CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Volumen III de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles
Hoy escribe Gonzalo del Cerro


Hechos Apócrifos de los Apóstoles. Vol. III

Tengo el placer y el honor de comunicar a los amables lectores de este Blog de Antonio Piñero la aparición del volumen III de Los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, publicado por la Biblioteca de Autores Cristianos (B.A.C.). Las introducciones, los textos, su traducción, notas e índices son el trabajo de Antonio Piñero y del que esto escribe, Gonzalo del Cerro. El simple guarismo indica que delante van los dos primeros volúmenes que contienen los Hechos de Andrés, Juan, Pedro, Pablo y Judas Tomás, escritos entre los años 150 al 225.

Eran los cinco primeros Hechos, calificados por los autores como “Mayores”, por la sencilla razón de que son los primeros y modelo de los Hechos siguientes. El volumen III contiene catorce Hechos, convencionalmente denominados “Menores”, todos ellos posteriores al siglo IV. Esta denominación genérica no hace alusión ni a su extensión ni a sus méritos literarios. Algunos de ellos, como los Hechos de Felipe y de Juan, escritos éstos presuntamente por Prócoro, uno de los primeros diáconos (Hch 6), tienen una extensión considerable.

Abundan en muchos de ellos páginas de notable valor literario, claramente buscado por sus autores. Menciono en este sentido el Apócrifo, denominado Uirtutes Ioannis, escrito en un latín excelente probablemente en el siglo VI. Un mérito indudable de este volumen III de los Hechos Apócrifos es la colección de tradiciones, que han dejado su impronta en la devoción de la sociedad cristiana. La mayoría de los Apóstoles de Jesús apenas son conocidos por su mención nominal en las listas de los Apóstoles recogidas en los textos bíblicos.

Los Hechos Apócrifos son la base documental de la geografía y la cronología de los ministerios y martirios de sus protagonistas. Tenemos por ellos conocimiento de detalles concretos de la predicación de Pedro y Pablo en Roma. Sabemos que en Roma sufrieron el martirio; Pedro murió y fue sepultado en el lugar llamado Vaticano (Hechos de Pedro y Pablo 84,1, del siglo V-VI), Pablo a tres millas de las puertas de Roma en la vía Ostiense en el lugar denominado “Aguas Salvias” (HchPePl 80,1). Antes de ser sepultados en sus basílicas fueron custodiados “en un lugar llamado Catacumbas” (HchPePl 87,1).

Vaticano, Vía Apia, Vía Ostiense, Vía Nomentana, Aguas Salvias, Catacumbas, Quo vadis?, San Juan ante Portam Latinam, fechas de sus respectivas festividades… son recuerdos recogidos en los textos de estos Hechos Apócrifos. La arquitectura, la escultura y hasta la pintura son un vivo testimonio de los relatos. La cabeza calva de san Pablo, la escuadra en las manos del “arquitecto” santo Tomás el que edificara el palacio celestial, la crucifixión de san Pedro con la cabeza hacia abajo son detalles conocidos por los Apócrifos. Como conocido por los Apócrifos es el modo del martirio de san Bartolomé, que fuera despellejado vivo. El detalle está reflejado bellamente por Miguel Ángel en su Juicio Final de la Sixtina (PasBart 9,1).

Un demonio enemigo, de nombre Berit, hace un retrato del santo para que otros diablos lo reconozcan y eviten. En la Pasión del Apóstol san Bartolomé 2,1-2, tenemos este hermoso texto: “Los cabellos de su cabeza son negros y espesos, su tez blanca, los ojos grandes, las narices simétricas y rectas, las orejas cubiertas con el cabello de la cabeza, la barba luenga con algunas canas, de estatura media, no se puede decir que sea ni alto ni bajo. Viste una túnica de manga corta con ribetes de púrpura y se cubre con un manto blanco que tiene joyas color de púrpura en cada uno de sus ángulos.

Hace veintiséis años que sus vestidos ni se ensucian ni se deterioran. Igualmente, sus sandalias de largas correas no envejecen desde hace ya veintiséis años. Cien veces al día, se pone de rodillas y ora a Dios; y cien veces por la noche. Su voz es fuerte como el sonido de una trompeta. Con él caminan unos ángeles de Dios que no le permiten ni fatigarse ni sentir hambre. Siempre tiene el mismo aspecto y el mismo ánimo. En todo momento, permanece alegre y gozoso; todo lo prevé, todo lo sabe, habla y entiende todos los idiomas de todas las gentes. Fijaos: ya conoce lo que vosotros me habéis preguntado y la respuesta que os doy sobre él. Porque le sirven los ángeles de Dios, y son ellos los que se lo anuncian. Si os ponéis a buscarlo, se os mostrará si quiere; pero si no quiere, no lo podréis ver. Yo os pido que, cuando lo encontréis, le roguéis que no venga aquí para que no me hagan los ángeles que están con él lo que han hecho a mi colega Astarot”.

Sirvan estas líneas de su Pasión como testimonio de las noticias con que los Apócrifos han enriquecido la tradición sobre unos personajes conocidos apenas por su mención en el Nuevo Testamento, cuya identidad queda a veces en contextos de duda o disensión. De Bartolomé se discutió incluso acerca de su identidad con el Natanael del cuarto evangelio, “auténtico israelita en el que no cabe engaño” (Jn 1,47).

De todos modos, el nuevo volumen que ofrecemos es una presentación variada de catorce opciones distintas de la forma con que los discípulos de Jesús, “dejando todas las cosas, lo siguieron”. Estos Hechos cuentan los datos tradicionales, presuntamente históricos, relativos al martirio de los apóstoles epónimos. Algunos van incluso calificados de “Pasiones”, testimonio definitivo de la doctrina que predicaban siguiendo las órdenes de su Maestro.

Saludos cordiales y felices fiestas. Gonzalo del Cerro


Lunes, 26 de Diciembre 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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