Notas
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Las Pseudo Clementinas. Análisis de los textos I. Preliminares Pasamos a partir de la nota de hoy al análisis de los textos. Ahora veremos la realidad del contenido expresado por los autores, al margen de ulteriores interpretaciones. Estimo que lo primero que debemos observar y apreciar es el significado literal de las palabras y su contorno textual. Lo que, en nuestra opinión, ellos querían expresar y defender. No olvidemos que toda la Literatura Pseudo Clementina, por muy novela que sea, es un escrito intencionado en defensa de unas tesis concretas tanto desde el punto de vista de la teoría, como de la práctica. No se trata, pues, de un punto de vista aséptico, en el que la mentalidad del autor quede a salvo de sus palabras. Los distintos autores desarrollan su pensamiento de forma intencionada, cuya perspectiva aparece en primer lugar en la materialidad de sus textos. En ellos veremos reflejada su mentalidad y en cierto modo la de su tiempo y su ambiente. Con ello contemplamos una visión concreta de lo que era el cristianismo en sus distintas facetas constituyentes, dentro de las coordenadas de su tiempo y su espacio geográfico. Como ya hemos dejado claro, esta literatura está compuesta de varios elementos. Los esenciales son las veinte Homilías griegas y las diez Recognitiones latinas. En líneas generales, el material sustancial es el mismo, con las particularidades que veremos en el análisis. De la misma manera, la extensión es aproximadamente la misma. Y al margen de discusiones y opiniones, esta literatura es un magnífico modelo de lo que se ha llamado judeo-cristianismo. Y en ella se perciben puntos de vista distintos y, en algún sentido, contradictorios. Por obvias razones, las Homilías griegas son la obra original, ya que las Recognitiones fueron también escritas en griego, cuya versión poseemos actualmente en el trabajo del presbítero Rufino de Aquileya, obra del siglo V. De las Homilías poseemos dos epítomes o resúmenes, que no añaden nada esencial a la sustancia de su contenido. Pero también van precedidas por tres documentos preliminares de gran interés. Son concretamente: 1) Una breve carta de Pedro a Santiago, el obispo de la Iglesia de Jerusalén.- 2) La denominada Contestatio o Diamartyría, algo así como compromiso de cumplir los consejos expresados en la carta de Pedro a Santiago.- 3) La larga Carta de Clemente a Santiago. 1) Carta de Pedro a Santiago La Carta de Pedro a Santiago y la Diamartyría son dos elementos considerados como fragmentos pertenecientes a las Predicaciones de Pedro (Kērýmata tou Pétrou), transmitidos sin retoques. Esta carta viene a ser como el documento de envío de los Kērýgmata. El saludo epistolar es una expresión de reconocimiento de la autoridad de la que gozaba Santiago, el hermano del Señor: “Pedro a Santiago, señor y obispo de la santa Iglesia”. Suena a extraña esta expresión, atribuida precisamente a Pedro. No se dice “Iglesia de Jerusalén”, sino “la santa Iglesia” sin restricciones. Señal del ambiente hebreo de la carta es el augurio exclusivo de Paz, típico en los saludos hebreos. Aunque luego la despedida es la clásica griega Érrōso, usada por autores como Platón, Demóstenes, Jenofonte, etc., imperativo del verbo rȱnnumi en pasiva (”estar sano”). La recomendación fundamental es la de no entregar los libros a cualquiera, ni gentil ni judío, sino solamente a los circuncisos, si han sido suficientemente probados. Habla de sus predicaciones como de un secreto reservado a los que merecen conocerlo. El autor parece desconfiar en principio de los gentiles conversos. Dice que algunos han rechazado las predicaciones de Pedro “tras abrazar la impía y estúpida enseñanza del hombre enemigo” (2,3), que no es otro que Pablo de Tarso, el mencionado con la misma calificación en los Hechos Apócrifos de Santiago (3,1). La ley de Dios no ha sido conservada en la Biblia, sino en la tradición de los judíos, que son los poseedores de la verdad religiosa. Por eso, la Escritura debe ser correctamente interpretada para descubrir en ella sus sentidos y sus discordancias. El autor de la carta habla ya de la importancia de la verdad y de su antónimo la ignorancia, definida como “abismo de perdición”. Ambos conceptos serán un topos recurrente en toda la Literatura Pseudo Clementina. Como es importante la unidad de Dios, confesada por los judíos, para quienes hay “un solo Dios, una sola Ley, una esperanza única” (2,5). Esa única ley profesada, la de Moisés, tiene una eterna vigencia, de lo que da testimonio el mismo Profeta Verdadero cuando dice: “El cielo y la tierra pasarán, mas una iota o ápice de la Ley no pasarán” (Mt 5,18). Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Lunes, 10 de Junio 2013
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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