Notas
Escribe Antonio Piñero
Foto: Tiberio, emperador. Durante su reinado (14-37 d. C.) tuvieron lugar los ministerios de Juan Bautista y de Jesús de Nazaret Como esta postal es larga, pongo primero un enlace de una entrevista hecha por Osvaldo Opazo, de Chile, de Daat Ediciones: https://www.youtube.com/watch? Y aquí va la postal de hoy: En la p. 12 de su obra “Jesus from outer Space” (“Jesús desde el espacio exterior”) argumenta R. Carrier que una prueba de la inexistencia de Jesús de Nazaret es la inexactitud de algunos recuerdos sobre su persona por parte de sus seguidores. Trae a colación para ello una conocido texto de Epifanio de Salamina, en su obra “Panarion” = “La caja de medicinas”, que cita in extenso en su obra científica anterior, de 2014, “On the Historicity of Jesus” (“Sobre la historicidad de Jesús”), en el capítulo 8, donde habla de las pruebas extrabíblicas de la existencia de Jesús. Afirma Carrier que había seguidores de Jesús en la época de Epifanio (siglo IV), la secta de los “nazoreos” que se equivocaban totalmente en la fecha del nacimiento y muerte de Jesús, a saber no situaban el nacimiento de Jesús en el reinado de Herodes el Grande (desde el 37 hasta el 4 a. C.) y su muerte en tiempos de Tiberio / Poncio Pilato como prefecto de Judea en abril del año 30 o 33 (no sabemos) d. C., sino en tiempos del rey de la dinastía macabea Alejandro Janeo que reinó en Israel desde el 103 hasta el 76 a. C. Esos seguidores de Jesús se habían equivocada casi en 100 años cuando hablaban sobre la vida y muerte de Jesús… lo cual –afirma– es una prueba, entre otras, de que la vida de Jesús era una pura fabricación mítico-literaria. Por eso los cristianos de Oriente no sabían situar históricamente a Jesús. Como la cosa es importante voy a citar la traducción del texto griego (que no está en Carrier): Panarion XXIX 3,1. El texto de Epifanio, en traducción no literal y abreviada, dice lo siguiente: “El sacerdocio en la santa iglesia es en realidad el trono de David y la sede real, porque el Señor las unió y dio a su santa iglesia, a saber, tanto la dignidad real como la del sumo sacerdocio, entregándole a ella el trono eterno de David. Porque la línea de sucesión del trono de David se mantuvo hasta el tiempo de Cristo mismo… pero con el advenimiento de Cristo finalizó la línea sucesoria y se detuvo desde el momento en que nació (Jesús el Mesías) en Belén de Judá, en época del rey Alejandro Janeo), que era de raza sacerdotal y real. Así pues desde los días de Alejandro y desde Salina, también llamada Alejandra (se refiere a Salomé Alejandra, la viuda de Janeo que reinó desde 76 al 67 apoyándose en los fariseos), hasta los días del rey Herodes y Augusto el emperador romano”. Pongo en griego, por si alguien puede leerlo, la parte más importante del texto. καὶ [μετ]έστη ἐξότε αὐτὸς γεννᾶται ἐν Βηθλεὲμ τῆς Ἰουδαίας, ἐπὶ Ἀλεξάνδρου τοῦ ἀπὸ γένους ἱερατικοῦ καὶ βασιλικοῦ. ἀφ᾽ οὗ Ἀλεξάνδρου διέπεσεν οὗτος ὁ κλῆρος ἀπὸ χρόνων Σαλίνας, τῆς καὶ Ἀλεξάνδρας καλουμένης, ἐπὶ τοῖς χρόνοις Ἡρῴδου τοῦ βασιλέως καὶ Αὐγούστου τοῦ Ῥωμαίων αὐτοκράτορος· Luego Carrier (en la obra grande anterior, pp. 281-282: “On the Historicity of Jesus. Why we might have reasons for doubt”: “Por qué tenemos razones para dudar”) cita un texto del Talmud de Babilonia que parece aludir a la misma noticia: “Cuando el rey Janeo estaba asesinando a nuestros rabinos, Rabí Jesús hijo de Periah y Rabi Jesús [el Nazareno] escaparon a Alejandría, de Egipto, y cuando se restauró la paz volvieron a Israel” EL Talmud de Babilonia no solo confirma esta noticia, sino que al parecer sus autores judíos no conocieron otra forma de cristianismo. Ello significa que los judíos que habitaban fuera de las fronteras del Imperio romano oriental (donde se compiló y ensambló este Talmud desde los siglos III al V) habían reaccionado ante la presencia de esta cristiandad nazorea. Carrier comenta que los ecos de este pasaje resuenen en el relato de la natividad de Mateo, aplicado en este caso a Jesús y a sus padres y este Jesús, que se identifica explícitamente como 'Jesús el Nazareno', fue condenado por inmoralidad, hechicería y culto ídolos, y finalmente ejecutado porque 'practicó magia y llevó a Israel por mal camino” (texto tomado de Talmud de Babilonia, tratado Sanhedrin 107b; Sotah 47a). La otra recensión del Talmud, compuesta en Jerusalén, en su tratado Hagigah 2,2, aparece parte de esta historia, pero se omite el nombre de Jesús. Carrier sostiene que este borrado del nombre de Jesús era una práctica de borrado usual en los manuscritos del Talmud, es decir, obra de los escribas y no delos autores originarios, y que no significa nada De estos textos deduce Carrier lo siguiente: no podemos usarlos como prueba histórica de la existencia de Jesús ya que lo sitúan erróneamente en un periodo histórico equivocado. O bien el Talmud es una fuente inutilizable, o bien no se refiere al mismo Jesús que nosotros. Y añade la suposición siguiente: “A no ser que sean los evangelios los que han colocado mal a Jesús fabricando una historia de un Jesús real que vivió y murió en la época de Alejandro Janeo y lo han situado cien años más tarde en tiempos de Pilato modernizando la historia”. Y continúa en las pp. 12-13: “Pero los cristianos del Oriente no tuvieron necesidad de hacer (esta modernización) ya que no vivían dentro de los límites del Imperio romano. Es notable que el apóstol Pablo en realidad no dice nada en sus cartas que sitúen a Jesús claramente en el siglo I de nuestra era. Sus cartas pudieron haber sido escritas en realidad cien años antes. Los primero apóstoles, como Pedro y los hermanos Santiago y Juan pudieron haber vivido en la centuria anterior. Es posible que los Evangelio sean una ficción absoluta. O bien es posible que ninguno de estos dos textos (el Talmud / la noticia de Epifanio de Salamina) sea verdadero. Y es posible que los evangelios orientales que situaban a Jesús en la época de Alejandro Janeo (repito 103–76 a.C.) fue un constructo tan igualmente fabricado como los Evangelio occidentales que los sitúan en la época de Poncio Pilato” (pp. 12-13) Y añade “Hay otro problema aquí: el otro Talmud, de fecha algo anterior, el de Jerusalén fue compuesto dentro del Imperio Romano. Pero este Talmud nunca menciona a Jesús de una manera clara. Hay algunas alusiones vaga a los cristianos como herejes, pero no mucho más” (p. 13). A este respecto hago las siguientes observaciones: 1. No conozco a ningún historiador que pretendan utilizar este texto de Epifanio como texto histórico, de modo que dé razón exacta del error de fecha de los judeocristianos ebionitas/nazarenos. De hecho, no se cita este texto, que da cuenta del error de fechas, en ninguno de los libros principales que conozco que tratan de Jesús. En general, los datos concreto de fechas y algunos de conceptos teológicos transmitidos por Epifanio de Salamina, se cuestionan casi siempre. 2 La mayoría de los cristianos corrientes, hoy, en el siglo XXI, si se les pregunta quién era Tiberio, responden que no lo saben. Y mucho menos conocen la época en la que vivió. Y si pregunta por Augusto, dirán: “Ah. Sí César Augusto”. “¿Y cuándo vivió?”. Respuesta: “Ni idea”. Y ¿Ha leído Usted los Evangelios?”. Respuesta: “No. Nunca.”. De esta suprema ignorancia no puede deducirse que Jesús de Nazaret no existió jamás, sino que es un mito literario. 3. En la literatura Clementina, una novela de los siglos III y IV, texto con muchísimo teología, y a menudo muy subida y conceptualmente difícil, se lee que la secta de los saduceos fue fundada en la época de Juan Bautista (¡¡!!): “Cuando ya estaba inminente la aparición de Cristo para suprimir los sacrificios y proporcionar la gracia del bautismo, el Enemigo, sabiendo por lo que había sido predicho que ya llegaba el tiempo, obraba diversos cismas en el pueblo para que, si por casualidad pudiera abolirse el primer pecado, la segunda culpa no se pudiera corregir. 2El primer cisma era el de los que se llamaban saduceos, que empezó ya en tiempos de Juan Bautista. Éstos, como si fueran más justos que los demás, comenzaron a separarse del conjunto del pueblo, a negar la resurrección de los muertos y a probarlo con un argumento propio de su infidelidad, pues decían que no era digno que Dios recibiera culto como por una prometida recompensa. 3El primer autor de esta opinión fue Dositeo, el segundo fue Simón”: Reconocimientos I 54,1-3. Ni uno solo de los datos de este texto es exacto… Y está escrito por alguien que sabe de teología…¡Todo es erróneo! ¿Debo deducir de este pasaje que en la Siria de los siglos III y IV no se tenía ni idea de la historia de Israel y que, por tanto, es muy posible que los saduceos no existieron nunca, sino que son un mito literario? En síntesis: este argumento de R. Carrier sobre la no existencia de Jesús, tomado de la ignorancia de los cristianos delos siglos V o VI, sobre la época en la que vivió Jesús de Nazaret no me parece sólido en absoluto. No prueba, ni me ofrece motivos para dudar. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Jueves, 10 de Diciembre 2020
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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