CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Vida de Santiago, el hijo de Zebedeo, según sus Hechos Apócrifos
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Identidad de Santiago el de Zebedeo

El historiador Eusebio de Cesarea llamaba ya la atención en el siglo IV sobre el hecho de que había muchos que tenían el nombre de Santiago. Lo hacía en un contexto en el que explicaba cómo “el otro” Santiago era conocido con el sobrenombre de “el Justo” (Eusebio, H.E., II 23,4.). En un pasaje diferente explicaba Eusebio, partiendo de una cita tomada de Clemente de Alejandría, que eran dos los Santiagos: uno el que fuera arrojado desde el pináculo del templo; el otro, el que fue decapitado (Ibid., II 9,2.).

El primero es el “hermano del Señor”; el segundo, el hijo de Zebedeo. El martirio temprano de este último, del que da expreso testimonio el libro canónico de los Hechos de los Apóstoles (Hch 12,2), es la causa de que los datos de su vida y su ministerio sean forzosamente escasos. Al morir en una época tan temprana, no tuvo tiempo ni oportunidad para desarrollar una misión, que dejara un rastro significativo en la historia del cristianismo.

Recordemos con A. Piñero que el Nuevo Testamento da noticia de cinco personajes que llevaban el nombre de Santiago: 1) El protomártir del colegio apostólico Santiago el hijo de Zebedeo.- 2) Santiago el hijo de Alfeo.- 3) Santiago “el hermano del Señor”.- 4) “Santiago el Menor” (el mikrós, el "Pequeño"), hijo de María la de Cleofás (Mc 15,40).- 5) Santiago el padre del apóstol Judas (Mc 16,1; Lc 24,10). Cf. A. Piñero, Guía para entender el Nuevo Testamento, Madrid, 2006, 472. Era fácil que surgieran dudas o confusiones dada la igualdad de los nombres y la relación de todos ellos con el grupo de amigos de Jesús. Eusebio da por supuesto que Santiago el Justo era el hermano del Señor, elegido por los apóstoles para obispo de la sede de Jerusalén.

De los cinco personajes que llevaban el nombre de Santiago en las páginas del Nuevo Testamento, el hijo de Zebedeo es el que presenta una personalidad más definida e indiscutible. Natural de Betsaida, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, pescador de profesión, socio de los hermanos Simón Pedro y Andrés. Son los datos que identifican al que murió a espada (makhaírēi) por orden de Herodes Agripa.

Marcos y Mateo cuentan las circunstancias de su llamada al apostolado. Estaban, en efecto, los hermanos Santiago y Juan remendando las redes con su padre Zebedeo cuando los vio Jesús y los llamó. Ellos dejaron a su padre en la barca con los jornaleros y siguieron a Jesús (Mc 1,19-20 par.). La escena de la llamada aparece en el evangelio de Lucas dentro del contexto de la pesca milagrosa. Después de una noche de trabajo estéril, Pedro y sus socios echaron las redes por recomendación de Jesús con tanto éxito que las redes se rompían por el peso de la pesca (Lc 5,1-11).

Esta escena de la llamada ofrece elementos suficientes para un trazado cumplido de su personalidad social y profesional. Pescador, de familia acomodada, como se deduce del hecho de que su padre fuera propietario de una barca con jornaleros (misthōtoí). Esa elevada situación social podría tener una eventual justificación si el apóstol Juan era “el otro discípulo conocido del pontífice”, que facilitó la entrada a Pedro en el atrio donde Jesús era juzgado (Jn 18,15).

Los dos hermanos Santiago y Juan forman parte de las listas de los Doce en los sinópticos y en los Hechos de los Apóstoles de Lucas. Pero Marcos añade el detalle de que Jesús les impuso el nombre de Boanergés, es decir, “Hijos del Trueno” (Mc 3,17). El apodo hace alusión a algún aspecto de la personalidad de ambos hermanos, posiblemente a su carácter fogoso. En este sentido llama la atención su reacción cuando los samaritanos no quisieron recibir a Jesús y a sus discípulos de paso por su ciudad porque se dirigían a Jerusalén. Santiago y Juan dijeron a Jesús: “Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los destruya?” Su proposición mereció una rotunda reprimenda de parte de Jesús (Lc 9,54-55).

Otro detalle revelador del carácter de los Hijos del Trueno es su pretensión de ocupar los primeros puestos en el reino de Dios (Mc 10,35-45). Jesús les abordó para preguntarles si serían capaces de merecerlo bebiendo el cáliz y recibiendo el bautismo (la pasión) de Jesús. Una escueta palabra fue suficiente: Dynámetha (“podemos”). Las pretensiones de los dos hermanos provocaron las suspicacias de sus condiscípulos y las consiguientes protestas. Pero los dos hermanos se fiaban más de la sinceridad de sus sentimientos que de la realidad objetiva de sus posibilidades.

(Santiago el Mayor en un cuadro de Rembrandt).

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro



Lunes, 13 de Agosto 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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