Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
En el hilo de su argumentación, M. Harris presenta al lector unos pocos textos evangélicos que contrasta entre sí. Son los siguientes. • Mt 5,9 “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” con Mt 10,34: “No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada”. • Mt 5,39: “Pero yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra” con Lc 12,51: “¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división” • Mt 26,52: “Dícele entonces Jesús: «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán.” con Lc 22,36: “Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada” • Lc 6,27: “Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien,” con Jn 2,15: “Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;” Se podrían añadir más. Por ejemplo: Mc 12,17 “Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios»” (en el sentido pretendido por Marcos: que el lector obtenga la conclusión de que Jesús ordenaba pagar el tributo con Lc 22,2: “Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es el mesías rey»”. Dicho de paso: la interpretación de la perícopa del tributo al César “es evidentemente falsa”. Aquí, la explicación de Harris me parece deficiente y obscura, por lo que la omito. Como es natural, he leído muchas interpretaciones de esta perícopa del “Tributo”. La que me parece más clara es la de Puente Ojea, que he resumido en la obra La verdadera historia de la Pasión (EDAF 2008) y que presento aquí: “Para entender bien la situación ofrece mejores pistas que la de Marcos la versión paralela de Lucas. Los fariseos, que conocen bien el pensamiento de Jesús, se mantienen al acecho mientras envían a unos delegados que formulan a éste una pregunta trampa de modo que tenga que exponer “ante el pueblo”, en público (Lc 20, 26), una enseñanza políticamente peligrosa. Esa doctrina –bien conocida, pero no expresada manifiestamente por el evangelista- constituye las premisas teológicas de la pregunta: el pueblo sabe y acepta que la tierra entera y los ciudadanos de Israel son propiedad de Dios. El pago del tributo al César supone admitir a éste como señor y por tanto ser infieles a la alianza con Yahvé, el único Señor. Que aquella doctrina era también propia de Jesús lo dan por supuesto los fariseos que articulan la estratagema, y lo saben a ciencia cierta ya que es la enseñanza mantenida por todos los judíos piadosos desde hacía muchos años (luego atribuida a los celotas)…, y Jesús era un piadoso. “La cuestión no es, pues, propiamente una pregunta para informarse, porque saben de antemano que Jesús está de acuerdo con las ideas expuestas que implica no declarar “señor” al César y por tanto el no pago del tributo. Se trataba solamente de “obtener de Jesús una declaración pública y solemne en la capital religiosa de Israel por la que se rechazase abiertamente el pago del tributo a un Señor extranjero”. De este modo Jesús estaba metido en una verdadera trampa: si decía que sí había que pagar, arruinaba públicamente toda su predicación sobre el Reino de Israel, que estaba de acuerdo con las premisas teológicas arriba expuestas. Sí decía que no, con los romanos al lado y vigilantes, sería reo de un delito de sedición contra el Imperio. Podría ser apresado y condenado de inmediato a muerte. Por eso le preguntan si es lícito a los judíos pagar el tributo (Mt 22,17 / Lc 20,22)…, lícito religiosamente se entiende, porque políticamente ya sabían la respuesta: había que pagar el tributo so pena de cárcel y muerte. “Jesús entiende la naturaleza de la trampa y su respuesta a ella será un “no” –los judíos no deben pagar-, pero un “no” sólo claro para quienes supieran de qué iba la cosa, aunque para los romanos –que no conocían bien la teología de que Israel era sólo propiedad de Dios- la respuesta podía darse como satisfactoria, ya que no predicaba públicamente un no. “Aparentemente Jesús da la razón a estos últimos; pero en el fondo, tal respuesta se la quita, pues es una negativa a los ojos de los que entienden. Para lograr escaparse del aprieto –un prueba más de que no deseaba su muerte-, Jesús opone estratagema a estratagema. Ordena que le muestren la moneda en la que se paga el tributo, un denario. En él está impresa la efigie del César. Entonces Jesús dice: “Devolved al César lo que es del César (esta moneda o cualquier otra con esta efigie), y a Dios lo que es de Dios (el pueblo y la tierra de Israel, y los frutos de esa tierra = el importe del tributo). “Así pues, el doble sentido, engañoso voluntariamente, “se centra en la moneda: como ostenta la efigie del César, puede tomarse a primera vista como una cosa que pertenece a él; pero el tributo no es la moneda, que es un simple medio de pago”, sino el esfuerzo, el trabajo, los frutos de la tierra de Israel (que pueden traducirse a cualquier moneda, por ejemplo el estáter/didracma fenicio o griego utilizado como modo de pago corriente el tributo al Templo: Mt 17, 24), y todo eso es sólo de Dios. Por consiguiente, Jesús vino a decir en el fondo: si hay por ahí denarios, podéis dárselos al César pues son suyos, pero el fruto de la tierra de Israel, el tributo, eso es sólo de Dios. Por tanto, no debe pagarse el impuesto. “La estratagema fue, por lo visto, tan brillante, que Marcos y los otros dos evangelistas que le siguen escribieron que los enemigos “quedaron absolutamente maravillados” por ella Concluiremos pronto. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 23 de Diciembre 2011
Comentarios
|
Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
Secciones
Últimos apuntes
Archivo
Tendencias de las Religiones
|
Blog sobre la cristiandad de Tendencias21
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850 |