CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos ahora analizando el escollo c): problemas de reduccionismo

Creo, por último, que el estudio sociológico del Nuevo Testamento puede presentar serios problemas de “reduccionismo”, es decir, puede darse el peligro de interpretar todos los datos según un “sistema de aproximación” único, a base de un modelo previo.

Pongo un ejemplo: la consideración de Jesús como un predicador totalmente al estilo de los cínicos, que al parecer eran más abundantes de lo que creemos en la Decápolis y el entorno pagano inmediato del Israel del siglo I.

Una vez que se han descubierto ciertas analogías, sin duda entre el pensamiento y el modo de vida de Jesús con los filósofos cínicos, el esquema de investigación reduce su foco, su objetivo, y acomoda todos los datos, forzándolos, al esquema previo (es decir al descubrimiento del parecido entre Jesús y los cínicos). Entonces, se dejan de lado en la práctica otros datos sociológicos, históricos, teológicos e ideológicos (el también –me parece, casi- evidente enraizamiento de Jesús en la apocalíptica de su tiempo, y se obtiene una imagen de un Jesús imposible, algo dijimos en la postal de ayer, en la que apenas tiene cabida la tradición judía.

Aprovecho la crítica realizada por Rafael Aguirre, que ha practicado bastante el estudio sociológico del Nuevo Testamento y del cristianismo primitivo (por tanto nada sospechoso Dios ir en contra), a la imagen del Jesús cínico, obtenida de un análisis de los Evangelios, sí, pero también y sobre todo de los análisis sociológicos de “antropología mediterránea antigua”. Lo que sigue es una cita de Biblia y Helenismo, El Almendro, Córdoba 2006, cap. VII, “La teoría de Jesús como un predicador cínico”:

“La mayor crítica, por tanto, que se puede realizar al “Jesús cínico” es que no tiene en cuenta el trasfondo judío de su predicación y de su ministerio. Crossan habla de un “campesino mediterráneo judío” y F. G. Downing (Christ and the Cynics, Sheffield 1988) de una “combinación de filosofía cínica y de tradición cultural judía”, pero el citado elemento judío desaparece casi por completo en sus interpretaciones.

“Concretamente la interpretación que estos autores dan del Reino de Dios en Jesús me parece insostenible. B. L. Mack (El Evangelio perdido. El documento Q. Único texto auténtico sobre los orígenes del cristianismo, Barcelona 1994), Downing y L. E. Vaage (Galilean Upstarts: Jesus’ First Followers According to Q, Valley Forge 1994) eliminan toda referencia al futuro y para ellos el Reino de Dios viene a ser, en línea con algunos textos cínicos y de Epicteto, el dominio sobre sí mismo y sobre la situación que toca vivir, la libertad respecto a todo condicionamiento externo.

“Ante esto hay que decir, sobre todo, dos cosas: la primera, que hay que hacer una gran violencia a los textos para eliminar del Jesús histórico toda referencia al Reino de Dios futuro; la segunda es que indudablemente la principal referencia del mensaje sobre el Reino de Dios de Jesús está en la tradición judía y, concretamente, en Daniel e Isaías. Jesús anunciaba y esperaba una intervención futura del Reino de Dios que había de suponer una profunda transformación histórica, e invitaba a descubrir, aceptar y dejar fructificar ese Reino de Dios que, como en germen, estaba ya irrumpiendo en el presente.

“La situación social de Jesús y de sus oyentes, el conjunto de su ministerio, la naturaleza de los desarrollos que introdujeron sus primeros discípulos, el tenor mismo de la expresión Reino de Dios exige buscar sus antecedentes, ante todo en la tradición judía y resulta asombroso que se quiera explicar la predicación de Jesús al margen de ella. Por otra parte es claro que tanto Juan Bautista como la comunidad primitiva de Jerusalén vivieron una notable tensión escatológica futura. ¿Es posible eliminar totalmente este elemento de Jesús, que se encuentra entre ambos?

“Tienen razón los autores que en la actualidad subrayan que Jesús fue un maestro o sabio, pero esto no puede llevar a eliminar el aspecto profético y escatológico de su predicación.

Sin embargo sí es cierto que el mensaje de Jesús experimentó en la comunidad cristiana primitiva una fuerte apocaliptización, como consecuencia del entusiasmo pascual y como reacción ante las dificultades que experimentaron. Incluso las referencias al Hijo del hombre, juez glorioso y futuro, pueden ser secundarias y no remontarse al Jesús histórico. Muchos autores del Jesus Seminar, y concretamente los que defienden la imagen del Jesús cínico exageran de manera inaceptable, pero pueden ayudar a superar la figura excesivamente apocalíptica de Jesús que ha predominado durante mucho tiempo.

El ideal del método sociológico sería no aplicar tan sólo los criterios y metodología de una moderna sociología histórica, sino intentar combinar el análisis sociológico con el literario y el teológico dentro de cada obra del Nuevo Testamento. Las preguntas que se hace una investigación de este tipo podrían ser como las siguientes:

• ¿Hay indicadores lingüísticos del texto que orienten hacia el plano sociológico?

• ¿Qué información presenta y cuál falta?

• ¿Aparece alguna terminología interna, específica del grupo que suponemos se halla detrás del texto?

• ¿En qué grado procura el texto la comprensión de los de fuera y cómo y en qué circunstancias se los imagina?

• ¿Existen funciones normativas u orientaciones de conducta específicas en el texto?

• ¿Utiliza el texto instituciones sociales ya existentes? ¿Las corrige?

• En caso de utilización de tales estructuras, ¿ejercen éstas influencia en la formación de la propia comunidad que está detrás del texto?

• ¿A qué grupos va dirigido el texto?

Formularse estas u otras preguntas puede ayudar a encontrar una nueva vía que descubra al investigador ciertas perspectivas que sin ese interés permanecerían ocultas.

Los resultados de este análisis son muy ricos. A pesar de que he disentido en algunos puntos, pienso que la obra de Sean Freyne sobre Galilea y los Evangelios, en especial Galilee and Gospel, Tubinga 2000, y la comentada en este blog: Jesús, un galileo judío. Una lectura nueva de la historia de Jesús, Verbo Divino, Estella, 2007, son muy interesantes en perspectivas ayudan a situar a Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com






Domingo, 5 de Diciembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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