CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos esta semana con el tema general: “El Nuevo Testamento visto por un filólogo” (III)


III. El Nuevo Testamento sólo se comprende insertándolo en las coordenadas de espacio y tiempo del mundo judío del s. I. Esta afirmación se deduce de las dos formulada en las notas anteriores.

Si para comprender el Nuevo Testamento hemos prescindido metodológicamente del concepto de “inspiración”, es decir, de una tutela especial divina que haga de él un libro intemporal, se comprende bien que el Nuevo Testamento sea un hijo de su tiempo, y que está esté absolutamente condicionado por la mentalidad de la época: la de un Israel insertado en el Imperio Romano y la mentalidad de éste, sobre todo en su parte oriental.

Por tanto, las primeras obras cristianas no se podrán comprender bien sin tener en cuenta ciertos conocimientos previos del siglo que le vio nacer. ¿Cuáles son estos conocimientos que serán como la base imprescindible para el lector del siglo XXI que desea comprender?

Los siguientes: el futuro lector ha de estar al tanto de qué concepciones históricas, religiosas, filosóficas, sociales, ideológicas en general, etc., imperaban en la atmósfera en la que se concibieron las diversas obras del Nuevo Testamento.

Un lector moderno no puede pretender comprender bien incluso lo aparentemente más elemental de nuestra sociedad, un crónica especializada y crítica de un partido de fútbol, por ejemplo, si no tiene ni la menor idea de qué trata tal divertimento, de cuáles son las reglas del juego, etc., en una palabra, si no posee un conocimiento básico de lo que se trata. Tal lector, ignorante en absoluto de la esencia fútbol y de sus condicionantes, aunque supiera bien español, estaría leyendo una crítica especializada de ese deporte como si estuviera escrita en chino.

Con la Antigüedad pasa lo mismo. Por este motivo para entender el mundo del Nuevo Testamento se han compuesto muchos libros introductorios que explican al lector el mundo en el que nació Jesús. En lengua castellana hay varios de los que destacará dos, uno mío y otro ajeno.

Así el de John Riches, El mundo de Jesús. El judaísmo del siglo I en crisis, de Editorial El Almendro, de 2003, y del que espero publicar una reseña en este blog muy pronto. El libro versa sobre el contexto político, económico, social y cultural del judaísmo del siglo I; explica la unidad y diversidad del judaísmo en este mismo siglo y los cambios sufridos desde la época helenística (s. IV a.C.) que llevaron a conformar el judaísmo en ese momento; el concepto de comunidad del pueblo de Dios; los diversos grupos y personalidades religiosas del siglo I en Israel, incluido Juan Bautista, las esperanzas escatológicas de los judíos en el siglo I y cómo se inserta el concepto del reino de Dios de Jesús en ese contexto de teología judía apocalíptica.


El mío se titula “Año I. Israel y su mundo cuando nació Jesús”, de Ediciones Laberinto, Madrid 2008, en el que trato de los siguientes temas: Cómo estaba el mundo en aquel tiempo: El Imperio romano en general y el Oriente romano en particular • Egipto. Siria y Asia Menor. Explica luego cuál era el ambiente religioso del Imperio Romano: existencia de un monoteísmo práctico; la filosofía como modo de vida, casi una religión; la ética; la concepción popular sobre los “hombres divinos”; las creencias de ultratumba; la religiosidad orientada haci el deseo de la salvación: los de “misterios”; la divinización de seres humanos: culto a hombres: a héroes, al Emperador; finalmente se aclaran las líneas fundamentales de pensamiento de una atmósfera religiosa que contribuye a moldear el cristianismo: la gnosis y los movimientos gnósticos.

Naturalmente tampoco puede faltar una exposición sintética y popular sobre “Israel en los momentos del nacimiento de Jesús”: el rey Herodes el Grande y la situación después de su muerte que afecta directamente a Juan Bautista y a Jesús, más la situación de Galilea en tiempos del Nazareno y la de Jerusalén.

La introducción finaliza cpn la exposición abrevada de dos grandes temas para comprender el trasfondo del Nuevo Testamento:

A. El mundo religioso judío y sus sectas (fariseos más el proselitismo: la concepción de la “restauración de Israel” al final de la historia, los esenios; el mundo particular de Qumrán: el fin del mundo presente; los saduceos y los celotas; el fariseísmo y sus ramas.

B. Finalmente se aborda el tema de las creencias del pueblo judío en tiempos de Jesús, porque son la base de la religiosidad de Jesús y en gran parte de la de sus seguidores: las ideas principales recibidas del Antiguo Testamento; las nociones principales de la Apocalíptica y la teología de los Apócrifos del Antiguo Testamento, que forman una buena parte del pensamiento de Jesús.

Hasta aquí la descripción del contenido de esta obra mía introductoria la mundo del Nuevo Testamento.

La conclusión d estas reflexiones es que desde el punto de vista de un filólogo y de un historiador de las ideas, al estudiar estos aspectos nos encontramos con un mundo preparado para el nacimiento del cristianismo: éste se halla a caballo entre dos mundos: el griego y el judío. El cristianismo es judío, pero nace helenizado.

Igualmente el filólogo ser halla interesado en entender y explicar al futuro lector del Nuevo Testamento cómo reaccionaron frente a tales ideas (paganas o judías) los diferentes autores neotestamentarios, qué sociedad y situación histórica concretas hicieron que las obras del Nuevo Testamento fueran de ésta u otra manera.

Para un filólogo el Nuevo Testamento pertenece a un mundo tan ajeno al actual que es necesario someterlo a una fuerte explicación o exégesis de modo que pueda entenderse hoy. El hombre de la calle hoy no entiende sin más el ideario del Nuevo Testamento. Hágase una prueba: pregúntese a una persona culta cuál es el mensaje real de la Epístola a los colosenses. `probablemente no sabrá decirlo aunque la haya leído.

Ahora bien, para un filólogo no hay exégesis explicativa que sea normativa, inspirada, dirigida por una iglesia sino que parte del principio que toda exégesis es pura historia. La exégesis no es fantasía interpretativa –que también lo es-, sino fundamentalmente incardinación de un texto en sus coordenadas espacio-temporales en toda su complejidad: histórica, religiosa, filosófica, económica, cultural, etc. No se trata de aplicarme las doctrinas del Nuevo Testamento a mí, para mi propia vida espiritual hoy, sino en primer lugar y ante todo, entenderlo.

Luego que cada uno saque sus consecuencias y adopte ante él la postura existencial que desee. Unos se quedarán en el ámbito de la mera historia o de la historia teológica o cultural. Otros se sentirán interpelados por el mensaje del Nuevo Testamento. Pero ello no es tarea del filólogo.

Éste transmite el texto y lo explica… tal como podían entenderlo los lectores del siglo I de nuestra era. Después, allá cada uno


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog de “Religiondigital”, el tema es:

“Otros métodos de estudio del Nuevo Testamento a vista de pájaro”

Saludos de nuevo.

Lunes, 5 de Abril 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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