CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Algún amable lector planteaba recientemente la pregunta de si el homicidio/asesinato (phónos) mencionado en Mc y Lc podría tener algo que ver con el episodio del arresto en el Monte de los Olivos. Respondo a esta cuestión brevemente en lo que sigue.

Alguien escribió alguna vez que si conociéramos la verdadera identidad de Barrabás la historia de Yeshua ben Yosef / Jesús de Nazaret se iluminaría sensiblemente. En realidad, esto podría afirmarse de muchos otros episodios evangélicos. Si conociéramos la identidad de los co-crucificados con Jesús, si supiéramos lo que realmente pasó en el Monte de los Olivos en el momento del arresto, si supiéramos lo que sucedió en el incidente del Templo… entenderíamos bastante bien la historia de Jesús. Ahora no sabemos a ciencia cierta nada de esto, no solo porque la recuperación de la historia es un arduo ejercicio de reconstrucción tentativa e hipotética, sino porque la tradición ha preferido que no tuviéramos una narración verosímil de ninguno de los episodios clave de los últimos días de Jesús, y ha editado selectivamente la memoria: los autores de las narraciones evangélicas o los transmisores de la tradición han preferido callar o editar convenientemente mucha información esencial. El resultado es que esos relatos son de todo punto inverosímiles tal como nos han llegado, de tal modo que solo una mente privada de todo sentido histórico puede tomarse los relatos sobre el arresto de Jesús o el incidente del Templo –sucesos a todas luces claves– como narraciones creíbles.

Solo quien ha percibido el alcance de las incongruencias de los relatos evangélicos de la pasión y se ha hecho consciente de que con ellos no es posible llegar a buen puerto puede iniciar una labor escrutadora que quizás le conduzca a algún sitio. Quien no lo ha hecho –quien sigue citando mucho material evangélico legendario, truncado, o claramente editado, como si fueran informes que corresponden a una historia real– está perdido.

Esto muestra hasta qué punto el trabajo de oscurecimiento (no necesariamente consciente, ni mucho menos) llevado a cabo por los fautores de la tradición evangélica ha sido eficacísimo. En efecto, cualquiera que intente ofrecer una narración alternativa a la de la (incongruente e históricamente increíble) narración evangélica aparezca siempre como una osadísima mente especulativa.

Y, sin embargo, más vale excogitar hipótesis plausibles que puedan explicar los hechos que comulgar con las ruedas de molino que nos ofrecen los evangelistas y sus acólitos hodiernos.

En Mc 15, 7 y Lc 23, 19 se halla la referencia a una revuelta (στάσις) en Jerusalén aproximadamente en la época en la que Jesús llega a la ciudad o poco antes, en la que algunos sediciosos (στασιασταί) habían sido encarcelados tras haber recurrido a asesinato (φόνος). Este es otro (más) de esos pasajes que se refieren a un suceso del que se nos escapan los detalles. Por supuesto, al igual que en el caso de los crucificados con Jesús, los evangelistas quieren creer y hacernos creer que no hay relación alguna con Jesús, pues nada dicen al respecto (en el caso de los crucificados, se han esforzado cuanto han podido para negar explícitamente la relación).

Sin embargo, hay algunas coincidencias que dan que pensar. Hay derramamiento de sangre en la revuelta, y resulta que hay también derramamiento de sangre en el Monte de los Olivos. En el primer caso, la indeterminación no nos permite saber quiénes y cuántas fueron las víctimas; en el segundo, en rigor, tampoco (los relatos evangélicos del arresto de Jesús, con su extraordinario grado de concisión e incongruencia, presentan todos los visos de ser la estilización de un episodio más grave y comprometedor). Hay hombres arrestados en espera de juicio o de condena en Mc 15, y hay hombre(s) arrestado(s) en el Monte de los Olivos. ¿Hay alguna relación entre estos hechos? Robert Eisler (en una obra que, por desgracia, casi nadie lee), Samuel Brandon y otras mentes inquisitivas y sensatas han conjeturado que puede haberla habido. Y es muy probable, dado que en la época de los prefectos no parece haber habido revueltas todos los días. Históricamente es muy probable que haya existido una conexión –ideológica y operativa– entre los protagonistas de esos episodios (si es que no son, como algún estudioso ha conjeturado, relatos diferentes del mismo episodio).

Esto es todo lo que, en mi opinión, puede decirse del asunto. Es muy poco, pero este poco me parece más que el cúmulo de incoherencias, contradicciones e inverosimilitudes que nos ofrecen los relatos evangélicos de la pasión.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Miércoles, 29 de Octubre 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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