Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Foto: Cubierta de “La Vida de Jesucristo. Relato cronológico y sinóptico” Desde finales del siglo II, cuando los cristianos que formaban el grueso de la Gran Iglesia (que como he sostenido tantas veces, y creo que con eficaces argumentos, es fundamentalmente paulina) se enfrentaba a la lectura no de un evangelio único que les ofreciera una visión cómoda de la vida de Jesús, sino a cuatro evangelios, con perspectivas a menudo muy diferentes, desearon que alguien les ofreciera una conjunción de esas cuatro perspectivas de Jesús en un relato único. Así desde el 180 aproximadamente, un paganocristiano, discípulo de Justino mártir, denominado por la historia Taciano, el sirio, compuso la primera “concordia” de los Evangelios. Ahora bien, y esto hay que reseñarlo, la iglesia “oficial” jamás aceptó tal concordia o fusión del texto de los cuatro Evangelios, declarados canónicos ya afínales del siglo II, y siempre quiso que se conservaran como obras independientes sobre la vida, figura y misión de Jesús; independientes, si, pero complementarias. Este punto de vista fue expresado y defendido muy claramente por Ireneo de Lyon, hacia el 178-180, en el volumen III 11,8 de su obra “Desenmascaramiento y derrocamiento de la pretendida pero falsa gnosis”, más conocida como “Contra los herejes” (latín Adversus haereses): “No es posible que haya más de cuatro evangelios ni tampoco menos: Son cuatro las regiones del mundo en las que vivimos y cuatro los vientos de los cuatro puntos cardinales; porque, por otra parte, la Iglesia está diseminada por toda la tierra y la columna y el fundamento de la Iglesia es el Evangelio y el Espíritu de vida. Es, pues muy natural que la Iglesia tenga cuatro columnas que desde todos los ángulos soplen incorruptibilidad y reaviven en los hombres el fuego de la vida. Por todo lo cual es evidente que el hacedor de todas las cosas, el Verbo, que está sentado sobre los querubines y sostiene el universo, cuando se manifestó a los hombres, nos diera su evangelio bajo cuatro formas, pero sostenido por un solo Espíritu”. Pero esta directiva que suponía leer cuatro textos no satisfacía a todos los cristianos, y de ahí surgió la idea de una concordia de los Evangelios. Una concordia es un entrelazamiento de las historias de los cuatro evangelistas siguiendo un presunto orden cronológico-lógico de la vida de Jesús. La última y estricta “concordia” completa en español, que yo sepa, es la del Cardenal Isidro Gomá, Editorial Casulleras, Barcelona, de 1955, en 2 vols., de unas 800 pp. cada uno, que contenían además una introducción a los Evangelios y un comentario). Taciano, el autor de la idea de la concordia, compuso su obra probablemente en griego y luego la tradujo al siríaco (Siria y Egipto fueron dos regiones donde por diversas razones se expandió pronto el cristianismo). El original se ha perdido, pero tenemos traducciones antiguas, entre las cuales la más interesante es la latina, que quizás fuera este el primer intento de verter al latín textos evangélicos, originalmente redactados en griego. Todo esto viene a cuento porque recientemente en 2018, Verbo Divino ha publicado una obra que, sin ser estrictamente una “concordia” (ni tampoco una “sinopsis” de los cuatro evangelios puestos en todas sus secciones en columnas paralelas, con textos que se repiten según el orden de cada evangelista) supone la oferta de algo parecido: sirve para posibilitar al lector una lectura semi simultánea de los cuatro Evangelios (y de los Hechos de los Apóstoles, cuando hay algún pasaje que puede interesar para la comprensión de una “perícopa” o “sección” de la vida o enseñanza de Jesús de Nazaret, y luego de los hechos en sí mismos de la parte final de la “vida” Pablo, ordenados cronológicamente en cuanto se sabe, ya que es este el que propaga ante todo el final de la vida de Jesús y la creencia en su resurrección y ascensión a los cielos) en orden cronológico. La obra se titula “La vida de Jesucristo. Relato cronológico y sinóptico: los cuatro evangelios y los Hechos de los apóstoles”, Estella, 180 pp. ISBN 978-84-9073-327-1. Precio 25 euros. Insisto en que lo que aporta este libro al lector de hoy es la posibilidad de leer al mismo tiempo el relato evangélico de un hecho o dicho de Jesús. Dada la impresión en colores diferentes, el lector cae en la cuenta del punto de vista, muy a menudo diferente, de cada uno de los evangelistas. Y, en segundo lugar, se ofrece también la posibilidad al lector de leer por orden cronológico esos sucesos básicos de la vida de Jesús, en tanto en cuanto es posible reconstruir tal orden con cierta posibilidad. Es bien sabido que tanto muchos hechos como la inmensa mayoría de los dichos de Jesús fueron transmitidos sin su marco sociológico, cronológico, geográfico, situacional, etc., por los evangelistas y que es la crítica moderna la que acepta, o modifica un tanto, el orden ofrecido por los evangelistas. Me parece conveniente distinguir esta obra de lo que es una sinopsis estricta. Esta –como he indicado– presenta una, dos, tres o cuatro columnas de cada dicho y hecho de Jesús, según el orden de los evangelistas y repetidas veces según el orden de cada uno de ellos. En principio una sinopsis no tiene comentario alguno, sino que –si está bien compuesta tipográficamente– se ve con cierta facilidad donde hay concordancias de texto o ausencia de ella, es decir, hay omisiones, añadidos y diferencias de vocabulario para una misma idea. Esta presentación del material evangélico es mucho más técnica y, si está en griego es estrictamente científica. Muchos lectores se pierden un tanto incluso en una sinopsis en castellano. Son dos las sinopsis principales (hay más) a las que puede acceder el público. La primera, en español, es la de “Sinopsis de los evangelios” de José Alonso Días y Antonio Vargas-Machuca, editada por la Universidad Pontificia Comillas, sede de Madrid 1996. La segunda es la de Kurt Aland, con el título explicativo “Synopsis quattuor evangeliorum. Locis parallelis evangeliorum apocryphorum et patrum adhibitis”. Diversas ediciones. Württembergische Bibelanstalt. Stuttgart (la edición 8ª es de 1973). Como digo, estas obras son mucho más técnicas. Para el lector usual creo que puede ser mucho más práctica, aunque no tan completa, la de Verbo Divino. Por tanto, su utilización es muy recomendable como una iniciación a la lectura comparada Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Miércoles, 27 de Marzo 2019
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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