ESTRATEGAR: Rafael Alberto Pérez


¿Quién es?
Rafael Alberto Pérez
Rafael Alberto Pérez
Autor de referencia en comunicación estratégica, conferenciante y consultor. Es consejero de The Blueroom Project - TBP Consulting para temas de turismo y ocio

Considerado el padre de la Nueva Teoría Estratégica (NTE) y autor laureado. Su libro “Estrategias de Comunicación” (2001) ha recibido dos premios internacionales y ha sido seleccionado la revista “Razón y Palabra” como uno de los textos más influyentes en Iberoamérica.

En la actualidad divide su actividad entre impartir Seminarios- invitado por más de 170 Universidades y empresas de 14 países- y ejercer como consultor estratégico.


Tendencias Estratégicas






Venimos proponiendo un cambio de paradigmas en materia de ciencias sociales y en concreto de estrategia. Se trata de decir adíos a un mundo fragmentado, lineal y estático, para pensar la realidad como una trama de procesos fluidos, complejos y, a veces caóticos. Pues bien el artículo publicado por el presbítero Hesiquio Trevizo Bencomo el 02-01-2010 en la sección de Opinión del Diario digital de Ciudad Juarez me ha sorprendido al proponer la aplicación de la teoría del caos un paso mas allá de lo habitual: a las estrategias para encarar los males del espíritu.
Por su longitud me he permitido espigar algunos parráfos tratando de que al así hacer no perdieran su sentido. El lector interesado podrá linkear al texto completo original.


‘Teoría del Caos’

Autor: Presbítero Hesiquio Trevizo Bencomo

De la misma manera que en la atmósfera se van acumulando fuerzas, campos magnéticos, presiones determinadas por las temperaturas, fricciones y cambios imprevisibles, en la vida de los pueblos se van acumulando, igualmente, tensiones, fuerzas que presagian la tormenta.
(…)
La ‘Teoría del Caos’ ha aportado a las ciencias clásicas una nueva comprensión. Los sistemas sencillos, como un péndulo que se balancea, no siempre tienen comportamientos igualmente sencillos. En el fondo, se trata de conocer el futuro, de predecirlo, y la teoría del caos habla precisamente de lo impredecible de la realidad toda. No es ya la acción de ningún malvado demonio, según decía Laplace, la que nos impide el conocimiento del futuro de un sistema que evoluciona en el tiempo, sino la imposibilidad física de evaluar con precisión la situación actual del sistema, incluido el social, es decir, la imposibilidad misma de evaluar el presente. Estamos ciegos ante el presente, y cuando hablamos de planear el futuro nos referimos primordialmente al campo económico, se descansa en la inversión y en el rendimiento a corto y a largo plazo, que no garantiza mucho, según lo atestigua el año viejo.
(…)
Extraña ciencia ésta del caos. Y atenta contra los principios metafísicos, pues la ciencia del caos es una ciencia de los procesos, no de los estados estables; del devenir, no del ser, y salta por encima de las tradicionales fronteras que separan las distintas especialidades científicas, en cuanto se presenta como ciencia de la naturaleza de todos los sistemas, no permite reduccionismos y se mantiene abierta, a la vez que le da una especial relevancia a la noción de “azar”. Es un salto respecto a la concepción clásica a la que ha renovado por un doble concepto: por una parte, se han hallado comportamientos muy complejos en sistemas habitualmente considerados simples y, por otra parte, de manera más sorprendente, se ha hallado que sistemas complejos, como el sistema solar, la historia, la economía, el clima, la política, el cerebro, presentan un cierto orden subyacente.
(..)
¿Se puede aplicar esta teoría a la conducta humana? Ya hemos dicho que se aplica a la conducta humana en todas sus dimensiones. En una relación de una pareja pueden acumularse, a lo largo del tiempo, tensiones, fricciones, muchas veces de manera inadvertida: se piensa que las palabras no lastiman, que se las lleva el viento; que las heridas cicatrizan, que con el tiempo todo se olvida, pero en realidad, se van acumulando fuerzas, en forma de resentimientos y rencores, que un día, con el estallido de una chispa pequeña, van ha hacer explosión y a destruir la relación.
El famoso estrés encuentra en esta teoría su mejor explicación: acumulación de tensiones que terminan reventado el sistema. En la vida personal, los problemas psicológicos, los traumas, las insatisfacciones, las percepciones distorsionadas, van generando campos magnéticos de alta tensión que, más temprano que tarde, pueden hacer estallar el sistema psicológico que coincide con el sistema de navegación del individuo. Luego, la comunicación estaría al servicio de un sistema diseñado “para hacer tierra” y evitar que la sobrecarga reviente todo el sistema. La uniformidad del voltaje es la condición para utilizar la energía eléctrica. Y esto es transportable a la salud mental y física del individuo.

Pero en la historia de los pueblos esta teoría tiene la misma aplicación, y, tal vez, en este ámbito sea más visible.
(…)
Descubrimos, entonces, que alrededor del mundo hay fuerzas terribles que se acumulan, y, a la manera, de los nubarrones que ascienden, turbulentos y amenazadores, disparándose primero rayos entre ellos, luego, descargándolos sobre la tierra, como resultado de la fricción de las energías acumuladas, se descargan sobre nuestro mundo amenazando el sistema que conforma nuestra vida.
( … )
Nuestra esperanza. Quizá la ‘Teoría del Caos’ tan drásticamente aplicada y la fuerza evidente y devastadora de lo que estamos viviendo, siembre en nosotros la desesperanza. El mal tiene sus técnicas, sigue una estrategia. La violencia que vemos tan prolijamente detallada en forma de noticieros, puede hacer mella en nuestro espíritu e invitarnos al desaliento. “Si vemos sólo las cosas de este mundo, nos entristecemos”. (S. Agustín). En efecto, el panorama no es alentador, al contrario, se trata del estallido de unas fuerzas que se acumularon por mucho tiempo, que echaron raíces muy profundas en nuestra sociedad. Se trata, más en lo hondo, de un desfonde cultural, de una cultura que se desploma, que ha prescindido casi por completo de un referente trascendente, que se ha dispensado con una facilidad increíble de la pregunta y de la responsabilidad éticas.
(…)
Solamente un retorno a la fuerza renovadora del Espíritu puede hacer que volvamos a ser seres vivos, hombres y mujeres con un corazón de carne, es decir, capaces de sentir compasión, alegría y anhelos de paz.
(…)
Publicado el 02-01-2010 en la sección de Opinión del Diario digital de Ciudad Juarez http://www.diario.com.mx

Rafael Alberto Perez

Domingo, 17 de Enero 2010