CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


Desde el punto de vista del presente Blog, el histórico-crítico, referido sobre todo al cristianismo primitivo, quizá sea el artículo más interesante de la revista BANDUE IV, que hemos comentado la semana pasada el trabajo final, de Julio Trebolle (de quien hemos comentado anteriormente el libro “Imagen y palabra de un silencio” [Trotta 2009]) sobre el mundo del Antiguo Testamento, sobre cómo se generaron sus libros principales tal como puede deducirse de la comparación con su literatura religiosa del mundo entorno.

El trabajo lleva el título siguiente “Códigos y cánones. Literatura legal e historiográfica en el Antiguo Oriente y en la Biblia”.

En primer lugar una visión de conjunto:


Este artículo es muy informativo sobre las corrientes actuales de la investigación acerca de cómo se fue formando la Biblia (AT), en qué fuentes se inspiraron sus escritos principales, como se fue desarrollando esta literatura mezcla de leyes e historias, por qué motivos, etc. Finalmente cuál fue el modo según el cual se fue convirtiendo en literatura sagrada, canónica.

El ensayo parte de una presentación de los actuales estudios sobre estos temas. Comparan ante todo el Pentateuco --más los libros cercanos o emparentados, como Josué, Jueces, 12 Samuel y 12 Reyes—con libros parecidos del Antiguo Oriente (en especial el actual Irak), muy bien conocidos y conservados por las tablillas de arcilla mesopotámicas y por las inscripciones. Lo que se busca es si el estudio de estos documentos pueden aportar luz al conocimiento del origen de la Biblia

Lo más curioso del artículo de Julio Trebolle es la referencia particular, como fuente de comparación, no sólo a los códigos legales que conservamos (el ejemplo más conocido es el Código de Hammurabi o Hammurapi, de aproximadamente el 1750 a.C.), sino a los tratados y juramente de fidelidad entre naciones conservados entre los documentos neoasirios.

Tras repasar las hipótesis de los estudiosos sobre estas posibles influencias, que parecen muy reales tras sopesarlas, propone Trebolle una hipótesis que explica la formación de la historiografía bíblica como una imitación de la historiografía asiria y babilónica. Ésta por medio de listas reales, y de relatos de los pactos con reyes de naciones vecinas, pretendían justificar por qué los reyes eran legítimos y por qué hicieron cosas aparentemente injustas, pero protegidas por los dioses propios, como apoderarse de territorios de los vecinos...

Finalmente, el artículo pone de relieve que para entender bien la formación del canon del Antiguo Testamento hay que tener en cuenta estos orígenes de la legislación bíblica del AT, cómo se une con el corpus de los profetas, y qué datos nuevos ofrecen los descubrimientos de Qumrán y la comparación con la historia cristiana primitiva en cuanto a la formación de escritos sagrados para aclarar por qué los judíos, después de las dos guerras desastrosas contra Roma (la última acaba en el 135 d.C.) culminan tendencias e impulsos anteriores y acaban formando un canon de escritos del AT que forma a partir de entonces la Biblia hebrea, hasta hoy día.

Recalco a continuación algunas ideas importantes de este sintético e iluminador artículo.

Hasta hace bien poco se creía q era una adquisición firma de la ciencia (es decir se pensaba la hipótesis se había transformado ya en dato seguro de la investigación) que estudia la formación del Pentateuco la antigua hipótesis de Hermann Gunkel y sobre todo de Julius Wellhausen, de la existencia de “manos” (es decir, de personajes/escritores anónimos, como el “yahvista”, “elohísta” o “sacerdotal”) que habían compuesto bloques enteros de historia primitiva del pueblo de Israel, inspirándose en relatos de la literatura sumeria y luego asiria y babilónica.

Hoy día se empieza a pensar que al principio no existieron tales bloques de historia narrativa a la que se fueron añadiendo bloques de leyes, y que tal proceso fue el origen del Pentateuco, sino exactamente al revés: al principio fueron colecciones de leyes a las que luego se añadieron bloques de relatos.

Por tanto, en el origen de los libros más importantes del Antiguo Testamento, el Pentateuco. no se hallan historias de patriarcas judíos copiadas o inspiradas en personajes de culturas anteriores –sumerias -- > asirias -- > babilonias, sino pactos y bloques de leyes en torno a pactos, tratados y juramentos de fidelidad entre naciones, de los que se generaron leyes.

Ahora bien, no sólo se constata el influjo en el Antiguo Testamento de literatura de tipo “semita” (los sumerios no lo son; los asirios, sí), sino que se han hecho muchos estudios sobre la influencia de pactos hititas (por tanto indoeuropeos) en la generación de la legislación bíblica.

Tales pactos presentaban una estructura de seis elementos:

• Un preámbulo que recogía los nombres de los reyes pactantes

• Un subsiguiente prólogo histórico que rememoraba las relaciones presentes entre esos reyes y sus pueblos, o las relaciones pasadas.

• Unas estipulaciones específicas. En ellas un rey poderoso, imponía sus leyes sobre el más débil, y le obligaba a pago de tributos, pero a cambio le ofrecía protección, etc.

• Consignación del pacto en tablillas o inscripciones

• Lista de divinidades que eran las protectoras del pacto

• Bendiciones y maldiciones por la guarda o no de las estipulaciones pactadas.

Pues bien, esta es la estructura que encontramos en las leyes bíblicas fundamentales.

Como decíamos, además de estos tratados hititas se dedica hoy especial atención a los tratados internacionales y pactos asirios y neoasirios. Los más antiguos de entre los bien conservados son del siglo XI a.C., y los más recientes del s. VII a.C. Las partes del pacto y sus estipulaciones son muy parecidas, o iguales a las de los hititas, a veces con el añadido de la impresión en la tablilla del sello real --por ejemplo del rey Esaradón (699-643) que exige un juramento de fidelidad a sus vasallos para salvaguardar la sucesión en el torno de su hijo Asurbanípal-- y un colofón con la fecha y autentificaciones para dar fe de la verdad del tratado.

Como afirmamos, esta es la misma estructura de numerosos textos bíblicos de los que -por medio del análisis literario- se cree que fueron el origen de los libros posteriores. Así, la alianza en el Sinaí (Ex 19,24); la alianza de Abrahán con Abimelec (Gn 21,22-34), la renovación de la Alianza en Siquén (Josué 24), etc. Y sobre todo el libro del Deuteronomio entero, que tiene claramente forma de pacto:

1. Prólogo histórico (1-11)
2. Estipulaciones (12-26)
3. Bendiciones y maldiciones +
4. Ratificación ritual (27-28)
5. Epílogo (29-30)
6. Testigos +
7. Lectura pública (27-18 + 31,9-13.26


Se ha llegado a la conclusión de que “el ‘libro de la Ley’ encontrado en el templo de Jerusalén en el reinado de Josías ( 2 Reyes 22-23) era, según piensa ahora la generalidad de los estudiosos, una versión del Deuteronomio anterior a la que nos ha llegado en el Pentateuco […] Seguramente en tiempos de Josías el Templo de Jerusalén guardaba una copia de este tratado… que expresaba de la forma más contundente que el soberano de Israel no era el rey asirio, sino Yahvé…

Por tanto, se ha llegado a una conclusión curiosa: lo que parece el libro más tardío del Pentateuco, el Deuteronomio, fue en realidad el núcleo o germen de la Ley, y no al revés, un resumen de ella,

Seguiremos muy brevemente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Martes, 28 de Junio 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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