Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Supongo que casi todos los lectores habrán oído en múltiples ocasiones de la influencia de este poema acadio babilónico en el relato de la creación del Génesis y supongo, también, que la mayoría no habrá tenido la ocasión de leerlo, aunque existe una versión española de Francisco Lara Peinado. Otros más, habrán sentido la tentación de enterarse de cómo es la trama de este poema a través de internet. Pero como me imagino que los resúmenes serán poco fidedignos en ocasiones, les ofrezco la excelente síntesis de Montero Fenollós en el libro “Breve historia de Babilonia”, que comentamos la semana pasada, pp 231-234. “La acción comienza con una alusión al inicio de los tiempos, es decir, al caos original. En ese estadio primigenio, el cosmos estaba representado por una pareja, el dios Apsu, que representaba el agua dulce, y la diosa Tiamat que simbolizaba el agua salada. De la unión de ambos nacerán los dioses primitivos y posteriormente los grandes dioses, entre ellos Ea, el padre de Marduk. Por un conflicto generacional, Ea se enfrenta a Apsu al que finalmente mata. Aprovecha entonces la situación para instalarse con su esposa en la residencia de Apsu: allí nacerá Marduk. El nuevo dios es descrito con todo lujo de detalles: ”En medio del sagrado Apsu, Marduk fue traído al mundo. Lo trajo al mundo Ea su padre y lo parió su madre Damkina. Él solo mamó de pechos divinos. El ama de cría que lo criaba lo llenó de una vitalidad formidable. Su naturaleza era desbordante. Su mirada, fulgurante; era desde su nacimiento un varón hecho y derecho, lleno de fuerza desde el principio […] Sus formas son inauditas, admirables, imposibles de imaginar, insoportables de ver”. “Pese a todo, el conflicto generacional entre dioses ancestrales y jóvenes va a continuar. El joven Marduk provoca tormentas e inundaciones que molestan a Tiamat. Presionada por sus dioses colegas, la diosa decide finalmente crear un ejército de seres monstruosos formado por “hidras, formidables dragones, monstruos marinos, leones colosales, grandes perros guardianes y rabiosos, hombres-escorpión, monstruos agresivos, hombres-pez, gigantescos bisontes; todos ellos esgrimían armas despiadadas”. “Tiamat pondrá a Kingu, su nuevo amante, al frente de este terrorífico ejército. Ea, conocedor de estos planes informa a la asamblea de los dioses para buscar un voluntario que no tema enfrentarse a Tiamat y sus monstruosas criaturas. Marduk aconsejado por su padre, se ofrece para marchar contra la temida diosa. Es aquí donde Marduk hace una petición a la asamblea de dioses que será fundamental para su futuro. El dios, como recompensa por su valeroso gesto, pide lo siguiente: “Que no se cambie nada de aquello que yo disponga y que toda orden dada por mis labios sea irreversible, irrevocable” “Con otras palabras: Marduk demanda como condición que si derrota a Tiamatt se le proclame rey de los dioses. La asamblea aceptará su petición. Así las cosas, se enfrenta a Tiamatt y la derrota tras lanzarle una mortal flecha a la panza. Finalmente, “con su despiadada maza le partió el cráneo, después le cortó las venas […] la partió en dos como un pescado seco… “Con el cuerpo de Tiamat dividido en dos, Marduk crea el universo: el cielo y la tierra; las estrellas, la luna, el sol, las montañas, los ríos, etc. A continuación se dirige a la asamblea de dioses para que cumplan lo pactado: “Entonces todos los Igigis reunidos se postraron ante él. Y todos los Anunnaki que allí había le besaron los pies. Su asamblea puso su rostro en tierra unánimente. Después tras haberse levantado, se inclinaron ante él diciendo aquí está ¡el rey![…] Se cubrió con su manto principesco, con el brillo sobrenatural de la realeza, con la corona terrorífica”. “Fue así como Marduk se convirtió en el rey de todos los dioses de Mesopotamia. Una vez ungido rey, el nuevo dios decide crear Babilonia y su principal santuario, el Esagil que será, obra de los Anunnaki: “Quiero construirme un templo que será mi habitáculo preferido, un hermoso entorno en el que yo estableceré mi santuario y fijaré mis moradas para constituir allí mi reino […] yo le daré por nombre Babilonia”. “Marduk, insaciable siente la necesidad de realizar un gran prodigio con el que demostrar su nuevo estatus, por lo que decide crear a los hombres, para que estos se ocupen de hacer el trabajo de los dioses: “Voy a condensar sangre, constituir una osamenta y crear así un prototipo que se llamará Hombre. Este prototipo, este hombre, lo voy a crear para que le sean impuestas las fatigas de los dioses, y así puedan estar ociosos”. “El poema concluye con la enumeración de los cincuenta nombres de Marduk, en su mayoría sumerios, para demostrar la gloria de su persona y al mismo tiempo sus obras. El poema concluye con las siguientes palabras: después de haber derrotado a Tiamat, recibió Marduk el poder soberano. Estoy seguro de que a los lectores se le ocurrirán muchas observaciones sobre el texto, comprándolo mentalmente con el relato del Génesis, por una parte, y cómo teologiza el autor de le versión hebrea, y sobre la formación de Yahvé, divinidad madianita, divinidad joven y guerrera, que derrota a los otros dioses y que asume las características del dios supremo. Zeus, en el panteón griego, tiene un origen semejante en su lucha contra los Cronidas. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 17 de Agosto 2012
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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