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Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: Jesús de Nazaret idealizado como el “Pantocrátor”, el corresponsable de la creación del universo con Dios padre y corregente con él de cuanto existe. PREGUNTA: Soy una persona creyente, pero escéptica en dogmas y religiones, pues como usted sabe, el paso del tiempo, las manipulaciones e intereses durante tantos siglos, me sugieren una posición de incredulidad. Tan sólo, le pido que me permita preguntarle lo siguiente: ¿Existió Jesús de Nazaret y cree usted que es el hijo de Dios? ¿Qué tipo de persona era? Y por último a nivel personal, siempre he querido saber si cree en Dios. RESPUESTA: Me han preguntado esto mil veces…. Me parece increíble que la gente siga creyendo a libros y autores absolutamente mal informados que afirman, sin prueba seria, alguna que Jesús no existió, solo para llamar la atención y vender bien, si pueden, sus libros. Divido su pregunta, compleja, en partes. 1. Ciertamente, estoy convencido de que existió Jesús de Nazaret como persona humana, carpintero, u operario de la construcción especializado en madera, maestro de la Ley aficionado, muy religioso, etc., profundamente judío, que fracasó rotundamente en sus propósitos, fue apresado por los romanos y ajusticiado como rebelde/sedicioso contra el Imperio Romano. En mi Blog he escrito centenares de páginas al respecto. Utilice el buscador. Y creo que sobre ese personaje se montó otra personalidad que es el “Cristo celestial”, sobre todo a partir de Pablo de Tarso, siguiendo pautas de un desarrollo teológico muy judío. Este mejoramiento o idealización del hombre Jesús es pura teología y por tanto humana. La mezcla de las dos “personalidades”, el “Jesús de la historia” (para el que hay muchos paralelos en la historia de Israel y es perfectamente plausible + el “Cristo celestial” dio el denominado “Jesucristo”, quien como tal personaje complejo (historia más teología) solo existe en la mente humana. He editado un libro en colaboración, “¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate”, Editorial Raíces, Madrid, 2011, que le ruego lea si le es posible. Y ahora, hacia el 30 de septiembre sale otro libro mío, en la Editorial Trotta de Madrid, con el título “Aproximación al Jesús histórico”, donde el primer capítulo trata de nuevo el problema con claridad y espero, profundidad, y donde afirmo que una cosa es la existencia de Jesús de Nazaret y otra la existencia real de “Jesucristo” que es la mezcla de una persona humana y un concepto teológico. Léalo si puede. 2. Ni Jesús mismo, ni ninguno de los intérpretes independientes del Nuevo Testamento, e igualmente muchos exegetas confesionales, creyó que Jesús se pensara a sí mismo como hijo físico, óntico, real, de Dios. Eso es una especulación teológica tardía, una idealización del personaje, una apoteosis, una divinización en suma, que tiene lugar a lo largo de siglos y que culmina en los concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia (325; 380; 451). 3. ¿Qué tipo de persona era? Como todo hombre grande y de impacto, bastante complejo: probablemente él se creyó ante todo un profeta y el proclamador del reino de Dios a Israel. 4. No creo en el Dios tradicional, pero no soy ateo, sino agnóstico. Creo más bien, al estilo del filósofo Baruc Spinoza en “deus sive natura”. En mi opinión, Einstein, que también era judío, pensaba algo muy parecido. PREGUNTA: ¿Cuando hablamos de Dios nos referimos mas bien al Padre o a toda La Santísima Trinidad? RESPUESTA: A la verdad, me resulta difícil responder con seguridad a su pregunta, porque es difícil meterse dentro del pensamiento de la gente, aunque lo podamos adivinar más o menos. Pero, hecha esta salvedad, opino que la gente piensa en Dios, sin más, y luego como padre (con dudas). Creo que hay poca gente que cuando habla de Dios piense directamente en Jesús, eliminando al Padre, o bien en la Trinidad. Opino que pensar en la Trinidad es un acto expreso y reflexivo, por tanto, menos frecuente. PREGUNTA: ¿Deberíamos conceder crédito al hecho de que la sociedad judía conservara aún restos de matrilinealidad en época de Jesús? Si esto es cierto, el verdadero linaje judío se obtendría por vía materna y crearía una cierta contradicción con el supuesto linaje del Mesías, el de David, porque debería proceder de la línea de María, y no del linaje de José, como se afirma. Muchísimas gracias por todo su trabajo. RESPUESTA: No debemos conceder credibilidad alguna a esa hipótesis en la época de nacimiento de Jesús. Es inverosímil del todo punto. Además, en los dos evangelios que traen genealogías, Mateo y Lucas, se insiste claramente en la línea de David que acaba en José, por más que se añada que Jesús nace de María, de una mujer que es la esposa de José: ¡naturalmente! No podría ser de otro modo (Mt 1,16). Pero la intención es mostrar que José era un davídida. Y no se habla en absoluto en ese texto de adopción. Pero este hecho es un intento desesperado y tardío de intentar salvar una contradicción grave y evidente: no se puede conciliar el davidismo de Jesús, que viene de José, con la doctrina del “nacimiento virginal”, es decir, José nada tuvo que ver con el nacimiento del niño. Esta dificultad es prácticamente insuperable: ambos conceptos (davidismo por parte de José / concepción virginal) son contradictorios. Por último: Lucas dice claramente que María es “pariente” de Isabel, y de esta afirma expresamente que era descendiente de Aarón (Lc 1,5). Luego en todo caso, Lucas sostendría que María era también aarónida. Pero eso no vale para nada para el mesianismo de Jesús. El concepto general era que el mesías ¡ha de ser descendiente de David, no de Aarón! Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Martes, 11 de Septiembre 2018
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Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: Edición española de las lenguas originales (no del francés o del inglés), sino del latín, griego, copto, etcétera de todos los evangelios que se han conservado hasta hoy por profesores de universidad españoles PREGUNTA: Me atrevo a formularle dos cuestiones relacionadas con la teología paulina y los Evangelios, así como una petición para su blog. Las preguntas son: - ¿Cuál es, en su opinión, el Evangelio Canónico más paulino y el que menos se aproxima a la teología de Pablo de Tarso? - ¿Hay algún Evangelio Apócrifo que sea susceptible de ser calificado total o parcialmente como paulino? La petición que me atrevo a elevar a su consideración es la de escribir un post en su blog relativo a la Teología Petrina. En el video de su entrevista en el programa radiofónico "Ágora" (de Venezuela) relativo a la Carta a los Gálatas, (https://www.youtube.com/watch?v=bD0u1cXKqas) usted afirma que la Teología Petrina -a diferencia de la Paulina cuya explicación requeriría, en sus palabras, un libro de 600 páginas- puede transcribirse en folio y medio. Me pregunto si sería posible que usted, con la clarividencia y erudición que le caracterizan, escribiese en su blog un apunte formulando los caracteres de esta teología, hasta allí donde sea posible reconstruirse, por supuesto. RESPUESTA: 1. Hay un cierto consenso en que el evangelio en el que más se nota la impronta de la teología paulina es el Evangelio de Marcos y en el que menos el Evangelio de Mateo, que es el más judeocristiano. Conviene recordar que el carácter paulino de un escrito significa aceptar que Jesús tiene una dignidad muy superior, casi divina, a la de mero profeta o mesías terreno; en interpretar su muerte y resurrección como eventos redentores con los que cambia la historia no solo de Israel, sino de la humanidad e incluso del mundo. Esa muerte se considera como un sacrificio ofrecido a Dios en un acto decidido por la divinidad misma desde toda la eternidad. La divinidad acepta en la cruz el sacrificio de la vida de su agente mesiánico como reparación, o rescate, por los pecados de los humanos hasta ese momento. Ese sacrificio es «vicario», de ofrenda en pro de la vida y salvación de otros, que es un concepto mucho más griego que judío. Se trata de la muerte del mesías como el hijo de Dios, mártir por toda la humanidad. Pero a la muerte sigue su resurrección como vindicación divina. El objetivo futuro de todos los fieles es conseguir una resurrección como la de Jesús, de la que participarán tras una vida sin pecado si siguen la ley del Mesías. La apropiación del valor redentor de la cruz debe ser conseguida por cada individuo por la aceptación, con un acto de fe en Dios y en su mesías, de que ese evento es el acto supremo de la salvación universal. Ser paulino es pensar también que, gracias a esa redención obrada por Jesús, todos los paganos, y no solo los judíos como pueblo judío, tienen la posibilidad de salvarse en pie de igualdad. Aunque la ley mosaica siga siendo obligatoria en todos sus términos para los judíos, en adelante no será totalmente válida para los gentiles, pues hay partes de ella que afectan solo a los judíos: normas concernientes a la circuncisión, los alimentos y la pureza ritual. Dios ha decidido que el mesías tenga sobre la tierra el poder de interpretar la ley de Moisés y aplicarla a la salvación de toda la humanidad. La ética se convierte para los gentiles conversos al Mesías ante todo en una moral universal, cuyas normas están expresadas negativa y positivamente por el Mesías. 2. Los evangelios apócrifos son todos tardíos; por tanto y a priori son dependientes de los canónicos y estos, a su vez, del marco general de la teología paulina. Y los evangelios apócrifos gnósticos van por su cuenta. Normalmente tratan del Resucitado y su trato con discípulos/as después de la resurrección. Y la noción de que Jesús resucitó y fue elevado a la diestra de Dios es común a judeocristianos y paulinos. 3. La teología petrina es esencialmente la del judeocristianismo, quizás con una determinada y tímida apertura a la misión a los paganos. En el Blog he escrito varias postales sobre esta “teología del judeocristianismo”. Utilice, por favor, el buscador y encontrará el resumen. http://mynorte.com/cristoria http://mynorte.com/cristoria/pyr.htlm Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Domingo, 9 de Septiembre 2018
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: Friedrich Nietzsche PREGUNTA: Usted como conocedor de Pablo de Tarso y del cristianismo primitivo ¿Cómo considera la valoración que hace de él Friedrich Nietzsche, sobre todo a la luz de su obra "El Anticristo? Esto lo pregunto porque estaba leyendo la obra de Hans Küng "Grandes Pensadores Cristianos" y él hace una contraposición entre lo que podríamos llamar el verdadero Pablo de Tarso y la crítica que le hace Nietzsche. Pero desde luego, Küng, aunque muy encumbrado pensador, sigue siendo teólogo y esta situación podría, a mi parecer, sesgar de alguna manera su visión. Por eso me gustaría conocerla de usted que conoce a Pablo desde una visión histórico -crítico que no necesita preocuparse en sostener posiciones dogmáticas. RESPUESTA: Ante todo, y para que se enteren todos bien, transcribo los dos o tres párrafos en los que, si no me equivoco, Nietzsche critica expresamente a Pablo entre un magma grande de críticas a los evangelios y al cristianismo primitivo en general. Son los siguientes: Cap. 42 A la buena nueva siguió de cerca la pésima nueva: la de Pablo. En Pablo se encarna el tipo opuesto al de buen mensajero, el genio del odio, de la inexorable lógica del odio. ¿Qué ha sacrificado al odio este disangelista? Ante todo, el redentor: le clavó en la cruz. La vida, el ejemplo, la doctrina, la muerte, el sentido y el derecho de todo el Evangelio, nada existió ya cuando este monedero falso, movido por el odio, comprendió qué era lo que únicamente necesitaba. ¡No la realidad, no la verdad histórica! Y una vez más el instinto sacerdotal de los hebreos cometió el mismo gran delito contra la Historia: borró simplemente el ayer, el antes de ayer del cristianismo: inventó por si una historia del primer cristianismo. Aún más: fabricó una vez más la historia de Israel, para que apareciera como la prehistoria de su obra: todos los profetas pan hablado de ese redentor... La Iglesia falsificó más tarde hasta la historia de la Humanidad, haciendo de ella la prehistoria del cristianismo... El tipo del redentor, su doctrina, su práctica, su muerte, el sentido de la muerte, hasta lo que sucede después de la muerte, nada permaneció intacto, nada permaneció ni siquiera semejante a la realidad. Lo que hizo Pablo fue simplemente transferir el centro de gravedad de toda aquella existencia detrás de tal existencia, en la mentira del Jesús resucitado. En el fondo, tuvo necesidad de la muerte en la Cruz y de algo más... Crecer sincero a Pablo, que tenía su patria en la sede principal de la luminosa filosofía estoica, cuando con una alucinación se dispone la prueba de la supervivencia del redentor, o bien prestar fe a su relación de haber él mismo tenido esta alucinación, sería, por parte de un filósofo, una verdadera necedad: Pablo quiere el fin, por consiguiente, quiere los medios... Lo que él mismo no creía, lo creyeron los idiotas entre los cuales sembró él su doctrina. Su necesidad era el poder: con Pablo, el sacerdote quiere una vez más el poder; sólo podía servirse de ideas, teorías, símbolos con los que se tiraniza a las masas y se forman los rebaños. ¿Qué es lo que Mahoma únicamente tomó a préstamo, más tarde, del cristianismo? La invención de Pablo, su medio para llegar a la tiranía del sacerdote: la creencia en la inmortalidad, o sea la doctrina del juicio... Cap. 43 Si se coloca el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el más allá – en la nada –, se ha arrebatado el centro de gravedad a la vida en general. La gran mentira de la inmortalidad personal destruye toda razón, toda naturaleza en el instinto; todo lo que en los instintos es benéfico, favorable a la vida; todo lo que garantiza el porvenir despierta desde entonces desconfianza. Vivir de modo que la vida no tenga ningún sentido, es ahora el sentido de la vida... ¿A qué fin solidaridad, a qué fin gratitud por el origen y por los antepasados, a que fin colaborar con confianza, promover y proponerse un bien común?... Cap. 47 Lo que nos distingue no es el hecho de que no encontramos a Dios ni en la historia, ni en la naturaleza, ni detrás de la naturaleza, sino el hecho de que consideramos lo que se oculta bajo el nombre de Dios, no como divino, sino como miserable, absurdo, nocivo; no sólo como error, sino como delito contra la vida... Nosotros negamos a Dios en cuanto Dios... Si se nos demostrase este Dios de los cristianos, creeríamos aún menos en él. Para expresarnos con una fórmula: Deus, qualem Paulus creavit, dei negatio. Una religión como el cristianismo, que en ningún punto se encuentra en contacto con la realidad, que se quiebra en cuanto la verdad adquiere sus derechos aun en un solo punto, debe naturalmente ser enemiga mortal de la sabiduría del mundo, o sea de la ciencia; debe aprobar todos los medios con que la disciplina del espíritu, la pureza y la serenidad en los casos de conciencia del espíritu, la noble frialdad y libertad del espíritu pueden ser envenenadas, calumniadas, difamadas. La fe como imperativo es el veto contra la ciencia; en la práctica es la mentira a toda costa... Pablo comprendió que la mentira – que la fe – es necesaria; a su vez la Iglesia, más tarde, comprendió a Pablo. Aquel Dios que Pablo se inventó, un Dios que desacredita la sabiduría del mundo (o en sentido estricto, los dos grandes adversarios de toda superstición: la filología y la medicina), no es en realidad mas que la resuelta decisión de Pablo de llamar Dios a su propia voluntad, la Thora; esto es Judaico, Pablo quiere desacreditar la sabiduría del mundo: sus enemigos son los buenos filólogos y los médicos de la escuela alejandrina; a éstos les hace la guerra. En realidad, no se es filólogo y médico sin ser al mismo tiempo anticristiano. Porque en calidad de filólogos se mira detrás de los libros santos, y en calidad de médicos sé ve detrás del cristiano típico la degeneración psicológica. El médico dice: Incurable; el filólogo dice: Charlatanería. Cap. 62 Con esto he llegado al fin y expreso mi juicio. Yo condeno el cristianismo, yo elevo contra la Iglesia cristiana la más terrible de todas las acusaciones que jamás lanzó un acusador. Para mi, es la más grande de todas las corrupciones imaginables, tuvo la voluntad de la última corrupción imaginable. Y ahora mi respuesta en sí A la luz de estos textos, puedo ya responder: A) Tiene razón Hans Küng que entre la intelección de Pablo por parte de Nietzsche, y algunos que otros miembros de la ilustración radical alemana, y la que tenemos hoy de este personaje, o incluso la que han mantenido grandes teólogos hasta 1970, hay un mundo. Se está en dos estratos muy deferentes de pensamiento, y apenas hay nivel igual para mantener una discusión: son intelecciones radicalmente distintas. Y Nietzsche no entiende Pablo de una manera historicista, sino que hace sobre él una proyección del cristianismo en su conjunto. B) Pero, además, como escribo en mi obra “Guía para entender a Pablo”, Trotta, Madrid 2015, desde más/menos 1970 se han renovado profundamente los estudios sobre Pablo, lo que supone que ahora lo vemos con mucho mayor claridad no como un pensador meramente “cristiano” (¡ni siquiera había cristianismo en el momento en el que escribe sus cartas!), sino con un pensador judío de su época. Además yo insisto continuamente y obtengo las consecuencias en que Pablo es un pensador judío, sí, pero a la vez profundamente helénico, cosa que olvidan algunos investigadores judíos sobre el Apóstol en la actualidad. C) Ahora bien, Küng no está en está en la onda presente, sino que critica a Nietzsche desde unas perspectivas que también están un tanto sobrepasadas por la investigación actual. Hay que repensar de nuevo el pensamiento de Pablo y consecuentemente criticar a Nietzsche desde otra perspectiva. Y eso no está hecho. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Jueves, 6 de Septiembre 2018
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Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: “El Trono maldito” PREGUNTA: Según tengo entendido --por sus escritos, entre otros-- se cree que la lengua en la que se escribieron los evangelios es el griego (la famosa koiné). Me parece que el indicio más serio es que los evangelistas (no recuerdo si todos) cometen errores que proceden de la Septuaginta y si leían la Biblia en griego es de suponer que también esta era su lengua de escritura. Pero no estoy seguro si existe otro indicio que sea significativo en el mismo sentido. ¿Puede aclararme la duda? RESPUESTA: No es una "creencia"; es absoluta certeza, evidente y filológica. Es puro griego con semitismos; no son errores, sino imitación; en el caso de Marcos. Y no es griego de traducción. Por favor, para "indicios" lea el capítulo dedicado a este tema en mi libro, con Jesús Peláez, "El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos", Córdoba el Almendro, 1996. Es un capítulo largo y muy documentado. La editorial Herder de Barcelona está procediendo a su reedición en castellano (también hay versión inglesa). A pesar de lo que crea la gente ningún evangelio se escribió en arameo, la lengua materna de Jesús. Los evangelios son el producto de un judeocristianismo que pronto se convertirá en cristianismo a secas y van dirigidos al mundo de los que hablaban griego. Un evangelio en arameo no tenía perspectivas de éxito, porque los judíos no creían de ningún modo que Jesús era el mesías. PREGUNTA: Saludos profesor, le escribo con el ánimo de no entorpecer su trabajo, mi más sincero saludo. Me gustaría hacerle una pregunta. Teniendo en cuenta las siguientes premisas: a) Moisés fue un caudillo que guio a Israel como profeta de los padres. b) Moisés tenía un nombre egipcio. c)Venía posiblemente de Madián. d) Vivió en el siglo XII a.C., ¿en qué idioma estarían escritas las tablas de la ley? Asumiendo que existieran. ¿Paleo-hebreo? ¿Egipcio? Otra pregunta: ¿Me recomienda la novela de la editorial Planeta “El trono maldito?”. Muchas gracias de antemano y un cordial saludo. Le deseo mucha salud y fuerza. Bendiciones. RESPUESTA: 1. En primer lugar: confirmo que todo el relato sobre Moisés es radicalmente mítico y que no podemos saber en absoluto si hay dentro alguna brizna siquiera de dato histórico. Siendo esto así, la pregunta se resuelve o responde por sí sola. Pero la Biblia da a entender que fue en hebreo, naturalmente, porque para los judíos es doctrina tradicional y asentada que el hebreo fue el idioma de la creación (y así lo dicen diversos escritos judíos de la llamada “Época del Segundo Templo” (480 a. C. hasta 70 d. C.), y que Dios, cuando tiene un ratito libre, se dedica a estudiar la ley de Moisés, escrita en hebreo. 2. ¡Vaya pregunta la suya, muy comprometida para mí, respecto a “El Trono Maldito”! ¿Cómo no voy a recomendarla si es una novela histórica que he escrito yo, junto con J. L. Corral? Si puede, pregunte a alguno que la haya leído y que le un consejo más objetivo que el mío. Pero, como me lo pregunta a mí, le diré que, además de pasárselo muy bien, pues es una novela de aventuras y de amores, aprenderá mucho sobre Israel del siglo I y sobre Jesús como personaje histórico que vivió en la Palestina del convulso e interesante siglo I dominada por los romanos. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Martes, 4 de Septiembre 2018
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Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: “Guía para entender el Nuevo Testamento” Después de unos días de ajetreo estival, se recupera un tanto la rutina. Continúo con la publicación de las preguntas que me han sido formulados en los dos últimos años, desde que en 2016, entregado el borrador a la editorial Trotta de la edición del Nuevo Testamento, desde el punto de vista puramente histórico, hubo que rehacer un tercio de la obra por el descontento de Fernando Bermejo. Toda su tarea, que era aproximadamente un tercio, ha sido rehecha por mí y por Gonzalo Fontana, Profesor Titular de la Universidad de Zaragoza. Yo me he encargado de Lucas, Hechos, Hebreos, Apocalipsis /Revelación); y el Dr. Fontana, del corpus johánico (Evangelio de Juan, Cartas 1.2.3 de Juan) La refección no ha terminado aún, pero falta poco. Y luego hay que editar de nuevo toda la obra para entregarla a la Editorial Trotta y ésta a la imprenta… ¡y son muchísimos folios! Esa refección es difícil, porque no puede repetirse nada de lo que había sido entregado anteriormente por el Dr. Bermejo; ha de ser una obra totalmente personal y diferente; verdaderamente distinta. Durante ese tiempo, y a pesar de mis súplicas, he continuado recibiendo preguntas y preguntas. He contestado por correo lo que he podido, y lo que me era más fácil, porque se trataba de responder muchas veces con argumentos de obras mías, ya publicadas, o remitir a ellas. Aunque les cueste creerlo, las preguntas respondidas y sin responder que he copiado en un archivo ocupan casi los 700 folios. De ahí voy sacando las preguntas privadamente respondidas. Y aquí va una: PREGUNTA: Mi primera duda es sobre Jesús y la predicación de la parusía. He leído su libro "Guía para leer el Nuevo Testamento" y escuchado sus conferencias por internet. Siguiendo sus consejos he vuelto a leer detenidamente los textos sagrados (en mi edición del colegio de Ed. Paulinas. 1969). Según Ud. el reino de Dios predicado por Jesús era inminente y terrenal (yo también así lo creí cuando era niña). Mi duda es ¿Realmente Jesús predicó semejante idea? Entiendo que es la base del cristianismo, pero ahora que ya soy adulta me cuesta creer que una persona por muy religiosa que fuera, se vea tan capacitado para "saber" y difundir, una idea tan trascendente que incluso le llevara a la muerte. Un reino que además no llegó (de inminente, nada de nada). Y que a pesar de su fracaso y su muerte sus seguidores siguieran defendiéndolo, cada cual a su manera,... y que a la larga dieran origen a una religión cuyos fundamentos ideológicos son más que cuestionables. Por muy extraordinario que fuera Jesús (al parecer fue un líder carismático y un sanador) ¿Cómo pudo defender semejante sueño? ¿Fue un visionario? Me gustaría conocer su opinión. Estas nuevas lecturas realizadas, entre ellas la mencionada “Guía del Nuevo Testamento”, me han dejado, como poco, muy perpleja. En el nuevo Testamento se dicen muchas cosas y algunas ideas o conceptos contradictorios entre sí que me han hecho ver las escrituras de otra manera, y claro, yo también puedo sacar mis propias conclusiones que pueden ser erróneas. La segunda duda es sobre la predicación a los gentiles. Siguiendo sus indicaciones, en la otra “Guía”, la de Pablo, he contrastado la lectura de los Hechos con las cartas de Pablo. He interpretado que la comunidad de seguidores de Jesús en Jerusalén pasaba apuros económicos, ya que no en balde, sus fieles vendieron sus propiedades y, probablemente sus negocios, con la idea de "Dios nos proveerá" (Act. 4,32-5,3) y que sería por poco tiempo, pero no fue así. De manera que leo una constante petición de caridad (pidiendo dinero) en las cartas de Pablo a las ciudades helenas y helenísticas para ayudar a los hermanos de Israel (1 Cor. 16; Flp. 4, 14-19; Rom. 15, 25-27...). Pablo insiste mucho en sus epístolas (parece que es una de las bases de predicación) en la importancia de las obras para la salvación y que la primera virtud es la caridad (1 Cor. 13). Y que en el Concilio de Jerusalén, Pablo se dedicaría a predicar a los no circuncisos "con tal que nos acordásemos de los pobres" (Gal. 2-10). Es decir mi idea es que debido a las necesidades económicas que se encontraban y los problemas que las instituciones religiosas judías les ponían, tuvieron que mandar a Pablo, o más bien éste se propuso voluntariamente, a buscar comunidades más "libres" o abiertas ideológicamente y solventes para sufragar al núcleo de Israel aunque fueran gentiles. ¿Es correcta esta interpretación? Agradezco de antemano su interés. Muchísimas gracias por su trabajo y por la difusión que hace del mismo. Respuesta: Siento no poder extenderme, pues estoy agobiadísimo de trabajo. 1 Lo que Jesús defendió sobre el reino de Dios es el mismo mito religioso literario que proclamaron todos los profetas de la Biblia hebrea. Si tiene tiempo, vea en el libro sobre Pablo que indica, la sección sobre la teología de la restauración de Israel. Ahí respondo a su pregunta. Jesús fue un visionario y un ´pensador apocalíptico, que se creyó profeta llamado por Dios a anunciar el reino de Dios, cuya imagen global está como digo en lo los cristianos llaman Antiguo Testamento. 2. Igualmente su pregunta segunda está respondidísima en el libro mencionado (“Guís psr entender a Pablo; Trotta y que Usted ya conoce). Pablo se creyó un profeta como Jeremías e Isaías llamado por Dios para que los gentiles que quisieran se incorporaran al nuevo Israel mesiánico y se salvaron. No lo mandó la comunidad de Jerusalén a recaudar dinero, sino que tuvo su teología propia que también le impulsó a hacerlo. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Domingo, 2 de Septiembre 2018
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Hay un lector y preguntante del Blog y FBook que se queja de que él no dispone de los medios que yo tengo para publicar sus refutaciones a mis ideas. Por este motivo publico su carta y que cada lector piense lo que quiera. Intento ser lo más imparcial posible y no ser impositivo, pero, por lo visto, no lo logro. Consideraré más adelante si hago un comentario a este correo o bien dejaré que hable por sí mismo. A lo largo de años habré respondido a unas 15 preguntas, o más, de este lector. Si todo el mundo obrara como él, no podría seguir trabajando. Me tendría que dedicar solo al correo. Foto: Pintura mural antigua proporcionada por la Asociación española de Investigación sobre las mujeres. Estimado Señor: El 6 de junio del año pasado le envié un mail expresándole que desde los años 80 he venido leyendo artículos suyos sobre diversos temas relacionados con el cristianismo primitivo, y le pregunté: "¿Usted es cristiano católico?", y usted me contestó: "Soy cristiano cultural. Filólogo, racionalista, escéptico y agnóstico. Pero muy respetuoso", calificación personal que también publicó en alguno de sus artículos. Después de tanto tiempo, creo que ya es hora de expresarle realmente lo que pienso de usted, pues lo he estado evaluando a través de muchas preguntas que le he enviado vía mail (varias respondidas lacónicamente y otras sin contestar) y mediante los innumerables artículos y respuestas suyas a cientos de personas que buscan su "sabiduría". En todas esa fuentes, usted realmente demuestra que es un “cristiano” cultural, de lo cual yo entiendo que usted, Sr. Piñero, busca al Dios que quiere, en lugar del Dios que es. Su entendimiento y concepción de Dios es superficial, lo que le da la libertad para pensar y hacer lo que usted quiera, sin consideración ni respeto alguno al Creador y a quienes creemos en Él en forma absoluta, sin relativismo como el suyo. Sus convicciones no son espirituales, sino racionales y vacías, sin profundidad, cercanas al ateísmo. El Dios judío-cristiano que usted concibe es relativo, en lugar de un Dios existente y absoluto. Es triste leer sus comentarios tan vacíos, tan fríos, tan llenos de amargura. Hace más de 30 años vengo esperando para decirle que usted es un perfecto ignorante en materia de conocimiento historiográfico de la historia del cristianismo primitivo: en sus artículos y respuestas de los ignorantes que les escriben usted demuestra un tremendo desconocimiento, falta de comprensión de las Escrituras, ignorancia total de la naturaleza de la Biblia y del propósito del ministerio de Jesús; tergiversa los hechos relacionados con la historia de la Iglesia primitiva, con el ministerio de los apóstoles y miente abiertamente, sin mencionar las fuentes. Por ejemplo, usted escribió: “Jesús no fundó de ningún modo una Iglesia como empezó a entenderla ya la comunidad de Mateo hacia el año 90 d. C.”, contradiciendo al propio Jesús que, con autoridad, afirmó: “sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16: 18). ¿Usted tiene más autoridad que el Mesías? ¿Acaso Mateo escribió lo que quiso escribir? Y, ¿de qué comunidad de Mateo hacia el año 90 está hablando usted? No existe eso, o lo inventó usted u otros intelectuales agnósticos-racionales como usted. Debe saber que Mateo escribió el primer libro del Nuevo Testamento, hacia la cuarta década d.C. (No voy a entregar detalles). Realmente usted es un incompetente, porque ¿cómo un racionalista, escéptico y agnóstico (casi ateo) puede tener la capacidad de comprender la Palabra de Dios? ¿Cómo puede usted afirmar que Pablo creó la “muerte vicaria” de Cristo, si el mismo Jesús expresó que Él vino a dar su vida por la expiación del pecado de la humanidad (Juan 3: 16-17) y el apóstol Pedro manifestó antes que Pablo la naturaleza de la muerte de Cristo (Hechos 2: 36-39). Usted razona sin espíritu, sólo con el cerebro, por lo tanto jamás podrá entender las Escrituras en su verdadera dimensión y vivirá siempre sumido en la ignorancia e incompetencia. Usted no tiene autoridad para escribir respecto de un Ser divino como Jesús ni de la institución que Él creó para quienes creen en la naturaleza de Su misión y buscan hacer la voluntad de Su Padre. Usted nos falta el respeto a quienes creemos en la naturaleza divina de Jesucristo y de los libros del Nuevo Testamento. Estoy con plena capacidad cognitiva y documental para refutar cada una de sus afirmaciones contradictorias, falacias, tergiversaciones, incomprensiones, razonamientos y difamaciones hacia Jesús, los apóstoles y demás autores del Nuevo Testamento. ¡Es aberrante lo que usted hace! Lamentablemente no tengo los medios -como usted los tiene- para publicar mis refutaciones contra sus escritos, pero me conformo con decírselo a usted. Además, no tengo tiempo para escribir un trabajo de decenas de páginas para poner al desnudo sus equivocaciones. Usted, Sr. Piñero, es peor que el Sr. Conde Torrens, pues éste no sobredimensiona lo que ha hecho a raíz de su desconocimiento del cristianismo primitivo, pero usted ha estudiado ese cristianismo , su historia y sus sagrados escritos, aunque sus conclusiones son erradas. Por ejemplo, ¿cómo puede relacionar al primitivo cristianismo con la comunidad esenia, cuando las diferencias son abismantes entre ambos movimientos del siglo I d.C. Deseo terminar mi exposición con las mismas palabras de Pablo que transmití a Conde Torrens: “Quiero terminar este trabajo con unas maravillosas palabras del apóstol Pablo, que jamás un par de paganos podrían haber concebido: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció… Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural (como usted, Sr. Piñero) no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª Corintios 2: 6-14). Por eso usted se equivoca tanto, aunque todos le creen. Como yo no le creo debo decírselo, pues soy un cristiano que no calla ante el error y la mentira. Por último, espero no haberle ofendido con la franqueza que me expresado, y si ha sido así, le pido perdón. Yo sólo he defendido la Verdad de Dios ante el error de sus interpretaciones historiográficas sobre Jesús, los apóstoles, la Iglesia primitiva. Ya han sido siglos en que esa Verdad ha estado oculta producto de la intolerancia católico-ortodoxa-protestante. Saludos. Mañana descansaré cristianamente en el santo día del Señor, el Sábado, para ser bendecido: “Si retrajeres del día de Sábado tu pie, de hacer tu voluntad en Mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58: 13-14). “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1ª Corintios 1:19) Si lo desea, no conteste este mail. Ha concluido mi comunicación con usted. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Lunes, 27 de Agosto 2018
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: Paraíso terrenal Pregunta: En Lucas 23,43, ¿qué significan las palabras de Jesús al ladrón (“Y le dijo: en verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”) O, en caso de que se trate de un pasaje redaccional, no tradicional y antiguo, sino compuesto por el evangelista, ¿qué quiso decir el evangelista, teniendo en cuenta la idea que los primeros cristianos tenían del paraíso? RESPUESTA: Este es un pasaje que solo está en Lucas. Ya eso basta para negarle la historicidad por falta de atestiguación múltiple. Además pienso que es con toda seguridad no histórico, es decir, no pertenece a los dichos aceptados por el consenso de los investigadores como auténticamente provenientes del Jesús histórico, pues supone una teología muy avanzada, postpascual, sobre la figura y naturaleza del Jesús; es teología cristiana en suma y no jesuánica. El "hoy" indica, según Lucas o su fuente, que la resurrección / exaltación / elevación de Jesús no se hace a los tres días cuando resucite su cuerpo, sino tras el momento mismo de su muerte. Probablemente esta exaltación, aún sin cuerpo, era la doctrina primitiva judeocristiana. Y supongo que Usted pregunta qué significa estrictamente “paraíso”. Pues también estrictamente hablando no lo sabemos, porque los judíos son muy parcos en las descripciones del cielo. Según el Jesús de la historia estimo que el paraíso del mundo futuro, al menos en una primera fase era muy parecido al paraíso terrenal. Los apocalípticos creen que el final sería como el principio. Luego terminado el tiempo del paraíso del reino de Dios en la tierra, se abriría el paraíso ultramundano. En efecto, se supone que para un escritor tardío como Lucas, de teología paulina en lo básico, el paraíso/reino de Dios es ultramundano y su característica principal es “estar siempre con el Señor”, como dice Pablo –sin precisar más– en 1 Tes 4,17. Y nos imaginamos que es la suma de todas las felicidades que puede tener un ser humano completo, con alma y cuerpo espiritualizado (1 Cor 15,44). En síntesis: con los pocos mimbres que poseemos nos tenemos que imaginar por nuestra cuenta qué es exactamente el paraíso. Y ojo con las ideas de Lucas: hay comentaristas que piensan que, según, Lc 20,24:27 24Les dijo Jesús: –¿No os equivocáis por no conocer las Escrituras ni la fuerza de Dios? 25Pues cuando resuciten los muertos ni se casarán ellos ni ellas serán dadas en matrimonio, sino que serán como ángeles en los cielos. 26Pero sobre los muertos que resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios desde la zarza diciéndole: «Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?» 27No es Dios de muertos sino de vivos; os equivocáis totalmente, La comunidad a la que él pertenecía era “encratita”, es decir, era contratria al matrimonio, y estaba compuesta por algunos que pretendían ya en este mundo vivir sin sexo, como ángeles. En este caso, el paraíso terrenal de Lucas en concreto (que se reproduciría en el paraíso apocalíptico, escatológico, futuro), sería muy consecuente: no habría sexo, porque este viene solo después del pecado de Adán. Antes ni siquiera sabían que estaba desnudos (Gn 3,7). Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Jueves, 23 de Agosto 2018
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
PREGUNTA: Mi consulta: ¿De dónde proviene a idea de morir por los pecados de los hombres para así redimir, salvar a la humanidad? De antemano, muchas gracias. RESPUESTA: Esta idea es paulina y no tiene nada que ver con el Jesús histórico. Creo que esta pregunta está respondida en el libro que vuelvo a citar. He escrito en mi “Guía para entender a Pablo de Tarso”, Trotta, Madrid, 2015, p. 118, lo siguiente: Comentario a 1 Tesalonicenses 5,10: murió por nosotros: “morir por otro” significa morir en favor de otro y en sustitución del otro, para que no muera quien debería morir. Esta fórmula, típicamente griega, no se encuentra en la Biblia, incluidos los deuterocanónicos, pero sí en Pablo, donde es frecuente. Se suele aducir como ejemplo, típico y único, 2 Macabeos 6,28; 7,9.37-38. Pero es erróneo: el texto no dice que el anciano Eleazar y los siete hermanos, que mueren atrozmente durante la persecución antijudía de Antíoco IV Epífanes (168 a.C.), lo hicieran en vez de otros o para que otros judíos no murieran, sino “en pro de las leyes patrias”, “en defensa de las leyes patrias” (griego: hyper tôn nómon, o perì tôn patríon nómon). Lo que Pablo dice es lo que se denomina técnicamente “una muerte vicaria”, es decir, un inocente muere por un culpable de modo que este siga con vida. Pero esta noción de “dar la vida por” no es una invención de Pablo, puesto que es absolutamente normal en el mundo grecorromano (Versnel 2005, 43-55, con múltiples ejemplos). Versnel, H.S, “La muerte de Jesús como acontecimiento de salvación: influencias paganas en la doctrina cristiana”, en E. Muñiz-RESPUESTA Urías (eds.), Del Coliseo al Vaticano. Claves del cristianismo primitivo, Fundación Lara, Sevilla, 2005, 33-56. Y en la p. 123 presento textos en los que Pablo habla de “morir por nosotros, en vez de nosotros”, es decir, muerte vicaria · Cristo nos rescató de la maldición de la Ley haciéndose maldición por nosotros, pues está escrito: Maldito todo el que está colgado de un madero (Dt 21,23) (Gál 3,13). · Porque el amor de Cristo nos constriñe convencido de lo siguiente: que si uno murió por todos, ciertamente todos murieron. 15 Y murió por todos, para que quienes viven no vivan ya para sí mismos, sino para aquel que murió y fue resucitado por ellos. 21: Al que no conoció pecado hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuéramos justicia de Dios en él (2 Cor 5,14-15. 21). · En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo oportuno, Cristo murió por los impíos. 7 En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atreva alguien a morir. 8 Dios presenta sus cartas de recomendación de que nos ama en que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros (Rom 5,6-8). Y en la p. 126 escribo: Pablo apela sin duda a diferentes imágenes para referirse a la muerte de Cristo como expiación, rescate, alianza nueva, perdón de los pecados, morir por otros. Las imágenes del Templo para explicarlas son abundantes en Pablo. Que él entendiera este conjunto como lo hicieron sus sucesores y sobre todo la iglesia posterior, a saber, como un estricto sacrificio de su cuerpo ofrecido a Dios Padre, no queda del todo claro en el pensamiento paulino, y la razón es porque probablemente da por supuesto y conocido este extremo. Pero el número y peso de los textos que mezclan muerte del Mesías con sangre, rescate, alianza nueva y reconciliación, nos lleva a pensar que su idea acerca de esa muerte fue la de un sacrificio en el que la ira de Dios queda eliminada, por lo que este perdona los pecados de la humanidad. Además, la muerte de Cristo, según Pablo, fue “sustitutoria” o “vicaria” para que no fuera condenada a muerte eterna toda la humanidad. En el mundo grecorromano, de donde está tomada la expresión de muerte vicaria, las metáforas de expiación y rescate están ligadas a la concepción sacrificial. Pablo sintió que no hacía falta explicar más, aunque su concepto de expiación fuera más complejo que el del Levítico. El Apóstol está forjando entre metáforas un nuevo sentido a la muerte del Mesías, hecho que para muchos de sus compatriotas judíos era inexplicable. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Martes, 21 de Agosto 2018
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: Cubierta del libro “Reencarnación” de la Editorial Abada, Madrid, 2011. La última parte de la interesante pregunta sobre la reencarnación que he transcrito en tres partes, puesto que era muy amplia, termina preguntándome “Si estoy de acuerdo” con o que el preguntante ha escrito. RESPUESTA: En líneas generales estoy de acuerdo con Usted. Sólo añadiría: si sus oponentes ideológicos son tan acérrimos defensores de la metempsícosis, que lean, por favor, y se atrevan a discutir, el espléndido tratado “Reencarnación. La transmigración de las almas entre Oriente y Occidente”, obra comunal de diversos autores, la mayoría colegas míos del mismo departamento de Filología Griega y otros del Departamento de Hebreo de la Universidad Complutense de Madrid, editada por A. Bernabé – M. Kahle – M. A. Santamaría, por ABADA Editores, Madrid, 2011. Obra excelente, exhaustiva, digna de atención, que he recomendado varias veces (véase los Índices electrónicos de mi Blog: http://mynorte.com/cristoria y http://mynorte.com/cristoria/pyr.html Realizados por mi amigo José García Guillén), que tiene un capítulo expreso sobre la “Doctrina de la transmigración de las almas en el cristianismo primitivo, obra de M. López Salvá y M. Herrero de Jáuregui. Obra, insisto, recomendable en extremo. Copio y resumo: En conclusión, podemos afirmar: a) Que la reflexión de los cristianos sobre la transmigración comienza a tomar auge en el siglo II con el platonismo medio y llega probablemente hasta el siglo VI, cuando se declaró anatema a todo el que defendiera las ideas del Padre de la Iglesia Orígenes que algunos consideraban propicias a admitir la transmigración. b) Que la concepción pagana y cristiana del alma tienen ciertos supuestos comunes, como son la dualidad cuerpo/alma, la pervivencia del alma después de la muerte y la creencia en una vida futura bienaventurada. c) Que la preexistencia del alma ha sido aceptada por buena parte de los primeros teólogos cristianos, sobre todo por los que estaban más familiarizados con la filosofía de Platón, como Orígenes y los gnósticos, lo que queda de manifiesto tanto en los textos de Nag-Hammadi, como en las referencias que ofrece Ireneo de Lyon. Aparece también en Sinesio de Cirene e incluso asoma en Gregorio de Nazianzo. Esta idea estuvo presente hasta que en el II Concilio de Constantinopla, ya en el siglo VI (553), fueron condenados como anatemas aquellos que la defendieran. Otros autores como Tertuliano y Gregorio de Nisa sostuvieron que cuerpo y alma se originan y se desarrollan simultáneamente. d) Que la culpa antecedente del alma antes de haber entrado en cuerpo alguno es otro elemento de la transmigración que comparten cristianismo y paganismo, aunque con diferentes matices: así, la culpa antecedente se debe en el orfismo a la parte titánica (herencia de los Titanes como entidades divinas malvadas) del hombre. Los órficos consideraban las sucesivas reencarnaciones como castigo que purificaba la culpa recibida de los Titanes. e) Que el acceso del alma a otros cuerpos no fue en principio extraño al cristianismo primitivo. San Justino, que vivió a principios del siglo II, habla de ello como de algo asumido y considera que las almas humanas que habitan cuerpos de fieras están como castigo en esa cárcel para purgar sus pecados. Aparece también esta idea en algunos tratados de Nag-Hamadi, como en la Carta a Regino y en el tratado Exposición sobre el alma. También aparece en el tratado denominado Pistis Sofía. Debió de ser defendida por Basílides y Carpócrates. Parece que el autor del Apocalipsis de Pablo también creía que las almas pecadoras ingresaban en otro cuerpo. Estos textos no fueron admitidos por la Iglesia. La Iglesia definió como dogma la resurrección de los muertos en el Concilio de Nicea (325), convocado bajo la égida del Emperador Constantino, y lo codificó en el credo niceno. Precisamente a partir de esa fecha empieza a manejarse el argumento de la resurrección en contra de la transmigración. f) Los Padres cristianos admitieron el fuego como elemento purificador, pero no eterno, sino hasta que el alma quedara purificada y en condiciones de restituir en ella la imagen de Dios. Hasta el IV Concilio de Letrán (1215), presidido por el Papa Inocencio III, quien introdujo la práctica de bulas e indulgencias, no se definió como dogma la eternidad del infierno. g) La ortodoxia cristiana mostró siempre reticencias, aunque asimilara alguno de sus elementos, frente a la doctrina de la transmigración. Justino pone en boca de su interlocutor Trifón que las almas reencarnadas no son conscientes de que han cambiado de cuerpo como castigo y por tanto la reencarnación se revela ineficaz. Orígenes piensa que los que se adhieren a esta doctrina es porque no creen en la parusía y porque no saben que el castigo de los pecados es el fuego y no las sucesivas reencarnaciones. Una de las críticas más generalizadas se dirige a la posibilidad de que un alma humana pudiera reencarnarse en el cuerpo de un animal o incluso en una planta; otra, lo absurdo que sería pensar que de la región celestial el alma cayera a lo más bajo y que, sin embargo, desde lo más bajo se elevara a lo superior. h) Entre los Padres latinos fue Tertuliano quien elaboró la más completa refutación de la reencarnación, mientras que entre los Padres griegos fue Gregorio de Nisa el que hizo una crítica más elaborada de la transmigración, sin dejar de lado las más populares. Muestra los puntos comunes entre transmigración y resurrección para pasar a continuación a refutar la reencarnación y a hacer el elogio de la resurrección. i) Después del II Concilio de Constantinopla (553), donde se declararon anatemas a quienes sostuvieran la preexistencia del alma, tanto esta doctrina como la de la transmigración y reencarnación dejaron de ser objeto de discusión en la iglesia latina y, en consecuencia, también se acallaron las críticas que se les dirigían. En la iglesia bizantina, en cambio, vivieron, más o menos matizadas, en autores de la talla de Máximo el Confesor, Simeón el Nuevo Teólogo o Gregorio Palamás. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Domingo, 19 de Agosto 2018
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Es la última parte de esta cuestión tan interesante. El preguntante me ha ahorrado el trabajo de reunir los textos He aquí, pues, la tercera parte ¿LA FE CRISTIANA CONCILIA BIEN CON LA REENCARNACIÓN? La fe judeocristiana revela al ser humano como un ser único e irrepetible, pero la cristiana en concreto atestigua la resurrección y revela que las personas cuando mueren van al encuentro del Señor; nadie reencarna en otro cuerpo, ni tampoco queda vagando como un espíritu por el mundo (o en otras dimensiones o planetas), según mantienen determinados espiritistas. Para la fe cristiana el ser humano tiene un identidad única en cuerpo y alma, y no hay karma, ya que existe el perdón de Dios Padre que salva. Jesús mismo le dice al ladrón en la cruz: «Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.» (Lc. 23, 39). Es decir, encontramos aquí un ladrón sin karmas y reencarnaciones que sólo por arrepentimiento manifestado de corazón ante el Enviado de Dios llega al cielo definitivo. Creer en el amor infinito de un Dios que salva y perdona, parece no admitir la soledad de estar en manos de una ley fría y universal de causa y efecto. Además para una antropología cristiana, la reencarnación banaliza la muerte, el cuerpo y la propia identidad, siendo solo realidades accidentales. La Biblia pone sus acentos de revelación judeocristiana en algo muy distinto a lo que se entiende como reencarnación: «Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas por toda la eternidad.» (Daniel 12,2-3). «Al llegar a su último suspiro dijo: Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna.» (2 Macabeos 7,9). «Pues de no esperar que los caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos...» (2 Macabeos 12,44). «Las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. A los ojos de los insensatos parecía que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida y su partida de entre nosotros por completa destrucción: pero ellos están en paz.» (Sabiduría, 3,1-3). «Está establecido a los hombres que mueran una sola vez, y luego el juicio...» (Hebreos 9,27) El mismo San Pablo afirma que si Cristo resucitó todos resucitaremos y que la fe cristiana está apoyada en la resurrección de Cristo (cf. 1 Cor 15). Y al leer este capítulo de la Primera Carta a los Corintios, es evidente que nuestra resurrección es como la de Jesucristo, por lo que hay una vida nueva y definitiva, no un paseo por diferentes cuerpos. El Catecismo de la Iglesia católica señala al respecto: «En la muerte, Dios llama al hombre hacia sí. Por eso, el cristiano puede experimentar hacia la muerte un deseo semejante al de San Pablo: "Deseo partir y estar con Cristo" (Fil 1,23).» La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. «Cuando ha tenido fin “el único curso de nuestra vida terrena”, ya no volveremos a otras vidas terrenas. Está establecido a los hombres que mueran una sola vez (Heb 9,27). No hay reencarnación después de la muerte.» (CIC 1011-1013 [CIC = Codex Iuris Canonici o Código de Derecho Canónico]). La Iglesia en líneas generales siempre ha mantenido que a la muerte le sigue inmediatamente el juicio, el encuentro con Dios. «Del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos y que vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado... y que los resucitará en el último día... Creer en la resurrección de los muertos desde sus comienzos es un elemento esencia de la fe cristiana... somos cristianos por creer en ella.» (CIC 989-991) La Iglesia enseña que esta es la única vida terrena decisiva y el destino del hombre se decide irrevocablemente en esta vida. Además, la creencia en la reencarnación parece negar la necesidad de salvación, ya que cada uno se salvaría a sí mismo, en un camino de superación individual de causa-efecto. En cambio en la fe cristiana la doctrina dicta que somos salvados gratuitamente por Dios, que Jesucristo cargó con nuestros pecados y que nos regala su perdón y la vida eterna. Para la fe cristiana queda excluida toda concepción cíclica del mundo, pues el hombre tiene una historia única delante de Dios, porque Dios le ha creado y querido como ser único e irrepetible. La manifestación gloriosa de Jesucristo al final de los tiempos es el punto final de la historia, no hay para esta fe un ciclo interminable de historias. Por lo tanto, yo diría, sin estar seguro al cien por cien, que la reencarnación no es una creencia propiamente judía ni cristiana; incluso, quizás choca con los fundamentos de la doctrina cristiana. Al menos, no parece que la reencarnación tenga nada que ver con el destino que san Agustín, en «La Ciudad de Dios», piensa que le espera al cristiano más allá de la muerte: «Cristo ha muerto una sola vez por nuestros pecados; resucitado de entre los muertos, no muere ya y la muerte no tiene dominio sobre Él. También nosotros después de la resurrección, estaremos siempre con el Señor al que ahora decimos con el salmo: “Tú, Señor, nos guardarás y nos custodiarás desde esta generación eternamente.”». Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Jueves, 16 de Agosto 2018
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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