Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Seguimos con el tema crucial de la formación de Pablo como fariseo antes de su llamada “conversión”. No ponemos en duda que el Pablo precristiano fuera un fariseo convencido. Ni por un instante abrigamos dudas respecto al pasaje clave de Filipenses 3,4-6: « “Si algún otro cree poder confiar en la carne, más (puedo confiar) yo: circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable.” » Para interpretar este pasaje clave prescindimos metodológicamente de las noticias de los Hechos de los apóstoles 22,3 y 26, 4-5 que transcribimos en nuestra nota del sábado 27/12/2008 ( = 3-06-E) porque precisamente lo que estamos discutiendo es si esas noticias son verdaderas o no por contraposición a Gál 1,22 (“Personalmente no me conocían las Iglesias de Judea que están en Cristo”). Repetimos los textos de los Hechos de los apóstoles para mayor comodidad: Hch 22,3-5: « Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad (Jerusalén, donde está arrestado), instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy. Yo perseguí a muerte a este Camino, encadenando y arrojando a la cárcel a hombres y mujeres, como puede atestiguármelo el Sumo Sacerdote y todo el Consejo de ancianos. De ellos recibí también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados. » Hch 26,4-5: « Todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, desde cuando estuve en el seno de mi nación, en Jerusalén. Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo he vivido como fariseo conforme a la secta más estricta de nuestra religión. » Volvamos, pues, al pasaje de Filipenses. En primer lugar en este texto nada dice Pablo estrictamente a favor ni en contra de que su actividad como fariseo fuera en Tarso de Cilicia, su ciudad natal, o en Jerusalén. La construcción sintáctica del pasaje muestra una doble estructura: A: Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; B: En cuanto a (griego, katá) la Ley, fariseo; en cuanto al (griego, katá) celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a (griego, katá) la justicia de la Ley, intachable. Distingue Pablo, por tanto dos momentos de su vida: · El momento A.: tiene que ser en Tarso, donde nació (él no lo dice expresamente nunca; pero no hay motivos para dudar de este hecho testimoniado en Hch 21,39: “Pablo dijo: «Yo soy un judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad no oscura de Cilicia”) y que en principio no revestiría una importancia mayor. · Del momento B no dice Pablo ninguna situación geográfica expresa, pero por la construcción sintáctica (tres “en cuanto a”, = griego katá, seguidos) indica que se refieren a su época de persecución de la Iglesia. Según los Hch 22,3-5, citado arriba, tiene que ser Jerusalén y, complementariamente, Damasco. Pero este momento “B” no habla de su formación como fariseo, sino de su momento de persecución al cristianismo naciente. Por consiguiene no vale para argumentar que su formación fariesa hubo de ser necesariamente en Jerusale´n El siguiente pasaje que se refiere a este momento relacionado con la persecución es Gálatas 1,13-14: « “Pues ya estáis enterados de mi conducta anterior en el judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, y cómo sobrepasaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres”. » De este pasaje no se puede deducir nada respecto a su período de formación como fariseo, si en Tarso o en Jerusalén. Sólo vemos en ella una confirmación de la noticia “B” de Filipenses 3,4-6. El problema radica en dilucidar si las frases del texto de Filipenses 3 -“hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable”- implican que hubo de formarse como fariseo estrictamente en Jerusalén porque en otros lugares, fuera de Israel, no se podía ser fariseo ni formarse en cuanto a tal, y si “hebreo, hijo de hebreos” sólo se entiende como referencia indirecta a Jerusalén. En mi opinión, empezando por esto último, diría que aquí “hebreo” significa judío y que la frase la puede pronunciar cualquier judío en cualquier lugar del mundo. Imaginemos un judío de Nueva York. Éste puede decir “Soy judío de padres judíos” siendo de Nueva York y sin apuntar ni siquiera ninguna relación con el Israel actual. Hengel añade al testimonio de Filipenses 3,4-5 el de 2 Cor 11,22 y Rom 11,1. Veámoslos: • "¿Que son hebreos? También yo lo soy. ¿Que son israelitas? ¡También yo! ¿Son descendencia de Abrahán? ¡También yo!" (2 Cor 11,22) • “¡También yo soy israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín!” (Rom 11,1). Reunidos los predicados de Pablo tomados de estos dos textos más Flp 3,4-5, se ve que todos ellos son los siguientes: • Circuncidado al octavo día • Hebreo, hijo de hebreos • Israelita • Del linaje de Abrahán • De la tribu de Benjamín Pues bien, de todos estos predicados no se deduce nada, ni a favor ni en contra, de una estancia en Jerusalén para formarse como fariseo por parte de Pablo . Más problemático es lo que hemos afirmado de la formación farisea fuera de Jerusalén y si se podía cumplir la ley de Moisés intachablemente fuera de esa ciudad en la Diáspora. Pero de esto discutiremos en la siguiente nota. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com
Miércoles, 4 de Febrero 2009
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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