CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


Concluimos el tema iniciado hace un par de semanas. Explico por qué Jesús al participar --o el defender la misma teología por su cuenta-- de la teología esenia no se caracteriza sin más como opositor al concepto de un matrimonio patriarcalista y, por tanto, antifemenino.


La razón es que en este caso del matrimonio monogámico, Jesús comparte estrictamente, me parece, la teología esenia sobre el designio divino de que, desde la creación Dios ha dispuesto un hombre y una mujer de por vida: el uno para el otro predeterminado desde toda l eternidad. La razón dada por los esenios y por Jesús es semejante. Si Dios, en el origen del mundo, hubiese deseado que el divorcio fuera posible jamás habría inspirado el uso del singular (no el plural) en la fórmula de Génesis 1,27 “hombre y mujer los creó”. En caso de que desde toda la eternidad, y no por la dureza de corazón de los humanos, Dios hubiese previsto el divorcio, los esenios –y creo que Jesús igualmenbe-- argumentaban que Moisés habría escrito “hombres y mujeres los crió”.

Ahora bien, cualquiera que conozca un poco la teología esenia verá que a pesar de esta doctrina monogámica la consideración de los esenios hacia sus mujeres era muy negativa y muy dura: la consideraban un ser de segundo rango en la creación. Para el mundo futuro --que iba a tener lugar en la tierra de Israel una vez que éste se hubiera desembarazado con ayuda divina de todos los enemigos-- incluso algunos esenios planteaban que se prohibiera le entrada de las mujeres en la ciudad santa de Jerusalén no fuera que le aconteciera a alguna la venida de la regla dentro del recinto de la ciudad y la impurificara entera.

Pienso que Jesús no llegaría a eso ni mucho menos, pues según el testimonio de Marcos, no pareció molestarse en absoluto porque la mujer con flujo de sangre se atreviera a tocar su manto (Mc 5,30). Pero la duda sobre su mentalidad teológica de base persiste.

• Segunda observación: la cláusula exceptiva de Mt 19,9: “Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer –salvo por fornicación- y se case con otra, comete adulterio”” está escrita totalmente desde el punto de vista del varón. Ni se contempla el caso de que sea el varón el que tenga un desliz sexual. Desde el punto de vista judío de la época si un varón casado tenía relación con una prostituta, ¡no pasaba nada!. Pero si una mujer casada tenía una relación incluso con un varón soltero, era rea de muerte. Me temo que la excepción según Jesús, como transmite Mateo, respire esta atmósfera.

Una manera plausible de salir de la duda es considerar entero el texto siguiente de Mateo:

Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio (Mt 5,27-32).

Obsérvense ls frases que he destacado en negrita: todo el contexto de Mt 5,27-32 está pensado desde el punto de vista del varón.. Es evidente que se trata siempre del varón, y que una presunta actividad de la mujer queda excluida. La sentencia de Mt 5,28 indica más bien que no se consideran ni se tienen en cuenta los deseos sexuales de la mujer. Da la impresión como si Jesús no pensara aquí que también la mujer puede mirar a un varón deseándolo en su corazón. Por tanto, habría más bien un punto de vista usual en la época: la mujer tiene sólo una función pasiva y secundaria.

Ahora bien, a propósito de los roles de género en la cuestión del divorcio/repudio, señala con razón J. R. Esquinas que la prohibición general por parte de Jesús del repudio

“se mantiene dentro de los límites del matrimonio patriarcal, que considera a la mujer como posesión del hombre. Jesús apela al honor masculino: si uno repudia, es el varón el que cae en deshonor al cometer adulterio. La pasividad de la mujer está dada por supuesta. Jesús espera ante todo que los varones se mantengan limpios y sin pecado ante la inminente llegada del Reino” (Jesús de Nazaret y su relación con la mujer. Una aproximación desde el estudio de género a partir de los evangelios sinópticos. Editorial “Academia del Hispanismo”, Vigo, 2007, p. 142).

Y ahora volvamos a los dos textos que mencionábamos al principio de estas postales tomados del libro Jesús de Nazaret el hombre de las cien caras, p. 111. Observen que el libro está escrito cuando yo ya pienso sobre Jesús que jamás parecen las mujeres durante su vida pública, salvo en Lc 8,1-3 y en función subordinada; que jamás hizo una declaración en contra sobre el papel subordinado de la mujer habría hecho falta una declaración expresa de ese estilo y más datos en los Evangelios para mantener una idea que vaya algo más lejos que la mía: “Jesús se mostraba respetuoso con las mujeres n todo momento”. Pero nada más.

Por tanto, si me he atrevido a citar del modo siguiente:

1. Jesús y las mujeres en general

Las mujeres no son un ser secundario respecto al varón ya que Jesús cita el texto igualitario de Gn 1,27-28

“Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: ‘¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?’ 4 El respondió: ‘¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra?’” (= Gn 1,27-28 ) (Evangelio de Mateo 19,3-4),

En todo caso, y respecto a este libro tendrían que haber acusado exactamente de lo contrario: he sido demasiado magnánimo, según la crítica, colocando la dos citas en pie de igualdad y dándoles el mismo valor… cuando en realidad yo sabía que hay indicios para pensar, tanto en esta caso como en otros, que Jesús no se sale notablemente del pensamiento social de su época respecto a la mujer.

B. Por último en el libro, Ciudadano Jesús. Respuestas a todas las preguntas (Atanor, Madrid, 2012), y respecto a la pregunta “¿Qué dicen los Evangelios del estado civil de Jesús durante su ministerio público?” respondo:

“El dicho de Jesús recogido por Mt 19,12, "Hay otros que se hicieron a sí mismos eunucos por amor al Reino de los Cielos", que parece auténtico, supone que él se aplicaba a sí mismo y a algunos de sus discípulos esta frase, que supone una renuncia al sexo durante el tiempo que esperaba la venida inmediata del Reino de Dios. Jesús estaría, pues, o bien no casado, o bien había dejado en Nazaret a su mujer e hijos (como otros de sus apóstoles) para guardar la mayor apertura posible a las exi¬gencias perentorias de la llegada del Reino: disponibilidad de ánimo, fácil traslado de lugar por necesidades de la predicación, huída de peligros, etc.…., o bien era viudo.

“Parece, pues, que Jesús andaba sin mujer durante su vida pública no porque el casarse fuera estrictamente malo en sí respecto a las exigencias de la llegada del reinado divino, ya que él era un gran defensor del matrimonio monógamo (Mt 19,4-6). (p.)

No veo ningún rasgo de gran parcialidad por mi parte en esta exposición.

Y, finalmente, comentando la pregunta ¿Era Jesús un machista respecto a su trato con las mujeres?, respondo:

“No lo creo, pero tampoco lo contrario, sino un hombre de su tiempo, ni más ni menos. Hay algunos que opinan que Jesús trató a las mujeres con tal respeto y con tal conciencia de su igualdad fundamental respecto a los varones que su figura fue virtualmente única entre los maestros y personajes más representativos de su tiempo. Sostienen que fue un caso excepcional entre los judíos de su época; y que las mujeres, por su parte, al recibir su mensaje se libraban de una Ley que era totalmente antifemenina. Incluso algunos teólogos sugieren que esta posición única sirve de prueba suficiente de la especial relación de Jesús con Dios tal como sostiene el cristianismo.

“Pienso que esta imagen es absolutamente falsa. Es más: opino que es un mito. Es muy posible que Jesús no fuera machista de un modo directo y voluntario, sino como un producto de la educación y del espíritu general de su época. Ciertamente, en el Israel de su tiempo la mujer era casi un “cero a la izquierda” y no tenían influencia alguna en la vida pública u oficial. Ahora bien, Jesús, en sus curaciones de mujeres, parece tratarlas bien… Mas esto no hace de la figura de Jesús “virtualmente única entre los maestros y personajes más representativos de su tiempo”. Tenemos testimonios de que otros rabinos de su tiempo procedían con igual delicadeza y finura con las mujeres.

“A la vez debe decirse que, en el único texto (Lc 8,1-3) en el que aparece Jesús rodeado de mujeres en el entorno de sus discípulos, éstas tienen una función subordinada y de servidoras: “Le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes”.

“Añádase que en todos sus discursos jamás tuvo Jesús una palabra en contra de la situación social, sin duda injusta, de las mujeres de su pueblo. No se recoge en los Evangelios ninguna proclamación de igualdad esencial en funciones, naturaleza, libertad por parte de Jesús, ni en sus acciones durante su vida pública se manifiesta tendencia alguna teórica similar.

“La tradición sobre María Magdalena como discípula predilecta del Revelador Jesús se desarrolla sobre todo tras la muerte de éste y pasados decenas, quizá un centenar de años. No puede atribuirse al Jesús de la historia la atribución de un papel estrictamente relevante a este personaje en su grupo escatológico, porque el Evangelio de Juan, el único que parece defender esta postura, la pinta en realidad como una discípula imperfecta que pasa a la fe perfecta sólo tras atender a las palabras del Revelador (primera aparición del Resucitado: Jn 20,1-18).

“Por tanto la idea de Jesús como el primer feminista de la historia es un mito”.

Pienso que al formular esta negación tengo razones de peso para sostenerla y que no una idea sacada de la manga, con ánimo de sostener una imagen machista de Jesús voluntariamente, según se me achaca.

Y ahora espero que con estas explicaciones, no a mi gusto ciertamente, quede paladinamente clara mi tremenda parcialidad, al menos en este ámbito de Jesús y las mujeres,

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com





Viernes, 22 de Junio 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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