Opiniones
Jueves, 20 de Septiembre 2007 - 19:56
Inauguro esta sección de 'Opiniones' para mostrar un ejemplo de lo que viene siendo un fenómeno desgraciadamente habitual en el ambiente de la egiptología de habla española.
Resumiré en breves palabras: La egiptología española (y de lengua española) es un 'neonato', en la medida que las escuelas egiptológicas asentadas en el resto del mundo nos sacan varios cuerpos de ventaja en el tiempo y en la madurez necesarios para equiparanos sin complejos con ellas en esta materia.
Nadie, fuera de nuestra comunidad lingüística cuestiona la capacidad de los egiptólogos españoles. Nadie, fuera de nuestros ámbitos se inmiscuye en absurdas peleas por expulsar del mundo de la egiptología a personas válidas que solo quieren aportar lo mejor que poseen para ayudar a que esta ciencia avance en nuestro país.
Como es propio de todos los ambientes en los que no existe madurez, en nuestro país han surgido una serie de personas que se autoerigen en 'vigilantes de la ortodoxia' (quizás de la suya) que, a falta de una trayectoria propia y homologada, tratan de ganarse un puesto en la naciente egiptología española por medio de prácticas inquisitoriales, muy cercanas a nuestra genética, pero también absolutamente rechazables, desde un punto de vista científico y humano.
Algún 'inquisidor' (hay muchos), quizás bajo seudónimo, ha lanzado una crítica insana, furibunda e indocumentada a propósito de un comentario razonado y ajustado a lo que científicamente conocemos sobre la pirámide de Seila, por parte de José Ignacio Velasco, un reconocido autor de egiptología.
Nadie puede discutir la necesidad de que la egiptología se institucionalice en nuestro país desde un punto de vista académico.
La cátedra de egiptología 'José Ramón Mélida' de la Fundación General de Universidad Complutense de Madrid, de la que soy miembro, es un referente incuestionable.
Esta circunstacia me autoriza, creo, a proclamar una vez más que, en el esfuerzo para que la egiptología se consolide en España no sobra nadie, todos somos necesarios.
En esta tarea solo han de quedar fuera los 'integristas': No se puede admitir a nadie que quiera excluir, demonizar o exterminar intelectualmente a otros.
A continuación, sin más comentarios, transcribimos con permiso de su autor el correo enviado al Sr. Martín-Segovia por el Sr. Velasco que muestra la realidad viva del problema que es objeto de este comentario. ¡Juzguen nuestros lectores!.
Francisco J. Martín Valentín
Egiptólogo
Dedicado al Sr. Martin Segovia que dice:
"Y esta es mi opinión, no más también: Me parece que la egiptología no es un deporte donde todos los que deseen pueden participar, hay gente profesional, muy capacitada que obtiene los resultados maravillosos que nos llegan todos los meses y no se puede razonablemente pensar que quienes no tengan esa formacion lleguen a similares resultados merced a su entusiasmo y sus lecturas más o menos extensas. No sé de ejemplos de que ello haya ocurrido en las últimas décadas en Egipto, y no es de asombrarse, pues si no, tendríamos improvisados logrando cosas en todas partes, construyendo puentes, curando gente, ganando pleitos judiciales, etc., pero eso no pasa y por muy buenas razones. Que reyes del reino antiguo hayan tenido que recurrir a esos subterfugios para evitar rebeliones o rebeldias me parece increible, especialmente en esa epoca de centralismo y gran poderio real, como nunca antes o después, en la historia de Egipto, lo mas lógico es suponer que si eran rebeldes, reclutarlos para construir algo que no les era para nada útil a nivel local, iba a reforzar las rebeldías en vez de sofocarlas, rebeldías de las que no se que haya pruebas de que hayan realmente existido en esa época."
Muy bien señor Martín Segovia. A lo que Usted dice, yo, por alusiones, le respondo:
Cuando escribía hace unas horas para mandarlo a los foros, ya pensaba en su respuesta, pues como VIP de la egiptología, sabía que no dejaría pasar la ocasión para hacerlo. Con todo el respeto que usted se, y me merece, permítame que haga unos comentarios, por los que le pido perdón de antemano, ya que no es de mi interés molestarle en sus alturas.
Su interés por lo absolutamente ortodoxo, por la meticulosidad, por los escalafones, los títulos, la pureza espiritual y material de la egiptología y, sobre todo porque los aficionados no debamos ni leer, ni pensar, ni opinar, le honran. Es usted el Gran Inquisidor Egiptológico. Es una pena que en estos tiempos de democracia no se puedan ya quemar en la hoguera a esos atrevidos aficionados que se permiten leer, y lo que es peor, ¡voto a bríos!, gente sin conciencia, gente atrevida, gente que no sabe mantenerse en su carril de segunda, tercera o posteriores filas de la egiptología. La verdad es que no comprendo como los que no estamos en los niveles deseados por la titulación, no se nos desprenden las retinas por atrevernos a mirar una foto de Tut-Anj-Amón.
Su respuesta ha sido, como siempre, positiva y en la misma dirección, es decir empujando en el sentido deseado. ¿O en el contrario? Ya estoy tan perplejo que no sé cuál es la dirección adecuada.
Cuando por mi profesión de cirujano operaba, antes de jubilarme, era para mí evidente que sin enfermeras que prepararan el instrumental, sin celadores que movieran al enfermo, sin mecánicos que controlaban el paso del oxígeno, ajustaban la mesa, movían los rayo X, no podía operar. También sin cocineras que nos hacían café y unas galletitas para tomar entre dos operaciones, o sin las monjas y enfermeras que cuidaban y atendían a los familiares y se ocupaban del postoperatorio, sin los ayudantes de mano, que te echaban una "idem" para que pudieras operar, sin los anestesistas que lo dormían para que no sufriera, incluso sin el mismo enfermo, no habría existido el acto quirúrgico: hecho al que todo iba encaminado y razón fundamental de lo que se hacía en un gran equipo en el que nadie sobraba y nadie faltaba, pero eso sí, del que yo me responsabilizaba, pues era como el capitán del barco.
Naturalmente cada uno tenía un puesto, una misión, y eran una ayuda a diferentes niveles. Por tanto en la egiptología, aunque usted no lo vislumbre, no por no poder hacerlo, que está sobrado de inteligencia para ello, sino por no querer aceptarlo, todos los que intervienen en un descubrimiento hacen que sea posible éste. Si el importantísimo Sr. Z descubre en sus amplias investigaciones, la momia de X, ha sido por la ayuda de los paleadores (no tienen título de egiptólogo), los que retiran las piedras (sin ser eminencias en egiptología) los que preparan la comida (ni tienen título ni na, no sé como se atreven a ir a la excavación) y es gracias a ellos que el arqueólogo-egiptólogo pueda seguir pensando, elucubrando y descubriendo. Y tampoco sin la ayuda de los que retiran la arena, los que colocan las vías para las carretillas llenas de arena y ya no sigo con más gente que colabora en el acto arqueológico.
Pero..., y después, si el ordenador no le escribe, el de la imprenta no imprime, el editor no edita y el distribuidor no distribuye y el lector no compra, por no meter más indocumentados en egiptología, titulo que sólo posee el arqueólogo-egiptólogo (suponiendo que tenga ambos títulos, lo cual puede no ser siempre axiomático), de nada le serviría al egiptólogo su importante descubrimiento. ¡Digo yo!
Recuerde, Señor M-Segovia, "que lo poco que se sabe, lo sabemos entre todos". Claro que algunos siempre saben un poco más, es evidente, y sus juicios son de mucho más valor, y sus opiniones son incuestionables, intangibles y omnipotentes. Recuerde también, Señor M-Segovia, aquel popular dicho que reza: "Del carro de los locos, todos tiramos, unos con tiros
largos, otros con tiros cortos".
Señor M-Segovia usted es más inteligente de lo que a veces, con sus incomprensiones pretende demostrar. Hasta el hecho más tonto, precisa de la ayuda de varios, tengan o no tengan título. Si un obrero no sabe palear, no se levanta la arena. Y si en pleno desierto, un cocinero no cocina y se ocupa del agua, el número de momias con título será muy pronto más numeroso.
Por tanto, unos saben más, otros saben menos, pero todos empujan el carro, repito, en una determinada dirección.
O AL MENOS DEBEMOS HACERLO.
Claro, que siempre hay algunos que ponen piedras, aunque sólo sea por el prurito de hacer algo, que no para evitar que el carro avance. Pero, cada uno de los demás, desde su mínimo, pequeño, mediano o gran papel, colaboran a que se avance, aunque eso sí, más despacio
Sr. M-Segovia, ¿Qué cree usted más importante: que no se haga nada pues sólo unos pocos tienen título? ¿Qué sin título no se debe ni hablar de egiptología? ¿O que cada día se ganen adeptos, gente interesada, que por ejemplo, compren libros y ayuden a comer, a viajar y a excavar a esas eminencias tituladas que son la únicas que pueden opinar, publicar y excavar? Nadie habla de excavar, o de descubrir, solo opinamos, escribimos, estudiamos, disfrutamos leyendo, vivimos los ratos libres investigando a nuestro pobre nivel, en vez de perder el tiempo en otras cosas más importantes para otros, pero que no nos gustan a los aficionados a la egiptología. O al menos a mí.
Lo que Usted dice, no le veo así, pero es que uno es un ignorante. Y lo siento, fue un error que cometí de pequeño. Cuando repartían inteligencia con un hisopo, me escondí tras una columna para que no me tocara ni una gota.
Y me quedé un poco cortito. Claro que lo que me correspondía, evidentemente le tocó a otros, de lo cual me alegro, pues no soy nada egoísta.
De nada sirve saber, si no se enseña, si no se deja aprender a los demás, si no se dan opciones, si los aburrimos con "chorradas", pues es lo que a veces piensa uno de los diletantes, los controvertidos y los oposicionistas, o de los que cierran el cielo para que no haya luz, los que suprimen el sonido, para que nadie oiga, o los que apagan las estrellas para poder dormir.
El otro día leí, aunque no sé quien es el autor, una frase que me llego al alma: con permiso, YO tengo alma, pues mi vela arde por los dos lados y me ilumina el alma-- La frase, la idea, me pareció muy adecuada y por eso, la pongo. Es pura poesía. (Por cierto, creo que el que la escribió no tiene título de Poeta ganado por oposición) La frase es: "Se mordió la voz hasta que le sangraron los silencios".¿Bonita, eh!
Ya sé, ya sé, que la egiptología no es un deporte. Pero no hablaba del deporte, que ni siquiera he citado; hablaba del comportamiento humano, del trabajo en equipo, de ayudar a los demás, de no poner pegas, de no retrasar, ni por envidias, ni por "malas leches" congénitas o adquiridas.
Creo que, al menos para mí, ya he contestado lo suficiente. Como dice un refrán que me acabo de inventar: "Tengas o no tengas más, a la egiptología empujarás". Al menos, yo seguiré insistiendo, pese a quien pese. Sólo seré un granito de arena, pero como Usted sabe bien, "Un grano no hace granero, pero si es de acné, te puede dejar la cara hecha polvo".
Por cierto, Señor Martín Segovia, que no ha opinado Usted lo más mínimo de lo que había de trasfondo en mi mensaje. Es como si el responsable de lo que decía no existiera. Tal vez se le haya pasado.
Abrazos para todos y cada uno de los AEs, aunque casi todos sólo somos aficionados. ¡Qué pena!.
Naturalmente con el máximo y más absoluto respeto para y hacia el Sr. Martin Segovia.
José Ignacio Velasco Montes.
Marbella (Málaga)
Francisco J. Martín Valentín y Teresa Bedman
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Francisco J. Martín Valentín y Teresa Bedman
Francisco J. Martín Valentín es egiptólogo. Director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. Director de la Misión Arqueológica Española en Asasif, (Luxor Occidental Egipto), desarrollando actualmente el “Proyecto Visir Amen-Hotep. TA 28". Director de la Cátedra de Egiptología ‘José Ramón Mélida’. Teresa Bedman es egiptóloga. Gerente del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. Co-directora de la Misión Arqueológica Española en Asasif, (Luxor Occidental Egipto), desarrollando actualmente el “Proyecto Visir Amen-Hotep. TA 28”. Secretaria de la Cátedra de Egiptología ‘José Ramón Mélida’.
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