CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Tercera objeción: se está empleando un método caduco.  Los evangelistas se corrigen unos a otros. Jesús y la resistencia antirromana (LVI)
Escribe Antonio Piñero
 
La tercera objeción general era: “El método empleado está caduco”. Con ello se afirma indirectamente que Bermejo-Piñero son ignorantes, o bien que voluntariamente están empleando un método impropio por inconfesables deseos partidistas o sesgados. Argumentamos:
 
Para responder a esta tercera objeción a la construcción e interpretación de los patrones de recurrencia, a saber que el método de análisis empleado está caduco, estoy haciendo una descripción –creo que objetiva– de los métodos aplicados sobre todo a la interpretación de los textos y a la paciencia y minuciosidad con la que se trabaja. He afirmado que partimos de presupuestos adquiridos como básicos por la filología del Nuevo Testamento desde finales del siglo XVIII:
 
· Los evangelistas no son testigos visuales
 
· Sus obras son producto de una mezcla de historia y de fe en un personaje
 
· Los evangelios están formados por bloques de tradiciones previas ya puestos por escrito
 
· Hay además narraciones sueltas de la  tradición, dichos y hechos de Jesús que circulan oralmente.
 
· Las circunstancias de tiempo y lugar de la mayoría de esos fragmentos de la tradición se perdieron irremisiblemente. Los evangelistas componen por su cuenta y según su cálculo de verosimilitudes las indicaciones de tiempo y lugar.
 
· Hay palabras de Jesús  que no fueron dichas por este; o, al menos, no de la forma en la que se han transmitido. Los “culpables” fueron los profetas cristianos que hablaron en nombre de Jesús. Sus palabras se recogieron sin marca alguna como dichas por el Maestro.
 
· Los evangelistas se corrigen unos a otros sucesivamente. Luego piensan que la obra anterior era imperfeta o incompleta.
 
· Los cambios son muchas veces menudos, pero en otros casos son asombrosos. Hay muchas contradicciones entre los evangelistas. Hay que emplear una crítica sistemática y rigurosa.
 
Pusimos ejemplos ayer de cambios menudos la comparación entre Ejemplo Mt 9,9-13 / Mc 2,23-17 / Lc 5,27-32. Y hoy continuamos con otras similitudes y discrepancias, y obtenemos algunas conclusiones. Las discrepancias pequeñas entre Marcos y Lucas son las siguientes:
 
 
Mc 2,13 con Lc 5,27ª: discrepan en “de nuevo / después”. ´todo lo demás alta en Lc, pero véase v. 29
 
 
Mc 2,14ª con Lc 5,27: discrepan en “distinto modo de decir ‘vio’ + publicano + de nombre”
 
 
Mc 2,15 con Lc 5, 29 discrepan en cuatro cosas: obsérvese que  Lucas acepta  “Leví” (Mateo los llama “Mateo”; el error en el nombre y lo poco que se sabe de uno y otro indican que la tradición ha olvidado muchísimo de los doce apóstoles).
 
 
Mc 2,16 con Lc 5, 30 discrepan en: “murmuraban…  escribas…  con publicanos y pecadores” y algunas pequeñas cosas más.
 
 
Mc 2,17a con Lc 5, 31 discrepan en cuatro pequeñas cosas.
 
 
Mc 2,17b con Lc 5, 32 discrepan en:  “no llamar a justos sino a pecadores”  y se añade  “a penitencia”
 
 
Conclusión: Lucas parece ser una clara reestructuración de Marcos. Lucas es, pues,  posterior a Marcos. Es evidente que para Lucas el texto de Marcos que tiene ante sus ojos no tiene carácter sagrado alguno, porque lo manipula como bien le parece.
 
 
Otras discrepancias más sólidas:
 
 
Respecto a Mc 2,14a:            
 
 
Lucas  caracteriza a Leví expresamente como publicano, en parte porque Lucas  se fija en cómo Jesús se porta bien los pecadores y en concreto con los publicanos (Lc 3,12; 7,29; 15,1; 18,1ss). Pero sobre todo porque Lucas  presenta a Leví no como el conocido hijo de Alfeo, sino como el publicano de nombre Leví. Y entonces este publicano no tiene sitio en el catálogo de los Doce de Lucas  y pone en su lugar a un tal Santiago, hijo de Alfeo (Lc 6,14-16). Es típico de Lucas  el añadir “llamado” (unas 18 veces en su evangelio, sobre todo en el cap. 1). Uno se admira de lo débil que es la tradición respecto a los Doce.
 
 
Respecto a Mc 2,15:
 
 
Lucas  precisa que es Leví, no Jesús como podría entenderse sintácticamente, el que da el banquete (a pesar de “haber dejado todo”). Mc 2,15b es reproducido por Lc 5,29 con libertad, aunque toma la “muchedumbre”/ “gran número” de Mc 2,13 (“toda la gente”).
 
 
Respecto a Mc 2,16 = Lc 5,30:
 
 
Llama la atención la “murmuración” (típico de Lucas, también en 15,2 y 19,7). El sintagma raro de Marcos  “los escribas de los fariseos” es resuelto por Lucas como “los escribas y los fariseos” (ya son dos grupos; no uno solo) y redacta la frase en un mejor griego.
 
 
Respecto a Mc 2,17b = Lc 5,32: añade el “a la conversión”.
 
 
Motivos de Lucas para esos cambios:
 
 
1. Mejora estilística de Marcos
           
 
2. Realiza uniones propias. En líneas generales lo que en Marcos parecen anécdotas más desligadas en Lucas van más entrelazadas, lo que se observa bien no en castellano, sino viendo el texto de Lucas en griego seguido.
 
           
            3. Motivos teológicos:
 
 
A. El añadido de “dejar todo” de Lc 5,28 es por el deseo de presentar a un discípulo totalmente consecuente (como en Lc 5,11; 14,33 y 18,22).
 
 
B. En Mc 2,15 parece que es Jesús el que hace el banquete, pero en Lucas Jesús es el invitado (un hombre puro y justo no da banquetes a pecadores aunque puede ir invitado para convertirlos: en cuatro ocasione más: pecadora pública y Zaqueo). El reproche de Lucas va dirigido a los discípulos (al contrario que en Marcos) y deja libre a Jesús de reproche.
           
 
C. La adición “a la conversión” da en Lucas un sentido más apropiado al banquete. El verbo “llamar” tiene en M es sentido de “llamar al banquete mesiánico”, que ya a por supuesta la conversión. En Lucas es l acto previo, la llamada a la penitencia. Con esto se refuerza la idea, contra Marcos, de que Jesús no es el que invita a un banquete, sino a la “penitencia”.
 
 
Síntesis en cuanto a la historicidad de Mc 13-17: se puede considerar como hecho histórico el recuerdo de un discípulo llamado Leví precisamente porque no desempeña papel alguno posteriormente, y es difícil de ver que sea un puro invento. También puede considerarse histórico que Jesús comiese con gente que eran considerados impuros por la mayoría de los fariseos y rechazados como compañeros de mesa. Se discute, sin embargo, si los dos dichos de Jesús del v. 17 (“No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”) son auténticos. Tiene muchas posibilidades el primero, 17a.
 
 
Luego seguiremos con temas más serios como son las divergencias profundas en temas y las contradicciones entre los evangelistas.
 
Como se ve, este método de análisis es la base de todo el discernimiento filológico que se practica al tratar los 36 elementos que componen el patrón de recurrencia “Jesús y la resistencia antirromana”. Veo difícil que pueda llamarse un método caduco, sobre todo cuando al final de tanto discurrir se dejan aparte los elementos dudosos del patrón, y se concentra uno en los que quedan…, más de 20 elementos sólidos de los que no puede uno desembarazarse. Hay que darles una explicación, y tan puntillosa como se ha visto que se tratan los textos. Nada de fantasías, sino  reflexión y reflexión sobre una base textual. Y todo sobre el  texto griego. Añádase el conocimiento de todo (o casi todo) lo que se ha conservado sobre el Israel del siglo I.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.ciudadanojesus.com
 


Sábado, 11 de Marzo 2017


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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