Notas1255 / 2-09-2022
Escribe Antonio Piñero
En el libro de S. Guijarro sobre “Los Cuatro Evangelios”, que he comentado repetidas veces en postales anteriores, el tratamiento de la “tradición oral” se encuadra con toda razón como sección segunda dentro de la primera parte su obra. La sección va titulada como “La formación de los Evangelios. La tradición oral” y va desde la página 109hasta la 160. Comentaré a partir de ahora (e intercalando otros temas cuando se tercie) lo que me parezca más interesante de esta sección. Escribe Guijarro, con razón, que “La existencia de la tradición oral se puede deducir de la comparación entre los cuatro evangelios, no solo porque en algunos pasajes las diferencias entre ellos son tan notables que es imposible explicarlas como reelaboraciones de misma fuete escrita, sino también porque en los relatos evangélicos es posible identificar numerosas unidades menores de carácter tradicional” (p.109). Me quedo aquí con dos ideas importantes: · La primera: la constatación de las enormes diferencias entre los evangelios. · Segunda: la identificación de unidades menores que luego fueron incorporadas a los evangelios. Primera: Las grandes diferencias entre los evangelistas y en temas esenciales, como por ejemplo, el lugar de nacimiento de Jesús y la posible fecha, o día de la semana, de su muerte, ponen en guardia respecto a la valoración de los evangelios como fuente que –según algunos– debe entenderse inspirada al pie de la letra (“Inspiración verbal” por el Espíritu Santo o, por un ángel). Esta inspiración verbal suele llevar como añadido la creencia en la inerrancia absoluta de los Evangelios, es decir, que tales textos no se equivocan en nada. No exagero, y por extraño que parezca a la mentalidad crítica moderna, hay gente piadosa que lo defiende. Tal gente piadosa debe considerar que elementos del clero como Guijarro no están de acuerdo con ellos, ni podrían aceptar sus consecuencias. No son ideas de gente anticlerial o por el estilo. Tiene también razón Guijarro en recordar que aun en el siglo II había gente que todavía, al modo platónico, se fiaba tanto del “lógos vivo”, la palabra viva, en concreto sobre Jesús, como del “lógos puesto por escrito”. Y cita el famoso texto de Eusebio en su Historia Eclesiástica (III 39,4), al que suelen acudir algunos para sostener que Papías de Hierápolis estimaba más la tradición oral que la escrita. Esto no es exacto, ni tampoco lo dice Guijarro, sino otros. Cito el texto completo de Eusebio porque no se suele leer con su contexto: “Papías en ningún modo explica que él fuera oyente ni testigo ocular de los santos apóstoles, sino que enseña que acogió los asuntos de la fe de manos de los que lo conocieron; dice como sigue: 3. No dudaré en añadir todo cuanto aprendí muy bien de los ancianos y que recuerdo perfectamente en mis explicaciones, pues sé con toda certidumbre que es verdad. Porque no me contentaba con lo que dicen muchos, como ocurre con la mayoría, sino con los que enseñan la verdad; tampoco con los que repiten mandamientos de otros, sino con los que recuerdan aquellos mandamientos que fueron dados a la fe procedentes del Señor y que tienen su origen en la verdad. 4. Y si alguna vez llegaba alguien que había seguido a los ancianos, yo observaba las palabras de los ancianos, que era lo dicho por Andrés, o Pedro, o Felipe, o Tomás, o Jacobo, o Juan, o Mateo, o por cualquiera de los otros discípulos del Señor, e incluso lo que decían Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor, pues creí que no obtendría el mismo provecho de lo que aprendiera de los libros como lo aprendía por medio de una voz viva y perdurable». (Tomado de http://escrituras.tripod.com/; http://www.ricardocosta.com/textos/eclesias.htm) Segunda: en este caso considero también interesante añadir que esta premisa afecta e interesa sobre todo al Evangelio de Marcos, que es el primero y del que parece que no copia de nadie en concreto. Es importante esta premisa para caer en la cuenta que en muchos casos el evangelista no se “saca de la manga” como puro invento suyo las historias que cuentan (sean luego consideradas históricas o no por los investigadores), sino que se basa en fuentes anteriores, de las que se sirve. Será interesante averiguar cómo explica Guijarro la función que tiene la tradición oral en el proceso concreto de formación de los Evangelios. Lo comentaremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero www.antoniopinero.com NOTA: Echen, por favor, si el tema eles interesa, una ojeada a una revista nueva titulada “De dioses y Hombres. Religiones y Mitología, que trata de una mezcla al menos para mí interesante, que puede atraer la atención de muchos: : https://www.
Viernes, 2 de Septiembre 2022
Comentarios
|
Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
Secciones
Últimos apuntes
Archivo
Tendencias de las Religiones
|
Blog sobre la cristiandad de Tendencias21
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850 |