CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
“Los últimos días de Jesús”. Valoración (II) (177-02)
Hoy escribe Antonio Piñero


Mi valoración, en conjunto, del libro es positiva, por la claridad y sinceridad con la se enfrenta el autor a los problemas de método, la concisión con la que expone la problemática, en general, de lo que ocurre en la pasión, y por cómo fundamenta sus opiniones cuando las defiende.

Y como valoración global también debo decir que Fr. Bovon es hábil en desarrollar argumentos y perspectivas para manifestar las dificultades que tiene la interpretación espontánea de lo que se lee en cada Evangelio…, pero al final para llegar a un resultado que es un panorama bastante parecido a la impresión causada por una lectura llana y relativamente tradicional.

Así, respecto a la entrada en Jerusalén y la purificación del Templo, presenta Bovon los textos, que parecen favorecer el que Jesús tuviera algún contacto con gentes armadas, pero insiste taxativamente en que Jesús no fue un celota.

“No quiso manejar la espada ni expulsar a los romanos, ni convertirse en esta tierra en rey de los judíos… fue mal comprendido y sus éxitos populares fueron mal interpretados” (p. 45)

¿Cómo lo sabe Bovon? Por lo que sostienen “Q” y Marcos… ¿pero son fiables del todo punto? ¿Cómo se explica que Jesús acepte el título ‘Hijo de David’, y que al no distinguir entre religión y política, como buen judíos de su tiempo, predicara un reino de Dios terrenal, cuya constitución básica era la ley de Moisés? Y ¿qué decir de las consecuencias políticas indirectas?. Bovon no dice una palabra al respecto.

No aborda Bovon tampoco el problema básico de que según la entrada en Jerusalén, su predicación en el templo y la purificación del Templo, obtenemos la indudable impresión de que Jesús no fue a Jerusalén a aceptar un plan divino de muerte… Pero ¿cómo casa esta impresión con Mc 10,45: él, Jesús, como Hijo del Hombre vino expresamente a Jerusalén (hay designio previo) “para dar su vida como rescate de muchos?”.

Respecto a la cuestión del proceso ante el Sanedrín no logra manifestarse Bovon consecuentemente crítico. Ciertamente, considera razonable que actuara el Sanedrín contra Jesús por las razones expuestas en Jn 11,48 (es justo que perezca uno y no el pueblo entero, en boca de Caifás), y piensa que es razonable también suponer que más que proceso –o doble comparecencia de Sanedrín- lo que hubo por la noche fue un interrogatorio, ante Anás y sus amigos (por eso había un fuego en el patio y muchos sirvientes = escena de la negación de Pedro; eran de los amigos de Anás que había asistido a ese interrogatorio).

Pero luego admite que hubo "reunión" del Sanedrín por la mañana y que en ella se halló a Jesús culpable… Estimo que esta reunión es muy inverosímil, sobre todo tratándose de un viernes en cuya tarde/noche comenzaba la Pascua… El desvío por parte de los Evangelios de la realidad es para Bovon muy pequeño. Pero sí admite que de las cinco escenas de ultrajes a Jesús sólo hubo en realidad dos: una a la salida del interrogatorio –o comparecencia del Sanedrín- y otra al final de proceso ante Pilato.

Por otro lado, admite Bovon la veracidad de que los cargos manifiestamente judíos contra Jesús (blasfemia, según Marcos) no se sostienen históricamente. Dedica un para de páginas a probar que es muy improbable el cargo de blasfemia por parte del Sanedrín entre otras razones porque “en los primeros siglos de la era común hubo varios falsos mesías y parece que nunca se presentó contra ellos acargo alguno de balsfemia” (p. 57). Pero luego da la razón al Evangelio de Marcos al admitir que sí pudieron los del Sanedrín considerar “blasfemo” a Jesús en sentido amplio, al defender éste la venida a modo de juez divino universal del Hijo del Hombre (por cierto: Bovon admite que Jesús no creía que él era ese Hijo del hombre, sino otro personaje) que castigaría a los inicuos jueces judíos, ya que por “blasfemia se podía entender todo atentado grave contra la religión judía”.

Aquí me hubiera gustado que Bovon hubiera dedicado al menos alguna página al atentado grave, gravísimo, contra la religión judía “cometido” por Jesús en la institución de la eucaristía, que borraba de un plumazo todo el valor de la expiación del Templo (que acababa de “purificar” puesto que era una institución válida que merecía la pena limpiar p. 46) y ¡todo su sistema sacrificial!

Afirma Bovon además que la Última Cena fue una comida pascual (p. 76), lo que es altamente inverosímil.

Bovon sostiene también que los cargos contra Jesús presentados a Pilato fueron estrictamente políticos, con lo que en este libro admite –y me parece bien- que Lc 23,2 (subvierte al pueblo; prohíbe pagar el tributo el César y se manifestó como mesías y rey) es un texto en el fondo verdadero. En su comentario a Lucas, en este lugar, distingue Bovon entre lo que pensaba el evangelista (los cargos son falsos) aunque los transmitiera en su obra, y la posible realidad (los cargos eran verdaderos)…

Pero…, me pregunto: en el siglo I ¿cómo puede presentarse un judío ante las masas como “rey de Israel” y “mesías” (Jesús en el Evangelio de Marcos no critica a quienes esto dicen) sin defender de algún modo una mentalidad "más o menos celota"? Yo acepto que muy probablemente fueron otros --no él, Jesús-- lo que manejaron las armas. El jefe no lo hizo..., pero era el jefe.

Y otra duda: ¿como pudo Jesús predicar a las masas un reino de Dios judío y a la vez albergar "ningún deseo de querer expulsar a los romanos” (Bovon, p. 45)? Sencillamente: me parece que no encajan ambos extremos.

Igualmente admite Fr. bovon como plausibles el episodio de la presentación de Jesús ante Herodes (que cuenta sólo en Lucas; en su Comentario posterior Bovon se muestra mucho más crítico) y el de Barrabás (p. 66) que la mayoría de los críticos niega como ahistórico e inverosímil.

Sí me ha parecido claro, bien explicado, mejor que en libros más amplios, conforme al derecho romano y las potestades que tenía un prefecto en una provincia romana, el breve proceso romano ante Pilato, sus fundamentos y su rápida ejecución.

Hace Bovon un interesante análisis crítico, que me parece razonable y objetivo, de las siete palabras de Jesús en la cruz conforme a los cuatro evangelios, que son en su mayoría presumiblemente no históricas. Es bastante duro en su dictamen

“Si se dirige una mirada retrospectiva a estas palabras de Jesús en la cruz, se constata que no pertenecen a la categoría de la historia: dependen de la reflexión escriturística y teológica, o de la narración legendaria tal como se desarrollará más tarde en los relatos cristianos de martirio” (p. 72).

Finalmente, respecto a la fecha de la muerte de Jesús se muestra Bovon indeciso. Admite como histórico que fue un viernes…de Nisán; pero duda si admitir que tiene razón el evangelista Juan al afirmar que tras la muerte de Jesús no comenzaba en ese anochecer el día de Pascua, sino la preparación de ella. Por tanto el lector no recibe una respuesta contundente a las dudas. Y la razón es para Bovon que él no se fía del Evangelio de Juan a este respecto porque su cronología

“Según la cual Jesús murió a la hora en la que se sacrificaban en el Templo los corderos pascuales” (es decir el día anterior a la preparación a la Pascua, el viernes por la tarde, hacia las tres, cuando aún no había comenzado la Preparación), porque esa cronología expresa la “preocupación johánica de identificar a Jesús con el cordero pascual de la nueva alianza –-Jn 1,29.36— que podría estar en el origen de esa cronología” (p. 76).

Creo, sin embargo, que la cronología de Marcos aún es más inverosímil Es difícil de admitir que el Sanedrín se reuniera, para deliberar o para interrogar, para lo que fuera, la mañana de un viernes, cuando el da anterior, jueves, ya se habían sacrificado en el templo los corderos pascuales y cuando en la tarde/noche de ese mismo día, viernes, iba a comenzar la Pascua. ¡Parece imposible dadas las costumbres judías en el siglo I.

A pesar de algunos ‘peros’ como ha podido ver el lector, me parece -en conjunto- que hay pocos libros que yo conozca que en tan pocas páginas y con tanta claridad trate temas tan importantes y en la mayoría de los casos bien, en mi opinión. El lector puede contrastar los resultados del libro de Bovon con los del mío propio, La verdadera historia de la pasión, de EDAF, 2008.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com



Miércoles, 13 de Abril 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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