NotasEscribe Antonio Piñero Foto tomada de la “La Biblia reflexiones. Blogspot.com” Formulé en mi postal anterior la promesa de analizar la afirmación de Richard Carrier arriba transcrita que lleva el título de esta postal y añadí que continuaré discutiendo temas de su último libro Jesus from the Outer Space”, con tal de que no me lleguen avisos de que la gente se aburre con lo que yo esté escribiendo. Repito la frase de R Carrier que voy a comentar “La descripción más precisa y exacta del pensamiento de los cristianos primitivos era que Jesús era una entidad angélica extraterrestre” La expresión “Jesús era una entidad angélica extraterrestre” corresponde a lo que se llama una cristología (que significa «ciencia» sobre Jesús como mesías”) intermedia, ni baja (Jesús es un ser humano) ni alta (Jesús es simplemente Dios, el Verbo de Dios), sino una entidad a la mitad: Jesús era un ángel y por tanto venía del “ámbito celeste” o “espacio exterior”. Es verdad lo que dice R. Carrier, pero no la generalización; no todos los cristianos lo pensaban así, sino algunos. Lo preciso; pero antes unas notas previas: La primera: nuestra fuente primaria para saber esto es el Nuevo Testamento. Desgraciadamente no hay otra fuente más antigua para discutir científicamente sobre estos temas. Segunda nota: entre los diversos textos que hablan de la naturaleza de Jesús hay pocos que la comparen con los ángeles; Tercera: los pasajes son siempre oscuros porque dan el tema por sobrentendido; los autores pensaban que todos sus lectores lo entendían sin más. Cuarta: todos los textos del Nuevo Testamento que hablan de cristología angélica dan por supuesto que Jesús podría ser o parecerse a un ángel, pero siempre era en su base en ser humano. Quinta: naturalmente para ellos el trasfondo es siempre un ser humano Pongo un ejemplo: el ángel Metatrón (que aparece en el Libro hebreo de Henoc) que ocupa un trono pequeñito junto a Dios (el texto lo denomina “Yahvé menor” = 12,5: “Apócrifos del Antiguo Testamento, Edit. Cristiandad, Madrid; vol. IV 1984, p. 234: traducc, Introd. y notas de Mª Ángeles Navarro) era un hombre, el séptimo varón después de Adán (de Gn 5,21-24), pero elevado al cielo por Dios mismo. El texto en el que Dios viste a Metatrón con un vestido glorioso y le pone una corona real en la cabeza. Lo expresa así: “El Santo (Dios), bendito sea... hizo para mí un manto de honor… hizo para mí una corona real en la estaban fijadas cuarenta y nueve piedra de aspecto comparable a la luz del globo del sol… y me llamó Yahvé menor ante toda su corte celestial”. Y ahora tras estas notas vayamos a los textos del Nuevo Testamento en los que quedan rastros más claros de cristología angélica (que yo sepa no se formula claramente hasta los siglos II y III… es decir, no eran ya “los primitivos cristianos”) son los siguientes · Hebreos (tratado que no fue escrito por el Pablo auténtico): 1,4-14 · Filipenses 2,9-11 · Efesios (epístola que no fue escrita por el Pablo auténtico): 1,20-22 · ¿Colosenses 1,15-20 (epístola que no fue escrita por el Pablo auténtico) · Apocalipsis de Juan (cristofanías = apariciones al mod de los ángeles) 1,13–16 Naturalmente para Carrier ninguno de estos textos prueba la existencia histórica de Jesús porque todos estos textos son “puras falsificaciones”. Pero ciertamente sí valen para discutir si “todos los cristianos primitivos” pensaban que Jesús había venido desde el cielo (es decir, desde el espacio exterior en terminología de hoy día) y en concreto que se imaginaba que Jesús era un “ángel” Concedo a Carrier que me parece cierto que los judeocristianos pintan diversas apariciones de Jesús al modo de apariciones de un ángel. Pero también es claro que los cristianos que están detrás de las Cartas de Juan (por ejemplo, en 1 Jn 4,2s 2 Jn 7) protestan seriamente afirmando que ese proceder es engañoso ya que se presentan el cuerpo del mesías como si fuera el de un fantasma o el de un ángel; la idea teológica este cuerpo de Jesús solo en apariencia de denomina “docetismo· del verbo griego “dokéo”, que significa “parecer”. Analicemos los mencionados textos del Nuevo Testamento solamente para saber si los primitivos cristianos tenían solo este concepto tan espiritual o si detrás de estas afirmaciones veían un ser humano. Y adelanto mi argumento: Me parece sencillamente imposible que un judío del siglo I de nuestra era pudiera hacerse seguidor de algún mesías del que no le constase que fuese un ser humano concreto, real, absolutamente probado. Pero esto no tenían que ponerse a probarlo estrictamente, ni tenían que hablar porque sencillamente era evidente y lo daban por supuesto. Para un judío del siglo I era constitutivo del concepto de mesías que fuera un hombre. Podían pensar en otras “ayudas” de Dios para arreglar el caos de la humanidad, por ejemplo, Melquisedeq (texto famoso de Qumrán “11Q Melquisedec”)…, pero transcribiéndolo al lenguaje de hoy habría que denominarlos “agentes mesiánicos”), pero el mesías era un hombre que había existido en realidad. No les cabía en la cabeza otra cosa. Vayamos ahora al primero de los pasajes mencionado El texto de Hebreos es el siguiente: 4 (El Hijo) hecho superior a los ángeles por cuanto ha heredado un nombre más excelente que aquellos. 5 Pues ¿a quién de los ángeles dijo alguna vez: «Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado»? Y de nuevo: ¿«Yo seré Padre para él y él será Hijo para mí»? 6 E igualmente cuando introduce al primogénito en el mundo, dice: «Y que lo adoren todos los ángeles de Dios». 7 Por una parte, dice refiriéndose a los ángeles: «Hace a los vientos sus ángeles, y a las llamas de fuego, sus ministros»; 8 y en cambio, refiriéndose a su Hijo: «Tu trono, oh Dios, por los siglos de los siglos» y «El cetro de la equidad es el cetro de tu reino. 9 Amaste la justicia y odiaste la iniquidad; por eso te ungió, oh Dios, tu Dios, con óleo de alegría más que a tus compañeros». 10 Y también: «Tú, Señor, en el principio cimentaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos; 11 ellos perecerán, pero tú permaneces. Todos envejecerán como un vestido, 12 los envolverás como un manto y se mudarán como un vestido. Tú, en cambio, eres el mismo, y tus años no se eclipsarán». 13 ¿A cuál de los ángeles ha dicho alguna vez: «Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies»?; 14 ¿acaso no son todos espíritus ministros, enviados para servir a los que van a heredar la salvación? Al estilo de las homilías sinagogales, el desconocido autor de Hebreos present3a una cadena de textos de la Escritura que sirve de prueba de lo afirmado hasta el momento y como materia de reflexión sobre «Hijo», «primogénito», la relación Dios / Hijo utilizando las palabras de los salmos 110 y 2,7-8. El autor se detiene en la superioridad de Jesús sobre los ángeles porque en su entorno habría probablemente algunos –como he escrito ya “algunos”, no todos– que explicaban la función mesiánica de Jesús como un ascenso promovido por la divinidad, naturalmente tras su muerte y resurrección (v. 4). Desde su naturaleza humana había pasado a la categoría de ángel. Se trataría de una cristología de «baja intensidad»: el mesías no sería hijo auténtico de Dios en el sentido real de la palabra, sino un hombre elevado de categoría El v. 4: nombre: esta es la base de la superioridad de Jesús, puesto que –según la mentalidad israelita– el nombre expresa a menudo la esencia o naturaleza de una persona; aquí indica la especial filiación de Jesús. Véase Flp 2,9: «Por ello Dios lo exaltó y le concedió graciosamente el nombre que está sobre todo nombre», Jesús, el Hijo. En esa carta, Pablo piensa probablemente en una «divinidad» de Jesús, pero solo tras la resurrección, por adopción; en Hebreos es por esencia.5-14 Que el Hijo es superior a los ángeles se prueba con la enumeración corrida de varios pasajes de la Escritura: Sal 2,7; Dt 32,43; Sal 97,7; Sal 104,4; Sal 45,7-8; Sal 102, 26-28. El denominador común que subyace a este elenco de textos es que todos se refieren al Hijo, encarnado en Jesús, mediador de la creación (vv. 5.10). Insist3o una y mil veces en que el autor no siente necesidad de probar por qué hacen referencia a él; simplemente lo afirma como algo obvio. Los ángeles son en realidad servidores de Jesús: deben adorarlo (vv. 6-7.11); no son simples compañeros suyos, sino subordinados (v. 9), incluso aunque hayan sido designados por Dios mediadores a través de los cuales fue otorgada la Ley (2,2). En el v. 5: Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado: cita del Sal 2,7. En origen se trata de la entronización del rey de Israel: desde ese momento Dios lo adoptaba como hijo especial frente a otros hombres. La cita siguiente, de 2 Sam 7,14, sirve igualmente para este fin: ambos pasajes expresan un pensamiento de tenor adopcionista. Pero, según nuestro autor, este posible adopcionismo habría de entenderse al menos –conforme al pensamiento de 1,8– como una elección-adopción anterior a la creación del universo. También es posible que el corte adopcionista sea solo el de las citas, que no cuadran bien con el pensamiento del autor, quien piensa que la entidad divina de Jesús va más allá. 6 E igualmente cuando introduce al primogénito: se trata del momento de la encarnación (¿nacimiento?) de Jesús; el Hijo, divino, se hace «carne» –hombre– como en Jn 1,14. En ese instante, los ángeles, inferiores, «lo adoran»: cita de Dt 32,43LXX (los «hijos de Dios» del texto hebreo son los «ángeles» en el griego) y Sal 96,7LXX (los «dioses» del texto hebreo son igualmente los «ángeles» en el griego). Otros comentaristas, por el contrario, sostienen que la introducción del «primogénito» se refiere a la parusía, cuando el Mesías instaura el reino de Dios futuro. Y el v 14 al hablar de espíritus ministros: griego leiturgiká pnéumata se ve claro que se trata de una repetición de la idea nuclear de 5-14 (v. 7): Jesús es superior a los ángeles, pues estos son sus meros servidores. En síntesis: opino que se puede sustentar sin temor a ofender a Carrier, que el desconocido autor de Hebreos estaba pensando no en un hombre mítico, ni construyendo literariamente ningún hombre mítico, sino un ser humano real que por voluntad divina, y tras su muerte real, es superior a los ángeles. Saludos cordiales de Antonio Piñero NOTA: Entrevista con Julio Barroso desde Londres https://podcasts.apple.com/gb/
Jueves, 5 de Noviembre 2020
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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