CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

El Testimonium Flavianum (IV)
Hoy escribe Fernando Bermejo

Además del TF, hay otro pasaje de las Antigüedades Judías (XX 200) de Flavio Josefo en que se menciona a Jesús al hilo de una referencia a la muerte de Santiago: “el hermano de Jesús el llamado Cristo (adelphòs Iesoû toû legoménou Khristoû). Si este pasaje es auténtico o no tiene cierta importancia en el debate sobre la autenticidad del TF. A diferencia de este, el pasaje sobre Santiago ha sido considerado genuino por la mayoría de estudiosos. Entre las razones se encuentran las siguientes.

En primer lugar, Orígenes cita el pasaje sobre la muerte de Santiago en su Contra Celsum, obra escrita a mediados del s. III, de modo que el alejandrino parece haber confiado en que Josefo escribió ciertamente algo sobre la muerte de Santiago. Además, en tiempos de Orígenes parecen haberse guardado copias de las Antigüedades en Roma, lo que habría permitido a los paganos cultos a los que se dirigía el Contra Celsum comprobar las noticias (téngase en cuenta que los cristianos no se encontraban en la posición legal o social apta para manipular la obra). Además, la expresión usada por Orígenes en ese texto sobre Santiago, “adelphòs Iesoû toû legoménou Khristoû” (Contra Celsum I 47), muestra que estaba familiarizado con la caracterización de Santiago como “tòn adelphòn Iesoû legoménou Khristoû” (Ant XX, 200).

Además, el contenido del pasaje sobre Santiago no respalda la idea de una interpolación o alteración. El relato de Josefo no casa bien, por ejemplo, con lo que a mediados del s. II era la tradición cristiana sobre las fechas y las circunstancias de la muerte de Santiago. Además, las fuentes tardías sobre esta muerte no mencionan –como sí hace Josefo – que “otros” fueron ejecutados con Santiago, y a diferencia de Josefo no proporcionan información específica sobre los oponentes de Santiago.

Es también muy improbable que un falsario cristiano hubiera caracterizado a los simpatizantes de Santiago como estrictos observantes de la Ley, dado que los cristianos posteriores tendieron a dar una idea estereotipada de los fariseos y otros exponentes estrictos de la ley judía como los enemigos implacables de Jesús y de sus seguidores.

Otro argumento es que la expresión “Jesús llamado el Cristo”, aunque como tal no es derogatoria, sí implica una cierta distancia con respecto a la afirmación cristiana de que Jesús es efectivamente el Cristo. Esta distancia es incluso perceptible en el uso de la expresión en el Nuevo Testamento, en donde ho legoménos Khristós se emplea en cuatro ocasiones: una, para explicar a los lectores griegos que Mesías significa Cristo (Juan 4, 25); en dos ocasiones la expresión es utilizada por Poncio Pilato (Mt 27, 17.22); y una vez es usada por Mateo al comienzo mismo de su evangelio, para introducir a Jesús a sus lectores (Mt 1, 16).

Alice Whealey ha aportado otro argumento apenas utilizado con anterioridad, a saber, la implausibilidad de que un cristiano del s. II o III hubiera inventando un pasaje sobre uno de los hermanos de Jesús. A lo largo de la segunda mitad del s. II el mero hecho de que Jesús tenía hermanos (o incluso medio hermanos) se estaba convirtiendo en algo muy problemático en círculos cristianos. Esto es perceptible por ejemplo en el Protoevangelio de Santiago, que aunque nunca entró en el canon, tuvo sin embargo una influencia enorme sobre la visión cristiana de la familia de Jesús (Orígenes, por ejemplo, aprobaba sus ideas sobre la virginidad perpetua de María).

En suma, no parece haber argumentos de peso para rechazar la autenticidad del pasaje de Josefo sobre Santiago, y la mención a Jesús contenida en A. J. XX 200.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Miércoles, 10 de Julio 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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