Notas
Escribe Antonio Piñero
Ante todo, deseo expresar mi profunda tristeza por lo ocurrido ayer en Barcelona. Tengo allí muchísimos amigos… y pienso ¿Y si le ha “tocado” a uno de ellos? Suelen pasear por la Rambla algunos, porque viven cerca. Estoy anonadado. De (casi) nada sirven los lamentos, puesto que eso buscan los terroristas y en ellos se deleitan. De (casi) nada sirven las repulsas multitudinarias. Son emocionantes y emotivas, necesarias –y yo participaré–, pero incompletas. Se necesita también otro tipo de acción. ¿No habría que pedir a la Unión Europea una respuesta conjunta y firme respecto a los cientos de dirigentes de las mezquitas que hay en Europa que no condenan los atentados? Jamás lo hacen y viven entre nosotros. Creo que a más de uno se nos ha ocurrido alguna respuesta institucional… Y ahora sigo con mi breve comentario, pues falta aún algo que decir de la primera lista de discípulos de Jesús, Mc 3,14-19. El breve texto al que me refiero es el siguiente: ….llamó Jesús… 17 a Jacobo el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Jacobo, los apodó también Boanergés, que significa «tronantes; 18 a Andrés, Felipe, tronantes: o «atronadores». Literalmente, «hijos del trueno» con el significado de «carácter violento» o «tempestuoso». «Hijos de» es la manera semítica de expresar un adjetivo del que carece la lengua (por ejemplo, «satánico» = «hijo de Satanás»). Sin embargo, no resulta clara la etimología de la segunda parte de Boanergés = bene («hijos de») rgš («el ruido» o «el trueno»); o bien bene regez, «hijos de la ira». Sobre Jacobo /Santiago: Creo que el mejor comentario es realzar su pertenencia al grupo íntimo de Jesús. La muestra (Mc 5,37, “La hija de Jairo”: “Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago”. Como Santiago aparece normalmente en los Evangelios junto a su hermano Juan, y casi siempre se le nombra el primero (al contrario en Lc 8,51 y 9,28; igualmente en Hechos 1,13), la tradición le atribuye la primogenitura. En Hechos de apóstoles hasta el capítulo 12 la figura de Santiago es borrosa y anodina o ausente, y Juan le supera en presencia junto a Pedro. Hay un par de episodios que definen su carácter, aparte del denominativo inventado por Jesús. El primero es su pretensión (según Mt 20,20 es su madre la causante de todo) de ocupar los primeros puestos en el futuro reino de Dios: “Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.» 36 El les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?» 37 Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» 38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» 39 Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con el que yo voy a ser bautizado; 40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» 41 Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan”. El texto indica que los discípulos están convencidos de que el reino de Dios, · Aún no había venido. El reino de Dios no está presente simplemente con la aparición de Jesús en la tierra · Hay premios para los que sean fieles a Jesús. Y esos premios son materiales. El reino de Dios se instaurará en la tierra de Israel. No es un Reino ultramundano. · Los que proclaman la venida del Reino corren peligros graves de perder la vida · Jesús no mandará absolutamente en ese Reino, sino Dios. · Hay una suerte de predeterminación divina. Dios sabe de antemano el comportamiento de sus fieles y ya les ha preparado el premio. Y significativa también es la participación de Santiago / Jacobo en el conocido episodio de la repulsa de los habitantes de un pueblecito samaritano cuando Jesús y sus discípulos, de camino a Jerusalén intentan acortar camino y pasan al lado… buscando hospitalidad: “Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, 52 y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; 53 pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. 54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» 55 Pero volviéndose, les reprendió; 56 y se fueron a otro pueblo”. Comentario brevísimo (simples deducciones a partir de este texto): · Jesús (a pesar de lo afirmado en Mt 10,5-6: muy dudoso, aunque auizás con un findo histórico) no puede ser enemigo de los samaritanos si de verdad participaban intensamente de la teología de la restauración de Israel, que ya henos comentado: Samaría es Israel. Casi diez tribus pertenecían a ese territorio, junto con Galilea… Jesús –muy probablemente– no podía rechazar a los samaritanos de su proclama del Reino (Parábola del buen Samaritano: Lc 10,30-36; testimonio del Evangelio de Juan sobre la estancia de Jesús en Samaria, capítulo 4; diversos comentarios de Hechos de apóstoles sobre el éxito del seguimiento de Jesús en –Samaría tras su muerte (Hch 1,8; 8,1.5.9.14; 9,31; 15,3), pasajes absolutamente imposibles de explicar si Jesús hubiese prohibido el contacto con los samaritanos · Terrible carácter el de Santiago. Y era, sin embargo, amigo íntimo de Jesús. · Los discípulos estaban persuadidos de poder pedir a Jesús un castigo ejemplar para los que no cumplían con las sagradas reglas de la hospitalidad en el mundo antiguo, como ya hemos comentado. Hay aquí signos inequívocos de un no rechazo a la violencia, como hemos comentado largamente en la serie sobre “Jesús sedicioso” a los ojos de los romanos. · Los discípulos estaban convencidos del poder de Jesús sobre el ámbito celeste. Saludos cordiales de Antonio Piñero www.ciudadanojesus.com
Viernes, 18 de Agosto 2017
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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