CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero


Explicamos hoy brevemente el contenido de 1 Cor 5-19. He aquí el texto:


Se apareció a Cefas y luego a los Doce; 6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. 7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. 8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. 9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. 11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.


Como prueba irrefutable de la resurreción de Jesús, Pablo presenta ahora el testimonio de quienes han gozado de una aparición del Resucitado. La tradición evangélica (menos el Evangelio de Marcos -en su final auténtico que acaba en el v. 8- que nada dice de este acontecimiento; el final añadido en el siglo II, vv. 9-11, sí lo afirma igual) da testimonio unánime de que hubo apariciones de Jesús a mujeres. En algún caso incluso, en el Evangelio de Juan capítulo 20, se recoge la tradición de que la primera aparición de Jesús no fue a Pedro, ni a Santiago, sino a María Magdalena.

Los relatos evangélicos de apariciones fueron compuestos bastantes años después de esta Carta primera a los Corintios (Cor A) y tienen un desarrollo literario legendario-tradicional; es decir, deben de ser escenificaciones diversas de un simple dato tradicional: “Jesús se apareció a…”. Con otras palabras tales relatos de los Evangelios “literaturizan” experiencias visionarias de los primeros seguidores de Jesús

Pablo, sin embargo, no habla de estas apariciones a mujeres, sino sólo de las acontecidas a varones. Los comentaristas afirman unánimemente que la razón es jurídica: para un judío el testimonio de una mujer no era válido. Así pues, como el Apóstol excluye el testimonio de las mujeres, no sabemos si la aparición a Pedro fue –según la tradición cristiana primitiva- la primera absolutamente según el orden cronológico, o bien la primera fue efectivamente a una mujer: María de Magdala. Aquí chocan los testimonios de Pablo y Juan, en su evangelio (Jn 20,13-18).

Al autor de este último parece tenerle sin cuidado la tradición jurídica judía de no considerar válidos el testimonio de las féminas. Este hecho debe de ser un reflejo de la importancia de las mujeres en la comunidad que está detrás del relato evangélico del Cuarto Evangelio. Tenemos la impresión, leyendo la literatura cristiana primitiva, que allá donde hay un cristianismo de tono místico, profético o extático (Evangelio de Juan; primeras comunidades paulinas; secta profética cristiana de los seguidores de Montano, en el siglo II + algunas sectas gnósticas como la que está detrás del "Evangelio de María"), encontramos mujeres en los puestos importantes de la Iglesia, y menos o ninguna donde se halla un cristianismo más jurídico, normativo, episcopal.

El que Pablo no acepte el testimonio de las mujeres en ese caso no es prueba de antifeminismo o de lo contrario que estoy sosteniendo como impresión. Se trata aquí de argumentar a los adversarios, quizás sensibles a prejuicios contra el testimonio de mujeres, como en el judaísmo normativo.

Pablo distingue entre los Doce (v. 5) y “todos los apóstoles”. Por ello parece que toma el sustantivo “apóstol” de una manera amplia, no restrictiva: apóstoles serían los más ilustres entre los que predicaban la Palabra por ser también discípulos directos de Jesús, aunque no los íntimos.

Los evangelios no hablan de esta aparición a “todos los apóstoles”, ni de la otorgada a Santiago, el “hermano del Señor”, ni de la regalada a los “quinientos hermanos”. Tampoco de la aparición a Pablo, aunque él siempre lucha en todas sus cartas autotitulándose “apóstol” para que se le reconozca que es tan apóstol como cualquiera de los Doce. Pablo presenta, pues, aquí tradiciones particulares.

El Apóstol se llama a sí mismo “abortivo” (en griego la palabra utilizada, éktroma, puede significar “alguien nacido a destiempo”, así como “monstruo de la naturaleza”). Probablemente Pablo alude a su llamada-vocación tardía al apostolado, que une a su anterior lacra de perseguidor de los fieles cristianos.


1 Cor 15,12-19:

12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? 13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. 15 Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. 18 Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! 20 ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron.


Pablo insiste en el valor de la tradición (v. 12) y en la imposibilidad de que su predicación –que se debe a una revelación directa de Dios (Gál 1)- haya sido vana. Él es un hombre de palabra y no un mentiroso (1 Cor 15,15). Por tanto, si afirma que hay resurrección, es verdad que existe.

Para comprender el argumento de que la resurrección de Jesús es una “primicia”, hay que pensar en cómo esta palabra (en griego aparché) se utilizaba en la Ley y en la liturgia del Templo para expresar la parte selecta de los frutos que debían dedicar a Dios todos los fieles judíos. Entonces: si existe la primicia, es que existe también el resto de la cosecha. Si Jesús es la primicia de los hombres a los que representó en su sacrificio sobre la cruz, y si ha resucitado, también el resto, los que le son fieles por la fe, tendrán parte en su resurrección porque pertenecen “a la misma cosecha”, la humanidad renovada.


Seguiremos en la próxima nota.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, de “Religiondigital”, el tema es:

“Síntesis final del tema ¿Es tendencioso el Evangelio de Marcos?”

Saludos de nuevo.
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CURSO DE PRIMAVERA DE LA UNIVERSIDAD CASTILLA-LA MANCHA

Sede de CUENCA

Curso sobre “ATEOS Y CREYENTES. Argumentos a favor o en contra de la fe”.

Fecha: 11-13 de marzo 2010


PROGRAMA:


Jueves 11 de marzo 2010

17,00-18,45
¿El estudio de la Biblia nos lleva a la fe o al ateísmo?
Xavier Pikaza y Antonio Piñero

19,00-20,45

Las religiones orientales ¿se basan también en la fe?Agustín Paniker y Juan Masiá


Viernes 12 de Marzo 2010

17,00-18,45
¿Qué sería la fe para Jesús de Nazaret?Alexander Zatyrka y José Manuel Martín Portales


19,00-20,45
¿Es necesaria la fe para vivir?
Fernando Bermejo y Abdelmumin Aya


Sábado 13 de marzo 2010

17,00-18,45
Fe cristiana y paganismo. Dos creencias enfrentadasJacinto Choza y Jesús Garay

19,00-20,45
La experiencia mística, ¿culminación o superación de la fe?
Santiago Catalá y Yaratullâ Monturiol

13,45. CLAUSURA


Para más información Vicerrectorado de Extensión Universitaruia

e-mail: extension.universitaria@uclm.es

http://extensionuniversitaria.uclm.es


Lunes, 8 de Febrero 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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