Notas
Escribe Antonio Piñero
Para responder a esta tercera objeción –que es muy seria y debe tomarse igualmente en serio– debo aclarar en primer lugar qué entiendo por “método”. Emplearé algún tiempo en exponer qué método uso al analizar los textos de los Evangelios y se podrá comprobar si está caduco, o no; si es insano, o no; y si es estúpido o razonable. Utilizo ante todo material mío, sin citar, pero también algo de Fernando Bermejo, citándolo. Aclaro en primer lugar que la recogida de hechos, dichos de Jesús e indicios en torno a cualquier tema es absolutamente inocua y casi mecánica en sí misma en cualquier tema. Puedo hacer un patrón de recurrencia tanto sobre “Jesús pacifista” como sobre “Jesús, manso y humilde de corazón” o bien “Jesús como hijo de Dios”, “Jesús como profeta”, Jesús revolucionario social” o Jesús como sanador”, etc. Una vez recogidos los hechos, dichos o indicios pertinentes se debe hacer una primera valoración sobre la calidad de los elementos. Se aplican entonces los criterios de historicidad usuales y se dictamina el grado de probabilidad. Los criterios e aplican férreamente; y se está de acuerdo que algunos dichos y hechos son admitidos como más o menos ciertos por el perfil medio de la investigación; pero otros son más dudosos; estos no se rechazan, sin embargo, aunque no pueda probarse su autenticidad, porque son coherentes con el resto del “patrón”. Y con una salvedad: el investigador no parte absolutamente de cero, ya que es hijo de la investigación precedente. Hay hechos u observaciones sobre el carácter de nuestras fuentes a la hora de reconstruir al Jesús histórico que no pueden negarse razonablemente. Por ejemplo: el comentario de Günther Bornkamm en su obra Jesús de Nazaret (51996, Sígueme, Salamanca): «No poseemos ni una sola “sentencia” ni un solo relato sobre Jesús –aunque sean indiscutiblemente auténticos—, que no contenga al mismo tiempo la confesión de fe de la comunidad creyente, o que al menos no la implique. Esto hace difícil… la búsqueda de los hechos brutos de la historia» (p. 15). En segundo lugar: parece evidente también que no se puede considerar a los evangelistas testigos visuales de los hechos. Los evangelios está compuestos por autores de segunda o tercera generación respecto a los compañero íntimos de Jesús, los denominados apóstoles. La razón es porque incluso Marcos, el primer evangelista emplea fuentes escritas. Así, es admitido comúnmente que Marcos utilizó A. Un ciclo de milagros que presentaba a Jesús lleno de poder y en contacto especial con Dios = 1,21-34 y los capítulos 5 y 7. B. Un ciclo de «diálogos polémicos» con sus adversarios dialécticos, en especial los escribas y fariseos = 2,1-3,6. C. Una colección de parábolas = capítulo 4 (en especial tres parábolas sobre la siembra). D. Un discurso apocalíptico de Jesús = capítulo 13. E. Una breve narración sobre la «Última Cena» y la Eucaristía = 10,42-45, tradición que probablemente proceda en parte de Pablo: 1 Cor 11,23-26. F. Una historia de la pasión, ya suficientemente organizada = 14,13-16,8. Y respecto a Mateo y Lucas sabemos que relativa certeza que utilizaron tanto el Evangelio de Marcos como una Fuente escrita anterior y común a ellos, denominada “Fuente Q”. En tercer lugar, sabemos con casi toda certeza por los estudios realizados desde Karl Ludwig Schmidt que un detenido análisis de los datos topográficos y cronológicos extraídos de Marcos y de los otros sinópticos descubre más allá de las dos fuentes de Mateo y Lucas (Marcos y La Fuente de los Dichos) había narraciones sueltas, transmitidas oralmente, que los evangelistas unieron en un «marco» por motivos pragmáticos o de contenido sin un exacto conocimiento de cuál fue su contexto histórico originario. Es claro que la tradición más antigua acerca de Jesús estaba formada por perícopas o relatos sueltos, sin conexión entre sí. Se concluye que el marco geográfico e histórico de las historias originales se perdió, pero se fue reconstruyendo o formando artificialmente después: en los evangelios canónicos este marco es claramente artificioso; es obra de los redactores o evangelistas. Cuarto: se sabe también con casi toda certeza que diversas palabras de los profetas cristianos primitivos, pronunciadas en nombre de Jesús resucitado que los inspira, se introducen dentro de la tradición del Jesús terreno sin ninguna marca distintiva especial, con lo que se confunden con éstas. El trasfondo explicativo de este proceso es: Jesús vive en la comunidad; los profetas inspirados participan de su mismo espíritu. Lo que diga un profeta inspirado es lo mismo que si lo dijera Jesús. El resultado actual del proceso complejo de formación a partir de materiales previos, de tradición oral o escrita, son nuestras fuentes canónicas (evangelios, principalmente, y otros textos). Los evangelios en concreto son el fruto de un largo proceso de tradición y redacción, junto con una historización posterior, es decir, la ordenación del material en forma de biografía de Jesús es un estadio muy tardío de la tradición. Quinto: al tener la suerte de tener cuatro evangelios y poderlos comparar minuciosamente entre sí, llegamos a la conclusión de que se corrigen unos a otros y que varían el tenor de sus fuentes inmediatas conformes a sus intereses. Con otras palabras que no son transmisores inocuos, sino interesados. Pongamos un ejemplo de análisis (he puesto lo más evidente y fácil eliminado tecnicismos excesivos: Ejemplo Mt 9,9-13 / Mc 2,23-17 / Lc 5,27-32 Empezamos comparando Mateo con Marcos COINCIDENCIAS Mt 9,9 / Mc 2,13-14 · Variantes textuales de importancia en los manuscritos de cada evangelista no hay en verdad · Hay grandes semejanzas en cuanto a la perícopa en sí. · No hay semejanza en Mc 2,13. Pero ya se sabe que los empalmes y las localizaciones temporales y geográficas son añadidos de cada evangelista). Curiosamente el texto más breve es normalmente el original. Pero en la relación Mc y Mt / y Lc a veces pasa al revés: los otros dos abrevian para dejar espacio en un rollo al material que tienen además del de Mc, por ejemplo, de la Fuente Q. · Bastan las coincidencias para concluir que los dos tienen delante una tradición común (y el prioritario es Marcos: es más fácil explicar así las coincidencias / divergencias que al revés: y Mt y Lc sólo coinciden en el orden de los acontecimientos que cuentan si a su vez coinciden con Marcos. Así se explica por ejemplo, que no coincidan en nada en Evangelios de la infancia · Pero se duda: por qué Mateo llama al discípulo “Mateo” y Marcos lo llama “Leví”? La solución podría ser que aunque Mateo dependa de Marcos sin embargo, tiene piezas delante de sus ojos de otra tradición (¡vaya tradición sobre los Doce que no se ponen de acuerdo ni siquiera en los nombres; y nada sabemos de la mayoría de los Doce). Sin embargo, mantenemos la dependencia literaria de Mt respecto a Marcos porque el orden de las piezas de la tradición es el mismo. Mt 9,10 /Mc 2,15 · Tanto Mt como Mc dejan en el aire la concreción respecto a la casa y respecto al anfitrión. Si coinciden en el uso de oikía y no de oikos. Y Mc precisa que es la casa de él (Mt abrevia demasiado) · Coinciden en poner juntos telones y pecadores y en el resto del v. Pero Mateo añade un semitismo “Y he aquí”. Mt 9,11/ Mc 2,16 Coinciden en “Y le dice”. Lc va por su lado. Mt 9,12 / Mc 2,17 Perfecta coincidencia. La manera de decir “sanos” hoy ischýontes e muy rara en el Nuevo Testamento. Lc pone “los que están sanos” hoy hugiaínontes” DISCREPANCIAS · Falta Mc 2,13 · Mt 9,9/Mc 2,14: en el texto griego hay 5 discrepancias leves… menos el nombre de Leví · Mt 9,10/Mc 2,15: tres pequeñas discrepancias · Mt 9,11 / Mc 2,16: 4 pequeñas discrepancias · Mt 9,12 / Mc 2,17ª: 2 pequeñas discrepancias · Mt 9,13 falta en Mc Pregunta previa ¿Permiten las discrepancias reconocer quién es que presta y quién recibe? Quién es el prestamista / quién es el prestatario. La respuesta es sí, con alta probabilidad de certeza. I. Análisis más pormenorizado de la comparación entre Mateo y Marcos Mt 9,9 / Mc 2,(13)14 Teniendo el texto griego delante se ve que Mt hace tres ampliaciones · Jesús · allí, que le sirve de enlace de esta perícopa con la precedente: curación del paralítico. Además Mt utiliza este “allí” en muchos sitios en los que Mc no lo usa, por ejemplo, 4,21 y 9,27, etc. · Cambio de Leví en Mateo. No es fácil encontrar la causa por qué Mc cambió el nombre; sin embargo, sí es fácil encontrarla en Mt: porque en su catálogo de nombres de los Doce aparecía Mateo en 10,3. Además a Mt le gusta añadir “un hombre” y “llamado” porque lo hace en otros lugares (9,27/ 2,23). Mt 9,10 /Mc 2,15 ·Si se tuviera el texto griego delante se vería que es mejor griego estilísticamente Mt que el de Mc. · Y añade el semitismo “Y he aquí”. · Mt omite Mc 2,15b porque es una frase no clara, ya que parece interrumpir el contrase del relato. Mt 9,11/ Mc 2,16 · Mt suprime: “y los escribas de” · Mt suprime: “Que comían con los pecadores y publicanos, “porque lo que le interesa es la pregunta de los fariseos” · Mt precisa “vuestro maestro”. Mt 9,12 / Mc 2,17ª · Mateo evita el estilo paratáctico de Marcos (texto griego) · Mateo sustituye el “y dice” de Mc por “y dijo” (lo hace muchas veces: listas en los comentarios) · El resto de pequeñas variaciones no tiene importancia. Mt 9,13 / Mc 17b · La cita de Mt que se repite en 12,7 es an ambos casos una añadidura ya que interrumpe el hilo del discurso de Marcos. Valoración de las variantes de Mt sobre Mc Se confirma en general que la mejor solución es que Marcos es el evangelio del que copia Mateo y no al revés 1. Hay mejoras estilísticas (se ven el texto griego mejor; hay por lo menos cuatro). 2. Hay mejoras impuestas para logra mejor as transiciones (“allí”, de 9,9) 3. Mejoras para logra concisión en 9,10 respecto a Mc 2,155 y 9,11 / Mc 2,16 4. Mejora teológica: cita de Oseas: ya estaba en las Escrituras la misión de Jesús de salvar a los pecadores Seguiremos, ya que hay mucho que responder Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.ciudadanojesus.com
Jueves, 9 de Marzo 2017
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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