Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Una pregunta: qué opina sobre el arqueólogo Llogari Pujol? Él afirma que gran parte de la información de los evangelios son escritos egipcios y la figura de Jesús ha sido la historia del dios egipcio Osiris. RESPUESTA: Me han preguntado lo mismo por lo menos cuatro veces en los últimos tiempos. Y como tengo el último libro de Pujol en casa, y le prometí una reseña he respondido lo siguiente: Estimo personalmente mucho a Llogari Pujol, y creo que me cuento entre las personas que le han ayudado a publicar sus tesis, defenderla y aceptar la crítica (en el libro de varios autores editado por mí “Existió Jesús realmente?, Editorial Raíces, Madrid 2009, 350 pp. ISBN 978-84-86115-64-7). Y él me estima a mí igualmente, según creo también. Pero hemos discutido y discutimos muchísimo sobre sus ideas que me parecen, desde el punto de vista de la metodología de la historia, no admisibles y diría que ingenuas, fantasiosas o traídas por los pelos. Así que lo que digo a continuación nada tiene que ver con la persona, sino con sus ideas y en lo que afirmó en la presentación de su último libro, a la que asistí, y en lo está escrito en él: Érase una vez Jesús el egipcio. Las fuentes egipcias del Nuevo Testamento. Setme II, de Ediciones La Tempestad, Barcelona 2015, ISBN: 978-84 7948-130-8, 169 pp. Con ilustraciones, y con resúmenes de las escenas principales en forma de historia gráfica (inglés “comic”) dibujadas por David Ayén. Como he indicado, la tesis general de Llogari Pujol me parece totalmente inverosímil y más que fantasiosa, porque no tiene en cuenta para nada las normas más elementales para el rastreo de parentesco y autoría en el mundo antiguo. He escrito y dicho muchas veces que en el ámbito de las religiones la relación del ser humano con la divinidad tiene muy pocas variantes estructurales disponibles para expresar literariamente es relación. Por tanto, el que aparezcan concomitancias, parecidos, situaciones similares, acciones análogas, etc., no quiere decir que las religiones se copien necesariamente unas a otras, sino que el software humano para expresarlas es semejante. Par que se afirme que una religión influya en otra en un concepto determinado no basta con presentar ciertas similitudes, sino que –desde el punto de vista literario-- sean verdaderamente semejanzas y que se demuestre como verosímil el camino y el modo por el que una religión (o una obra literaria) depende de otra. Además hay que estudiar concienzudamente si existen otras analogías o parecidos mucho más convincentes y probables, y hay que probar que el camino o modo por el cual se produjo la influencia sea más probable. Por último hay que repetir este trabajo de modo que se pruebe que es así en cada caso. Estos requisitos no se dan en el libro de LLogari Pujol. Se presentan concomitancias arbitrarias (que a veces nada o casi nada tienen de parecido) y se afirma sin más que el autor del Nuevo Testamento ha copiado de un texto egipcio, sin considerar otras posibilidades y sin dar más argumentos del plagio que las pretendidas semejanzas. Un par de ejemplos bastarán: Como Si-Osiris –en el cuento Setme II-- se reclina en el pecho de su padre, Setme, “está probado” que el autor del Evangelio de Juan en el capítulo 13 dice que el discípulo amado hace exactamente lo mismo con Jesús, queda absolutamente claro que el autor del Evangelio se inspira, copia y plagia el cuento egipcio Setme II. Y del mismo modo en otras. Otro ejemplo: según Pujol, la anunciación a María (la “llena de gracia” se inspira en el inicio del cuento Setme II. He aquí el texto de Setme II: “Y tuvo un sueño… Y se le habló diciendo “No eres tú Mahitusket, la esposa de Setme, que duerme en vano esperando recibir un remedio a tu esterilidad?... Cuando sea la mañana siguiente, ve al jardín de tu marido, y encontrarás una planta de lechuga… la arrancaráss con sus hojas con las que fabricarás una medicina que será la causa de que desaparzca tu infertilidad. Te acostarás con el líquido afrodisíaco y concebirás de tu marido en es misma noche. Cuando Mahitusket se despertó de su sueño… actuó de acuerdo con lo que se le dijo en el sueño. Ella se acostó al lado de Setme, su marido, y ella concibió de él”. Según Ll. Pujol, el intrépido evangelista Lucas se inspiró (más bien “plagió”) en este cuento y escribió lo siguiente: Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. e8 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. 30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» 34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» 35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. 36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37 porque ninguna cosa es imposible para Dios.» 38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue. Me parece que todo lector sensato se pondrá al menos a discutir se está de acuerdo en que Lucas plagió el texto de Setme. En general, en todo el libro y publicaciones anteriores, el contraste entre los documentos egipcios antiguos —aportados en su lista de fuentes mayores y menores; en su lista de personajes y situaciones y en su lista de concomitancias de pasajes del Nuevo Testamento y del cuento Setme II, y en concreto con los textos evangélicos, demuestra unos contextos absolutamente dispares, con unas figuras o actores totalmente disímiles y unas presuntas semejanzas también «traías por los pelos» en su inmensísima mayoría. La repetición de vocablos aquí y allá entre los diversos textos no prueba nada, a mi modesto entender, porque los personajes, las situaciones, las ideas y concepciones, el ambiente, etc. son absolutamente diversos, dispares y profundamente divergentes. Del mismo modo esta «copia sistemática de documentos egipcios cuya composición se extendió por unos 2.500 años», resulta ser una hipótesis mucho más difícilmente sustentable que la usualmente admitida. En efecto, es inimaginable y también «antieconómica» la suposición de un grupo de sacerdotes, discípulos de Filón de Alejandría (!), del templo egipcio de Saqqara decididos a componer artificialmente un «Nuevo Testamento» —desde la primera carta de Pablo hasta el Apocalipsis pasando por los Evangelios—, como un producto consciente y deliberadamente espurio según la hipótesis, con el decidido propósito de engañar o al menos despistar a los potenciales lectores. Los sacerdotes de Saqqara hubieron de penar en esfuerzos intensos ingeniándose para dar verosimilitud a su escrito falsario, complejísimo, adoptando posturas diferentes —recordemos que en el Nuevo Testamento hay por lo menos diez o doce manos o autores posiblemente distintos con mentalidades a veces contrarias e incluso contradictorias—… ¿Con qué finalidad? ¿Cómo se logró formar así, a base de esos textos falsificados, copiados deliberadamente de originales egipcios de toda época, una comunidad de culto? ¿Cómo lograron expandir su producto fraudulento de modo que hasta el siglo XX no se haya podido demostrar su falsía? Sólo hay una excepción en los Evangelios (y en concreto en un cuento-parábola que presenta solo Lucas en el capítulo 16: el del rico epulón y el pobre L´zaro):. prácticamente todos los comentaristas dicen que se inspira en ese cuento egipcio, que debió de pasar a Israel como narración popular… Pero la consecuencias que de ese cuento-parábola extrae Jesús de Nazaret nada tienen que ver con el cuento egipcio en sí. Y mucho menos se puede afirmar con un tono general – a través de los posibles paralelismos (infinitamente inferiores a los que pueden extraerse de textos del Antiguo Testamento o de la literatura judía del Segundo Templo (del 580 a.C. al 70 d.C.), o de los Apócrifos del Antiguo Testamento, que proceden desde el siglo IV a.C. hasta el siglo I d.C. )—que “Jesús era tan original que nada de lo qu sea judío pertenece l Jesús de la historia” (p. 7) del libro citado arriba). Y otras conclusiones “sorprendentes” que me parecen gratuitas: “Todo lo que piensa y dice Jesús es egipcio; todo lo que hace Jesús es egipcio; y todo lo que él es, nivel óntico, es egipcio”. Y después de muchos “sorprendentes paralelismos” (que se podrían encontrar, si se buscan con el sistema “Llogari Pujol” en las vidas y doctrinas de Buda o en el Corán) se afirma “El Jesús de los evangelios es una construcción literaria; no ha existido”. Por supuesto: tampoco existieron Buda o Mahoma, dirá un lector de Pujol, igualmente intrépido. En síntesis: en mi opinión son hipótesis todas inverosímiles, absolutamente difíciles de probar y desde luego de mucho menor peso que el supuesto general de los métodos histórico—críticos modernos que dan razón suficiente de la existencia histórica del personaje Jesús de Nazaret, de su ambiente judío, de la necesidad de leer el Antiguo Testamento y la literatura judía mencionada para poder situar a Jesús de Nazaret y entenderlo. En todo caso, inspirarse en motivos comunes no es lo mismo que postular que “Un equipo de hombres, sacerdotes del templo de Saqqara, de la antigua Memfis… supieron crear un personaje enigmático… que es Jesús” (p. 9). De paso quiero hacer una observación: He recibido copia electrónica del siguiente libro de David Rabadà Vives: Cristo, mito al desnudo. Del Cristo canónico al Jesús histórico. Editorial Sunya Barcelona 2015. No trae el ISBN la copia enviada. Le he agradecido y le agradezco mucho de nuevo al autor que me lo haya enviado. Lo he leído y estoy también en notable desacuerdo con sus tesis. Solo quiero apuntar aquí (no tiene índices por lo que no puedo garantizar mis datos) que cita 9 veces con total aprobación las tesis de Llogari Pujol (además de las de Freky y Gandi). No hago más comentario. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Lunes, 26 de Octubre 2015
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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