¿Quién es?
Rafael Alberto Pérez
Autor de referencia en comunicación estratégica, conferenciante y consultor. Es consejero de The Blueroom Project - TBP Consulting para temas de turismo y ocio
Considerado el padre de la Nueva Teoría Estratégica (NTE) y autor laureado. Su libro “Estrategias de Comunicación” (2001) ha recibido dos premios internacionales y ha sido seleccionado la revista “Razón y Palabra” como uno de los textos más influyentes en Iberoamérica.
En la actualidad divide su actividad entre impartir Seminarios- invitado por más de 170 Universidades y empresas de 14 países- y ejercer como consultor estratégico.
Considerado el padre de la Nueva Teoría Estratégica (NTE) y autor laureado. Su libro “Estrategias de Comunicación” (2001) ha recibido dos premios internacionales y ha sido seleccionado la revista “Razón y Palabra” como uno de los textos más influyentes en Iberoamérica.
En la actualidad divide su actividad entre impartir Seminarios- invitado por más de 170 Universidades y empresas de 14 países- y ejercer como consultor estratégico.
Tendencias Estratégicas
“Viajar – decía Proust- es ganar un proceso a la costumbre”. Hoy diríamos que viajar es una buena estrategia para romper con la rutina, recuperarnos del stress y conocer otras formas de pensar y de hacer. Pero como siempre ocurre en materia de estrategia, unas opciones son mejores que otras. Esta sección trata sobre algunas de mis favoritas. Son lugares, gentes, sabores y momentos, que quiero compartir con Vds.
Para muchos Cartagena de Indias es la ciudad colonial más bella del mundo. Hay quien la recuerda por otra belleza, la de sus mujeres. Para mí Cartagena de Indias es la Capital Mundial de la Estrategia. Un título que revivirá el próximo mes de septiembre cuando Edgar Morin, padre del pensamiento complejo, abra el VII Encuentro Iberoamericano sobre Estrategias de Comunicación organizado por la Pontificia Universidad Javeriana, la Jorge Tadeo Lozano y FISEC. El mayor acontecimiento anual en el campo de la estrategia y la comunicación.
La relación de Cartagena con la estrategia viene de muy atrás. Son muchas las historias que lo acreditan. De ellas me quedo con una que lo dice todo. El 6 de abril de 1741, el Almirante Sir Edward Vernon puso sitio a Cartagena de Indias. El hecho de que fuese la plaza española mejor fortificada en América no parecía preocuparle al orgullos Vernon: su flota era la mayor de la historia (8 navíos de tres puentes y 90 cañones, 28 de dos puentes y cincuenta cañones, 12 fragatas de 40 cañones, varias bombardas y 130 buques de transporte con más de 12.600 marineros y 10.000 soldados de desembarco).
Las cosas comenzaron bien para Vernon: Tras tomar al asalto el Fuerte de San Luis, pasó Bocachica y accedió a la bahía interior de Cartagena. Sin esperar más, Vernon ordenó al capitán de la fragata Spencer que partiese para Inglaterra y diese la noticia de la conquista de Cartagena de Indias por las tropas inglesas. Dicho y hecho. La fragata Spencer llegó a Inglaterra el 17 de mayo portando la buena nueva. El gobierno inglés quiso dejar constancia y acuñó medallas conmemorativas con la esfinge de Lord Vernon y la leyenda: La arrogancia española humillada por el almirante Vernon.
Pero cuando las noticias se escriben antes de los hechos, puede ocurrir que estos no coincidan con las noticias. Y así pasó. El Castillo de San Felipe de Barajas, defendido por Blas de Lezo se resistió. 4000 soldados ingleses resultaron incapaces para superar a 800 supervivientes españoles. Fueron necesarios más refuerzos para que la tropa española se replegara. Fue entonces cuando Blas de Lezo tomó una decisión inesperada que dio la vuelta a la batalla. Ordenó calar bayonetas a los 300 marinos y artilleros que quedaban en el interior del fuerte y los lanzó a una carga contra los ingleses en las rampas del castillo.
Contra todo pronóstico el frente inglés se desmoronó. Con más de 1.500 bajas Lord Vernon tuvo que retirarse a sus bases en Jamaica y digerir su derrota. Algo que jamás hizo el gobierno inglés que se limitó a echar la culpa de la derrota a las epidemias y a retirar las medallas de la circulación.
Cartagena dejó constancia de esta gesta con una estatua de Blas de Lezo que el viajero podrá ver al pie del Castillo de San Felipe. Un homenaje que la metrópoli nunca le rindió. Blas de Lezo murió, manco, cojo, tuerto y olvidado. Sin una calle que recuerde su hazaña. Es muy probable que los estrategas que en septiembre se reúnan en Cartagena de Indias no se acuerden tampoco en Blas de Lezo, pero estoy seguro que en sus debates tendrán presente las 7 grandes lecciones que su gesta nos ha legado:
- Que nunca se debe vender la piel del oso antes de cazarlo.
- Que como dice Lao Tsé, todas las guerras se ganan en el interior de un mismo.
- Que la vanidad y la arrogancia son humanas, pero humanas trampas.
- Que el dialogo es siempre mejor que la confrontación.
Que para pasar a la historia, además de ganar, se necesita una buena campaña de imagen (algo que nunca tuvo Blas de Lezo)
- Qué no hay obstáculo pequeño.
- Que en los cálculos de todo estratega se han de tener en muy cuenta los activos intangibles como el valor de aquel puñado de españoles.
Pero si el lector lo que quiere es una buena estrategia para visitar Cartagena, mi fórmula no puede ser más simple: callejee sin rumbo por la ciudad amurallada, déjese llevar por su cadencia y sus aromas, disfrute el momento, y cuando sus pies ya no puedan mas, descanse en alguna mullida butaca de los antiguos conventos de Santa Clara o de Sta. Teresa, hoy convertidos en sendos hoteles, mientras suena una musiquilla caribeña, entonces mire a los ojos de su acompañante y sencillamente pida un par de Champús (bebida tradicional elaborada con miel maíz, piña, guanábana, y condimentada con canela, clavos de olor...). Y si le queda tiempo dese un baño en las Islas del Rosario.
La relación de Cartagena con la estrategia viene de muy atrás. Son muchas las historias que lo acreditan. De ellas me quedo con una que lo dice todo. El 6 de abril de 1741, el Almirante Sir Edward Vernon puso sitio a Cartagena de Indias. El hecho de que fuese la plaza española mejor fortificada en América no parecía preocuparle al orgullos Vernon: su flota era la mayor de la historia (8 navíos de tres puentes y 90 cañones, 28 de dos puentes y cincuenta cañones, 12 fragatas de 40 cañones, varias bombardas y 130 buques de transporte con más de 12.600 marineros y 10.000 soldados de desembarco).
Las cosas comenzaron bien para Vernon: Tras tomar al asalto el Fuerte de San Luis, pasó Bocachica y accedió a la bahía interior de Cartagena. Sin esperar más, Vernon ordenó al capitán de la fragata Spencer que partiese para Inglaterra y diese la noticia de la conquista de Cartagena de Indias por las tropas inglesas. Dicho y hecho. La fragata Spencer llegó a Inglaterra el 17 de mayo portando la buena nueva. El gobierno inglés quiso dejar constancia y acuñó medallas conmemorativas con la esfinge de Lord Vernon y la leyenda: La arrogancia española humillada por el almirante Vernon.
Pero cuando las noticias se escriben antes de los hechos, puede ocurrir que estos no coincidan con las noticias. Y así pasó. El Castillo de San Felipe de Barajas, defendido por Blas de Lezo se resistió. 4000 soldados ingleses resultaron incapaces para superar a 800 supervivientes españoles. Fueron necesarios más refuerzos para que la tropa española se replegara. Fue entonces cuando Blas de Lezo tomó una decisión inesperada que dio la vuelta a la batalla. Ordenó calar bayonetas a los 300 marinos y artilleros que quedaban en el interior del fuerte y los lanzó a una carga contra los ingleses en las rampas del castillo.
Contra todo pronóstico el frente inglés se desmoronó. Con más de 1.500 bajas Lord Vernon tuvo que retirarse a sus bases en Jamaica y digerir su derrota. Algo que jamás hizo el gobierno inglés que se limitó a echar la culpa de la derrota a las epidemias y a retirar las medallas de la circulación.
Cartagena dejó constancia de esta gesta con una estatua de Blas de Lezo que el viajero podrá ver al pie del Castillo de San Felipe. Un homenaje que la metrópoli nunca le rindió. Blas de Lezo murió, manco, cojo, tuerto y olvidado. Sin una calle que recuerde su hazaña. Es muy probable que los estrategas que en septiembre se reúnan en Cartagena de Indias no se acuerden tampoco en Blas de Lezo, pero estoy seguro que en sus debates tendrán presente las 7 grandes lecciones que su gesta nos ha legado:
- Que nunca se debe vender la piel del oso antes de cazarlo.
- Que como dice Lao Tsé, todas las guerras se ganan en el interior de un mismo.
- Que la vanidad y la arrogancia son humanas, pero humanas trampas.
- Que el dialogo es siempre mejor que la confrontación.
Que para pasar a la historia, además de ganar, se necesita una buena campaña de imagen (algo que nunca tuvo Blas de Lezo)
- Qué no hay obstáculo pequeño.
- Que en los cálculos de todo estratega se han de tener en muy cuenta los activos intangibles como el valor de aquel puñado de españoles.
Pero si el lector lo que quiere es una buena estrategia para visitar Cartagena, mi fórmula no puede ser más simple: callejee sin rumbo por la ciudad amurallada, déjese llevar por su cadencia y sus aromas, disfrute el momento, y cuando sus pies ya no puedan mas, descanse en alguna mullida butaca de los antiguos conventos de Santa Clara o de Sta. Teresa, hoy convertidos en sendos hoteles, mientras suena una musiquilla caribeña, entonces mire a los ojos de su acompañante y sencillamente pida un par de Champús (bebida tradicional elaborada con miel maíz, piña, guanábana, y condimentada con canela, clavos de olor...). Y si le queda tiempo dese un baño en las Islas del Rosario.
Rafael Alberto Perez
Viernes, 10 de Julio 2009
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Blog sobre comunicación estratégica
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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