Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
El evangelio según Tomás Las arenas egipcias de Nag Hammadi han proporcionado a la ciencia y a los estudiosos del cristianismo antiguo páginas señeras de literatura apócrifa deudoras de la mentalidad gnóstica. El apóstol Tomás tenía grandes devotos, cuya devoción aflora en escritos que han merecido la atención de los historiadores. Uno de ellos es el famoso Evangelio según Tomás. Puede verse el Evangelio según Tomás en traducción de F. Bermejo en el libro de A. Piñero Todos los evangelios. Parece como si Tomás tuviera en su personalidad características propias de evangelista. Ya decía Orígenes que junto a los cuatro evangelios oficialmente reconocidos como pertenecientes al canon de los inspirados, existían otros muchos testimonios de la persona y la misión de Jesús el Cristo. El más famoso de la biblioteca copta de Nag Hammadi es el de Tomás. La lengua original era con seguridad el griego, aunque fue traducida al copto. Pero se tiene la opinión de que la obra primitiva es de los alrededores del año 150 y es probablemente oriunda de Siria. Podemos afirmar que su gnosticismo es de carácter moderado, tanto que no faltan autores que identifican su texto como perfectamente explicable dentro de los parámetros de la ortodoxia. La forma literaria es la propia de una colección de dichos o logia de Jesús, muchos de los cuales tienen su paralelo en los evangelios sinópticos. La mayor parte de los dichos comienzan con la expresión “Jesús dijo”. Con frecuencia exponen ideas conocidas y fórmulas usadas en los textos de los evangelios. Hay algunas frases evangélicas repetidas varias veces como la advertencia de Jesús: “El que tenga oídos para oír que oiga” (log. 8.21.24.63.65), dicho que también cita Tomás en una de las exhortaciones de sus Hechos Apócrifos (c. 82,2). También se recuerda que “los últimos serán los primeros”, que “si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en la fosa” (log. 34) o que “la mies es mucha, pero los operarios son pocos” (log. 73). Se menciona la doctrina de parábolas como la del sembrador (log. 9), la del grano de mostaza (log. 20), la de la perla preciosa (log. 76) y otras varias. La ficción literaria abunda en la idea de que el autor de este evangelio es el mismo apóstol Judas Tomás. Así lo afirma rotundamente el título o epígrafe: “Éstas son las palabras secretas que Jesús el Viviente dijo y que Dídimo Judas Tomás escribió”. Un pasaje de la obra cuenta de la pregunta que Jesús hizo a sus discípulos, pues quería saber a quién era parecido. Pedro y Mateo le dieron su opinión. La respuesta de Tomás fue un tanto misteriosa: “Mi boca no podrá decir en modo alguno a quién te pareces”. El texto narra que Jesús se llevó con él a Tomás y “le dijo tres palabras”. Se supone que se trata de las palabras secretas mencionadas en el epígrafe. Cuando Tomás regresó a donde se encontraban los demás discípulos, éstos le preguntaron sobre lo que le había dicho Jesús. Tomás respondió con palabras no menos misteriosas: “Si yo os dijera tan sólo una de las palabras que me ha dicho, cogeríais piedras y me las arrojaríais, pero de las piedras saldría fuego que os abrasaría” (log. 13). Es posible que algunos de los logia recojan palabras pronunciadas por el mismo Jesús, que no han sido conservadas en otros documentos. Así es, según Joachim Jeremías el logion 82: “Jesús dijo: Quien a mí se acerca, se acerca al fuego, quien de mí se aleja, se aleja del Reino”. Por lo demás, ciertos pasajes del Evangelio según Tomás tienen su eco en los mismos HchTom. Así es el logion 22, recogido en la larga alocución de Tomás en sus Hechos, c. 147,2: “Lo interior lo he hecho exterior y lo exterior interior”. Lo mismo ocurre con lo que el apóstol Tomás dice en sus Hechos, c. 47, 1. Cuenta allí que Jesús lo tomó, lo separó de todos sus compañeros y le dijo tres palabras (lógous) secretas que no puede contar a otros. Es lo que hemos visto hace pocas líneas en el logion 13 del Evangelio según Tomás. Todos estos detalles son, sencillamente, reflejo de la atención que prestó a Tomás la devoción de los fieles en la comunidad cristiana. Un apóstol calificado no sólo como hermano (HchTom 11,2), sino como “mellizo de Cristo” (EvTom, título; HchTom 39,1). (Encuentro de Tomás con Jesús resucitado) Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 12 de Diciembre 2011
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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