CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Las mujeres en los orígenes del cristianismo de Elisa Estévez (427-02)
Hoy escribe Antonio Piñero


Concluyo el breve comentario al libro de Elisa Estévez

Interesante me parece la tercera parte: “Cuestiones abiertas en el debate actual”: experiencia teologal y creyente de las mujeres; interrelación de varones y mujeres, así como la cooperación de mujeres solas; perspectivas sobre las mujeres casadas; la función sanadora de las mujeres y la función ejemplar, de modelos femeninos a seguir por otras mujeres. Se tocan todos estos temas, de un modo muy breve, pero indicando c casi siempre el ámbito de estudio que, como campo presuntamente fecundo, queda aún por roturar.

Mi juicio sobre esta obra es en parte positivo y, en parte, negativo. Lo positivo es su pretensión de exhaustividad –no dejar nada sin tocar, aunque sea fugazmente- de tal modo que el lector obtiene una idea muy clara de por dónde se está investigando hoy, quiénes lo hacen y qué falta.

En el negativo se halla el tono demasiado “apologético” que creo percibir, si no me equivoco, en el tratamiento de las relaciones de Jesús con las mujeres. Pongo un ejemplo ilustrativo: el comentario al dicho sobre los eunucos en el reino de los cielos de Mt 19,9-12, en especial el v. 12:

“Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer - no por fornicación - y se case con otra, comete adulterio.»10 Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse.»11 Pero él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. 12 Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda”.

En mi opinión Los intérpretes (que aceptan por lo general este dicho como auténtico, aunque sólo aparezca testimoniado en Mateo, y su situación exacta en la vida del Nazareno sea imposible de determinar. Los argumentos a favor se deducen tanto por la dificultad de pensar que la comunidad primitiva lo hubiera forjado ella misma, como por coherencia con el ambiente vital de la predicación de Jesús y su predicación del Reino) suponen que Jesús se aplicaba a sí mismo y a algunos de sus discípulos esta frase, que significaría: ante la inminente venida del reino de Dios hay gente en Israel que ha elegido renunciar a tener mujer.

Jesús sería, pues, viudo o no casado para guardar la mayor apertura posible a las exi¬gencias perentorias del gran momento -disponibilidad de ánimo, fácil traslado de lugar por necesidades de la predicación, huída de peligros, etc.-, aunque sin duda no porque el casarse fuera estrictamente malo en sí respecto a las exigencias para la gente normal antes de la llegada del reinado de Dios. En una palabra sólo debe deducirse que los que se toman en serio los requerimientos del reinado de Dios se hacen a sí mismos eunucos, es decir renuncian a todo eros amatorio ya en esta vida para disponerse mejor para el Reino.

Elisa Estévez deduce:

“Jesús aboga con este dicho… por un nuevo concepto de la masculinidad, y por extensión, por una nueva manera de construir las relaciones familiares y sociales, que tienen consecuencias innegables en las relaciones entre varón y mujer. A través de este dicho Jesús aboga por un nuevo patró de masculinidad que desafía el orden establecido, y que implica rehacer los valores que sustentan el honor y la virtud en el mundo antiguo para abrir un espacio nuevo a la construcción de las identidades. Se distancia de este modo de los modelos patriarcales masculinos de su tiempo ….

“Con este dicho se abre un espacio para una nueva construcción de la identidad que renuncia al poder y al estatus, a las jerarquías excluyentes, a una vivencia agresivba, impositiva y dominante de la sexualidad, de las relaciones familiares y en la vida social. La motivación no es otra que el Reino, es decir los valores y creencias que sostiejnen la nueva familia de hijos e hijas.

“Se está produciendo una radical inversión simbólica que no podía sino desafiaer al mundo antiguo, también a las soicuiedades contemporáneas. Adentrarse por estos derroteros implicaba perder reconocimiento social, ser etiquetado muy negativamente y perder privililegios, amén de adentrarse en un espacio de vergüenza y de deshonor, que no habría hecho posible la existencia de seguidores y seguidoras de Jesús, a menos de que no se les hubiera privusto de un espacio alternativo, sustentado por valores y creencias, y sostenido por lazos de hermandad y filiación” (pp. 96-97)

No voy a hacer más comentarios, porque pienso que con esta interpretación se construyen mitos en el siglo XXI. Insisto en que el libro es bueno como presentación de todos los datos, pero me temo que va en sus interpretaciones demasiado lejos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com


Sábado, 26 de Mayo 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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