NotasHoy escribe Antonio Piñero Es éste uno de los libros cuya lectura me ha impresionado más en los últimos años. Sencillamente porque explica en términos históricos consecuentes una de las preguntas clave que sobre su religión se ha planteado normalmente a sí mismo todo cristiano culto. Decía san Agustín que si el cristianismo se había extendido por el mundo sin un milagro divino, ése era el mayor de los milagros. Es posible, sin embargo, que haya otra explicación. La ficha de este libro es la siguiente: Rodney Stark, La expansión del cristianismo. Un estudio sociológico. Editorial Trotta, Madrid 2009, 219 pp. ISBN: 978-849-879-068-9. La pregunta clave, pues es la siguiente: ¿Cómo fue posible que un pequeño movimiento religioso judío –tan aborrecido en general por los ciudadanos del Imperio después de la Gran Revuelta contra Roma-, nacido en los confines del Imperio llegara a convertirse en poco más de 300 años en la religión oficial del Imperio? Tengamos en cuenta que esa religión “oriental”, desde los ojos de Roma, presentaba como salvador del mundo a un malhechor ejecutado según las pautas de la muerte más ignominiosa que podía concebir un hombre culto de la época. En contra de la visión normal, arraigada desde siempre, las ciencias sociales son capaces de demostrar que el cristianismo no surgió como un movimiento de desarrapados y desposeídos del Imperio, y que su crecimiento no se debió a súbitas conversiones masivas movidas por el impulso arrollador del Espíritu Santo. Es más: ni siquiera existió tal auge extraordinario, puesto que partiendo de un patrón de crecimiento de un 40% de expansión por decenio –ritmo constatado por algunas religiones modernas, como la de los mormones- llega un momento en el que la curva de crecimiento se dispara naturalmente de tal manera que produce la sensación de un milagro. En el caso del cristianismo fue así: partiendo de la muerte de Jesús en el año 30, unos meses después -según los Hechos de los Apóstoles 1,14-15- había unos 120 cristianos; en el año 40 de nuestra era los seguidores de Jesús más o menos 1000 (las cifras dadas luego por los Hechos de los apóstoles en los primeros capítulos son meramente propagandísticas). Aproximadamente 260 años después de su fundación, en el año 300, se calcula que habría 6.229.832 cristianos de entre una población total del Imperio de 60.000.000 (proporción de cristianos 10,5% de la población total). Pues bien, siguiendo con el mismo ritmo de crecimiento, 50 años más tarde, hacia el 350, la población cristiana era de 33.882.008, exactamente el 56,5 % de la población. Naturalmente esta proporción es seria y el crecimiento en 50 años parece ser espectacular…, pero es absolutamente normal, en realidad. Todos nos hemos fijado fundamentalmente en el crecimiento de esta época –señalado por múltiples historiadores (sobre todo Adolf von Harnack en su famoso libro “Mission und Ausbreitung des Christentums (“Misíon y expandsión del cristianismo”) - sin caer en la cuenta que toda curva asintótica tiene un momento en el que se dispara hacia arriba espectacular, pero naturalmente. Pero, una vez asentadas estas cifras estimativas (Stark es más bien moderado, pues hay otros autores que, sin hacer cálculos cuantitativos estiman un crecimiento mayor para el cristianismo), lo que el autor de este libro explica es el por qué de este crecimiento del 40% por década que –repito- es la misma cifra de expansión de otras confesiones religiosas exitosas en la historia, como la de los mormones. Y aquí viene la parte más interesante de este libro tan breve que se lee en dos tardes (sólo unas 170 páginas de texto real, eliminado imágenes, índices y bibliografía): el cristianismo creció · Por una mezcla de oportunidad histórica, por la torpeza de las autoridades romanas al impedir su crecimiento ya que lo consideraron inocuo, y · Porque realmente ofrecía unas ideas y una práctica ética de las que estaba necesitada la sociedad “romana” –es decir de los pueblos en el entorno del Mediterráneo de su tiempo. A partir de los conocimientos sociológicos sobre cómo procede en realidad el fenómeno de la conversión y la manera cómo los grupos religiosos reclutan sus miembros, este breve pero rotundo libro trata todos los aspectos relevantes que pudieron coadyuvar al auge y crecimiento del cristianismo: • Cuál era el transfondo social de los conversos en general (no gente pobre, sino de clase media, la mayoría, y alta, pocos y significativos) • Cómo, en contra de lo que se cree, la conversión de judíos de la Diáspora al cristianismo continuó por lo menos hasta el siglo V. • Cómo el cristianismo cambió el estatus normal de las mujeres tanto en la Iglesia como en el grupo social, dentro del estado, que el cristianismo representaba; por ejemplo, las mujeres cristianas no se veían obligadas a casarse más menos a los doce años; no había infanticidio ni aborto, la mayoría de las mujeres lograban convertir a sus maridos paganos…, etc. • Cuál fue la función del martirio… En realidad no hubo apenas persecuciones generales dentro del Imperio hasta el 250 y después hubo sólo tres, culminando con la de Diocleciano desatada en la década de los ochenta del siglo III. El número de mártires de todo el cristianismo en tres siglos no superó los 1000…, pero su efecto “teatral” de ejemplaridad y publicidad hizo que su sacrificio fuera totalmente efectivo. Entre otras razones, aumentaron el valor del cristianismo a los ojos de los paganos tanto cuanto parecía irracional morir por motivos religiosos… ¿cómo será esa fe que están dispuestos los mejores de entre ellos a morir por ella? • Cuál fue la función de la fertilidad entre los cristianos…,. Mucho mayor que la media del Imperio… • Cómo las enfermedades y las grandes epidemias contribuyeron sorprendente a que la proporción de cristianos aumentara de modo sorprendente… (este capítulo es uno de los más asombrosos de la obra). • Cuál fue, en fin la importancia de la doctrina cristiana, de su ética privada y moralidad pública en el proceso de conversión. El penúltimo capítulo sobre “Oportunidad y organización” es otro de los absolutamente sorprendentes, acostumbrados como estamos a la banalidad de las respuesta al crecimiento del cristianismo. Stark cuantifica y valor las oportunidades que se ofrecieron al cristianismo precisamente porque nació en un espacio y tiempo determinados y no en otros, y cómo los rasgos organizativos de la nueva religión –por ejemplo su entramado de “seguridad social” para sus miembros, heredado del judaísmo- hicieron del movimiento cristiano un contrincante formidable para la multiplicada y excesiva oferta religiosa en el Imperio romano tardío. Una de las consecuencias evidentes de este estudio es la necesidad de abandonar la idea de que la llamada “conversión” de Constantino fue tal. En realidad el emperador no se bautizó sino en su lecho de muerte, muchos años después de su victoria contra Magencio en el Puente Milvio, atribuida a la ayuda de Cristo. No hubo conversión, sino una respuesta política, astuta y práctica, al aparentemente rápido crecimiento de la religión cristiana y a su posible influencia política. La "conversión" de Constantino no ayudó a las conversiones masivas. Stark no pontifica jamás, sino que deduce de los hechos proposiciones, o leyes de comportamiento sociológico, y las aplica consecuentemente al objeto que estudia, la expansión de un movimiento religioso, en concreto de aquél que con el tiempo ha llegado a formar una gran parte de nuestra atmósfera no sólo religiosa, sino cultural, por lo que nos interesa muchísimo. Este interés es independiente de nuestras creencias, ya que todos somos “cristianos culturales”. En síntesis, un libro digno de ser tenido en cuenta. en mi opinión es un texto no sólo imprescindible para el lector interesado en los orígenes del cristianismo, sino que constituye una más que valiosa introducción a los métodos de las ciencias sociales aplicadas al hecho religioso. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …… Un aviso para los residentes en Madrid: Hoy, martes, 20 de octubre de 2009, A las 19,30, en el salón de actos de “Caixaforum de Madrid, Paseo del Prado 36” Hay una conferencia de Antonio Piñero sobre “Los orígenes del cristianismo”.
Martes, 20 de Octubre 2009
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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