CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Final de “La resurrección de Jesús”. Diálogo de A. Flew con N. T. Wright” Dios existe (Conclusión) (442-11)
Hoy escribe Antonio Piñero

Finalizo de una vez esta larguísima reseña con mi opinión respecto a lo que argumenta N. T. Wright en el Apéndice II al libro de A. Flew, Dios existe, y que he resumido en mis postales anteriores:

En primer lugar: reconocer que Wright es un hombre muy inteligente y que su argumento está muy bien montada: es una defensa muy brillante del punto de vista tradicional. Merece todos mis respetos.

Pienso, sin embargo, que falla un tanto en uno de sus dos pilares. El argumento no tiene en cuenta otra tradición muy primitiva sobre el enterramiento de Jesús y mucho mas verosímil recogida por el Nuevo Testamento, Hch 13,27-29:

27 Pues los habitantes de Jerusalén y sus jefes, que no lo conocían ni a él ni las escrituras de los profetas que se leen cada sábado, las cumplieron al condenarlo. 28 Y aunque no encontraron ninguna causa de muerte, pidieron a Pilato que lo eliminara. 29 Y cuando cumplieron todo lo que estaba escrito acerca de él, lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro”.

Esta tradición, que parece verdadera por el criterio de dificultad (¡extrema incluso!) sostiene que Jesús fue condenado los habitantes de Jerusalén y sus jefes y sus jefes…. quienes lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro”. Es decir, no fueron José de Arimatea (más Nicodemo: IV Evangelio), sino los jefes, por medio de sus esbirros, quienes bajaron a Jesús de la cruz y lo enterraron (se supone que en una tumba común, aunque se denomine “sepulcro”). Por tanto no se dan las circunstancias de enterramiento más bien de gente rica (con embalsamamiento) que se presupone en los Evangelios y que expone Wright.

Entonces sólo quedan como prueba las apariciones. Ahora bien y como es sabido, los relatos son tan contradictorios, que todo historiador se ve literalmente forzado a no dar crédito a esas historias de apariciones. Comenzando por Lucas que sitúa las apariciones solo en Jerusalén y durante un día y por Marcos que las emplaza en Galilea y durante varios días… siguiendo por las disparidades entre Pablo y los evangelistas, y la singular historia de la aparición de Jesús a María Magdalena (que parece ser del todo punto una narración simbólica de una mujer que pasa de la fe imperfecta no reconoce a Jesús; desea aprehenderlo luego para no dejarle marchar al cielo y provoca el famoso “No me toques”), y otras más contradicciones que pueden encontrarse en cualquier libro que trate de la resurrección…

Insisto: cualquier historiador debe rechazar este conjunto como histórico. Con lo cual nos quedamos también sin el otro pilar de la argumentación de Wright. Naturalmente, el historiador no debe caer en la trampa de dogmatizar acerca de explicaciones racionalistas a los que otros han calificado de “alucinación colectiva”. Tampoco me atrevo a hacer demasiado hincapié en que el origen de todas las historias de apariciones está en mujeres muy impresionadas por la muerte de Jesús y que fueron las primeras en sentir vivamente su presencia. Este argumento es “políticamente incorrecto”.

Añadamos de paso y tangencialmente a estas matizaciones que la afirmación de que el mesías muere o ha de morir es totalmente insólito dentro del judaísmo es verdad por lo general, pero que debo disentir de Wright en la afirmación absoluta ya que tenemos un texto del Apocalipsis (siríaco) de Baruc, compuesto entre el 70-90 d.C., es decir, más o menos contemporáneo de la ancianidad de Pablo, en donde se sostiene que el mesías muere (¿?) y aparece de nuevo (¿resucita?): 29,3-30,1; y otro del Libro IV De Esdras, más o menos de la misma época donde se afirma (en un texto retocado por los escribas cristianos, que añaden el nombre de Jesús) que el reino del mesías durará 400 años y que luego morirá el mesías para resucitar con todos los justos una semana después: IV Esdras 7,29-31.

También es posible, como he comentado ya en este Blog, que en un par de textos de Qumrán, oscuros y discutidos, se mencionan expresamente las humillaciones, muerte y resurrección del mesías, que es elevado luego al cielo y sentado en un trono angélico. Según Israel Knohl, esta historia se halla en los himnos se han transmitido en tres manuscritos diferentes: 4QHe, 4QHa fr. 7, y 1QHa col. 26. Por el contrario, la versión 2 se conserva sólo en un manuscrito, 4Q491 fr. 11, col. 1”.

Vuelvo a copiar uno de ellos

HIMNO 1, VERSIÓN 1

La base documental de la versión 1 del primer himno se halla en dos fragmentos de 4QHe. En el primer fragmento leemos:

1 el santo consejo. ¿Quién
2 de entre los hombres ha sido rechazado como yo?
3 se compara a mi doctrina.
4 ¿Quién hay como yo entre los ángeles?
5 que pueda medir el flujo de mis labios? ¿Quién
6 soy el amado del rey, compañero del
7 nadie puede compararse, pues yo
8 con oro me coronaré

En el segundo fragmento leemos:

1 ¿Quién ha sido como yo despreciado?
2 Y ¿quién puede comparárseme en mi paciencia ante las adversidades?
3 Me siento

Un tercer fragmento sólo contiene partes de una única palabra.

Aunque estos textos son muy fragmentarios, podemos encontrar ayuda en otros manuscritos de la versión 1, en los que a veces se conservan expresiones paralelas en forma más completa. Las expresiones paralelas en la versión 2 sirven también para nuestro propósito. Sobre la base de estos testimonios directos e indirectos podemos reconstruir como sigue la versión 1 del himno primero:

1 … Seré contado entre los ángeles, mi morada se halla en el santo
2 consejo ¿Quién… y quién ha sido como yo despreciado?
Y ¿quién
3 de entre los hombres ha sido rechazado como yo? ¿Quién ha soportado tantas aflicciones como yo? No hay doctrina
4 que se compare a la mía. Pues tengo mi asiento en los cielos
5 ¿Quién hay como yo entre los ángeles? ¿Quién podría cortar mis palabras? Y ¿quién
6 puede medir el flujo de mis labios? ¿Quién puede equiparárseme y comparárseme así en el juicio?10 Yo
7 soy el amado del rey, compañero de los santos
y nadie puede acompañarme. Y en mi gloria11
nadie puede comparárseme, pues yo … ni
con oro me coronaré, ni con oro refinado12.

Todo esto matiza mi opinión

Y ahora, para finalizar de verdad volvamos al conjunto del libro de A. Flew, “Dios existe” que hemos comentado durante semanas: me parece muy interesante y oportuno. Tiene prácticamente el elenco completo de los argumentos en pro y en contra de la existencia de Dios que se barajan actualmente, con la debida atención a los defensores punteros de una y otra posición. Desde luego bastante más los de la posición teísta. Un libro que debe leerse con atención y que hace reflexionar.

Para la posición contraria al teísmo creo que en España el autor que más profundamente ha comentado las tesis de Dawkins y Dennet es Gonzalo Puente Ojea en su obra “El mito del alma” de Editorial Siglo XXI, Madrid.

Perdón por mi ausencia la semana pasada: en verdad por motivos totalmente ajenos a mi voluntad.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 1 de Febrero 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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