CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Dios existe (V) Razones para la existencia de Dios (442-05)


Hoy escribe Antonio Piñero



Lo que hizo realmente cambiar de postura a Flew fue que sus colegas, filósofos teístas, le hicieran concentrar su atención en las posibles nuevas perspectivas sobre la existencia de un Ser Supremo derivadas de la consideración de la imagen del mundo que emerge de la ciencia moderna, al menos para muchos científicos. Flew se propuso entonces aceptar el envite y decidió, pensando como filósofo, no rechazar a priori la escucha de cualquier argumentación en contra de sus teorías; se propuso dejar guiar su razón por el propósito metodológico socrático: “Debemos seguir la argumentación hasta dondequiera nos lleve”.

Las tres áreas que despertaron su atención fueron las generadas por las cuestiones siguientes:

• ¿Cómo llegaron a existir las leyes de la naturaleza?

• ¿Cómo pude emerger la vida a partir de la materia inorgánica, es decir de lo no vivo?

• ¿Cómo llegó a existir el universo entendido como “todo lo que es físico”?

Los capítulos siguientes del libro (del 5 al 10) están dedicados a debatir y reflexionar sobre estas cuestiones y extraer las consecuencias.

1. ¿De dónde proceden las leyes de la naturaleza?

Flew responde que su racionalidad, su uniformidad, su complejidad, que conducen desde los gases informes hasta la vida, la conciencia y la inteligencia exigen la existencia de una Mente Superior que posea esas cualidades y que de algún modo --¿por una creación de algún modo?-- las hubiera “diseñado”. Aparece aquí por vez primera ante él la teoría de un “diseño inteligente”, aunque no en el sentido antidarwiniano de muchos. Esa Mente superior, o si se quiere Dios en abstracto, podría ser definido provisoriamente como un Ser omnipotente y omnisciente.

2. ¿Sabía el universo que nosotros vendríamos?

Flew considera que las leyes del universo conforman una “arquitectura” antrópica, es decir, dirigida hacia la existencia futura del ser humano:

• El principio de relatividad especial garantiza que fuerzas como el electromagnetismo tengan un efecto invariable.

• Las leyes cuánticas impiden que los electrones se colapsen sobre el núcleo del átomo.

• La fuerza electromagnética es de una intensidad calculada de modo que permita el funcionamiento de procesos clave para la vida.

Se pregunta entonces: ¿Cómo es posible que la intensidad de una misma fuerza satisfaga requisitos tan variados? De aquí se postula que detrás de esta “arquitectura” debía de haber una Mente superior.

Respecto a la dificultad de la posible existencia de millones de mundos, es decir, no de un “uni-verso”, sino de un “multi-verso”, responde Flew que el hecho de que esta hipótesis sea posible lógicamente no demuestra que tal multiverso exista realmente. Se trata de una hipótesis innecesaria.

Y aunque las leyes de la naturaleza fueran simplemente resultados accidentales de la forma que el universo se enfrió después del Bing Bang (teoría que prácticamente todos los físicos o cosmólogos aceptan), de todos modos tales accidentes o leyes universales serían solo fenómenos secundarios de una ley profunda y anterior que regiría el conjunto de los múltiples universos, si existieren. Por tanto, llegaríamos al mismo resultado con un universo o con un multiverso: tiene que haber detrás una Mente Superior, racional.


3. ¿Cómo llegó a existir la vida?

No se puede argumentar seriamente, explica Flew, que la vida procede únicamente de la materia, que es inorgánica. “La materia viva posee una intrínseca organización teleológica (es decir, que tiene hacia un fin: existir bien y reproducirse) que no aparece por ningún lado en la materia que la precedió”. Así la autoreproducción, opina, no puede surgir por medios naturales a partir de una base puramente material. La codificación y el proceso de información (ADN, etc.) que rige la vida están coordinadas por un código genético (es decir, de comportamiento y funcionalidad) universal. No es posible postular que algo tan complejo hay existido por casualidad…, ni siquiera postulando miles de billones de años porque las posibilidades de que eso ocurriera son de 10 elevado a 609

4. Es imposible que algo surja de la nada

Flew afirma que en su etapa atea sostenía algo parecido a la teoría del “universo contenido” formulada por Sephen King en su Breve historia del tiempo, a saber: un universo realmente autoconcentrado, sin límites ni perímetro, no tendría un principio ni un final. Simplemente existiría por lo que la presencia de un creador es innecesaria.

Posteriormente Flew responde:

A) Con Conway: No es posible admitir que exista una serie de realidades contingentes sin inicio como causa suficiente de la existencia del universo en su conjunto. ¿Por qué? Porque las explicaciones causales de las partes contingentes de una totalidad en términos de la existencia de otras partes también contingentes no pueden sumarse para constituir una explicación global de la totalidad, ya que los entes (partes) invocados como causa de la totalidad necesitan para explicar su propia existencia de una causa exterior (y superior) a ellos mismos, puesto que son contingentes.

B) Con Swinburne: la existencia de un universo (finito en sus partes) a lo largo de un tiempo infinito sería un hecho inexplicable. Estados de cosas sólo pueden ser explicados a base de otros estados de cosas. Por tanto, si no tenemos estados de cosas previos y leyes generales previas no podría existir un universo en sí finito. Por tanto: se abre así el camino para la existencia de un creador anterior al universo.

Por la mera ley de la probabilidad es muy improbable que un universo exista sin causa alguna, pero es bastante más probable que Dios exista sin causa alguna. Por tanto, el argumento que se remonta desde la existencia de un universo, complejo, a la existencia de Dios es un buen argumento inductivo.


Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com





Viernes, 14 de Diciembre 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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