CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero



Concluyo hoy la síntesis de una pequeña parte del artículo de Fernando Bermejo sobre la historiografía moderna y el “mito de la singularidad de Jesús”, artículo que no deseo que pase desapercibido entre los lectores del Blog

“Consideremos ahora el segundo pasaje/texto aducido por Crossan como testimonio de la “diferencia” entre Juan y Jesús, Lc 7, 31-35:

“¿Con quién compararé a los hombres de esta generación, y a quién son semejantes? Son semejantes a los niños sentados en la plaza y que dan voces los unos a los otros diciendo: ‘Os tocamos la flauta y no danzasteis; entonamos endechas y no plañisteis’. Porque ha venido Juan el Bautista sin comer pan ni beber vino y decís: ‘Demonio tiene’. Ha venido el hijo del hombre comiendo y bebiendo, y decís: ‘Ahí tenéis a un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores’”.

“En este pasaje, Jesús equipara la presente generación con niños que no reaccionan a dos acicates diversos; esos acicates son, en el símil, Juan y Jesús, que, aun siendo diferentes, quedan mancomunados y situados al mismo nivel como mensajeros de Dios, rechazados y calumniados por un pueblo recalcitrante. Es, pues, muy claro que este texto pone a Juan y a Jesús en el mismo nivel.

“En el pasaje mateano paralelo al de Lucas (11,16-19) la antítesis no hace sino reforzar el paralelismo entre los dos personajes y está al servicio de este: la distinción relevante y central no es la que se da entre Juan y Jesús, sino la que hay entre ellos y la generación a la que se dirigen, la cual, predíqueselo del modo en que se lo predique (éste es el sentido de la diferencia en la descripción de Juan “sin comer pan ni beber vino” y Jesús “comiendo y bebiendo”), no se convierte. Repárese, además, en que el lenguaje utilizado por Jesús probablemente es hiperbólico, reproduce el de sus oponentes –¡y el de los de Juan!–, y no vehicula una diferencia sustancial: Jesús, de hecho, está criticando acerbamente a quienes, en lugar de reaccionar acogiendo el mensaje predicado, se acogen, haciendo gala de volubilidad y frivolidad, a cualquier coartada para rechazarlo; da igual si el mensajero bebe o no bebe, come o no: su género de vida es siempre interpretado in malam partem, lo que evidencia el carácter caprichoso y la mala conciencia de “esta generación”.

“La verdadera contradicción que el texto expresa no está en los dos predicadores, sino en el interior de quienes los rechazan. Jesús no concede ninguna importancia especial a lo que es una mera diferencia de estilo.

“Resulta instructivo observar el procedimiento que sigue Crossan para intentar justificar una afirmación tan grávida de consecuencias como la que sostiene una “ruptura” entre Juan y Jesús: una lectura armonicista y sesgada de dos textos –que no dicen lo que él pretende–, y sin prestar atención a los aplastantes testimonios textuales que muestran la continuidad entre Juan y Jesús ni al restante material evangélico que contradice sus interpretaciones. Pero no es solo esto. Incluso si Crossan pudiera justificar las “diferencias” que postula, estas no autorizarían en ningún sentido razonable a hablar de una “ruptura”, ni siquiera de una “oposición” entre Juan y Jesús.

“Parecida desenvoltura y falta de rigor hallamos en Jesus, A Revolutionary Biography. En ella, sin aducir ulteriores argumentos, Crossan afirma que Jesús es “casi el opuesto exacto a Juan Bautista” (p. 48). Uno esperaría que el autor explicara qué significa, en el caso de un ser humano, la expresión “ser el opuesto exacto” a otro. En todo caso, podría argumentarse con cierta plausibilidad que lo “opuesto” a un judío monoteísta sería un pagano (ateo o politeísta), que lo “opuesto” a un predicador entusiasta sería un calculador político, o que lo “opuesto” a un sujeto que buscaba la instauración de un Reino de Dios sería alguien que no creyera en él, sino que pensara que el único Imperio deseable era el del césar. Así pues, una plausible opción para diseñar al “opuesto” de Jesús –repitámoslo, si tal lenguaje tiene sentido– sería alguien como, por ejemplo, el romano Poncio Pilato (al fin y al cabo, tan “opuesto” a él que lo mandó crucificar). Ahora bien, aseverar que el casi opuesto exacto a Jesús es Juan el Bautista, un individuo que presenta tal cantidad de paralelos fenomenológicos con él, que tenía sus mismas creencias y piedad, que albergaba sus mismas esperanzas, y que tenía también sus mismos adversarios, es una afirmación tan gratuita y disparatada que únicamente parece resultar explicable si quien la formula padece alguna distorsión perceptiva o tiene alguna necesidad emocional para hacerlo.

“La necesidad de Crossan de distinguir a Jesús de Juan se evidencia cuando uno se percata de la asombrosa y desmesurada estatura histórica que concede a priori al primero, ya en la obertura de su libro principal. Jesús es, para este autor, un sujeto que ignora y supera no solo los límites de la religión y la cultura en la que vive, sino los propios fundamentos de la civilización: el héroe contracultural por antonomasia, el igualitarista radical, el debelador de todo límite. No es de extrañar que tan extraordinario sujeto deba ser cuidadosamente distinguido de cualesquiera otros; y a esta luz se entiende por fin su obsesivo interés por diferenciar a toda costa a Juan y Jesús. Lástima que, cuando se aparca el lirismo y la fantasía y se examinan críticamente las fuentes, la plausibilidad de la reconstrucción de Crossan brille, una y otra vez, por su ausencia, y resulte no ser sino un producto de wishful thinking”


Mi valoración de esta argumentación es totalmente positiva y estoy en completo acuerdo con ella.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

POSTDATA:

Fernando Bermejo me comunica que la editorial Debate ha expresado su voluntad de publicar, dentro de unos pocos meses, una edición de la obra de Diarmaid MacCulloch totalmente revisada.

Agradezco a Fernando esta noticia y felicito muy cordialmente a la Editorial Debate que constituye, sin duda, a elevar su prestigio lo que a la larga redunda en pro de sus legítimos intereses comerciales.

Desde aquí y, dada la importancia de la obra, me atrevería a sugerir a Debate que el revisor de la obra fuera el mismo Fernando Bermejo.

Saludos de nuevo

Antonio Piñero

Viernes, 9 de Marzo 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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