Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: He tenido conocimiento de Ud. y de esta “página” al seguir en Youtube su conferencia sobre Cristianismo y Gnosticismo de, creo, 2014 y me dirijo a Ud en primer lugar porque, creo que sé apreciar su trabajo como historiador del Cristianismo y, por ello, porque \"me he quedado con las ganas\" de hacerme una opinión sobre su propia orientación espiritual. No quiero parecer indiscreto por esto y si lo pareciera, considere que acepto anticipadamente que, sin mas, no me responda este correo. Verá, yo (66 años) después de dar muchos tumbos buscando unas referencias que encajaran con mi experiancia (Tanto de lo que percibo con mis cinco sentidos como de lo que intuyo con mi mente - No con mi razón) he concluido que \"debo ser\" gnóstico. Fundamentalmente porque experimento (No porque crea) que mi contacto con la Realidad Infinita (Así llamo yo a lo que solemos llamar Dios) solo puedo relizarlo sin intermediaros de ningún tipo; He visto que solo lo que yo pueda conocer directamente de Ella me puede serme, mas o menos, suficiente. Incluso, porque no me parece posible que la percepción de la Realidad Infinita de dos cualesquiera seres humanos pueda ser idéntica. Y, una acotación sobre el Gnosticismo posterior al siglo IV-V. Sí hay gnosticismo hoy, probablemente tan abierto como el del siglo I. Carl Gustav Jung (El peculiar psicólogo) es una buena referencia de esto. Y esto es todo, sinceramente agradecido por la difusión de aspectos relevantes del contenido de una vida de trabajo en su conferencia. RESPUESTA: No, no soy gnóstico, que significa “conocedor” (de lo oculto). ¡Qué más quisiera! Me defino siempre como “Filólogo, racionalista, escéptico crítico y agnóstico respetuoso”. A-gnóstico es justamente lo contrario de gnóstico. Admito que tengo pocas certezas, o casi ninguna, en casi todo. Y lo principal, que me han preguntado muchas veces: no puedo probar que Dios exista, y no puedo probar que Dios no exista. Y casi estoy seguro, casi, que ese Dios –el Dios tradicional que me enseñaron en casa y en el colegio– no existe. Así que, sabiendo que no puedo resolver estos problemas, ¿qué puedo hacer? ¿Qué hace una persona sensata que sabe que tiene “en sus manos” un problema irresoluble? Pues lo mejor es no quebrarse la cabeza, “tomar” el problema, ponerlo en un “cajón” y cerrarlo. Pregunta: Mi consulta es simple: existen inmunerables pasajes bíblicos que hablan de la prosperidad para los hijos de Dios, dando a entender que la pobreza no es pecado pero que tampoco es la voluntad de dios que pasemos necesidades. Toda esta linda perspectiva se trunca con el ideal de pobreza que Jesús practicó. Ideal que propone mucho la iglesia Católica. Mi pregunta es si de verdad la visión global de la biblia es la pobreza como ideal para cada persona. RESPUESTA: En líneas generales, la pobreza en todo el conjunto de la Biblia no es ningún objetivo. Sí existe, sin embargo, en el judaísmo bíblico y en el de los Apócrifos del Antiguo Testamento el concepto de pobres de Yahvé, o anawim en hebreo (consulte un buen diccionario bíblico como el de Editorial Clíe, que no significa nunca un amor a la pobreza en sí, sino al desligamiento del alma de ataduras materiales para ligarse totalmente a la Torá, donde se expresa la voluntad de Dios. En el Nuevo Testamento (Mateo 5,3) y en Qumrán (por ejemplo, Regla de la Guerra XIV 7) el pobre de espíritu tiene el mismo significado. Y eso es lo que exige Jesús: apertura de corazón absoluta para oír y poner en práctica con el arrepentimiento el mensaje de Jesús de la inminente llegada del reino de Dios. Por ello Jesús evita grandes aglomeraciones, es decir, ciudades populosas, porque el “espíritu de este siglo”, el amor por las riquezas ahogan la Palabra (parábola del sembrador). Pero en el mundo futuro, simbolizado por el banquete mesiánico, Jesús promete a sus seguidores: “Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, 30 quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna (Marcos 10,29-30). Por tanto en el mundo futuro = reino de Dios habrá enorme cantidad de bienes materiales para los que entren = los declarados justos en el Juicio Final, y no solo espirituales. Pregunta: Le sigo desde hace un tiempo a traves de sus obras y de algunas de las conferencias y charlas que ha ofrecido en tan numerosas ocasiones. Me gustaría que me recomendara alguna obra en español o en ingles de caracter exegético ( de creyentes y no creyentes ) acerca de la autenticidad de las escrituras y también acerca de la resurrección de Jesucristo. Y otra pregunta, ¿ Que opinion le merecia el profesor F.F. Bruce ? ¿ Le parecia un escritor de referencia ? RESPUESTA: El tema la autenticidad de las Escrituras es tan amplio que está tratado en todas partes y creo que en ningún libro serio de exegetas serios que trate de este tema en sí. Hay que hablar de inspiración, canonicidad, recepción hoy día, etc. Busque en Internet a ver si encuentra algún tratado clásico sobre la inspiración de las Sagradas Escrituras en general, típico de los Seminarios de formación de sacerdotes o de Universidades Pontificias. Sobre el tema de la resurrección: el libro más cáustico, desde el punto de vista de un profesor de teología (protestante), es el de Gerd Lüdemann (consulte detalles en Google). F.F. Bruce sí es un autor de referencia. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 10 de Enero 2016
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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