CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
El “marco vital” de la Escuela johánica (169-02)
Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos comentando el libro de Domingo Muñoz sobre las “Cartas de Juan” del Nuevo Testamento.

Una tradición centenaria atribuye la composición de los cinco escritos (Evangelio + Apocalipsis + Cartas) a Juan, hijo de Zebedeo, uno de los Doce. En los últimos 150 años la crítica literaria e histórica ha puesto en duda reciamente esta atribución. La discusión al respecto se suele denominar la “cuestión johánica”. Avanzo ya que -a mi entender y como he expuesto en la “Guía para entender el Nuevo Testamento”, pp. 475ss-, me parece que tiene razón la opinión hoy casi común que distingue al menos tres autores en este corpus johánico de cinco escritos. Son distintos los que compusieron el Evangelio, desde luego el Apocalipsis y muy probablemente el autor de la Primera Carta. Es también discutible, a pesar de la atmósfera común, que el autor único de la Segunda y tercera Carta sea el mismo que la primera.

Los argumentos para sostener la diversidad de autores se basan siempre en la divergencia de ideas teológicas que muestran los escritos. Hilando fino se perciben diferencias, aunque se usen los mismos vocablos y el estilo sea parecido, en las nociones teológicas subyacentes. Y esa disparidad presupone –para la mayoría de los críticos modernos- y fundamenta una diversidad de autoría.

Esta diversidad es máxima entre el autor del Evangelio y de las cartas, por un lado (formando un bloque a pesar de la diversidad), y el “Juan” del Apocalipsis. Aquí no sólo hay diferencias de estilo, bastante notables, y de lengua, sino de contenido teológico. En este apartado el consenso es casi total entre los estudiosos.

Sin embargo, Domingo Muñoz, se atreve claramente en romper una lanza a favor de la tradición, aunque no llegue a asegurar apodícticamente que el autor del Apocalipsis y el del Evangelio + cartas sean la misma persona. Pero sí sostiene que pertenecen a la común “Escuela Johánica”.

Para probar su aserto, D. Muñoz presenta en primer lugar un listado de los rasgos fundamentales, es decir, de la teología básica, de la “Escuela de Juan”. Según nuestro autor son los siguientes:

1. La encarnación del Verbo de la Vida (1 Jn 1,2 = Jn 1,14)

2. La afirmación de que Jesús es el mesías (1 Jn 5,1 = Jn 20,31)

3. La filiación divina de Jesús (1 Jn 1,2 = Jn 1,14)

4. El envío del hijo por el Padre para la salvación de los creyentes (1 Jn 4,9-10= Jn 3,16-17)

5. Jesús dio la vida por los seres humanos, “por nosotros” (1 Jn 3,16 = Jn 6,51)

6. El don del Espíritu Santo (1 Jn 3,24= Jn 7,37-39)

7. La filiación adoptiva del creyente (1 Jn 3,1-2= Jn 1,12-13)

8. Respuesta de fe la revelación del amor (1 Jn 4,13-16= Jn 3,16)

9. Respuesta de amor y mandamiento nuevo (1 Jn 2,7-22 = Jn 15,12-17)

10. El agua y la sangre (1 Jn 5,6-8 = Jn 19,34)

11. Antítesis entre luz y tinieblas (1 Jn 1,-2,11= Jn 8,12)

12. El Diablo es un homicida desde el principio (1 Jn 3,8 = Jn 8,44)

13. Don de la vida eterna (1 Jn 2,25 = Jn 3, 16)

Mi comentario a esta lista es que, a excepción de los números 10 y 12 (y en parte solo, y con cierta generosidad, 1 y 11) esta enumeración lo único que demuestra es que la teología de le Escuela johánica es esencialmente paulina, formulada cronológicamente mucho antes. Cuando se plantea nítidamente esta teología johánica, cuyo núcleo es la interpretación del "escándalo de la cruz" y como de este sacrificio se deriva la redención del género humano (hacia el 90-100) había escrito Pablo al respecto hacía ya mucho tiempo y se habían difundido sus ideas por la cristiandad toda, para asumirlas o rechazarlas (los judeocristianos estrictos).

Por tanto, estos rasgos no me parece válidos para diferenciar ideológicamente la Escuela johánica del resto de autores del Nuevo Testamento, en especial los Sinópticos y Pablo. A partir del apóstol pablo pasan al cristianismo común "paulino".

Pero el autor del Comentario tiene poco en cuenta esta precedencia cronológica. Posteriormente compara D. Muñoz esta lista con el pensamiento del Apocalipsis y deduce que el parentesco entre el autor del Apocalipsis y el del autor de 1 Juan y del Cuarto Evangelio (Para D. Muñoz es el mismo) es innegable. En la ntoa próxima analizaremos brevemente esta aproximación.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Miércoles, 23 de Febrero 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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