Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Pablo en los Hechos de Pedro y Pablo Hay unos Hechos Apócrifos, etiquetados como Hechos de Pedro y Pablo, escritos presuntamente por el Pseudo Marcelo. Una obra nacida hacia los siglos V o VI no puede ser producto del Marcelo, que conocemos por los Hechos Apócrifos de Pedro. Por esta razón obvia anteponemos al nombre de Marcelo el elemento limitativo de Pseudo. En aquellos Hechos, los dos apóstoles aparecen unidos, en opinión del autor, lo mismo que las dos lumbreras del mundo, el sol y la luna. Ambas lumbreras del día y de la noche, van juntas sin posibilidad de separación. Lo mismo sucede con estos dos apóstoles, que ocupan más páginas en las escrituras canónicas y que mayor trascendencia han conseguido como maestros de la comunidad cristiana. Pedro había recibido el encargo de predicar el evangelio entre los cristianos oriundos del judaísmo. Pablo lo predicó entre los gentiles hasta el punto de que es denominado Apóstol de las Gentes, de los Goyîm que dicen los hebreos. Pero el autor de estos HchPePl deja claro que ambos apóstoles son miembros de un colegio con comunidad de objetivos y de contenidos. Llevarán el evangelio hasta los confines de la tierra, pero un evangelio único e inmutable. Un evangelio que enseña que hay un Salvador, enviado por el Padre a la tierra para vencer al pecado y sembrar la gracia, ahuyentar las tinieblas y hacer brillar la luz. La letra de estos Hechos insistirá en que, a pesar de las posibles divergencias de matiz entre las personas y las misiones de Pedro y Pablo, la coincidencia es total en la esencia del mensaje fundamental. Proyectos de los enemigos de Pablo Nos movemos en el ambiente de las tradiciones que giran en torno a su figura. En este sentido, notamos que la primera unidad literaria de estos Hechos trata del viaje de Pablo desde la isla de Malta hasta Roma. Otros documentos hablan del viaje de Pablo a Roma, pero desde España. La estancia de Pablo en España puede calificarse de históricamente probable. En la carta a los romanos, manifestaba Pablo la esperanza de visitar a los cristianos de Roma cuando pasara camino de España (Rom 15,24.28). Los HchPe cuentan del viaje de Pablo a España. Es coherente, pues, con las tradiciones sobre Pablo la referencia a un viaje de regreso de España a Roma. Los Hechos de los Apóstoles de Lucas cuentan la peripecia del viaje hasta la isla de Malta, a la que llegaron los pasajeros muy a pesar de sus intenciones tras una furiosa tempestad. Los HchPePl comienzan su relato describiendo el viaje desde la isla hasta la ciudad eterna. El autor tiene la intención de presentar los sucesos desde la óptica de los judíos. Cuenta cómo los judíos de Roma se sentían alarmados ante la noticia de que Pablo llegaría a la ciudad porque había solicitado presentarse ante el César. Convencidos del daño que ya había causado a su estirpe en Samaría y en toda Palestina, estimaban que llegaba a Roma con la intención de entrevistarse con el emperador para continuar su labor destructiva de la cultura hebrea (c. 2). En consecuencia, se dirigieron a Nerón para prevenirle de las intenciones de Pablo. Por ello le pedían que no permitiera a Pablo poner los pies en ninguna región de Italia. Acompañaban sus peticiones con abundantes regalos (c. 3). El emperador aseguró a los judíos que daría órdenes para que se cumpliera su deseo. Más aún, solicitó para ello la ayuda de Simón Mago (c. 4). Entretanto, unos ancianos, convertidos a la fe por Pedro, llevaron a Pablo una carta de la cristiandad romana, que contenía un informe sobre los proyectos de los judíos y sus gestiones para evitar su llegada a Roma. Habían conseguido del emperador una orden para que cualquiera que encontrara a Pablo en tierras del imperio le diera muerte. Consideraban, sin embargo, que nadie podría separar a los dos grandes apóstoles, como no era posible separar las dos grandes lumbreras del mundo, la luna y el sol. Los cristianos de Roma debían recibir las enseñanzas de Pablo como habían recibido las de Pedro (c. 5). Viaje de Pablo desde Malta a Roma El apócrifo informa de la fecha, 20 de mayo, en la que llegaron a Pablo los emisarios portadores de la carta. Pablo zarpó de la isla de Malta (Gaudomeleta) y se dirigió a Siracusa de Sicilia. Navegó luego hasta Regio de Calabria y desde allí hizo la travesía a Mesina, donde consagró a un obispo. De Mesina navegó hasta la isla de Dídimo y tras dos días de navegación arribó a Putéoli. Allí encontró a unos discípulos de Pedro que le rogaron que permaneciera con ellos algunos días. En efecto, permaneció una semana prácticamente de incógnito por temor a las órdenes del César. El patrón del barco en el que viajó Pablo hasta Siracusa, de nombre Dióscoro, hizo gran amistad con el apóstol y lo siguió hasta Putéoli. Daba la casualidad de que era calvo, lo mismo que Pablo. La circunstancia confundió a los sabuesos de Nerón, que lo apresaron, le cortaron la cabeza y se la enviaron triunfantes al César. Nerón convocó a los principales de los judíos y les dio la noticia de la muerte de Pablo. “Alegraos, les decía, vuestro enemigo Pablo ha muerto”. Y les mostraba la cabeza. El apócrifo da cuenta una vez más de la fecha exacta del suceso. Era el catorce de junio. Cuando se enteró Pablo, sintió gran tristeza. Dirigió a Dios una plegaria en la que solicitaba un castigo para la ciudad, pero pedía gracia para todos los que creían en Dios y practicaban su palabra. Se dirigió con los que amaban a Dios a un lugar llamado Bayas, en la Campania. Desde allí volvieron la vista y vieron cómo la ciudad se hundía bajo las aguas “a una braza de profundidad” (c. 12). Lo cuenta el apócrifo con pequeños detalles, pero lo que es una realidad palpable en nuestros días es el estado de lugar inquieto, con emanaciones, fumarolas y arenas en ebullición. Pablo continuó su camino de Bayas a Gaeta, donde permaneció tres días enseñando la palabra de Dios en casa de Erasmo, un enviado de Pedro. De allí partió para Terracina, donde estuvo siete días alojado en la casa del diácono Cesáreo, varón elegido por Pedro. La siguiente estación fue la población de Tres Tabernas, situada a unos 50 kilómetros al sur de Roma sobre la Vía Apia. Entretanto, los habitantes de Putéoli salvados del cataclismo enviaron al emperador noticias del hundimiento de su ciudad, que le produjeron una gran pesadumbre. Atribuía el fenómeno al hecho de haber hecho decapitar a Pablo. Los judíos pretendieron, y consiguieron, consolar a Nerón con el argumento de Caifás: Era preferible que pereciera una sola ciudad, pero que se salvara todo el imperio (Jn 11,50). Cuatro días se detuvo Pablo en Tres Tabernas, de donde partió para marchar al Foro de Apio según el apócrifo. El Foro de Apio, siempre sobre la Vía Apia, estaba situado a 66 kilómetros de Roma. No era, pues, lógica la marcha de Tres Tabernas al Foro de Apio, sino al revés. Fue en el Foro de Apio donde Pablo tuvo una visión que le daba noticias del estado de la cristiandad de Roma. Ante un personaje sentado en trono de oro, se postraban negros que le anunciaban resultados de su actividad. En numerosos pasajes de los HchAp, los demonios son presentados como negros o etíopes. Uno se preciaba de haber conseguido que un hijo matara a su padre. Otro había hecho caer una casa que había matado a toda una familia. Llegó también un negro que presumía de haber conseguido que el obispo Juvenal, consagrado por Pedro, se acostara con la matrona Juliana (c. 16). La noticia sobre el obispo Juvenal había causado en Pablo la natural alarma. Envió a unos compañeros de camino para que comunicaran a Juvenal lo que debía hacer para expiar su falta. El obispo corrió a postrarse a los pies de Pedro a quien habló del aviso de Pablo. Añadía su personal comentario de que podría tratarse de la lumbrera que estaban esperando. Pero Juvenal llevó al enviado de Pablo ante Pedro a quien anunció que Pablo vivía y que venía camino de Roma. (c. 19). Pedro envió a unos fieles para que buscaran a Pablo en Tres Tabernas. Y con ellos marchó Pablo a la ciudad de Aricia, donde pasaron la noche (c. 20). Es una ciudad conocida ya por la leyenda desde Tarquinio el Soberbio. Está situada en la Vía Apia sobre los montes Albanos entre los lagos Albano o de Castelgandolfo y Nemi. Llegó a Roma la noticia de que llegaba Pablo, el hermano de Pedro. Los fieles la recibieron con alegría, pero los judíos quedaron desconcertados. Se dirigieron a Simón Mago para decirle que avisara al emperador que Pablo no solamente no había muerto, sino que había llegado a la ciudad. Simón les preguntó intrigado: “¿De quién era entonces la cabeza que enviaron al César desde Putéoli? Porque desde luego era la cabeza de un calvo” (c. 21). Vista de la ciudad de Aricia desde el puente. Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 1 de Agosto 2011
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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