NotasLa semana pasada se celebró que Jesús entraba en Jerusalén saludado por gentes que lucían hojas de palma en sus manos. Esta planta, de gran tradición oriental y, por tanto, bíblica, da pie a acercarse al mundo vegetal y su significado religioso. Hoy escribe Eugenio Gómez Segura. Foto: Lámpara de Shikhin con palma y menorá. Imagen tomada de J. R. Strange and M. Aviam, “Shiḥin Excavation Project: Oil Lamp Production at Ancient Shiḥin”, Strata 35 (2017), p. 92. Pág. 126 https://shikhinexcavationproject.files.wordpress.com/2019/03/shikhin-r130357.jpg?w=427&h=370 Más allá de la indudable dificultad de aceptar que Jesús entrara en Jerusalén como rey entre agitar de hojas de palma en estas fechas precisas de primavera, cuestión que con toda probabilidad es un error grave de nuestras fuentes, la presencia de los elementos vegetales en la escena es de sumo interés: en un acto de claros tintes religiosos alguna importancia tendrá que se enarbolen ramas. La respuesta a esta cuestión puede radicar tanto en el simbolismo atribuido a esta planta como en su uso como manifestación de un sentir religioso. En efecto, como ya es sabido, la entrada de Jesús en Jerusalén hubo de producirse en setiembre por dos razones: nadie en su sano juicio maldice en marzo o abril una higuera por no tener frutos (todo lo más en verano, las brevas), y la única ceremonia que puede asociarse a las palmas en el calendario judío es la de la fiesta de septiembre denominada sukkot. En esta fiesta ligada a la secuencia de actos referidos al año nuevo judío, los fieles de esta religión celebran una peculiar forma de festejar el final del mítico Éxodo de Egipto: Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: El día quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor a Yahveh. El día primero habrá reunión sagrada y no haréis trabajo servil alguno. Durante siete días ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. El día octavo tendréis reunión sagrada y ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. Habrá asamblea solemne. No haréis trabajo servil alguno. (Lv 23, 33-36; trad. Cantera-Iglesias). Es la conocida como tabernáculos, que, así, en español, resulta incongruente. Tabernaculum es el diminutivo latino de taberna, “tienda” (esta última palabra procedente de tender las telas y los cordajes que las sujetan a postes y clavos) para hacer una “tienda de campaña” (recuérdese que las tiendas eran aquellos tenderetes que se improvisaban en las plazas de los pueblos que disponían de sitio para los mercaderes itinerantes). El ritual judío consistiría, por tanto, en construir pequeñas chozas (tabernáculos) a modo de tiendas de campaña para conmemorar los cuarenta años que el mito refiere como duración del Éxodo. Esas cuatro décadas habrían permanecido los judíos durmiendo en campamentos hasta llegar a la tierra prometida. Ahora bien: esas hojas de palma, asociadas a los tenderetes itinerantes y a la llegada a la tierra prometida, parecen simbolizar algo más: una nueva vida en una tierra “que mana leche y miel”, es decir, rica, en la que abunda todo lo necesario para una vida próspera y relajada. Un nuevo paraíso divino en la tierra para el pueblo de Yahvé. De manera que la fiesta del año nuevo, que sigue un poco después a Sukkot, sería el paso lógico tras haber recorrido el desierto. Y como antiguamente se utilizaban elementos vegetales para techar las viviendas y algunos campamentos, las palmas, obviamente la mejor versión a mano por su tamaño y fácil adquisición, serían las más indicadas para llevar a cabo esos campamentos improvisados que cada año se montaban en los alrededores de Jerusalén a propósito de la peregrinación que, en esas fechas, obliga a hacer a la ciudad santa del judaísmo su Ley. Y, más allá del uso para la fiesta, la palma se convirtió en símbolo de otras cosas: según demuestran algunas monedas y ciertas representaciones del templo de Jerusalén, las palmas fueron interpretadas como un saludo a la nueva vida (no sólo al nuevo año) que estaría por llegar cuando el pueblo judío volviera a ser fiel a su dios. Así, en la “Piedra de Magdala” (una pieza que, representando el templo, serviría para colocar los rollos de la Ley mientras se leían y comentaban en la sinagoga de Magdala), https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/3/30/Magdala-587.jpg/798px-Magdala-587.jpg se tallaron brazadas de palmas en las arcadas del templo para indicar la renovación anual y, más importante, de la vida religiosa, la celebración de la llegada del nuevo reino de Yahvé a la tierra antiguamente prometida. E, igualmente, entre las monedas que acuñaron los rebeldes contra Roma en la primera guerra judía, figuran las hojas de palma como símbolo de esa nueva realidad religiosa y terrenal que se esperaba lograr con la insurrección. Y también es esa la razón por la que las palmas aparecen flanqueando el candelabro de siete brazos en lámparas de aceite fabricadas en Shikhin precisamente en los años de la revuelta, lo cual parece muy coherente con su gran simbolismo nacional. Saludos cordiales www.eugeniogomezsegura.es logos@eugeniogomezsegura.es
Lunes, 5 de Abril 2021
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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