CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo

Antes de proceder a una evaluación final de la doctrina oficial de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte, puede valer la pena traer a colación alguna declaración representativa sobre este tema por parte de otras organizaciones.

Así, por ejemplo, el 11 de diciembre de 1977, el mismo año en que Amnistía Internacional recibía el Premio Nobel de la Paz, esta organización adoptó la denominada Declaración de Estocolmo como declaración de principios en lo relativo a la cuestión de la pena de muerte, abogando sin ambages por su supresión. Transcribo el texto a continuación:

“La Conferencia de Estocolmo sobre la abolición de la pena de muerte, integrada por más de doscientos delegados y participantes de África, Asia, Europa, Oriente Medio, América del Norte, América del Sur y el Caribe,

Recordando que:

-La pena de muerte es el castigo extremo, el más cruel, inhumano y degradante, y viola el derecho a la vida;

Considerando que:

-La pena de muerte es usada frecuentemente como instrumento de represión contra la oposición, contra grupos raciales, étnicos, religiosos y sectores marginados de la sociedad,
-La ejecución de un condenado constituye un acto de violencia, y la violencia tiende a provocar violencia,
-El imponer e infligir la pena de muerte embrutece a todos los involucrados en el proceso,
-La pena de muerte no ha demostrado jamás un efecto disuasorio,
-La pena de muerte está progresivamente adquiriendo la forma de desapariciones inexplicadas, ejecuciones extrajudiciales y asesinatos políticos,
-La ejecución es irrevocable y puede ser infligida a inocentes;

Afirma que:

-Es deber del Estado proteger sin excepciones la vida de toda persona dentro de su jurisdicción,
-Las ejecuciones con fines políticos de coacción llevadas a cabo ya sea por los gobiernos como por otros organismos son igualmente inaceptables,
-La abolición de la pena de muerte reviste un carácter imperativo para poder alcanzar así los modelos establecidos internacionalmente;

Declara:

-Su total e incondicional oposición a la pena de muerte,
-Su condena a todo tipo de ejecución llevada a cabo o tolerada por los gobiernos,
-Su compromiso de trabajar por la abolición universal de la pena de muerte;

Exhorta:

-A las organizaciones no-gubernamentales, nacionales e internacionales a trabajar colectiva e individualmente para proporcionar material informativo para uso público a favor de la abolición de la pena de muerte,
-A todos los gobiernos a tomar medidas para la total e inmediata abolición de la pena de muerte,
-A las Naciones Unidas a declarar sin ambigüedades que la pena de muerte es contraria al derecho internacional”

Esta declaración es un ejemplo conspicuo del carácter radical y la ausencia de ambigüedad con que un movimiento representativo y de vanguardia en la defensa de los derechos humanos declara su oposición a la pena de muerte y sostiene su ilegitimidad en el mundo contemporáneo. En mi opinión, vale la pena no perder de vista referencias como estas a la hora de abordar la postura oficial actual de la Iglesia Católica.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Miércoles, 30 de Enero 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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