y de Matemáticas en la Universidad de Columbia. Ampliamente reconocido por su serie de descubrimientos sobre la teoría de supercuerdas, ha colaborado como investigador en más de una veintena de países y ha editado, junto con S. T. Yau, Mirror Symetry II (1996) y, con Costas Efthimiou, Fields, Strings and Duality (1997). También ha publicado en Crítica El universo elegante. Supercuerdas, dimensiones ocultas y la búsqueda de una teoría final (2001), El tejido del Cosmos. Espacio, tiempo y la textura de la realidad (2006) y La realidad oculta: universos paralelos y las profundas leyes del Cosmos (2011).
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850