NotasHoy escribe Antonio Piñero Como prometíamos, hacemos ahora un breve comentario al texto conclusivo de la investigación (fue su tesis doctoral) de Miguel Pérez Fernández, catedrático emérito de lengua y literatura hebreas de la Universidad de Granada. Además, el autor es sacerdote y sigue ejerciendo como tal en su ciudad Murcia natal (creo que en San Pedro del Pinatar y alrededores). Ordeno simplemente los apartados, procurando utilizar los mismos vocablos que Pérez Fernández. El mesías, 1. Tiene acusados rasgos guerreros: • Rey, de la casa de Judá • Es enviado por Dios • Es libertador del pueblo. Su liberación está legitimada por Yahvé • Es dominador de las naciones = vencedor de Gog y de Magog • Es justiciero y vengador de Israel • Es juez mortal de sus enemigos. 2. Otros rasgos: • El mesías viene desde lo alto legitimado por la palabra de Yahvé que lo acompaña. 3. El mesías inaugura un reino de Dios material/espiritual en la tierra de Israel: • Inaugurará una época de abundancia material que significa la liberación • En su tiempo la ley de Moisés será observada plenamente. 4. Inauguración del Reino, ¿cuándo?: • Es un secreto de Dios • Se espera que acontezca en una noche de Pascua • Para que llegue, el pueblo debe estar dedicado al estudio y cumplimiento de la Ley. 5. En un muy segundo plano se advierten los posibles inicios, no desarrollados en la época de Jesús, de otros conceptos de liberación más ligada a círculos piadosos y estudiosos de la Ley que a los políticos y militares. Pérez Fernández no especifica cuáles en este resumen sintético, pero se sobreentiende que son los expresados más tarde por el Targum Onqelos y la literatura rabínica, que se codifica como sabemos al principio del siglo III d.C., aproximadamente hacia el 220. 6. Pérez Fernández acepta aunque sin decirlo expresamente que este mesianismo popular de tiempos de Jesús sufre una revisión profunda posteriormente. Las razones que ofrecen son tres: • Razones políticas: prudencia ante Roma. Esta observación vale para los judíos pero también para los cristianos. Hemos afirmado, que según Brandon, el contexto vital del Evangelio de Marcos, al menos tal como lo leemos hoy, obra escrita después del final de la Guerra Judía, hacia el 71 d.C., lleva a su autor a borrar de su imagen de Jesús todos los rasgos que puedan apuntar hacia un mesías con tintes guerreros, lo que podría molestar a Roma. Los que quedan (que se ha denominado material furtivo, y que sirve a los investigadores para reconstruir también la figura del Jesús histórico) son productos de una tradición firme que no tiene más remedio que admitir, y que honestamente transmite aunque no encajen con su idea. Esta misma tendencia le conduce a exonerar de culpa al prefecto Poncio Pilato y cargar las tintas de la responsabilidad de los judíos en la muerte de Jesús. • Razones psicológicas: frustración tras el fracaso de los diversos movimientos mesiánicos. Este extremo podría aplicarse también a los cristianos en el sentido siguiente: el problema principal de la teología cristiana después de la muerte aparentemente ignominiosa de Jesús fue justificarla teológicamente. Esta justificación se hizo con un nuevo recurso a las Escrituras: pasajes de ella interpretadas de nuevo bajo la luz de la creencia en la resurrección, lo que significaba que Dios había vindicado a Jesús y que el sufrimiento del mesías, algo novedoso, pertenecía al misterioso designio divino, como la nueva exégesis judeocristiana demostraba. ¿Pudo ayudar a realizar esta tarea ese mismo sentimiento de frustración mencionado? • Razones teológicas: pretensión cristiana de que la Ley había sido abolida. En verdad, esa pretensión no pertenece en de ningún modo al judeocristianismo (sabemos de sobra por los Hechos de los apóstoles que eran observantes absolutos de la ley mosaica y grandes frecuentadores del Templo), sino sólo de la rama paulina. Pero hay que confesar también que esa “abolición de la Ley” por parte del Apóstol no tiene ningún fundamento en el Jesús histórico, ninguno, sino que es una pura derivación de su teología propia, que hoy denominamos “paulina”. Lo importante en este aspecto, creo, de las afirmaciones de Pérez Fernández es que el mesianismo cristiano (sufriente, vicario y expiatorio) es algo novedoso respecto al mesianismo corriente y normal judío del siglo I. Es una revisión posterior, ya en tiempos de la Iglesia primitiva y nada tiene que ver con el Jesús histórico. Y ahora la consecuencia principal: Hemos sostenido que el Jesús histórico en su entrada mesiánica en Jerusalén (testimonio directo de Marcos/Mateo y parcial, pero suficiente de Lucas: el rey, el bendito, el que viene) no sólo permitió que las gentes y sus discípulos lo calificaran como “Hijo de David”, sino que defendió a sus discípulos y a las turbas de los reproches de los fariseos por haberlo aclamado “Hijo de David”. Jesús –según el testimonio de los evangelios no explica en ninguna parte a las gentes, ni aquí ni en cualquier otra parte de lose escritos evangélicos, salvo el que él lo entendía de otra forma según el denominado “secreto mesiánico”. Téngase en cuenta que según el “secreto mesiánico” defendido por el autor del Evangelio de Marcos, y tras sus pasos por Mateo y Lucas, Jesús afirmó y mandó que se mantuviera oculto su nuevo mesianismo hasta después de su resurrección. Entonces una de dos: 1. O bien Jesús tenía el mismo concepto que las turbas en lo que significaba ser el mesías “Hijo de David”, es decir, lo que ha dibujado en su síntesis Miguel Pérez Fernández, y defendió este concepto ante los fariseos. Si así fuere, el “secreto mesiánico” (núcleo fundamental del Evangelio de Marcos) resulta ser un artificio literario y fingido de su autor, Marcos. 2. O bien tenía Jesús un concepto radicalmente diferente de su mesianismo (para decirlo brevemente y entendernos: Jesús tenía ya el concepto, luego cristiano, de un mesías sufriente, que aceptaba previamente su muerte como parte de un designio redentor divino, un mesianismo totalmente apartado de la política), pero permitió que las masas lo aclamaran erróneamente, sumidas en una ignorancia clara e invencible acerca de su figura y misión. Es decir, si así fuere, Jesús permitió conscientemente que sus discípulos y las turbas se engañaran en cuanto a su mesianismo. Además defendió este engaño ante los fariseos. Que cada uno elija entre los dos términos de este dilema. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com
Viernes, 21 de Mayo 2010
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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