Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Para el cristianismo del siglo I, ¿el bautismo era un mero símbolo de haber creído en Jesús, o tenía alguna otra connotación, como signo de la gracia, sello de entrada en la comunidad, o incluso rito que lava en sí mismo los pecados? ¿En Hechos 16, 33 y en 1 Corintios 1, 16, podría entenderse que las familias bautizadas incluían a los niños, o el bautismo de infantes llegó con posterioridad a la época neotestamentaria? Muchas gracias. Respuesta: En realidad conocemos sobre todo el cristianismo paulino y poco el judeocristiano. A tenor de los primeros discursos de los Hechos, el bautismo “cristiano”, es decir, de los creyentes en Jesús mesías judío, es muy parecido al de Juan Bautista, del que heredan, a saber, es un signo de haber creído en el Mesías, del arrepentimiento del corazón y por tanto de que Dios ha perdonado ya los pecados, aun antes de los sacrificios refrendatorios del perdón en el Templo. Que es un rito probablemente una herencia de Jesús perece apuntarlo Jn 3,22.26). El bautismo en Pablo debe entenderse dentro del marco general de la misteriosofía helénico-paulina. Los Hechos de los apóstoles afirman en 2,41 que algunos que aceptaron la palabra de Pedro se bautizaron, y se agregaron a ellos en aquel día como unas tres mil personas. El bautismo para Pablo entra en esa cadena de la apropiación de los beneficios del evento de la cruz después de haber oído con fe/confianza la proclamación del evangelio. La secuencia de la apropiación de los beneficios de creer en el mesías y su cruz es (véase 1 Tes 1,5-6): escucha de la predicación; aceptación con fe de la proclamación; recepción del Espíritu; bautismo. Así pues, el bautismo era en muchos casos posterior a la recepción del Espíritu (Hch 10,44.47; 11,15-17); pero en ese acto se confirmaba con la recepción de nuevos dones del Espíritu, haciendo del bautizado templo del Espíritu (1 Cor 6,19). El significado del rito es dejar constancia de la eliminación del vínculo con el Pecado, del paso a ser propiedad del Mesías, quien era su señor (1 Cor 12,3) y de la recepción del sello del nuevo propietario, como reconocimiento de ese acto de cambio de propiedad. El bautismo es, pues, “en el nombre de” con el significado de cambio de dueño, y de que la vida anterior no tenía ya valor ni sentido: b[• ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? 14 Doy gracias [a Dios] porque no bauticé a ninguno de vosotros salvo a Crispo y Gayo,15 de modo que nadie diga que habéis sido bautizados en mi nombre (1 Cor 1,13-15). • El que nos conforta con vosotros en Cristo y el que nos ungió, Dios, 22 es el que nos selló y nos da las arras del Espíritu en nuestros corazones (2 Cor 1,21-22). ]b El bautismo hace que el creyente participe de la nueva creación del Mesías que ya ha comenzado, y es ante todo un símbolo de la participación mística del creyente en la peripecia vital del Mesías: sufrimientos, muerte y resurrección: ¿Qué diremos, pues? ¿Permaneceremos en el pecado para que abunde la gracia? ¡De ningún modo! 2 Quienes hemos muerto al pecado ¿cómo seguiremos viviendo en él? 3 ¿Acaso ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? 4 Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, para que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva. 5 Pues si hemos sido injertados con él en una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante (Rom 6,1-5). Es este uno de los pasajes más claros de la comprensión por parte de Pablo del bautismo como participación del creyente en la peripecia de una entidad divina que tiene una peripecia de padecimientos y muere y resucita, típica de los cultos de misterio (con las debidas precisiones en cuanto a los conceptos de muerte y resucitación). Por tanto, el bautismo sirve también como rito de incorporación al cuerpo místico de Cristo: • En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. 28 No hay ya judío ni griego; no hay esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, puesto que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gál 3,27-28). • Pues al igual que el cuerpo es uno aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, que son muchos, no son más que un solo cuerpo, así también el Mesías. 13 Y pues en un único Espíritu hemos sido todos nosotros bautizados para (constituir) un único cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres, y todos hemos bebido de un solo Espíritu (1 Cor 12,12-13). El bautismo es un acto público donde se confiesa en alta voz la fe en el Mesías. El siguiente pasaje no nombra explícitamente el bautismo, pero es casi seguro que se refiere a él: Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10 Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para la salvación (Rom 10, 9-10). Sin embargo, no es concebible dentro de la misteriosofía griega --dado que los gentiles politeístas tenían poca o ninguna conciencia del pecado-- el añadido judío al sentido del bautismo, que sigue aquí los pasos de su Biblia, de Juan Bautista y de Jesús: ese acto es también un símbolo de la purificación y del perdón de los pecados, incluido dentro de la imagen del lavado por medio del agua lustral: b[No quiero, pues, que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube y que todos atravesaron el mar; 2 y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual; 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo [...] 11 Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para nuestra corrección, para quienes ha salido al encuentro el final de los siglos (1 Cor 10,1-4.11). ]b En el acto del bautismo había lugar también para la exhortación moral, destinada a resaltar la fidelidad consecuente, en la vida, de la fe proclamada, como da a entender Rom 6,3 (¿Acaso ignoráis…). En Corinto, al menos, los fieles estaban convencidos de que la recepción del bautismo era como una garantía absoluta, casi mágica, para evitar la condenación eterna y conseguir la inmortalidad. Esta creencia explica la costumbre de que los vivos se bautizaran por segunda vez en sustitución de los creyentes fallecidos, pero aún no bautizados (1 Cor 15,29). Se ha propuesto recientemente (Garroway 2012) que la circuncisión espiritual preconizada y defendida por Pablo para los gentiles es el bautismo. Este rito sustituiría a la circuncisión carnal de los judíos. Pablo lo interpretó así porque de este modo solucionaba un problema centenario del judaísmo: formalmente la admisión de mujeres gentiles en el judaísmo, es decir, su transformación en prosélitas, no podía hacerse por el rito de la circuncisión. Si ese rito era sustituido por el bautismo en el nombre de Cristo quedaba el problema resuelto. La idea es muy sugerente, aunque Garroway mismo admite que no tenemos testimonios directos en las cartas paulinas para defenderla. En realidad pasa igual que con mi propuesta de que la “justificación por la fe” es la circuncisión espiritual, puesto que en ninguna parte Pablo se expresa con claridad. Los textos básicos, Pues nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu de Dios adoramos y nos gloriamos en Cristo Jesús, no confiando en la carne (Flp 3,3) Y el que, siendo físicamente incircunciso, cumple la Ley, te juzgará a ti, que con la letra y la circuncisión eres transgresor de la Ley. 28 Pues no está en lo manifiesto el ser judío, ni es circuncisión (verdadera) la manifiesta, la de la carne, 29 sino que el judío (verdadero) está en lo oculto, y la (verdadera) circuncisión es la del corazón, en espíritu y no en la letra (Rom 2,27-29), pueden ser invocados para defender cualquiera de las dos posturas, aunque el segundo no mencione el bautismo para nada. Igualmente, de los dos pasajes de obras de discípulos de Pablo, Hechos y Colosenses, el primero es una muy buena base para mantener que la recepción del Espíritu es lo primero y el bautismo viene después, mientras que el segundo y el tercero relacionan la circuncisión espiritual directamente con el bautismo. He aquí los textos: Hch 10,44-47: 44 Todavía estaba Pedro hablando de estas cosas cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban su palabra... Entonces dijo Pedro: 47 “¿Puede acaso alguien impedir que reciban el agua del bautismo estos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” 48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Hch 11,2: 15 Cuando comencé a hablar, descendió el Espíritu Santo sobre ellos lo mismo que sobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de la palabra del Señor, que nos decía: «Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo». 17 Por consiguiente, si Dios les ha otorgado el mismo don que a nosotros cuando creímos en el Señor Jesucristo. Col 2,11-13: en él también fuisteis circuncidados con la circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo de vuestro cuerpo mortal, por la circuncisión en Cristo. 12 Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos. 13 Y a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y en vuestra carne incircuncisa, os vivificó juntamente con él y nos perdonó todos nuestros delitos. Manteniéndome, pues, en el terreno de lo hipotético defendería que mi posición tiene también su probabilidad por el siguiente argumento: cuando Pablo habla, directa o indirectamente de la circuncisión espiritual en Gál 3,2-5, menciona la recepción del Espíritu: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley o por la escucha de la fe? 3 ¿Sois tan insensatos como para empezar por el espíritu y concluir ahora por la carne? 4 ¿Habéis padecido en vano tantas cosas? Ciertamente ¡en vano! 5 Así pues: el que os otorga el Espíritu y obra prodigios entre vosotros, ¿lo hace porque observáis las obras de la Ley o por la escucha de la fe? Y como sabemos que no siempre es el bautismo el momento de la recepción del Espíritu, puesto que esta recepción puede ocurrir antes y que, en segundo lugar, que la tradición cristiana habla del bautismo como sello confirmatorio de que ya se pertenece al Mesías al haberlo aceptado como tal por la fe en la proclamación del Apóstol, es decir, se pertenece ya de facto al Mesías, es también posible que para Pablo la circuncisión espiritual fuese unida a la “justificación por la fe” que es un acto de fe. Pero la cuestión sigue abierta. Y por último, para el cristianismo primitivo el bautismo era cosa de adultos. No he investigado cuando comienza históricamente el bautismo para los niños. Pero la evolución hacia hacerlo común para los infantes era muy verosímil por el retraso de la parusía de Jesús. Y segundo: si se circuncidaba a los infantes judíos para participar de los bienes de la Alianza, parecía lógico que --dado el retraso de la parusía y las peripecias de la vida-- se pensara que un niño que muriera muy pronto podría quedar sin los beneficios del evento de Cristo al faltarle el sello de su pertenencia a él. Me imagino que una mentalidad semejante es la que lleva con cierta rapidez al bautismo de los niños. Saludos cordiales Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 4 de Enero 2015
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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