CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero


Después de reflexionar, pienso que la terminación de la postal de ayer fue demasiado sintética. No quiero que pueda surgir una mala interpretación de lo que escribí ayer. Me permito citar mi pensamiento de un modo más extenso, tomándolo de la Guía para entender el Nuevo Testamento:

• Pablo interpreta la figura del Jesús histórico de una manera distinta al modo como él se consideraba a sí mismo. Jesús se veía a sí mismo como un ser humano normal, aunque con una relación especialísima con Dios; Pablo, por el contrario, hace de Jesús un ser divino, preexistente.

• Modifica las ideas sobre un mesías judío con su liberación religiosa, social y política reservada fundamentalmente a Israel, proclamando un salvador universal, de todos sin excepción.

• Afirma que el acto de reconciliación con Dios no será cosa del futuro, sino que ocurrió ya en el pasado, en la cruz.

• Anuncia que ha cambiado el sistema, condiciones y requisitos para la salvación, que son muy distintos de los del Jesús histórico. Los puntos más llamativos son la justificación/salvación por la fe y la consecuente negación de que la ley de Moisés sea el camino obligatorio para salvarse. Ahora todos los gentiles pueden salvarse.

Teniendo en cuenta estas radicales diferencias, la pregunta que encabeza esta reflexión (‘¿Fue Jesús realmente el fundador de un culto nuevo?’), podría ser respondida así:

Dado el pensamiento religioso de Jesús, no fue éste el fundador el cristianismo, sino su primer impulsor. Esta frase debe entenderse del siguiente modo: independientemente de lo que el Jesús histórico pudo o no haber hecho, es incuestionable que él inició el proceso que se convirtió en el cristianismo. Jesús, con su genio religioso, reflexionó profundamente sobre la religión judía e hizo un especial hincapié en ciertos aspectos de ella que lo situaron en un puesto aparte dentro del panorama de la religiosidad judía del siglo I:

A) Por su nueva concepción de la filiación divina. Aunque se creía totalmente un mero hombre, no un ser divino, tuvo una concepción particular de su relación con el Padre que no poseyeron otros maestros judíos de su época;

B) Por su nueva interpretación de la Ley, radical, profunda, esencialista, iluminadora;

C) Por su diferente concepción de la pureza ritual y su con¬centración en la impureza como producida sólo por el pecado que depende ante todo de la actitud del corazón;

D) Por su sentido de que en el juicio final será la imitación de Dios (la imitiatio Dei), la ley del amor al prójimo y el perdón sin límites aquello que en definitiva salvará al ser humano, dentro del cumplimiento general de los preceptos de la ley de Moisés.

Pero todos estos impulsos no bastan para iniciar un proceso de separación del judaísmo. Es Pablo el primero que pone los fundamentos ideológicos necesarios para la autonomía del grupo cristiano respecto a la Sinagoga. Frente a Jesús es Pablo el que impulsa y completa un movimiento teológico que deja de poner en primer plano el reino de Dios y se concentra en Jesús mismo como objeto de predicación. Parece pues, que el personaje que comienza a poner los cimientos para una nueva religión y para la separación definitiva del judeocristianismo del judaísmo normativo y oficial es Pablo de Tarso y no Jesús de Nazaret.

Por último, hay que decir que el cristianismo actual se basa sobre muchos pilares. Pablo no es el único. Otros muy importantes son: el Evangelio de Mateo y su ideología eclesiástica y el Evangelio de Juan con su peculiar interpretación de Jesús.

Sin embargo, no es desacertado decir que Pablo ocupa una posición principal en la cuestión del desarrollo del cristianismo. Por tanto, el cristianismo no se entiende sin Jesús de Nazaret, cierto, pero más como su condición y fundamento que como su fundador estricto.

Espero que todo esto sea visto como algo argumentativo y racional. No son construcciones empíricas a priori y dogmáticas.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

Viernes, 17 de Septiembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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