CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Escribe Antonio Piñero

Sabemos ya, por lo visto hasta ahora, que el pueblo judío del siglo I admitía sin más por lo general la ascendencia davídica del mesías, que pertenecía al mito general de la teología de la “restauración de Israel”. Este mito suponía los siguientes conceptos: pueblo elegido, Israel; arreglo final por parte de Dios del caos del mundo; lucha de Israel contra la naciones politeístas; victoria de Israel gracias a la ayuda divina (doce legiones de ángeles por ejemplo), y dominio universal de Israel tras la destrucción de las naciones adversas; sojuzgamiento pacífico a Yahvé del resto de las naciones: el monte Sión y su Templo como centro del mundo.

Para el pueblo de Israel la fundamentación de esta teología era la “verdad profética”, sobre todo los profetas del exilio, en especial Isaías y Malaquías. Los evangelistas, a pesar de la concepción virginal –de cuyo trasfondo y origen hablaremos oportunamente– se atienen a esta “verdad” de la restauración de Israel al final de los tiempos, los mesiánicos. Y como creen que Jesús es el mesías de Israel, que ya ha llegado al mundo, buscan las pruebas de su ascendencia davídica.

Esas pruebas son las genealogías evangélicas. Tenemos dos: la de Mateo y la de Lucas. No sabemos si hubo otras. Probablemente sí, pero no se han conservado. Tampoco sabemos si las genealogías que se hallan en estos dos evangelios son de, o fueron compuestas por, los autores mismos, o están tomadas de un material exterior. La de Lucas (situada en el capítulo 3) tiene visos de ser asumida plenamente por Lucas (aunque la base puede que no sea suya y se apoye por tanto en una tradición previa. De la de Mateo, que va al principio del evangelio y que forma como un cuerpo con las tradiciones legendarias del primer capítulo segundo de su Evangelio, se sospecha que sea tradicional. Al estar colocada como inicio del relato cerrado de los comienzos de Jesús quizás no sea procedente estrictamente de la mano de Mateo en cuanto al “material” básico, los nombres, pero por lo que veremos, ha sido muy arreglada por él… o por el autor de estos dos capítulos. De cualquier modo en cuanto se estudian un poco a fondo las dos genealogías se percibe su carácter artificial. Por tanto es difícil que un historiador las tenga en cuenta. No son bases para una historia razonablemente fundada.

Examinemos primero la genealogía de Mateo. Su carácter artificial se percibe sobre todo en 1,17:

“Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones”.

A priori el historiador puede sospechar, sobre todo conociendo otras genealogías de la Biblia que aparecen sobre todo en el Libro Primero de las Crónicas, que esa exactitud de las generaciones no es posible. Hay una selección artificiosa, y se percibe en ello la intención del autor: toda la ascendencia de Jesús está movida desde los inicios de la historia por un designio divino. Como los antiguos eran muy aficionados a la numerología podemos ver en esta división de tres grupos de catorce un caso de “gematría”, es decir, del “método” exegético que consiste en transformar las consonantes hebreas en su valor numérico y jugar con el sentido simbólico de los números obtenidos, ya sea por sí mismos o comparando con otros vocablos. Este sistema de indicar los números por medio de letras era igualmente el usual, como sabemos muy bien, entre los romanos antes de que fuera adoptado el sistema arábigo de signos especiales para los números del 0 al 9.

Téngase en cuenta para entender bien la “gematría” hebra que en la transcripción por escrito de las sentencias de esta lengua las vocales (son muchas más que en español, largas y breves) no se escriben, menos dos, la wau que corresponde a los fonemas /a/ y /o/, largas normalmente, y la yod, que corresponde a los fonemas /i/ y e/, largas o breves. El sistema vocálico completo de la Biblia hebrea, tal como se imprime hoy, solo se trasladó a los manuscritos hacia el siglo VII, y corrió a cargo de unos escribas especializados, denominados “masoretas”. Estos recogían y trasladaban a la escritura la tradición ya fija de la pronunciación de toda la Biblia hebrea tal como se leía desde hacía siglos y siglos en las sinagogas. Lo que importa en la gematría es la raíz de un vocablo (sea sustantivo o verbo), expresada por las consonantes. Esta raíz es trilítera (a veces si hay consonantes dobles, es decir, iguales, lo se que denomina “geminadas”– las dos se abrevian en una; por ejemplo, el verbo rmm, que significa “exaltar”, “levantar” = Mariam; yirmi-yahu = Jeremías: “Dios me exalta o exaltará”, puede aparecer simplemente como rm.

Teniendo en cuenta estas breves explicaciones, el número 14 corresponde al valor en hebreo de las consonantes que componen el nombre de “David”. Da = 4 + Wi = 6 + D = 4. Si se suman estos valores dan, pues 14: /D(a)v(i)d = 14. Probablemente Mateo compuso artificialmente su genealogía en la forma de tres grupos de antepasados en número de catorce precisamente para indicar lo que para él era física y teológicamente Jesús: descendiente de David, el mesías con todo derecho genealógico..

Pero hay una dificultad: si contamos bien en el texto de Mateo (aquí es necesario tener delante el Nuevo Testamento), en el primer bloque de nombres aparecen 14 nombres = hasta v. 1,6, pero sólo 13 generaciones (= treces veces el vocablo “engendró = griego egénnesen; pero 14 nombres). En la segunda sección, que empieza en segunda mitad del 1,6, aparecen 14 generaciones, pero quince nombres (David repetido). Y en la tercera aparecen trece generaciones pero 14 nombres. Es ésta una dificultad aritmética de la genealogía de Mateo que parece irresoluble.

Da la impresión como si a Mateo, en esas secciones, le interesara más el número de nombres ilustres que el de generaciones propiamente tal (que son 13 + 14 + 13 = 40); en realidad, pues, Mateo presenta 4). De todos modos, cuadre o no, el esquema subyacente del evangelista,, pretendido por él expresamente es el de 3 x 14. Algunos estudiosos ven en él el sistema 3 x (7+7), que está compuesto por dos números perfectos (el 3 será finalmente el número de la Trinidad). Otros consideran que el sistema oculto es 6 x 7, también con la presencia del número 7 (es posible, según el Apocalipsis al menos, que el 6 sea la perfección en el universo, abajo, y el 7 la perfección el universo total, que incluye el “arriba”). Es bien sabido que ya desde los babilonios el número 7 tenía un significado importante astronómico, religioso y hasta cierto punto mágico; era un número relacionado con la divinidad. Para los judíos tenía un significado especial asociado con la creación: al séptimo día Dios contempló la perfección de su obra creadora y descansó en ese día. Igualmente Israel guarda el sagrado descanso el día del sábado que es el séptimo día.

Otra posibilidad de interpretar esta serie de 3 x 14 podría ser: “Mateo relacionó quizás las catorce generaciones desde Abrahán hasta David con el período progresivo hasta la luna llena; catorce desde David hasta el exilio con el período de mengua y luna nueva, y 14 hasta Jesús con el nuevo creciente hasta la luna llena de nuevo” (U. Luz, Comentaeio Mateo, Sígueme, Salamanca, 2ª edición de 2001, I 131). Sería, pues, el tránsito de un plenilunio de camino hacia la oscuridad (luna nueva) para terminar en otro plenilunio… Cada lector que escoja.

Otra dificultad es que el cuadro que dibuja esta genealogía mateana no está corroborado por lo que aparece en la Biblia. Así, por ejemplo, cuando se llega al 1,18 “David engendró a Salomón”, que es una genealogía referida a los reyes de Judá, observamos que el autor se ha saltado cuatro reyes, pues en 1,8, “Jorán engendró a Ozías”, habría que leer “Jorán engendró a Acazías; Acazías engendró a Joás; Joás engendró a Amasías; Amasías engendró a Ozías” según las listas que aparecen 1 Crónicas 1,34; 2,1-5; 3,17.19.

En la tercera serie hay dos nombres de reyes conocidos: Salatiel y Zorobabel, pero el resto son desconocidos a partir de la Biblia.

Por último, para no cansar demasiado al lector, en 1,11 se lee “Josías engendró a Jeconías y sus hermanos den el exilio de Babilonia”. Pero en esos momentos babilónicos Josías había muerto hacía 20 años. Por tanto, tenemos un descuido notable del genealogista, lo que invalida la genealogía o bien una remodelación de la sucesión historia de reyes para hacer 14 generaciones artificiales. De cualquier modo aquí importa menos la historia y más la teología. Un historiador no puede utilizar estas listas genealógicas, pues son legendarias.

Habrá una segunda parte, Lucas y Juan

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 2 de Septiembre 2016

Escribe Antonio Piñero

Textos para una historia del pensamiento judío a propósito del mesianismo:

Yahvé me creó (la Sabiduría), primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. 23 Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra […] 27 Cuando asentó los cielos, allí estaba yo…, cuando asentó los cimientos de la tierra, 30 yo estaba allí, como arquitecto… y mis delicias están con los hijos de los hombres (Pr 8,22-31).

• En la asamblea del Altísimo abre su boca... 3 «Yo (la Sabiduría) salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra. 4 Yo levanté mi tienda en las alturas… 7 Entre todas estas cosas buscaba reposo... 8 Entonces me dio orden el creador del universo … y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel" (Eclo 24,2-8).

• La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre, pero no deja sin castigo los labios del blasfemo; que Dios es… observador veraz de su corazón y oye cuanto dice su lengua (Sb 1,6).

• Pues hay en ella (la Sabiduría) un espíritu inteligente, santo, único… bienhechor, amigo del hombre… 25 Es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente… 26 Es un reflejo de la luz eterna… una imagen de su bondad (Sb 7,22-26).

• He aquí que en las nubes del cielo venía un como hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. 14 A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno (Dn 7,13-14).

• Allí vi al que posee el «Principio de días»… y con él vi a otro cuyo rostro es como de apariencia humana, mas lleno de gracia, como uno de los santos ángeles. 2 Pregunté a uno de los santos ángeles… acerca de aquel hijo de hombre, quién era, de dónde venía y por qué iba con el «Principio de días». 3 Me respondió así: Este es ese hijo de hombre, de quien era la justicia y la justicia moraba con él. El revelará todos los tesoros de lo oculto, pues el Señor de los espíritus lo ha elegido, y es aquel cuya suerte es superior a todos eternamente por su rectitud ante el Señor de los espíritus (46,1-3). En ese lugar vi la fuente de justicia: es inagotable y en torno a ella hay muchas fuentes de sabiduría… 2 En aquel momento fue nombrado aquel Hijo del hombre ante el Señor de los espíritus, y su nombre ante el «Principio de días». 3 Antes de que se creara el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su nombre fue evocado ante el Señor de los espíritus. 4 El servirá de báculo a los justos para que en él se apoyen y no caigan; él es la luz de los pueblos, y él será esperanza de los que sufren en sus corazones. 5 Caerán y se prosternarán ante él todos los que moran sobre la tierra y bendecirán, alabarán y cantarán el nombre del Señor de los espíritus. 6 Por esto fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por la eternidad” (1 Henoc 48, 1-6)..

• Y ocurrió después de esto que, estando aún en vida, fue asunta su persona (Henoc) ante ese hijo de hombre y ante el Señor de los espíritus, lejos de los que moran sobre la tierra. 2 Pues ascendió en el carro del Espíritu y salió su persona de entre ellos. 3 Desde aquel día no fui contado (Henoc) entre ellos, y (el Señor) me puso entre dos puntos cardinales, norte y occidente, donde tomaban las medidas los ángeles para medirme el lugar de los elegidos y los justos (1 Henoc 70,1-3)

• Llegó a mí aquel ángel, me saludó y me dijo: Tú eres ese Hijo de hombre que naciste para la justicia; ella ha morado en ti… 15 Y añadió: Él invoca para ti la paz en nombre del siglo venidero, pues de ahí ha salido la paz desde la creación del mundo, y así será contigo por los siglos de los siglos. 16 Todos marcharán por tu camino, no dejándote la justicia nunca… 17 Habrá así largura de días (en la época) de ese Hijo de hombre, y tendrán los justos paz e irán por el camino recto en nombre del Señor de los espíritus eternamente (1 Henoc 71,14-17).


· Vi que se levantaba un viento del mar de manera que agitaba todas sus olas. (Y miré y vi que este viento hacía que una figura como de hombre saliera del corazón del mar). 3 Y vi cómo volaba ese mismo Hombre sobre las nubes del cielo y hacia donde se dirigía su mirada, temblaban todas las cosas que estaban bajo su vista, 4 y hacia donde salía la voz de su boca, se encendían todos los que oían su voz, como se derrite la cera cuando siente el fuego. 5 Y tras esto vi cómo se congregaba una muchedumbre de hombres innumerable de los cuatro vientos de la tierra, para luchar contra el Hombre que había salido del mar…8 Y tras esto vi cómo todos los que se habían congregado contra él temían grandemente, y con todo se atrevían a luchar. 9 Y he aquí que cuando (el Hombre) vio el ímpetu de la muchedumbre que venía hacia él, no levantó su mano, ni tomó la espada ni cualquiera de los instrumentos de guerra; solamente vi 10 cómo hizo salir de su boca como una ola de fuego… 11 que cayó sobre el ímpetu de la muchedumbre que estaba preparada para luchar y los incendió a todos de manera que nada se viese de la muchedumbre innumerable, sino solamente el polvo de la ceniza (y) el olor del humo… 12 Y tras esto, vi al mismo Hombre que bajaba del monte y llamaba hacia sí a otra muchedumbre pacífica. 13 Y venían hacia él rostros de muchos hombres, unos gozosos, otros tristes, unos atados, otros trayendo ofrendas (IV Esdras 13,1-13).

• Dijo R. Yismael : En aquel momento pregunté a Metatrón (Henoc), el ángel, el príncipe de la presencia: ¿Cómo te llamas? 2 Me respondió: Tengo setenta nombres… y todos ellos están basados en el nombre de mi rey, el Santo, bendito sea, pero mi rey me llama «joven» (Libro hebreo de Henoc = 3º Henoc 3,1-2).

• Dijo R. Yismael: Pregunté a Metatrón: ¿Por qué eres llamado con el nombre de tu creador, (por qué) con setenta nombres? Y siendo tú el más grande de todos los príncipes… ¿por qué te llaman «joven» en los altos cielos? 2 Respondió diciéndome: Porque soy Henoc ben Yared. 3 Cuando la generación del diluvio pecó… el Santo, bendito sea, me sacó de entre ellos para que sirviera de testigo contra ellos ante todos los habitantes del mundo… 5 Por esta razón el Santo, bendito sea, me hizo ascender a los altos cielos mientras ellos aún vivían (3º Henoc 4,1-5).

• Dijo R. Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia…: Al principio yo me sentaba sobre un gran trono a la puerta del séptimo palacio y juzgaba a todos los seres celestiales… Repartía yo grandeza, realeza, dignidad, gobierno, honor y alabanza… por la autoridad del Santo, bendito sea. 2 Pero cuando Ajer (un rabino) llegó para contemplar la visión de la Merkabah, fijó sus ojos en mí y temió y tembló a causa mía. Su espíritu estaba asustado… por el terror, horror y pavor que yo inspiraba al verme sentado en un trono como un rey con todos los ángeles servidores en pie junto a mí… y todos los príncipes de los reinos, ceñidos de coronas, rodeándome. 3 Entonces abrió su boca y dijo: «En verdad hay dos poderes divinos en el cielo». 4 Inmediatamente surgió una voz divina desde el cielo, de delante de la Shekinah, diciendo: «Volved, hijos apóstatas (Jr 3,22), excepto Ajer». 5 En ese instante llegó Anafiel, el príncipe… en comisión del Santo, bendito sea, y me dio sesenta golpes con látigos de fuego y me hizo permanecer de pie (3º Henoc 16,1-5).


• Me pareció que en lo alto del monte Sinaí había un gran trono que llegaba hasta los pliegues del cielo, 70 en el que se sentaba un varón de noble linaje con una corona y un gran cetro en su mano izquierda, mientras que con la derecha me hacía señales a mí y yo me puse delante del trono. Me entregó el cetro y me dijo que me 75 sentara en el gran trono. Me entregó la real corona y él se retiró del trono… Y a continuación, lleno de temor me levanté del sueño”. Y su suegro interpreta el sueño así: “Dios te ha enviado esta señal como algo bueno para ti… pues verás lo presente, lo pasado y lo futuro” (Pseudo Ezequiel siglo II a.C.) Moisés. Habla este con su suegro: Exagoge, 68-89.



• Cuando se apagó el griterío, les dije: Guardad silencio, que voy a mostraros mi trono y su gloria esplendorosa, que se halla entre los santos. 3 Mi trono se halla en el reino supraterrestre, y su gloria y su esplendor están a la derecha del Padre de los cielos. Mi trono es eterno; el mundo entero pasará y su gloria perecerá; y los que de él se preocupan le acompañarán en su ruina. Pero mi trono se halla en la tierra santa, y su gloria en el mundo inmutable (Testamento de Job 33,2-3).


• Y ellos son la heredad de Melquisedec, que los hará retornar... Él proclamará para ellos la liberación para librarlos [de la deuda] de todas sus iniquidades… Melquisedec ejecutará la venganza de los juicios de Dios [en ese día, y ellos serán liberados de las manos] de Belial y de las manos de todos los espíritus de su lote]. En su ayuda (vendrán) todos los ‘dioses de la [justicia’ = ángeles; él] es qu[ien prevalecerá ese día sobre] todos los hijos de Dios, y pre[sidirá la asamblea] ésta. Este es el día de [la paz del que] habló [Dios de antiguo por las palabras de Is]aías profeta, que dijo: ‘Qué bellos son sobre los montes los pies del pregonero que anuncia la paz… diciendo a Sión ‘tu Dios [reina’]. Su interpretación: Los montes son los profe[tas...]. Y el pregonero es [el un]gido del Espíritu del que habló Daniel… y el pregonero del] bien que anuncia la salva[ción es aquél del que está escrito que él se lo enviará… ‘para conso[lar a los afligidos’… Melquisedec, que los librará de la mano de Belial (11QMelquisedec col. II, 1 25; versión de F. García Martínez, Textos de Qumrán, Madrid, Trotta, 21993, 186-187).

• Se nos ha enseñado: las siguientes siete cosas fueron creadas antes que el mundo: la Torá, Arrepentimiento, El jardín del Edén (Paraíso), Gehenna (Gehinom), el Trono de gloria, el Templo y el Nombre del mesías” ( bTalmud Nedarim 39 b ; Pesachim 54a).


• [… para] siempre un trono poderoso en el consejo angélico. Ningún rey del pasado se sentó en él, ni tampoco los nobles.[…¿Quién puede compararse][conmigo?] Nadie puede compararse con mi gloria, y nadie ha sido exaltado como yo, y nadie puede acompañarme. Tengo mi asiento […] en los cielos, y nadie […] ¿Quién ha sido estimado más despreciable que yo? Sin embargo, ¿quién se asemeja a mí en gloria? ¿Quién es […] ¿Quién como yo ha soportado [todas] las aflicciones? ¿Quién puede comparárseme en resistir las adversidades? Nadie es como yo, y no hay doctrina comparable [a la] mía. ¿Quién podría contar mi[s palabras]? Y ¿quién podría medir el flujo de mi discurso? ¿Quién puede equipararse conmigo y comparar así (sus juicios) con los míos? […pu]es soy contado entre los ángeles y mi gloria con los hijos del rey… (4Q491 frag. 11, col. Lectura de Israel Knohl).

• El Padre de todas las cosas ha otorgado a su Verbo, que es también su principal mensajero y el más elevado de todos en edad y en rango, la prerrogativa de ocupar una posición limítrofe entre las criaturas y el Creador. Inmortal, intercede suplicante por los afligidos mortales al tiempo que actúa como el embajador de un soberano ante sus súbditos. Se gloría de esa especial prerrogativa que le ha sido concedida y la describe orgullosamente diciendo: “Yo estaba entre el Señor y vosotros” (Dt 5:5), o sea, no soy ni increado como Dios ni creado como vosotros, sino que me encuentro a medio camino entre ambos extremos, como garantía para ambos ( Filón de Alejandría Quis rerum divinarum heres sit, 205-206).

Textos sobre “dos poderes en el cielo”:

• Leemos: “Su trono llameaba” [Dn 7:9], y en otro [tramo del mismo] leemos: “Hasta que fueron puestos tronos y un anciano de días tomó asiento” [Dn 7:9]. Pero no hay ninguna dificultad aquí: uno [de los tronos] era para él y el otro para David. Como nos enseña una baraíta: Uno era para él y el otro para David es lo que R. Aqiba dijo. Rabbi Yose el Galileo le dijo a su vez: ¡Aqiba! ¡¿Cuándo dejarás de profanar la Šechiná?! Habría que decir más bien: Uno [de los tronos] era para su Justicia y el otro para su Misericordia. ¿Aceptó él esta explicación? ¡Venid y oíd! Uno era para su Justicia y el otro para su Misericordia; esas fueron también las palabras de Rabbi Aqiba (Talmud de Babilonia, Hagiga, 14a).

• Nuestros rabinos enseñan que quienes visitaron el Pardés (paraíso) fueron cuatro. ¿Quiénes fueron? Ben Azzai y Ben Zoma, Aher y R. Aqiba… A Aher se refiere el versículo que dice: “No consientas que tu boca te haga culpable” [Eclo 5,5]. ¿Qué significa esto? [Aher] vio que Metatrón tenía permiso para sentarse [a la derecha de Dios] y [para] poner por escrito las buenas obras de Israel. Dijo: ¡Pero se nos ha enseñado que nadie tomará asiento en lo alto y que no habrá allí lugar para la competencia… ni para la fatiga! ¡O es que hay en el cielo, Dios no lo quiera, dos poderes!: Talmud de Babilonia, Hagiga, 15a).

• A quien afirme que hay dos poderes celestes, se le refutará diciéndosele lo que está escrito: “No hay más Dios que Yo” [Dt 32,39] (Sifre al Deuteronomio, 329).

• “Seis cosas precedieron a la creación del mundo. Algunas fueron creadas y otras surgieron en el pensamiento (de Dios) para ser creadas (en su momento): la Ley y el Trono de gloria fueron creadas antes del mundo. Los Patriarcas, Israel, el Templo y el nombre del Mesías (Bereishit Rabba 1, 4).

Flp 2,6-11:

5 Tened entre vosotros los mismos pensamientos que en Cristo Jesús:
6 El cual, existiendo en forma de Dios,
no consideró rapiña
ser igual a Dios.
7 Sino que se anonadó a sí mismo
tomando forma de esclavo,
llegando a ser en semejanza de hombres
y fue hallado en condición de hombre;
8 y se humilló a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte
y muerte de cruz.
9 Por ello Dios lo exaltó
y le concedió graciosamente el nombre
que está sobre todo nombre.
10 Para que en el nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en los cielos, sobre la tierra y en los abismos,
11 y toda lengua confiese que
Señor es Jesús Cristo
para gloria de Dios Padre.

Y con estos textos (y otros más de Pablo que ya he citado) he armado la hipótesis interpettiva que aparece en las dos primeras entregas de esta miniserie “Jesús como “Hijo de David” según Pablo de Tarso”, que van desde los números 659-664, y que han sido publicados por vez primera desde el 25-08-2016 hasta 10-09-2019.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Jueves, 1 de Septiembre 2016
Escribe Antonio Piñero

Sigo con la serie de textos –instrumentos o bases de trabajo para las hipótesis interpretativas– que prometí ayer.

3. El mesías como entidad divina:

• Cuando se convierta al Señor, se levantará el velo. 17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. 18 Pero todos nosotros, que con la faz descubierta reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, transformándonos en esa misma imagen de gloria en gloria: como por el Espíritu del Señor (2 Cor 3,16-18).

• Y que Dios mismo, nuestro Padre y nuestro Señor Jesús haga recto nuestro camino hacia vosotros. 12 Y en cuanto a vosotros, que el Señor os haga abundar y sobreabundar en el amor de unos para con otros, y para con todos, como es nuestro amor para con vosotros, 13 para que se afirmen vuestros corazones irreprochablemente en santidad ante Dios, nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús Mesías, con todos sus santos (1 Tes 3,11-13).

• Pues lo que era imposible a la Ley, en cuanto que estaba debilitada por la carne, Dios, tras enviar a su propio Hijo en semejanza de la carne pecadora y por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que la justicia de la Ley se cumpla en nosotros que caminamos no según la carne, sino según el espíritu (Rom 8,3-4).

• Y por la magnitud de las revelaciones, para que no me engría por ello, me fue dado un aguijón para la carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. 8 Sobre esto tres veces rogué al Señor que se alejara de mí. 9 Pero me dijo: “Te basta mi gracia, pues la fuerza llega a su consumación en la flaqueza” (2 Cor 12,7-9).

• Y así está escrito: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida (1 Cor 15,45).

• Mas ahora hablamos de sabiduría entre los perfectos […] 8 no conocida por ninguno de los príncipes de este mundo, pues si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la Gloria (1 Cor 2,8).

4. Retroproyección de la imagen divina de Jesús como el Resucitado y el Exaltado hacia su vida terrena


• Tened entre vosotros los mismos pensamientos que en Cristo Jesús: 6 El cual, existiendo en forma de Dios, no consideró rapiña ser igual a Dios. 7Sino que se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo, llegando a ser en semejanza de hombres y fue hallado en condición de hombre; 8y se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Flp 2,6-8)


5. El “nombre” del Mesías (esencia, naturaleza, personalidad)

• A los santificados en Cristo Jesús, llamados, santos, con todos los que invocan en todo lugar el nombre de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor 1,2).

• Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 12 No hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, que enriquece a todos los que le invocan. 13 “Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Jl 2,32). 14 Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? (Rom 10,9.12.14; aquí el Señor es Jesús indudablemente por los vv. 9 y 14).

• Por ello Dios lo exaltó y le concedió graciosamente el nombre que está sobre todo nombre. 10 Para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, sobre la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Señor es Jesús Cristo para gloria de Dios Padre (Flp 2,9-11)


Jesús es la Sabiduría divina:

• Nosotros por el contrario predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos y necedad para los gentiles; 24mas para los llamados, tanto judíos como griegos, proclamamos a Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. (1 Cor 1,23).

Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. 30Y de él viene que estéis en Cristo Jesús, el cual se convirtió en sabiduría de Dios para nosotros, justicia, santificación y redención, 31a fin de que, como está escrito: “El que se gloríe, gloríese en el Señor” (1 Cor 1,29-31).

Complemento: dos discípulos, parciales, de Pablo, no tan completos como Marcos, identifican al Jesús viviente y moral con la Sabiduría divina:

• «Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras». (Mt 11,18-19).

“Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos» (Lc 7,34-35).

En estos dos textos complementarios, paulino, se ve cómo el Mesías hace las obras de la Sabiduría divina, o bien es un “hijo” de la Sabiduría divina. De cualquier modo es la encarnación de la Sabiduría divina en la tierra.

Ahora puede comprenderse mucho mejor el complejo texto de Flp 2,6-15 que habla de Jesús como ser humano, pero a la vez como el nuevo Adán, y finalmente, tras su sacrificio de muerte en cruz asumido voluntariamente, cómo su “nombre” (esencia, naturaleza, personalidad) es exaltado sobre cualquier otro “nombre” (esencia, naturaleza, personalidad):

“Tened entre vosotros los mismos pensamientos que en Cristo Jesús: 6El cual, existiendo en forma de Dios, no consideró rapiña ser igual a Dios. 7Sino que se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo…Por ello Dios lo exaltó y le concedió graciosamente el nombre que está sobre todo nombre. 10 Para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, sobre la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Señor es Jesús Cristo para gloria de Dios Padre (Flp 2,5-11).

Seguiremos mañana con textos puramente judíos que nos indicarán la historia interna del judaísmo y que nos aclararán por qué Pablo llegó hasta este punto de concebir sin problemas un mesías humano, un mero ser humano, y posteriormente, una entidad divina sobre la que recae o se encarna el “nombre” preexistente del Mesías.

Esta bajada del “nombre” sobre el mesías humano lo hace divino, igual a la Sabiduría divina, mano derecha de Dios, agente mesiánico, después de su resurrección. Pero esas características divinas que en el tiempo vienen después de la resurrección se reflejaban retrospectivamente antes, en su vida mortal. Y esta concepción no era para Pablo ni para un judío de su época ninguna contradicción. Ni tampoco para sus seguidores inmediatos judeocristianos o “temerosos de Dios” o adeptos de las religiones mistéricas, amigos del esoterismo. Pasado el tiempo, decenas de años, sus discípulos ya constituidos en una iglesia bien asentada en el mundo tratarán de esclarecer completamente su pensamiento del que solo se habían conservado restos, sus cartas.

Pronto terminamos con esta serie de “bases de trabajo” sobre las que elaborar las hipótesis.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Miércoles, 31 de Agosto 2016


Escribe Antonio Piñero

La historia es una “ciencia”, pero no igual en su concepto a las ciencias empíricas, ya que estas tratan de cosas empíricas, que son descritas e investigadas en sus cualidades y características. La historia (antigua) es ciencia en sentido análogo, ya que no puede realizar experimentos de cosas observables y repetibles, pero sí en el sentido de que emplea instrumentos científicos del análisis, comparación, deducción o inferencia, uso de hipótesis explicativas de los datos extraídos del análisis, etc. La historia (antigua) solo trabaja con textos lo más cercanos posible a los hechos que describe, textos a los que examina críticamente, o bien con textos arqueológicos o numismáticos.

Respecto al pensamiento de Pablo sobre la naturaleza del mesías, , como "Hijo de David y a la vez divino, léanse, por favor, el conjunto de textos que presento a continuación. Con una advertencia: considero totalmente errónea metodológicamente la idea de Carlos Gil Albiol de que un punto de partida insoslayable para entender (¿?) a Pablo es admitir que es “su pensamiento de es incoherente y contradictorio”. Esta idea es inasumible. ¿Cómo puede pensarse metodológicamente que un individuo incoherente y contradictorio tuviera tantos discípulos en vida y... después de su muerto? ¿Puede tener alumnos contentos y seguidores un docente universitario, por ejemplo, que hoy dice una cosa y mañana la contraria? A la semana los alumnos y seguidores denunciarían que está loco y lo abandonarían.

Lo importante es leer los textos intentando hacerlo con la mente de un judío y un judeocristiano del siglo I y allá donde haya incoherencias aparentes proponer una hipótesis explicativa que aclare en los posibles los datos disponibles. Así pues, toca reflexionar sobre los textos.

1. Jesús como mero ser humano

• Acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, 4 constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad a partir de su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro (Rom 1,3-4).

• Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, 5 para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación (Gál 4,4-5)


A. No hay más que un Dios. Solo hay un Dios, el Dios de Jesús. Subordinacionismo

• Cómo os convertisteis a Dios desde los ídolos para servir a un Dios vivo y verdadero, 10 y esperar a su Hijo desde los cielos, al que él resucitó de entre los muertos, Jesús, el que nos salva de la cólera venidera (1 Tes 1,9-10).

• Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro y del Señor Jesucristo (1 Cor 1,3).

• Pero para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros (1 Cor 8,6).

• Y cuando hayan sido sometidas a él (el Hijo) todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá al que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo (1 Cor 15,28).

• Para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, sobre la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Señor es Jesús Cristo para gloria de Dios Padre (Flp 2,11).

• Bendito sea el Dios y Padre del señor nuestro Jesús Cristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, 4 el que nos consuela en toda tribulación nuestra para que podamos nosotros consolar a los que están en toda tribulación por el consuelo con el que nosotros mismos somos consolados por Dios (2 Cor 1,3-4).

• El Dios y Padre del Señor Jesús sabe que no miento; ¡Bendito sea por todos los siglos! (2 Cor 11,31).

• Y cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá al que ha sometido a él todas las cosas, para que sea todo en todo (1 Cor 15, 28).


B. Jesús es intercesor celestial ante una entidad superior, Dios Padre


• Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros (Rom 8,34).



C. Es Dios quien lo exalta


• Por ello Dios lo exaltó y le concedió graciosamente el nombre que está sobre todo nombre. 10 Para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, sobre la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Señor es Jesús Cristo para gloria de Dios Padre (Flp 2,9-11).



D. Es Dios quien lo resucita


• Cómo os convertisteis a Dios desde los ídolos para servir a un Dios vivo y verdadero, 10 y esperar a su hijo desde los cielos, al que él resucitó de entre los muertos, Jesús, el que nos salva de la cólera venidera (1 Tes 1,9-10) = en Gál 1,1; 2 Cor 4,14; 1 Cor 6,14; Rom 4,24, etc.


2. El Mesías como preexistente


• Todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo (1 Cor 10,4).

• A los santificados en Cristo Jesús, llamados, santos, con todos los que invocan en todo lugar el nombre de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor 1,2).

• Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 12 No hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, que enriquece a todos los que le invocan. 13 “Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Jl 2,32). 14 Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? (Rom 10,9.12.14; aquí el Señor es Jesús indudablemente por los vv. 9 y 14).

• Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden (griego eks hoû) todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual (griego di’ hoû) somos nosotros (1 Cor 8,6).

• Y si todavía nuestro evangelio está velado, lo está entre los que se pierden, 4 para los incrédulos, cuyos pensamientos cegó el dios de este mundo para que no les brille la luz del evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios (2 Cor 4,3-4).

• Tened entre vosotros los mismos pensamientos que en Cristo Jesús: 6El cual, existiendo en forma de Dios, no consideró rapiña ser igual a Dios. 7Sino que se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo… (Flp 2,5-7).

• Y así está escrito: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Mas no es lo espiritual lo primero, sino lo natural; luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo hombre viene del cielo. 48 Como el terreno, así son los terrenos; como el celeste, así serán los celestes. 49 Y como hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste llegando a ser en semejanza de hombres (1 Cor 15,45-49).

• Pues lo que era imposible a la Ley, en cuanto que estaba debilitada por la carne, Dios, tras enviar a su propio Hijo en semejanza de la carne pecadora y por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que la justicia de la Ley se cumpla en nosotros que caminamos no según la carne, sino según el espíritu (Rom 8,3-4).

• Y si todavía nuestro evangelio está velado, lo está entre los que se pierden, 4 para los incrédulos, cuyos pensamientos cegó el dios de este mundo para que no les brille la luz del evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios (2 Cor 4,3-4).


Seguimos mañana

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Martes, 30 de Agosto 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Releyendo su interesante libro “Ciudadano Jesús”, que acaba con su supuesta muerte, me llama la atención el que no siga con la supuesta resurrección y posibilidades posteriores.
Me gustaría conocer su versión sobre si realmente murió o no. ¿Qué pasó con su cuerpo? ¿Fue curado y escapó posteriormente? ¿Las supuestas apariciones fueron de un hombre que no había muerto?

En mi caso no creo para nada en resurrecciones ni milagritos similares. Yo sé que lo de la huida a la India no es santo de su devoción, aunque desde la lógica pudiera tener más encaje que cualquier otra fantasiosa versión. En definitiva, ¿qué cree Usted que pasó tras la supuesta muerte?


RESPUESTA:


La muerte de Jesús sí parece materia de historia. La resurrección y apariciones, no.

Respondo por partes:

- Sobre si realmente murió o no:

Sobre la crucifixión y muerte de Jesús: lo sustancial está dicho en “Ciudadano Jesús”:

• Es innegable que Jesús fue condenado a morir como sedicioso contra el Imperio. No hay condena religiosa sino política. No hay juicio judío contra Jesús, sino deliberaciones. No hay prendimiento puramente judío de Jesús, sino en todo caso puramente romano (para lo cual hay que negar también la historicidad de la visita a casa de Anás y del juicio nocturno en casa de Caifás).

• Parece innegable que fue crucificado con otros dos sediciosos, probablemente de su mismo grupo.

• Los romanos, salvo un caso que cuenta Flavio Josefo acerca de que ellos mismos bajaron de la cruz a unos judíos que se demostraron inocentes, sabían matar muy bien. Y más en Judea. No tenemos ningún caso registrado en la historia de un crucificado por Roma que saliera vivo y menos en un caso contra un sedicioso. Ahora bien si se pretende hipotetizar sin fundamente alguno, allá la gente… En historia antigua no estamos para perder el tiempo.

• La crucifixión y la muerte de Jesús fueron hechos súper oprobiosos para los judíos mismos que creyeron en Jesús como mesías. Tuvieron que cambiar toda la teología imperante y normal del judaísmo y su mesianología, y hacer mil piruetas intelectuales para justificarlas. Por tanto es inverosímil que se inventaran que no murió. Todos los libros en los que se hipotetiza de esta manera nada saben de la historia de la investigación independiente, agnóstica, o atea sobre Jesús. Carecen de metodología científica.

• Sin la muerte real de Jesús no hay teología paulina.

- ¿Qué pasó con su cuerpo?

Que fue enterrado en una fosa común: Hechos 13,27-29

27 Pues los habitantes de Jerusalén y sus jefes, que no lo conocían ni a él ni las declaraciones de los Profetas que se leen cada sábado, las cumplieron al condenarlo. 28 Y aunque no encontraron ninguna causa de muerte, pidieron a Pilato que lo eliminara. 29 Y cuando cumplieron todo lo que estaba escrito acerca de él, lo bajaron del madero y lo pusieron en un sepulcro.

Es la versión más difícil y contraria a los Evangelios. Por tanto tiene más visos de ser genuina. Nadie tira piedras contra su propio tejado si no se ve obligado por hechos que no puede negar.

¿Fue curado y escapó posteriormente?

La historia solo hace hipótesis que se basen en algún texto, restos arqueológicos o numismáticos. No pierde el tiempo con hipótesis meramente especulativas sin base textual alguna.

- Huida y viaje a la India: desde la lógica pudiera tener mas encaje que cualquier otra fantasiosa versión

Tiene los mismos visos de verosimilitud el que huyera y escapase a Egipto. Y nadie lo formula o casi nadie. Pero sí tenemos razones serias para pensar que la difusión del cristianismo en la India en el Medioevo temprano excogitara leyendas para dar más lustre a su visión de Jesús y del cristianismo. Se trata de típicas leyendas fundacionales. Pero si alguien en contra de la más elemental metodología quiere prestarle atención…

- En definitiva, ¿qué cree Usted que pasó tras la supuesta muerte?

Como historiador no tengo ni la menor idea. Pero sí sé que la hipótesis de la no muerte de Jesús, además de carecer de base textual alguna, plantea a la historia con exigencias científicas y racionales muchísimos más problemas y quebraderos de cabeza que aceptar (con base textual) que murió Jesús, y que todo lo demás (resurrección y apariciones) fue una idealización, sublimación y divinización del personaje, proceso para el que tenemos muchísimos textos y ejemplos en la historia antigua y que podemos explicar desde la historia y la psicología/psiquiatría..

Respecto a las apariciones de Jesús –que son el fundamento de la teología paulina y del desarrollo cristológico/teológico posterior y que conducirá al cristianismo– me escribe un lector, algo que suscribo y transcribo:

Este fenómeno pertenece ni más ni menos que al mismo rango que el de las apariciones marianas que todos conocemos, es decir, testigos que juran y perjuran que la Virgen se apareció en una cueva, árbol, descampado, risco, etc., del mismo modo que en los evangelios los testigos requeteaseguran esto y aquello. Estas apariciones, como la propia resurrección, han traído en algunos casos fundaciones de diversas cosas tanto materiales como inmateriales. En el caso de la resurrección, después de diversos avatares, una nueva religión, y en el caso de las apariciones marianas pues fundaciones materiales de todo tipo llamativamente sustanciosas. En conclusión, un fenómeno este de la resurrección, en mi opinión netamente humano, que se puede estudiar por otras vías si se estudian e investigan detenidamente el de las apariciones marianas; y créeme Antonio, conozco a muchos fervientes católicos que por encima de todo lo demás, están ardientemente deseosos de que la Virgen se les aparezca de cualquier forma y en cualquier lugar, como probablemente deseaban en lo más profundo las mujeres del grupo de Jesús con respecto a él.

Réplica del preguntante:

Hay algo en lo que me gustaría profundizar, ya que a mi pregunta de qué pasó con su cuerpo, me responde Usted que fue enterrado en una fosa común, cuando Hechos 13, 27-29 no dice eso, sino que le pusieron en un sepulcro. Entiendo que en una fosa común sus restos se confunden con muchos otros, y por tanto el seguimiento del cadáver, en aquella época era imposible, no obstante en un sepulcro, simplemente está o no está, y si los romanos temiendo que se lo llevasen pusieron guardia (esto supongo que no está para nada probado) ¿cual fue realmente el destino de ese cuerpo?

En cuanto a su muerte real, sabe Usted perfectamente que estuvo en la cruz mucho menos tiempo de lo habitual y que José de Arimatea y Nicodemo, al parecer, lo que se llevaron no era material para embalsamar, sino para curar (una mezcla muy conocida por el ejército romano), y en grandes cantidades. Hechos también decide, a seguir, que “Dios le levantó de los muertos” por lo que no existe tanta contradicción ni es tan contrario a los evangelios.

RESPUESTA:


Esta es la última respuesta mía (no puedo enzarzarme en réplicas y contrarréplicas, como es obvio. Recuerdo a un lector que me replicó una y otra vez cinco o seis veces, intentando mantener una suerte de “chat”. Le dije que eso era imposible y que pensara simplemente que si los demás hicieran lo mismo, no podría ni trabajar un minuto sobre otra cosa):

Por favor, lea bien el texto de Hch 13 27-29 y deduzca las consecuencias... Es un acertijo bastante claro.

No haga caso de la palabra mnemeion, sepulcro, que es un embellecimiento del autor de Hechos, que en realidad no sabemos quién es, pero muy tardío y tremendamente sesgado

José de Arimatea y sobre todo Nicodemo son personajes no reales, sino ideales. Sobre todo el último. Todo el relato del descendimiento no es histórico, salvo el hecho en sí y la difícil tradición para la fe cristiana sobre la sepultura contenida en ese texto de los Hechos.

Respecto a que Jesús duró poco en la cruz... Si se hace caso a los evangelios..., indican lo de la flagelación previa (tenemos datos de que algunos morían allí mismo) y sobre el tiempo de permanencia en la cruz... podían durar desde horas hasta dos días o incluso tres. Hay un libro de Martin Hengel dedicado al tema, cuyo título es “Crucifixión”. No creo que esté traducido al castellano, pero sí ciertamente al inglés.

Y lo de embalsamar y otras cosas se deduce del Evangelio de Juan que no merece el menor crédito histórico en esta historia. Es un claro embellecimiento de la narración sinóptica anterior, ya en sí muy dudosa históricamente.

Dios lo "levantó de los muertos" es la manera habitual de afirmar la resurrección en el Nuevo Testamento. Esto, dirá Usted, vale como argumento a su favor. Pero no es así, porque hay otras fórmulas en el Nuevo Testamento que no admiten duda sobre el estado previo de "muerto y bien muerto".

Le repito que está sacando argumentos de unos textos que quieren decir expresamente lo contrario de lo que Usted deduces. Y, en conjunto, para un mero historiador vale para la resurrección y apariciones lo dicho sobre las apariciones marianas en los siglos XX y XXI.

Esta es mucha mejor solución que andar hurgando a ver si no murió, y que Jesús viajó al extranjero... precisamente a la India (¡leyenda fundacional, insisto) y otras ideas por el estilo que no tienen apoyo textual absolutamente ninguno; ni tampoco en el entorno de la historia antigua y de la praxis de los romanos.

Lo que se suele decir sobre este tema en líneas generales procede del desconocimiento --que no es culpa suya que se interesa y discurre mucho más que la gente en general-- de la crítica evangélica.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


Lunes, 29 de Agosto 2016
Escribe Antonio Piñero

Como sabemos, el evangelista Marcos es el primero de entre los cuatro cronológicamente. Y como sabemos también, la fecha de composición de su evangelio oscila entre los estudiosos, pero poco. Unos cuantos siguen situando su fecha de composición antes del 70. Pero creo que cada vez son menos, salvo ciertos investigadores que se sienten movidos según los movimientos pendulares de la investigación. La mayoría de los investigadores y comentaristas sostiene que el evangelio marcano vio la luz entre el 71 y el 75 d.C. Y el argumento depende de cómo se interpreten las “noticias” marcanas (Parábola de los “viñadores homicidas” Mc 12,1-11, o el discurso de Jesús en Mc 13) sobre la posible destrucción de Jerusalén, y según se vea que su mención de la Decápolis apunta simplemente a una región conocida por la gente y denominada así popularmente, o bien que Marcos se refiera a la Decápolis como distrito administrativo romano ya plenamente constituido…, cosa que no tuvo lugar hasta el 74 por un decreto expreso de Vespasiano destinado a dar fuerza a las ciudades griegos que rodeaban Israel. Por tanto, Marcos sería posterior al 74.

Creo, y otros muchos conmigo, que Marcos está transido de teología paulina. Pero que es una una cosa que puede percibirse –siempre de un modo indirecto, porque el evangelista escribe sobre Jesús y sus ideas sobre él en los enfoques y en los más o menos leves comentarios redaccionales– si se lee con calma su evangelio y se compara con la teología de las cartas del Pablo auténtico.

Marcos transmite, sin queja ni anotación negativa alguna, que parte del pueblo israelita tenía a Jesús como mesías hijo de David. La prueba está en varios pasajes de Marcos. El primero es 10,46-52:

6 Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. 47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» 48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» 49 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.» 50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. 51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» 52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

Obsérvese que Jesús no protesta ni recrimina al ciego porque lo denomine Hijo de David, sino todo lo contrario: lo premia con la curación de la ceguera.

El segundo pasaje es la entrada en Jerusalén, Mc 11,7-10:

7 Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él. 8 Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos. 9 Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: « ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»

Según Marcos, Jesús tampoco protesta porque la plebe que le seguía –fuera de las murallas de Jerusalén y probablemente galileos la mayoría– lo aclamaran como anunciador y portador del reino de David. Que Jesús no protesta, o más bien que lo aprueba, aparece más claro aún en el paralelo de Lucas (aunque este escamotea sin duda el contenido davídico del pasaje; no el regio, que lo indica claramente) en 19,37-40:

“Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto. 38 Decían: «Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas.» 39 Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.» 40 Respondió: «Os digo que si éstos callan gritarán las piedras»”.

Marcos, que es el primero de los evangelio en emplear para Jesús el título mesiánico de Hijo del Hombre (y probablemente también en la historia de la teología del judaísmo en utilizarlo como título mesiánico expreso, antes incluso que el autor del “Libro de las Parábolas de Henoc”, cuy empleo de “Hijo de Hombre” como título es muy oscuro), cree que ese Hijo del Hombre tiene prerrogativas divinas (aquí se transparenta la teología paulina y la retroproyección de la cualidades/características divinas del Resucitado/Exaltado ya en su vida terrenal), pues puede en la tierra hacer milagros prodigiosos, perdonar los pecados e interpretar obligatoriamente la ley de Moisés en tiempo mesiánico (el funcionamiento de la Ley cambia en la época mesiánica y el Mesías, consecuentemente, indica cómo se debe entender en ese tiempo). He aquí uno de los pasajes más claros:

5 Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» 6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: 7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» 8 Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda?” 10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -: 11 “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”» 12 Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

Distingamos aquí claramente lo que ve la crítica en este pasaje (un Jesús terreno que emplea el sintagma “hijo de hombre”, con minúscula, como ser humano, cuya vida, y su conservación está por encima del estricto y puntilloso cumplimiento del precepto del sábado, cosa que Dios no quiere) y lo que piensa el evangelista del Jesús terreno como “Hijo del Hombre”, con mayúsculas, trasunto ya de la potencia, sabiduría y poder de Dios acá en la tierra.

Podemos ilustrar esta idea con dos textos de Mateo y de Lucas en los que se ve claramente que ensalzan a Jesús, de manera clara pero indirecta, como manifestación de la Sabiduría divina en la tierra. Son los siguientes:

Mateo 11,18-19:


«Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras.»


Lc 7,34-35: Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos».


El Mesías hace o bien las obras de la Sabiduría divina, o bien es un “hijo” de la Sabiduría divina. De cualquier modo es la encarnación de la Sabiduría divina en la tierra. Así ven a Jesús en vida… pero idealizado después de muerto y resucitado.


Equipados así mentalmente, podemos entender el difícil pasaje de Mc 12,35-37:

35 Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?».

Se ha interpretado este texto como que

• Jesús mismo duda de que el mesías tenga que ser hijo de David
• El fariseísmo del momento duda igualmente
• Marcos duda de que el mesías sea en realidad hijo de David

Pero –opino– la solución a este oscuro pasaje marcano es pensar que el evangelista es paulino y que en su mente tiene una idea (idea; no sabemos si formulación exacta) parecida a lo que expresa Pablo en Romanos 1,4:

Su evangelio… 3 acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, 4 constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro,

Es decir, un mesías meramente humano, pero que después de haber sido resucitado por Dios Padre y haber recibido la potencia de su Espíritu = Dios actúa como Espíritu (en el lenguaje bíblico esta expresión significa que el espíritu divino capacita a alguien para una obra o función especial) es ya divino, ocupa un trono más pequeño a la derecha del Padre (hay ya “dos Poderes” en el cielo, no uno solo), y esta cualidad divina se retrotrae a la actuación terrena del Mesías, que es ya en la tierra un reflejo de la Sabiduría divina.

Por tanto: como hombre es hijo de David; como Resucitado y Exaltado no es “hijo de David” sino señor de David. Por ello también el texto debe entenderse: “Dijo el Señor (Dios Padre) a mi Señor (el Mesías como hijo de David/entidad divina) siéntate a mi diestra…”

En consecuencia,

• Marcos no niega que el mesías como ser humano sea Hijo de David
• Marcos afirma a la vez que el Mesías es una entidad divina después de la resurrección, pero esa entidad se refleja ya en la tierra.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 28 de Agosto 2016
Escribe Antonio Piñero

Tal como escribí ayer, paso ahora a plantear mi hipótesis:

Partiendo de la base de que el Apóstol es un judío mesiánico y apocalíptico; que no abandonó su religión; que no emplea ante sus lectores gentiles la expresión “Hijo del Hombre” como título mesiánico, pero que sí acepta ese trasfondo como se prueba al dibujar a Jesús en su parusía transportado por nubes (Dn 7,13-14: un vehículo exclusivamente divino), podemos sostener que Pablo, inmerso de lleno en su ambiente judío, no parece haber sentido inconveniente mental alguno –como le ocurría a otros judíos “monoteístas” de su misma época-- en admitir la existencia de una figura mesiánica con naturaleza doble e imprecisa (a nuestros ojos). Es humana, aunque con características especiales ya en esta tierra, puesto que tiene una autoconciencia muy alta; pero cuando muere, es resucitado, elevado y exaltado al cielo por Dios Padre; allí, por adopción teñida de una suerte de apoteosis, le son otorgados caracteres exclusivamente divinos” ( "Guía para entender a Pablo", pp. 407-408).

Ahora bien, y esto es importante en esta hipótesis, Pablo retroproyecta mentalmente esta cualidad divina al estadio de la vida terrenal de agente privilegiado por la divinidad, el Mesías Jesús.

Hay un pasaje en 1 Cor 2,6-8 que sustancia el fundamento de esta última propuesta:

6 Mas ahora hablamos de sabiduría entre los perfectos […] 8 no conocida por ninguno de los príncipes de este mundo, pues si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la Gloria.

El sintagma “Señor de la Gloria” se refiere sin duda al Exaltado, pero se aplica sin duda directamente al Jesús histórico, carnal, el único que fue crucificado. Pablo en concreto, como judío de la diáspora, alejado del Jesús de la historia aunque lo hubiera conocido fugazmente (2 Cor 5,16), considera siempre a Jesús desde la óptica de su existencia actual como Resucitado, Exaltado, Hijo. La retroproyección de las cualidades del Mesías, que ya es celeste, hacia la vida terrena de Jesús de Nazaret, que lo representó en la tierra, no es en sí consecuente, puesto que es humano. Pero sí es comprensible: el ser en el que habitó la Sabiduría divina sobre la tierra y que fiel fue reflejo de ella no podía ser un hombre cualquiera, sino un ser más que excepcional, y algo de ello lo creyó probablemente el mismo Jesús, tuvo de sí mismo, al parecer, una autoestima excepcional. Algo muy parecido a Pablo hará posteriormente el autor del Cuarto Evangelio, quien pondrá los discursos de un Cristo celestial en labios del Jesús terreno”.

Pero esta retroproyección de cualidades divinas a la vida terrena de Jesús fue posible porque Pablo ha de suponerse que tendría ya en su época una mentalidad parecida a la que se trasluce en las siguientes sentencias de una obra de su época (Libro de las Parábolas de Henoc 48,1ss: compuesto después de la muerte de Herodes el Grande, 4 a.C., y antes del 70 d.C.):

“En ese lugar vi la fuente de justicia: es inagotable y en torno a ella hay muchas fuentes de sabiduría… 2 En aquel momento fue nombrado aquel Hijo del hombre ante el Señor de los espíritus, y su nombre ante el «Principio de días». 3 Antes de que se creara el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su nombre fue evocado ante el Señor de los espíritus. 4 El servirá de báculo a los justos para que en él se apoyen y no caigan; él es la luz de los pueblos, y él será esperanza de los que sufren en sus corazones. 5 Caerán y se prosternarán ante él todos los que moran sobre la tierra y bendecirán, alabarán y cantarán el nombre del Señor de los espíritus. 6 Por esto fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por la eternidad”.

Complementas por otras dos del rabinismo tardío:

“Se nos ha enseñado: las siguientes siete cosas fueron creadas antes que el mundo: la Torá, Arrepentimiento, El jardín del Edén (Paraíso), Gehenna (Gehinom), el Trono de gloria, el Templo y el Nombre del mesías” ( bTalmud Nedarim 39 b ; Pesachim 54a).

“Seis cosas precedieron a la creación del mundo. Algunas fueron creadas y otras surgieron en el pensamiento (de Dios) para ser creadas (en su momento): la Ley y el Trono de gloria fueron creadas antes del mundo. Los Patriarcas, Israel, el Templo y el nombre del Mesías (Bereishit Rabba 1, 4).

Traducido a un lenguaje sencillo y aplicado a nuestro caso: el concepto, noción o esencia del mesías preexiste al mundo, al igual que la ley de Moisés o el Trono de Gloria; y luego, en el momento oportuno ese concepto o naturaleza de mesías se “encarna” en un descendiente de David (según dice Pablo también).

Entonces puede decirse lo que acabamos de afirmar el ser en el que habitó el “nombre” (es decir, la esencia o la naturaleza) del Mesías por designio divino sobre la redención sobre la tierra y que fiel fue reflejo de ella no podía ser un hombre cualquiera, sino un ser más que excepcional. Y aunque Pablo no die absolutamente de la adopción como “hijo” (es decir e insisto: una relación especialísima entre Dios y un ser humano por cualquier motivo, aquí por haber sido nombrado mesías por Dios en algún momento de su vida (veremos que en el evangelista Marcos es, probablemente, en el momento del bautismo).

Y luego Pablo afirma expresamente en Rom 1,4 que Dios constituye a Jesús (se supone que “plenamente” o que lo “confirma” ya que lo era en su vida mortal, como repite Pablo mil veces, y si no hubiese sido el Mesías, su sacrifico en la cruz no habría valido para nada) Señor y Mesías por la obra del Espíritu después de su resurrección (y exaltación al cielo aunque tampoco lo diga expresamente.

En síntesis: en el pensamiento de Pablo no era necesaria ni conveniente siquiera concepción alguna de nacimiento virginal por obra directa de un espíritu divino. El ser que así naciese no podría ser ya el mesías porque ha de ser de la casa de David. Luego, a la largo de su vida, se “encarnará” (Pablo tampoco emplea esta palabra; pero el concepto está en su mente) en el la naturaleza del mesías

Concluimos así la explicación sobre las posibles ideas paulinas acerca de la naturaleza humana del mesías como hijo de Dios, la explicación de su “preexistencia” (sólo preexisten el concepto, el nombre o la naturaleza futura del mesías en la mente divina, no el mesías concreto) y Dios como en este esquema no cabe concepción virginal de Jesús alguna.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 26 de Agosto 2016
Escribe Antonio Piñero

Como es bien sabido, Pablo escribe 1 Tesalonicenses hacia el año 51, uno veinte años después de la muerte de Jesús. Los comentaristas suelen sostener que su “llamada” o “vocación” (nunca “conversión”, porque no hay aún cristiano alguno) tiene lugar unos dos o tres años después de la muerte de Jesús. Por tanto, si entre los judeocristianos que lo acogen en Antioquía había ya una suerte de “credo” sobre la vida de Jesús y ese credo contenía la idea de la concepción virginal de aquel por parte de María, es decir, la comunidad tenía esta creencia, se lo habrían comunicado en la catequesis sobre Jesús que hubo de recibir tras su llamada.

Es lógico que hubiera una catequesis de ese estilo (así lo da a entender Hechos 9,19-20: “Tomó alimento y recobró las fuerzas. Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco, y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios”), aunque él insiste en que el Evangelio sobre Jesús le fue revelado y que rápidamente marchó a Arabia. Cuando habla de su evangelio no se refiere a los datos personales de Jesús, sino a su interpretación nuclear de la figura de Jesús como mesías y como salvador también de los gentiles.
Además, si Pablo era judío y observante, y estaba entre judeocristianos observantes igualmente, y le catequizaban judíos creyentes en la Ley a la vez que en Jesús, ha de suponerse que su figura del mesianismo de Jesús hacia los años 35 o 36 habría de ser aún muy judía y de acuerdo con los que seguían viviendo después de la muerte de Jesús y lo habían conocido personalmente. Y esto es lo que expresa Pablo en Gal 4,4-5: Jesús (no dice si de Nazaret, ni de Belén) era un hombre:

“Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley”. Y en otro lugar, en Romanos 1,3-4 cree que Jesús es descendiente carnal de David y por tanto, no puede creer en el nacimiento virginal:
“Pablo… escogido para el evangelio… acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro”,

Esta cristología es muy arcaica y es prácticamente la misma que Lucas presta, o pone en boca de Pedro en Hch 2,22-36

«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándolo de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio… Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís…«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»

Si Lucas refleja aquí una cristología arcaica, y parece que sí, tenemos aquí el testimonio que en la teología judeocristiana el mesías era en principio un mero ser humano. Y en ello estaban de acuerdo Pablo y Pedro (aunque, ¡ojo!, la tendencia de Lucas es a igualarlos en su pensamiento… pero como Pablo afirma lo mismo de Jesús en Rom 1,3ss, hay que pensar que sí estaban de acuerdo).
Así pues para Pedro –y para Pablo– Jesús es un mero hombre; y que es solo Hijo de Dios por adopción tras su muerte, ya que como judío, Pablo no puede aceptar ni por lo más remoto, que el concepto “hijo” pueda significar otra cosa que no sea una adopción por parte de Dios de un ser humano especial, como el rey, el profeta o el sumo sacerdote.

Pero en Pablo surge la dificultad de que hay diversos textos en los que parece sostener que el mesías es preexistente. Por tanto Jesús es preexistente. Escribo en mi “Guía para entender a Pablo que “Pablo no explica en ningún sitio con absoluta claridad cómo concibe la naturaleza del Mesías; le interesa más su función que su esencia. Por un lado, el Jesús terreno, como mesías, es decir, el ungido mesiánico, no tiene problemas especiales de intelección para el lector de las cartas paulinas. Pero no es el Jesús terreno el que ocupa continuamente la mente de Pablo, sino el Resucitado, el Exaltado a nivel divino, el Mesías o Cristo celestial. El problema capital sería entonces dilucidar si el Apóstol entendió que este Jesús era Dios desde siempre (al estilo del Evangelio de Juan, aunque la comparación sea anacrónica), con su característica de preexistencia, o bien un ser humano elevado a entidad divina sui generis tras su muerte, lo que sería una suerte de apoteosis” (p. 402).

Los textos paulinos principales que apoyan la preexistencia del mesías son:

• Todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo (1 Cor 10,4).

• Y así está escrito: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Mas no es lo espiritual lo primero, sino lo natural; luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo hombre viene del cielo. 48 Como el terreno, así son los terrenos; como el celeste, así serán los celestes. 49 Y como hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste (1 Cor 15,45-49).

• El cual existiendo en forma de Dios, no consideró rapiña ser igual a Dios. 7 Sino que se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo, llegando a ser en semejanza de hombres y fue hallado en condición de hombre (Flp 2,6-7: según la interpretación tradicional de este pasaje).

• A este texto hay que unir quizás 2 Cor 8,9: “Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, a saber que por vosotros se hizo pobre siendo rico, para que con su pobreza os enriquecierais”.

• Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden (griego eks hoû) todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual (griego di’ hoû) somos nosotros (1 Cor 8,6).

Nos encontramos, pues en un callejón sin salida: es imposible existir como un ser humano, nacer de una mujer y, a la vez, ser preexistente. Y como Pablo no era tonto…, es necesario suponer que hay una solución a esta paradoja, aunque no esté clara la solución en sus cartas, ya que estas son solo restos de su correspondencia y no sabemos nada seguro de lo que predicaba sobre la naturaleza del mesías a los corintios, gálatas o filipenses.

Es necesario, por tanto, formula una hipótesis explicativa. Y si es errónea, ya se encargarán otros comentaristas de demostrarlo y el autor de la “Guía para entender a Pablo” la aceptará con gusto y sustituirá su antigua hipótesis por otra nueva que explique mejor los datos aparentemente contradictorios que tenemos.

Mañana expondremos esta hipótesis para no largar en exceso esta postal. Hasta aquí hemos visto, pues, que la concepción de Pablo sobre el Mesías era muy judía en la afirmación de que era un mero ser humano (no cabe concepción virginal alguna)…, pero que a la vez “algo” hay en el mesías que es preexistente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Jueves, 25 de Agosto 2016
Escribe Antonio Piñero

Como vimos por la lectura de un fragmento del salmo 17 de los Salmos de Salomón, la idea de un mesianismo, liberador sobre todo de las penurias sociales, económicas y religiosas (no poder cumplir la Ley por la presencia a veces ominosa de extranjeros) se había extendido por Israel firmemente en el siglo I.

Una prueba de que el mesianismo era entendido por la mayoría de las gentes en aquella época está en los “targumes”, traducciones parafrásticas al arameo (lengua popular) de los pasajes de la Biblia hebrea que se leían en esa lengua (culta) los sábados en la sinagoga. Creo que he citado alguna vez en tiempos pasados los textos que ahora voy a transcribir. Pero vendrá bien refrescar la memoria y aplicarlo claramente a la idea de cómo se entendía en el siglo I lo que iba a ser el Hijo de David.

El targum llamado “Neófiti”, quizás del s. I de nuestra era, o un poco posterior (hay discusión entre los estudiosos) pinta así al mesías como rey y la era mesiánica:


Cuán hermosos son
los ojos del Rey Mesías.
Son como el vino puro.
Sus dientes, más blancos
que la leche.
Se tornarán rojos los montes
por las cepas
y sus lagares por el vino,
y blanquearán los collados
por la abundancia de trigo
y por los rebaños de ovejas.


Pero antes este mesías rey habrá destruido sin piedad al enemigo:


Cuán hermoso es
el Rey Mesías
que ha de surgir
de entre los de la casa de Judá.
Ciñe los lomos
y sale a la guerra contra los enemigos
y mata a reyes con príncipes.
Enrojece los montes
con la sangre de sus muertos
y blanquea los collados
con la grasa de sus guerreros.
Sus vestidos están envueltos en sangre:
se parece al que pisa racimos de uva.


Otro de los temas mesiánicos a los que he aludido ayer antes, la espera de un mesías “sacerdotal” (sobre todo con la idea de que tiene que saber muchísimo de la ley de Moisés, se la explica al pueblo y pone los medios socio-políticos para que se cumpla en Israel), aparece en una obra muy importante compuesta en su forma básica en torno a la época que consideramos, el siglo I d.C.: la obra llamada Testamentos de los XII Patriarcas. El Testamento de Leví anuncia claramente la venida de un mesías “sacerdotal”. Dice así:


Después de que el Señor haya tomado venganza, se interrumpirá el sacerdocio. Entonces suscitará el Señor un sacerdote nuevo, a quien serán reveladas todas las palabras del Señor. Él juzgará rectamente en la tierra muchos días. Su estrella se levantará en el cielo como un rey, brillando como luz del conocimiento, al igual que el sol durante el día, y será ensalzado en el mundo hasta su recepción… Brillará como el sol y eliminará todas las tinieblas bajo el cielo y habrá paz en todo el mundo (18,1-4).


Este mesías será, pues, un nuevo sacerdote que abrirá las puertas del paraíso a los justos, a los santos dará de comer del árbol de la vida, impartirá el conocimiento de la ley de Moisés, encadenará al Diablo e inaugurará una era de felicidad poniendo fin al pecado y derramando como agua sobre la tierra el conocimiento de Dios. Este conocimiento perfecto será la base del buen funcionamiento del mundo futuro. Para las gentes que contemplan la posibilidad de dos mesías y no uno; y este sacerdotal será superior al mesías guerrero, que le obedecerá. Así ocurre con algunos de los esenios. Lo más interesante de la aportación de los Manuscritos del Mar Muerto para dibujar la imagen del mesías son los textos que hablan claramente de esta figura con tintes de personaje celestial, y otros pasajes que anuncian no uno, sino dos mesías; pero esto quede para otro día.


Los gérmenes de la concepción de un mesías como profeta (como vimos en la postal anterior) no se desarrollan plenamente nunca. Los judíos esperaban en el Año 1 la venida de un profeta definitivo, “el profeta” por antonomasia, pero no se le consideraba un mesías estricto, sino su precursor. Este profeta será una encarnación de Elías, y actuará sobre todo como predicador de la penitencia previa que ha de preparar el camino al mesías propiamente tal y a la venida del reino de Dios.

Es bien conocido que la idea del mesías ante todo como rey se había extendido entre el pueblo israelita desde hacía siglos por la influencia de dos profecías:

1ª: 2 Samuel 7, 12-17:

“12 Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. 13 (El constituirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.) 14 Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal, le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres, 15 pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl a quien quité de delante de mí. 16 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.» 17 Natán habló a David según todas estas palabras y esta visión”.

2ª: Miqueas 5,1 en donde se habla de Belén como lugar de donde procede David y su descendiente: el mesías:

“Mas tú, Belén de Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño”.

Con este transfondo, pasamos ahora a considerar los textos del Nuevo Testamento, directos o indirectos, en los que la idea del mesías como descendiente directo de David es clara, lo que excluye sin duda alguna la concepción virginal de Jesús, al menos que se hagan piruetas intelectuales.

Comenzamos por Pablo de Tarso que es el autor de las obras (cartas) más antiguas recogidas en el Antiguo Testamento, cuyo pensamiento se interpone entre Jesús de Nazaret o el Nazoreo y los evangelistas –a los que influencia en mayor o menor medida– en unos momentos en los que las consecuencias de la Primera Guerra (dos o tres según se considere) de los judíos contra Roma con la consecuencia devastadora que los judeocristianos –a quienes los romanos distinguían muy mal de los judíos, digamos, “normales”– fueron aniquilados en gran parte. Naturalmente no desaparecieron del mapa ni mucho menos (de lo contrario no se explicarían los restos que tenemos de evangelios apócrifos judeocristianos y sobre todo la literatura Pseudo Clementina que es muy judeocristiana, compuesta en su base entre el 230 y 250 d.C. con la asunción de escritos anteriores como el “Kerigma de Pedro”), pero la influencia de sus comunidades se vio tremendamente mermada a partir del año 70 d.C. Desde luego desapareció por completo la comunidad madre de Jerusalén y con ella su influencia, muy perceptible aún en Pablo.

Como veremos en la próxima postal, Pablo de Tarso acepta que el mesías Jesús era un mero hombre, pero sometido por Dios mismo a un “proceso” de “divinización”. Por ello Pablo, aunque considere que Jesús era un mero ser humano (Gal 4,4 y Rom 1,4), en realidad es considerado por él solo desde el punto de vista del final de ese “proceso”, como el Resucitado y el Exaltado. Y esto tiene sus consecuencias, porque –de una manera consciente o semiconsciente– proyectará sobra la vida humana del mesías terreno rasgos que solo pertenecen al mesías cuando ya ha resucitado.

Seguiremos el próximo día.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Miércoles, 24 de Agosto 2016


Escribe Antonio Piñero

Otra de las cuestiones que se suscitan con la lectura de los capítulos 1-2 de los evangelios de Mateo y de Lucas es la afecta al sintagma “Hijo de David” en el sentido estricto de título mesiánico. Dando por supuesto esta premisa y que la inmensa mayoría del pueblo israelita del siglo I pensaba que una de las características del mesías era la de ser descendiente del gran rey de Israel, las preguntas que pueden suscitarse en la mente del lector son: ¿En qué sentido creía Jesús de sí mismo que era el mesías? ¿Desde cuándo pensaron los discípulos que Jesús lo era? ¿Desde más o menos la mitad de su ministerio público tal como parece testimoniarlo la declaración de Pedro en Cesarea de Filipo (Mc 8,27ss)? O bien, Jesús nunca se consideró mesías y la creencia en su mesianismo solo surgió entre sus discípulos después de la creencia en su resurrección, confirmada por las apariciones? Y luego surgirán otras cuestiones, que mencionaremos.

A. Sobre que el pueblo creía que el mesías era hijo de David… no es necesaria ninguna demostración porque es evidente aunque solo tuviéramos el testimonio del Evangelio de Marcos. Es pues, inútil, una recogida penosa de citas de la literatura judía del Segundo Templo para demostrarlo.

También hemos escrito ya abundantemente que en las 39 veces que aparece en la Biblia hebrea el sustantivo “mesías” ninguna de ellas tiene el significado que posee claramente hoy día. Significa simplemente “ungido” (con aceite) y se aplica a tres figuras: el rey (es ungido en el rito de acceso al trono), el profeta, y el sumo sacerdote. Pero también observamos que a partir del siglo II a.C. la palabra va adquiriendo ese significado que conocemos hoy haciendo converger en una figura salvadora las cualidades de esas tres figuras previas: como profeta (“Un profeta al estilo de Moisés, que es demás legislador y caudillo del pueblo: Dt ) es el canal de comunicación de la voluntad divina; como rey exitoso, gracias a la ayuda del brazo poderoso de Yahvé, liberará a Israel de todos sus enemigos y hará que el pueblo elegido sea el pueblo supremo del mundo y que el resto de las naciones lo miren con respeto y temor, y como sumo sacerdote conocerá perfectamente la Ley y se la explicará al pueblo.

Sin duda alguna, hacia mediados del siglo I a.C. ya estaba formado perfectamente este concepto del mesías entre el pueblo (y entre los sacerdotes y los fariseos) como lo testimonian los salmos 17 y 18 de la colección apócrifa conocida como Salmos de Salomón (que forma parte de la Biblia griego de los Setenta) compuestos entre el 60-40 a.C., sin duda alguna). El Salmo 17 destaca que el aspecto guerrero del mesías es el dominante. He aquí la síntesis de lo que piensan los autores de estos salmos (varios y probablemente fariseos) tal como lo recojo en mi Introducción a la edición española con notas de la colección Apócrifos del Antiguo Testamento (Madrid, Cristiandad 2002, 2ª edición, pp. 26-27:

El Mesías y su reino:


En medio del lamento por la triste situación moral del pueblo elegido brilla la esperanza del Mesías. Los manuscritos de Qumrán y los SalSl son los primeros textos no apocalípticos en los que aparece claramente esta figura, que expresa la esperanza de la restauración escatológica de Israel (Isaías 27,12-13; 43,5-6; Oseas 11,11; 2 Macabeos 1,27; 2,18; Henoc (etíope) 57,1; OrSib II 170-173: Salmos de Salomón (= SalSl: 8,28; 11,2-3;) Los SalSl hablan claramente de un mesías único y de la línea de David. Dios suscitará su Ungido (17,21), como cumplimiento de su alianza y pro¬mesa (7,10; 17,4), que vendrá a poner orden en un caos pecaminoso; los reyes asmoneos/macabeos no son davídidas; por tanto a ellos nada les prometió Dios (17,5).


El Mesías es un ser humano maravilloso, recipiendario de los dones del Espíritu divino (17,37), lugarteniente de Yahvé sobre la tierra, ejecutor de su teocracia, rey (17,21.32). La fuerza, el poder, la sabiduría, el consejo, la justicia, la misericordia son el ornato de su gloria (17,23.26, etc.). Es, pues, un personaje con un doble aspecto: por un lado el descendiente de David (17,21), político, nacional y guerrero; por otro, la figura de un dirigente de alta moralidad, libre de pecado (17,36), ungido y movido por el Espíritu divino, enseñado por Dios y que confía en Él (17,32.34.37), que ha de restaurar en Israel la justicia y la observancia de la Ley. Reúne al pueblo, lo conduce, lo juzga, lo purga de la presencia de los gentiles, lo pastorea, le da la felicidad (17,26-43; 18,7-9). Su poderío se extiende físicamente sobre la tierra elegida a la que servirán, con respetuoso temor, “las naciones” (17,30). Destroza a las naciones infieles; y éstas huyen, o acaban sirviendo a Israel. Pero su poder se basa en su fuerza espiritual. No confía en guerreros ni armamento (17,33); su eficacia radica en la prestancia moral y la ayuda divina.


El Ungido o Mesías será el recipiendario legítimo del poder real y del sacerdocio, sustituyendo a la familia usurpadora —los Asmoneos—, a “los que Dios nada había prometido” (17,5b). Tras liberar al país de los enemigos (17,22), hará volver a la patria a los hijos de Jerusalén dispersos entre las naciones (17,31). Su reino tendrá un funcionamiento perfecto, pues su base la constituyen todas las virtudes (17,27).


El Mesías no tiene en los SalSl nada de divino; es un ser humano, aunque extraordinario.

He aquí la traducción de los versículos que creo más significativos sobre el mesías como caudillo guerrero y político

4 Tú, Señor, escogiste a David como rey sobre Israel; Tú le hiciste juramento sobre su posteridad, de que nunca dejaría de existir ante Ti su casa real.
Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David,
en el momento que tú elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo.

22 Rodéalo de fuerza, para quebrantar a los príncipes injustos,
para purificar a Jerusalén de los gentiles que la pisotean, destruyéndola,

23 para expulsar con tu justa sabiduría a los pecadores de tu heredad,
para quebrar el orgullo del pecador como vaso de alfarero,

24 para machacar con vara de hierro todo su ser,
para aniquilar a las naciones impías con la palabra de su boca,

25 para que ante su amenaza huyan los gentiles de su presencia
y para dejar convictos a los pecadores con el testimonio de sus corazones.

26 Reunirá (el Rey) un pueblo santo al que conducirá con justicia;
gobernará las tribus del pueblo santificado por el Señor su Dios.

27 No permitirá en adelante que la injusticia se asiente entre ellos,
ni que habite allí hombre alguno que cometa maldad,
pues sabrá que todos son hijos de Dios.

28 Los dividirá en sus tribus sobre la tierra;
el emigrante y el extranjero no habitará más entre ellos;

29 juzgará a los pueblos y a las naciones con justa sabiduría.


Este texto es muy elocuente. Habla por sí mismo acerca de lo que esperaba el pueblo judío (y siguen esperando los más piadosos entre ellos.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Martes, 23 de Agosto 2016
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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